Literautas - Tu escuela de escritura

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Paranoia - por Patricia RedondoR.

La vidente abrió la puerta de par en par y saludó con una reverencia al recién llegado. Entonces se volvió hacia a mi con una sonrisa que casi no le cabía en la cara. Yo no estaba preparada para lo que venía porque me quedé plantada en mitad del vestíbulo y no pude articular palabra. El visitante era Jorge, un antiguo amigo de la infancia, que después fue noviete antes de que conociera a quien iba a ser mi marido.
Jorge, con la risa bailándole en los ojos y ese gesto pícaro tan suyo.
Imposible. Hacía lo menos treinta años que no lo veía y sin embargo ahí estaba, con su corpachón de muchacho adolescente. Abrió la boca y yo esperaba que me explicara como era posible que apareciera delante de mi como si el tiempo no hubiera pasado. Pero no, en vez de hablar lo que hizo fue ponerse a cantar una melodía conocida a grito pelado mientras me señalaba con el dedo: “¡See that girl, watch the scene,digging the dancing queeeennnn!”
No puede ser. Mi mirada se dirige a la vidente suplicándole una explicación a semejante desatino. Entonces me doy cuenta que su vestimenta, antes de colores apagados, se ha convertido en una túnica arcoíris y que ella también baila. Y mientras sujeta el pomo de la puerta van entrando todos mis compinches de adolescencia y juventud. Y cantan y bailan desenfrenados. Y yo dejo de preguntarme nada para unirme a ellos y volver a sentir esa camaradería, esa alegría que desborda. La casa ha desaparecido, solo queda la puerta en mitad de un campo soleado, verde y amarillo, como era el paisaje del pueblo de Castilla en el que solía pasar los veranos.
Alguien llama con insistencia, me echo a reír y pienso “Que absurdo ¿Quién llama a la puerta de una casa inexistente? Seguro que es mi hermana mayor, que nos quiere chafar el plan. Como antes, como entonces” Y sí, es ella, que me agarra del brazo y dice “¡Raquel, Raquel!”
Abro los ojos, parece enfadada, no para de repetirme “¿Qué te pasa?¿Estás colocada?¡Que vergüenza!”
Estoy en un cementerio ¿Quién ha muerto? Mi padre, lo vamos a incinerar. De vuelta a la realidad que detesto y de la que llevo escapando prácticamente desde los quince años.
La gente a mi alrededor me observa con lástima, los más con hostilidad o franca repugnancia. ¿Qué puedo hacer? Aborrezco este mundo y sus costumbres, su falta de anhelos, su mediocridad. Me refugio en un mar enloquecido de sustancias que me devuelven a los años de la primera felicidad. Esa que no admite grietas.
No sé lo que me llevó a iniciar este viaje. Quería volar. No, no volar exactamente. Quería salir de mi piel. Arrancar esta cáscara que no me pertenece. Desnudarme de la dermis y dejarla, como hacen las serpientes. Ser otra. Crisálida convertida en mariposa. Elevarme sobre mis despojos, bajar la vista y verlos allí, abandonados.
La primera vez que me pinché atisbé el milagro, la esencia, el paraíso que se nos niega. Hubo juegos y risa genuinas. No esas que solo sirven para tapar el horror de lo cotidiano, para acallar el estruendo del vacío que nos invade.
Me levanto aturdida y trastabilleo hasta llegar a los baños. No quiero estar aquí, en este mundo para mi inhabitable. Y de repente carezco de memoria y de historia. Solo sé del mordisco, la sangre, la aguja en la piel. Me arponeo una vez más.
Vuelvo a estar en los campos, esta vez no hay verde y amarillo. Ni música, ni amigos. Todo está cubierto de un gris triste y sucio. La soledad de este paraje yermo me traspasa como mil púas de hielo. Siento frío y miedo. Un mal viaje.
A los lejos veo a la vidente ante la puerta solitaria. Cuando llego a su lado dice “El primer subidón es como el primer amor. Nunca se olvida. Después, no hay manera de encontrarlos.”
Grito “¿Quien me ha enseñado a odiarme de este modo? “ Sollozo y suplico “Escuchadme. Aliviad mi miedo, aplacad mi ira”
Aterrada, me doy cuenta de que hay un muro entre el mundo y yo, y ese muro soy yo misma. Entonces el cielo abre y derrama la calidez del sol, alzo los ojos y veo a mi padre volando entre las nubes, pienso “Esto es el fin”, él me guiña un ojo y sin abrir los labios sonríe y dice “No. El principio”

Comentarios (15):

Džoker

18/12/2024 a las 00:54

El texto tiene imágenes deliradas interesantes y momentos originales, como la pregunta sobre la puerta de una casa inexistente o el cierre reflexivo. Sin embargo, las transiciones entre ideas son bruscas y dificultan el seguimiento de la trama, lo que resta coherencia al relato. Además, algunas descripciones son generales y poco detalladas (como el paisaje de la infancia), lo que reduce su impacto emocional. En cuanto al estilo, sería útil simplificar oraciones largas, revisar la puntuación y dar más profundidad al desarrollo emocional de la protagonista para que el lector conecte mejor con su historia.

En general, fue interesante leerte. Soy el 6 y según entendí debía dejarte mi comentario, espero te aporte algo <3.

Patricia Redondo

18/12/2024 a las 10:43

Gracias Dzoker. Si! no le acababa de encontrar el punto a lo que quería contar y me salió una cosa rara y un tanto inconexa…

Gracias por los comentarios

Don Kendall

18/12/2024 a las 17:59

Hola Patricia,
Me corresponde hacer comentario al texto que propones en la edición MUE-65. Lo hago con mucho gusto.
1 – En lo formal, respecto a reglas ortográficas y gramaticales, a expensas de mejor criterio, pienso que tu trabajo es modélico si puede calificarse así a una forma de escribir elegante con conocimiento de las normas y la técnica.
2 – Los dos comentarios que preceden al mío (Džoker y tu respuesta) ilustran perfectamente la sensación que tuve las tres primeras veces que leí el relato, en las cuales sentía que me gustaba ese material que saboreaba, aunque aparecía el “nosequé” o la nota falsa que me jodía el disfrute completo. Leyendo tu respuesta a Džoker:«no le acababa de encontrar el punto a lo que quería contar», se me ocurre que la respuesta puede venir desde el punto de vista tal como lo propone Janet Burroway (*) :«En lugar de pensar que el punto de vista consiste en la opinión o las creencias del autor, hay que tomarlo de un modo más literal, como el punto desde donde se mira mejor».¿Quién se ubica dónde para mirar la escena?. Y para no perderse llevados por el entusiasmo de la escritura : ¿Quién habla, a quién, cómo, a qué distancia de la acción, con qué limitaciones?. Una vez resuelto esto más o menos, ya si eso podemos ya buscar al narrador, la omnisciencia o no, el tono, la distancia etc, etc,..
3 – Tu relato tiene momentos muy interesantes tal como escribe Džoker; para mí es un relato muy bueno, escrito con mucho riesgo, sobre todo al entrar de frente con un narrador en primera persona, aún más, si tal como propones es el personaje—narrador central.
El riesgo está en que un narrador en primera persona, está tan limitado como los seres humanos que somos los lectores. Eso significa que no somos omniscientes y ahí tienes el primer resbalón o como apunta nuestro colega Džoker, aparecen las transiciones fallidas. El narrador en esencia está obligado a informar solo lo que sabe. Al no ser omnisciente haga o diga lo que le apetezca es un ser falible y no puede ir más allá, so pena de que el lector se vea descolgado o sienta “un sabor raro” o “una nota fallida”. Si el autor, la autora quiere que admitamos el mundo del narrador, lo más jodido de tu trabajo consistirá en convencer(nos) a los lectores que creamos y confiemos en ese narrador, narradora. Otrosí, como dicen los leguleyos, jeje, es que tu propósito como autora implícita sea que los lectores rechacemos lo que dice u opina el narrador y que formemos opiniones propias, tendrías que plantear un narrador no fiable>/strong>.
Me estoy dando cuenta de que me enrrollo cosa mala, así que me quedo de momento en recomendar mucho, mucho, la “necesidad” de perder el tiempo que haga falta en encontrar el punto de vista desde el cual eliges para mirar mejor la escena, con eso lo demás vendrá rodado.Con independencia del tema, trama, argumento y todas esas cosas que tanto nos ilusionan, pero que suelen estar todas descubiertas por lo menos desde Aristóteles y Sófocles hasta hoy.
En resumen, un gran trabajo, que puede dar para más comentarios, y el cual te agradezco porque propicia este intercambio y disfrute.
Un abrazo y salud

Mónica Bezom

18/12/2024 a las 21:01

Hola, Patricia.
Muchas gracias por visitar mi texto y por tus palabras.

Yendo a tu “Paranoia”, debo decirte que mi primera impresión fue la de un relato que me gustó, pero me resultó difícil captar un hilo conductor comprensible a simple vista. Me gustó por sus imágenes poderosas y por la intensidad de algunas expresiones que me resultaron conmovedoras y sabias, como si todo se tratara de un gran caleidoscopio fatigado por quebrantos emocionales de los cuales la protagonista quiere salirse pero su paranoia se lo impide.
Especialmente, me ha encantado la imagen del campo soleado en verde y amarillo donde solo perdura una puerta… La puerta, allí, es un símbolo poderoso: hay una salida. ¿O es la entrada a esa realidad fraudulenta que la cobija de la verdadera realidad?
La frase: “¿Quien me ha enseñado a odiarme de este modo?”, es terrible, dolorosamente fuerte y me ha encantado, si vale la expresión.
Como ves, tu texto me ha inspirado.
Me queda la duda si la protagonista se encuentra en el entierro de su padre y, como fruto de ese dolor insoportable, ingresa a toda clase de pseudo consuelos y en ese contexto se desarrolla la acción o, si el padre falleció hace 15 años y esa muerte la desbarrancó, digamos.
La frase final del padre, de que está en “el principio”, la interpreto como que la muerte es, después de todo, un segundo nacimiento. Aunque no sé si ella “muere” a ese nacimiento o no. Pareciera que sí, que luego de ver como en una película las escenas de su vida, por fin llega a la paz de ese principio.
Bajando un par de escalones, estimo que tal vez hubo en este texto algunos tijeretazos inoportunos, pero es solo una teoría.
Una observación: “Entonces se volvió hacia a mi”, sería “se volvió hacia mí”.
Enhorabuena, Patricia. El texto merece una repasadilla sin la tiranía de las 750 palabras, jaja.
Nos estamos leyendo.

IGNACIO

18/12/2024 a las 21:03

Hola Patricia. El título de tu relato ya nos da una pista de lo que vamos a encontrar. Aunque más que paranoico parece un sueño agitado e incómodo que no llega a ser una pesadilla. Es un ejercicio interesante que permite utilizar figuras muy poéticas, pero es muy difícil desarrollar un argumento y contar una historia. Es un trabajo muy interesante. Felicidades

Amilcar Barça

18/12/2024 a las 23:10

Patricia, nunca juzgo relatos. Son producto de un instante o de un delirio y eso, no lo puede robar ni juzgar nadie. salu2

José Torma

18/12/2024 a las 23:39

Hola Patricia.
Dicen que nunca puedes volver al lugar donde fuiste mas feliz, porque ese lugar, ese instante, fue único e irrepetible.
Tu relato esta tan logrado, que sientes perfectamente los efectos del subidón y sobre todo, la angustia de no poderlo repetir, aquello de que nunca te puedes bañar en la misma agua de un rio.
Amo “Dancing Queen” curiosamente leo tu relato mientras escucho a ABBA, curiosidades y coincidencias de la vida.
Una sola pega y eso mas por mostrar algo que fallo en sí.
“Estoy en un cementerio ¿Quién ha muerto? Mi padre, lo vamos a incinerar. De vuelta a la realidad que detesto y de la que llevo escapando prácticamente desde los quince años.”
No me funciona “Mi padre, lo vamos a incinerar” La pregunta es con fuerza, con miedo de saber la respuesta y esta, se ve blanda aquí. Cuestión de gustos, yo a “Mi padre” lo hubiera puesto en exclamación o interrogación, seguida de una mayúscula en “lo vamos…”
“Estoy en un cementerio ¿Quién ha muerto? ¿Mi padre? Lo vamos a incinerar. De vuelta a la realidad que detesto y de la que llevo escapando prácticamente desde los quince años.”
Cuestión de gustos y solo cada autor sabe el ritmo que quiere imprimir a su relato.
Yo no encontré las transiciones como te comenta Dzoker (me iba a tomar una eternidad encontrar el símbolo correcto, una disculpa de antemano). Para mi esta muy claro y ad hoc con el tema de la alucinación y de la paranoia subsecuente.
Un gusto leerte.

Kelvin I. Márquez

19/12/2024 a las 04:02

Saludos Patricia

Ya los compañeros han dicho casi todo así que solo me queda decirte que pese a lo inconexo que pueda ser, me parece un relato interesante. Creo que sin el límite de palabras podrías lograr que conecte mejor y que gane el relato.
¡Nos leemos!

Otilia

19/12/2024 a las 09:59

Hola, Patricia, gracias por leer mi historia y por tus palabras amables.
Tu relato me ha gustado, es duro, profundo y limitado por las 750 palabras obligatorias.
No sé si has querido contar eso, pero yo me he imaginado una mujer enganchada a la droga para huir de un mundo gris que no le gusta y así volver de vez en cuando a la época en la que fue feliz. El final, el reencuentro con su padre en el más allá.
Felicidades. Nos leemos.
Saludos.

Yvonne

19/12/2024 a las 16:37

Hola Patricia,
Encontré en tu texto una cierta fascinación debido precisamente al hecho, deliberado o no, de ser la descripción de un viaje bajo el efecto de sustancias. En tales situaciones existen este tipo de saltos de la consciencia de una realidad a otra. Las descripciones de realidades percibidas son coloridas y fuertes, variables acorde con las fluctuaciones del estado de ” narcotización” (¿palabra inventada?) y del estado anímico de la protagonista. Lo que me ha encantado quizás menos es la presencia de la vidente, que me pregunté si era por la obligación de que apareciera la bendita frase…por lo demás, en la forma, genial. Un par de deslices que deben ser de dedo, cómo una preposición de más ( hacia a mí). “Jorge, un antiguo amigo de la infancia, que después fue noviete antes de que conociera a quien iba a ser mi marido”. Está frase me ha causado confusión, al principio pensé que Jorge se había unido al que iba a ser el marido de la protagonista. Creo que faltaría un “yo”. “Antes de que yo conociera…”. Al releer el texto, encuentro más integradas la vidente en el relato, es como un estrato superior del ente perceptivo de la protagonista, un especie de superyó hacia el que se orienta cuando pierde el norte. Entiendo que está físicamente en el entierro de su padre pero espiritualmente fuera de su cuerpo conectando con otros entes y subpersonalidades y al final con el padre muerto que le hace saber que la muerte es la entrada al mundo real, el umbral en el que uno deja atrás todas las vestiduras, las ilusiones en tanto “maya” y donde se inicia el verdadero viaje.
Me parecen muy bien descritas las percepciones erráticas y los estados mentales, además en primera persona que es más difícil. Felicidades.
Nunca leo los comentarios que me preceden por no dejarme influenciar por ellos.
Saludos. Nos leemos.

IreneR

20/12/2024 a las 09:02

Buenas, Patricia.

Un relato muy curioso lleno de viajes especiales… Siempre me cuesta entender, o conectar, con las historias donde lo onírico, o las drogas, manejan la realidad del personaje y su pensamiento.

De erratas y cosas a mejorar, no voy a repetir a mis compañeros.

Nos leemos.

Un saludo.

Sakura

20/12/2024 a las 09:38

Hola Patricia:

El hilo conductor de la historia, con el tema de los pinchazos y como “pierden” a las personas haciéndoles daño me parece muy buena, pero es cierto que debías escribir de forma sencilla y más llana para que sea entendible de mejor manera. Los símiles que utilizas son muy hermosos, no los quites.

Y estos son pequeños errores gramaticales que yo sugeriría si fuera editora:
Al principio de la historia pondría “hacia mí” en lugar de “hacia a mi”.
En la canción hay una coma que no se encuentra separada entre espacios.
En donde dice: Como antes, como entonces” las comillas están abiertas a tanta distancia que me costó encontrarlas y entender que toda esa frase tan larga se encuentra entre comillas.

Hilda G.M.

20/12/2024 a las 09:54

Hola, Patricia.
Tu texto me ha parecido muy interesante. Creo que es acertada tu elección del narrador en primera persona para contarnos el delirio de ese viaje de la protagonista y dentro del caos de ese delirio no me extraña que haya transiciones bruscas, es lo que ocurre cuando un autor nos quiere mostrar desde dentro una conciencia alterada, ya sea por el alcohol, por la locura o incluso por algún sueño, delirio en fin. Me da la impresión de que la vidente sería como un desdoblamiento de la conciencia de la protagonista, pero a lo mejor me equivoco. Por cierto que tu relato me ha recordado algunas imágenes que he visto en pinterest en las que aparece precisamente una puerta en mitad de un campo, tan sugerentes por sí mismas, como pidiendo que escribamos su historia y ahora, gracias a ti, ya tenemos una. No te comento nada en cuanto a lo que hay que mejorar, pues ya tienes bastantes recomendaciones al respecto.
Aprovecho para desearte felices fiestas.

Saludos y gracias por comentar mi texto.

Doralú

23/12/2024 a las 23:44

Hola Patricia Redondo,
Me ha gustado tu texto que presenta una historia, que aunque está escrita con metáforas, unas hermosas, otras desgarradoras, sigue siendo una dura y triste realidad. Muestras el tormento de la vida interior de Raquel, que a través de los alucinógenos busca ser feliz.
El título me llamó mucho la atención. Es el nombre de una patología con un significado muy amplio puede prestarse a confusión. La más sencilla es la de la RAE: “Perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas.” El diccionario médico de la Clínica Universidad de Navarra, lo define así: “La paranoia es un término que se utiliza en el ámbito de la Psiquiatría y la Psicología clínica para describir un estado mental caracterizado por delirios de persecución o grandeza, desconfianza o sospecha injustificada hacia otras personas. Este trastorno puede presentarse de manera aislada o como parte de otras condiciones psiquiátricas, como la esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo, y en ciertos casos, en reacción a drogas o medicamentos.”
En el relato está claro que alucina producto de drogas. Las características de la patología no las vi claras. No logro tener claro: si detesta su vida desde la muerte de su padre; qué importancia tiene para el relato que tenía como 30 años sin ver a su noviete; creo que con sus últimas acciones, logró su objetivo: volver con su padre. Disculpa si no logro hacerme entender, tal vez sea porque ya no se puede decir las cosas como antes.
Todo lo anterior son solo apreciaciones a tu texto, no soy autoridad en la materia de salud ni especialista en análisis de texto, por lo tanto, no me atrevo a sugerir qué hacer, son sólo mis dudas.
Sí puedo ratificar que me gustó… ¡y mucho!
Seguiré leyéndote

José Luis Troconis Barazarte

29/12/2024 a las 20:46

Me encanta lo que me escribiste, y reescribí el cuento y allá esta por si quiere verlo jejejejeje y de tu maravilla de texto te digo:
“Paranoia” de Patricia Redondo.
Es un relato que me atrapó desde el principio. La mezcla de realismo mágico y la cruda realidad de la protagonista crea una atmósfera inquietante y fascinante. La aparición de Jorge y la transformación de la vidente añaden un toque surrealista que contrasta con la dura vuelta a la realidad en el cementerio. La lucha interna de la protagonista y su deseo de escapar de un mundo que aborrece es profundamente conmovedor. Un texto que invita a reflexionar sobre la búsqueda de la felicidad y la evasión de la realidad.
Te felicito y que emoción poder hablarte, eres una escritora maravillosa

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