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LA SESIÓN - por IGNACIOR.
Me lo pensé una vez más. Estaba traicionando mis creencias, mis convicciones, pero la desesperación me había trastocado el juicio. Toqué el timbre y afortunadamente, no tuve que esperar mucho. La vidente abrió la puerta y con una sonrisa me indicó que entrara y me condujo a la estancia en que ejercía su magia adivinatoria. La oscuridad predominaba en toda la casa, en el recibidor, en el pasillo y en el pequeño gabinete en el que nos encontrábamos. Tenues luces indirectas permitían vislumbrar una decoración con abundancia de tonos malvas, figuras geométricas fractales y animales disecados. En el techo había un mapa estelar con las constelaciones dibujadas. Nos sentamos en torno a una mesa redonda en la que había una bola de cristal y una baraja de tarot francés.
—¿Qué quieres saber? —me preguntó con una voz cálida y pausada.
El cuerpo me temblaba. El conflicto que me aprisionaba era tan intenso que no lo podía explicar en voz alta.
—Quiero que me diga por qué he sido engañada —respondí con la voz entrecortada.
—Me puedes hablar de tu —dijo simulando afecto —somos de parecida edad y estoy aquí para ayudarte.
—Disculpe, pero me cuesta tomar confianza —respondí.
—Enséñame las manos —ordenó con suavidad.
Extendí las dos manos y desde la otra parte de la mesa, la adivina tomó la izquierda y acarició las líneas de la palma. Sus dedos seguían los surcos de mi piel y no pude evitar un escalofrío. Apoyó mi mano sobre la mesa con delicadeza y me miró a los ojos. Cogió la mano derecha y volvió a repetir su examen.
—Estás atravesando una situación muy difícil que te somete a una enorme tensión —susurró como si hablara para sí misma —pero hay preguntas que se resuelven mejor con un detective —volvió a mirarme a los ojos mientras cogía mis dos manos y las apretaba suavemente —sin embargo esto ya lo sabías antes de venir aquí; tienes que ser capaz de formular tu pregunta verdadera, el auténtico motivo que te ha traído hasta mí.
—Al detective ya he acudido —dije con un hilo de voz —ya sé que mi marido me engaña. Sé con quién se ve, sé cuándo y dónde tienen sus encuentros. Incluso sé quién es ella y puedo suponer lo que ha visto en esa mujer.
—¿A qué te refieres? —preguntó con desconfianza.
—A Juan siempre le han ido las cosas exóticas.
La vidente soltó de golpe mis manos.
—¿Tu marido se llama Juan?
—Lo ha adivinado —contesté sin poder evitar la sorna y agarré con fuerza la baraja del tarot porque necesitaba un punto de apoyo para continuar —el informe que me entregó el detective contenía una sorpresa: Juan se ha liado con una antigua compañera de mi colegio, a la que apenas recordaba, pero que fue mi amiga en la infancia, en el patio del colegio.
—¿Estudiaste en el María Inmaculada? —preguntó con gesto impasible.
—Lo ha vuelto a adivinar, estudié en el colegio María Inmaculada entre 1986 y 1990.
Nos miramos mutuamente. Ella intentaba identificar mi cara, aunque no lo conseguía. Si hubiera llevado trenzas hubiera sido más fácil. Las dos estábamos muy cambiadas. Los años no pasan en balde. Solté la baraja del tarot, me levanté despacio y me marché. Ella no se molestó en acompañarme a la puerta y a mí se me olvido pagar la sesión.
Comentarios (13):
Sabas Efrain bou
18/12/2024 a las 10:47
Acabo de leer tu texto y no he necesitado una segunda lectura para reconocer que, a mi modesta opinión, es perfecto. Me ha gustado sobre todo porque desde un principio engancha. Describes muy bien el ambiente del local de la vidente que me recuerda a los que, en algún a ocasión,
También he frecuentado. El texto es ágil, dinámico y te conduce muy claramente por la problemática de la protagonista, que incluso antes de descubrirse en el texto, ya se adivina. Te felicito me ha gustado mucho.
Sabas Efrain bou
18/12/2024 a las 11:12
Perdona los errores ortográficos de mi comentario. Lo he escrito desde mi móvil. Gracias
IGNACIO
18/12/2024 a las 15:14
Muchas gracias por tu comentario. No te preocupes por la forma. Escribir desde el móvil tiene eso. Gracias
Trinity
18/12/2024 a las 23:10
Excelente relato Ignacio, hilado con mucha sutileza.Esta claro que la visita a la vidente no es precisamente para que le eche las cartas, sino para cantarle ella las cuarenta,y bien que lo hace dejándole con “dos palmos de narices”. Saludos
Hilda G.M.
19/12/2024 a las 08:56
Hola, Ignacio.
¡Curioso encuentro de dos antiguas amigas y ahora rivales! Me ha gustado tu historia, la cuentas con mucha fluidez y has conseguido añadir el reto adicional sin que parezca forzado. Y el final es muy lógico: no necesitaba pagar la sesión, puesto que la vidente no respondió a su pregunta; además, es obvio que esa vidente no “veía” absolutamente nada.
En cuanto a posibles correcciones, solo quería comentarte que las rayas (o guiones largos) encierran el inciso como si fueran paréntesis, por lo que deberían ir pegados al inciso tanto al inicio como al final de él. Te pongo un ejemplo con esta frase en la que he añadido además una tilde que le faltaba a “tú”:
—Me puedes hablar de tú —dijo simulando afecto—, somos de parecida edad y estoy aquí para ayudarte.
Aprovecho para desearte felices fiestas. Saludos y gracias por haber pasado a leer mi texto.
Patricia Redondo
19/12/2024 a las 17:57
Hola Ignacio! gracias por pasarte por mi relato y por tus comentarios. Con gusto hago lo propio con el tuyo.
Y además de verdad , por que me ha gustado mucho. Buen comienzo, ambientación y descripciones perfectas. Y ese giro a medio camino con el que intuimos que lo que está pasando aquí tiene mucho tomate! Y perfecto ese final en el que la engañada (o al menos una de ellas) se va dejando la cuenta sin pagar , como merece. Yo le habría añadido cerrar con un un portazo y dejar el barro de los zapatos en el felpudo de la condenada pitonisa, aka, antigua amiga de la infancia y amante de su marido. Mucho más elegante tu final.
Lo dicho , me ha gustado.
Nos seguimos leyendo!
IGNACIO
20/12/2024 a las 21:45
Muchas gracias Trinity, Hilda y Patricia por vuestros comentarios. Gracias Hilda por la observación que me haces sobre los guiones. Es un asunto que no tengo claro y que espontáneamente no me sale bien. También me faltan un par de tildes. Hay que repasar más los textos. Seguimos disfrutando.
Yvonne
20/12/2024 a las 22:12
Un fuerte aplauso, Ignacio!!! Me ha encantado, por la austeridad de recursos, por el ritmo firme y acompasado, cómo hincando poco a poco un clavo, por inducir al lector a sacar él las conclusiones. Muy buen cuento, he disfrutado de leerlo.
Saludos
IGNACIO
20/12/2024 a las 23:39
Muchas gracias Yvonne.
David Llurba
21/12/2024 a las 23:32
Hola, Ignacio.
Tu relato me resulta muy parecido al mío, así que he de reconocer que me ha gustado jejeje.
Los dos introducimos el relato con una descripción breve de la estancia y los dos desarrollamos el cuerpo del mismo con unos diálogos que acaban diciendo mucho más de lo que se suponía en un principio. Muy bien.
Estructural y léxicamente me ha parecido muy correcto, pero he visto desconocimiento gramatical en la puntuación de los diálogos.
Te voy a corregir un diálogo para ilustrarlo:
“—Me puedes hablar de tu —dijo simulando afecto —somos de parecida edad y estoy aquí para ayudarte.”
El “de tu” iría con acento: “de tú”.
Los diálogos anteriores a este están bien porque son básicos: Parlamento + Acotación.
Por lo tanto, el parlamento no lleva punto al terminar, se pone el punto al final de la acotación. Pero en este diálogo hay Parlamento-Acotación-Parlamento y solo hay un punto.
Te lo escribo como debería ser:
“—Me puedes hablar de tú —dijo simulando afecto—. Somos de parecida edad y estoy aquí para ayudarte.”
Como puedes ver, la acotación lleva el guión largo pegado por delante y por detrás y el punto que corresponde al primer parlamento. Esto es así con las acotaciones intercaladas en el parlamento. Voy a corregir un párrafo de diálogo bastante largo que tienes para acabar de explicarlo:
“—Estás atravesando una situación muy difícil que te somete a una enorme tensión —susurró como si hablara para sí misma—, pero hay preguntas que se resuelven mejor con un detective —Volvió a mirarme a los ojos mientras cogía mis dos manos y las apretaba suavemente—. Sin embargo esto ya lo sabías antes de venir aquí. Tienes que ser capaz de formular tu pregunta verdadera, el auténtico motivo que te ha traído hasta mí.”
Aquí puedes comprobar como he pegado los guiones largos a las acotaciones y luego he añadido la puntuación correspondiente que separaría del parlamento anterior a la acotación con el parlamento que sigue.
Hay un detalle más. En la acotación “—Volvió a mirarme a los ojos…” Volvió va en mayúscula porque no es un verbo dicendi, sino que describe una acción, no acota la manera en la que se ejecuta el parlamento, como sí hace un verbo dicendi: susurró, dijo, gritó. etc…
La puntuación de los diálogos tiene su enjundia.
Corrijo el diálogo siguiente:
“—Al detective ya he acudido —dije con un hilo de voz—. Ya sé que mi marido me engaña. Sé con quién se ve, sé cuándo y dónde tienen sus encuentros. Incluso sé quién es ella y puedo suponer lo que ha visto en esa mujer.”
Espero haberme sabido explicar, con estos consejos podrás corregir lo que falta de los diálogos.
Luego he visto que en la última frase: “y a mí se me olvido pagar la sesión.”, se te ha olvidado poner acento en olvidó.
Espero haber resultado constructivo. A ver si en la siguiente también coincidimos en la manera de resolver la escena.
Un saludo.
Mónica Bezom
22/12/2024 a las 01:28
Hola, Ignacio.
¡Vaya sesión, la que se buscó esta pobre mujer!
Me ha parecido un relato magnífico en su costura. De principio a fin, la historia, luego de la excelente descripción inicial, adquiere un crescendo sutil a través de los diálogos entre las mujeres hasta la puntada final, finamente bordada.
Mira, solo por acotar un par de ideas que no son correcciones, se me han ocurrido y te las paso por si gustaras tomarlas:
“Toqué el timbre y afortunadamente, no tuve que esperar mucho”: cambiaría “afortunadamente” por “por fortuna”;
“mientras cogía mis dos manos y las apretaba suavemente”: cambiaría a: “mientras cogía mis manos con suavidad”;
“Nos miramos mutuamente”: “Nos miramos”.
Reitero que no son correcciones pues el texto no las necesita, pero al eliminar palabras terminadas en “mente” (de las que me cuesta prescindir, pero estoy en ello), el texto gana en fuerza.
Nada, Ignacio. Estupendo relato, me ha dado mucho gusto leerte.
Saludos.
IGNACIO
23/12/2024 a las 12:35
Muchas gracias David y muchas gracias Mónica por vuestros comentarios. En cuantos a las rectificaciones y sugerencias estoy de acuerdo. Ya persigo los gerundios, a partir de ahora filtraré las palabras terminada en “mente”.
La Blasa
31/12/2024 a las 18:02
Hola Ignacio, muy chulo el relato. Es ágil, está bien hilado y los personajes, a pesar de tener poco espacio para desarrollarlos, quedan bien definidos y cada uno con su propia personalidad.
Es un texto ágil, centrado en el diálogo y creo que le has dado el peso adecuado a la parte descriptiva. Está convenientemente ambientado, sin florituras y rodeos, y eso también es un punto a favor ya que uno no pierde el foco.
Lo único, algún acentillo por ahí que se ha colado, pero a mí me pasa igual en muchas ocasiones por mucho que revise el texto 🙂
¡Enhorabuena, nos leemos!