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Margarita - por OtiliaR.
MARGARITA
Sentada en una de las primeras filas del avión emprendía el viaje hacia mi nueva vida. Me dirigía a Nicaragua. Tenía por delante más de catorce horas de vuelo antes de aterrizar en Managua donde me esperaban, Isabel y su chico.
Mis padres se llevaron un disgusto mayúsculo al conocer mi decisión de dejar el trabajo, bien retribuido, en un bufete donde redactaba escrituras, estatutos, y otras zarandajas por el estilo, y de marchar a un país desconocido a realizar una actividad, que, en el mejor de los casos, me daría para sobrevivir.
Había algo más, hacía dos meses que Ángel y yo cortamos una larga relación que no iba a ningún sitio. Lo que habíamos construido en los cuatro años, al final, había sido una farsa.
En esos momentos de bajón, encontré a Isabel. Éramos amigas desde la infancia, pero su trabajo de bióloga la mantenía fuera de España. Ella con su pasión fue la culpable de mi aventura, invitándome a participar en su proyecto americano.
El avión navegaba sobre un mar de nubes. Los vaivenes seguían y el rumor de las conversaciones se hizo más débil.
Ya en tierra, superado el susto y con la ovación pertinente al comandante, me dirigí hacia la salida en busca de mis amigos.
Iba a trabajar en una fundación nicaragüense formada por diez organizaciones ecologistas de Nicaragua. El objetivo era intentar revertir la contaminación del lago Cocibolca, la fuente de agua dulce más grande de Latinoamérica. En el lago desembocaban a diario alrededor de treinta toneladas de desechos líquidos, sólidos y orgánicos, mientras los gobiernos miraban hacia otro lado.
Entre la gente apareció un hombre fornido que levantaba por encima de las cabezas un cartón con mi nombre pintado en rojo: «Dra. M. Arnaiz».
Supuse por las señas de mi amiga, grande, rubio, que sería su pareja y grité «¡Aquí!». En un segundo, el hombretón me arrancó la maleta de la mano, estrujándome esta con un eufórico saludo.
—Soy Tom. Isabel está recabando información sobre una médium —dijo mientras caminábamos hacia una parada de taxis. Sonrió al ver mi gesto de asombro ante la peculiar noticia.
—Ella te explicará… ¡Mira! —dijo señalando un coche—. Estos son dos colegas del equipo que nos llevaran a las oficinas en el lago. Margarita, la nueva ayudante.
Después de los saludos pertinentes y de ponerme al día sobre las actividades, arrancamos hacia el Cocibolca. Una hora más tarde contemplaba admirada el grandioso lago.
De pronto:
—Buenos días, señorita. —La voz me sobresaltó. Al girarme vi un hombre desorientado de mediana edad.
—Hola.
—Soy Rubén Darío, nací cerca de aquí en 1867, no sé cómo he llegado al Gran Lago, pero estoy dichoso.
—¡Compañeros! —grité—. Vosotros sois del país, ¿conocéis a este hombre?
—Me llamo Félix Rubén García Sarmiento. Viajé mucho, viví penurias y vi morir a mis hijos, pero, sobre todo, amé escribir.
—¿Entiendes ahora el porqué Isabel busca una médium? —dijo Tom acercándose—. No hay semana que no aparezca.
—Leí una explicación para algunos aviones militares desaparecidos. Decía que, la gran velocidad junto…
—Sí, y los universos paralelos son otra posibilidad porque no se viajaría al propio futuro, se tendría dos espacios temporales simultáneos. —la voz de Tom sonó cansada—. Isabel no sabe ya a quién apelar.
—No sé cómo he llegado, pero aquí estoy. Vosotros, ¿qué hacéis?
—Luchar para que la contaminación no mate la vida en el lago —contesté.
—Sabéis que cuando yo tenía diez años descubrieron en el Cocibolca una especie rara que solo habitaba aquí. El hallazgo fue tan sorpréndete que emitieron sellos del animal como símbolo de identidad nacional. ¿También desaparecerá?
—Cien años más tarde descubrieron que era un tiburón. Una especie que migra desde el mar subiendo por el rio San Juan hasta llegar al lago. El Tiburón Toro, variedad capaz de vivir en aguas dulces —explicó Tom con un bufido.
El claxon del coche de Isabel hizo que todos nos arremolináramos alrededor y sentí los fuertes brazos de mi amiga rezumando cariño. Entre risas vi alejarse al hombre perplejo.
Al día siguiente la acompañé a la dirección de la célebre adivina. Un solar con una autocaravana que, por la apariencia, parecía haber dado varias veces la vuelta al mundo.
Llamamos y la vidente abrió la puerta. Rubén apareció detrás y con una sonrisa nostálgica recitó:
«Margarita, está linda la mar.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento».
Comentarios (12):
Mónica Bezom
18/12/2024 a las 03:55
Sentido homenaje a ese poetazo de Rubén Darío. El final sostiene y nutre el relato. Me ha encantado.
Maria Carmen
18/12/2024 a las 19:36
Hola Otilia, un relato muy creativo. Con un fin poético que le da ese alo de misterio y secreto que tiene la poesía.
Patricia Redondo
18/12/2024 a las 19:49
Me ha gustado mucho Otilia. Un relato muy bien escrito, sencillo , lleno de magia y de poesía.
Felicidades
Estoy en el 7 por si te apetece pasarte
Nos leemos!
Auxi M.A
19/12/2024 a las 15:50
Hola Otilia, soy tu vecina del relato número 18.
No sabía hacia donde se dirigía tu relato y me ha sorprendido de forma muy agradable. Ese final, con ese sentido homenaje, es precioso.
Algun comentario para poder mejorar entre todos: creo que la historia se habría beneficiado si hubieras repartido más la descripción de la narrativa, poniendo más énfasis en la aparición de estos fantasmas o espectros en lugar de detalles de la protagonista ajenos a la trama principal, para así aprovechar las 750 palabras.
Ten cuidado al repetir palabras en las descripciones como por ejemplo “una fundación nicaragüense formada por empresas de Nicaragua”, tal vez quedaría mejor “una fundación nicaragüense formada por empresas del país”.
Muy buen trabajo. Espero poder continuar leyendo tus relatos en próximos retos.
Nos leemos!
Amadeo
19/12/2024 a las 19:34
Otilia.
Un cuento con final sorpresivo. Algo confusa su lectura, por el exceso de personajes, de descripciones innecesarias (vuelo agitado del avión y otros). Faltarían remarcar las emociones/sentimientos del personaje principal y del segundo. Hacerlo más concreto. En fin…
Espero haber colaborado
Cordiales saludos
Amadeo (17)
Yvonne
19/12/2024 a las 22:08
Hola Otilia,
Es entretenido, ameno. Tiene acción y algo de suspense, numerosos personajes, quizás demasiados, pero que animan la escena. La aparición de Rubén Darío, aunque un bonito homenaje, a mí personalmente me resulta poco creíble tal como está relatada porque el resto de la escena está enmarcado en un contexto científico, me imagino. No me hagas mucho caso. Bonita escritura.
IreneR
20/12/2024 a las 12:17
Buenas, Otilia.
El relato está bien escrito, es fácil de leer, pero no sé si centrarse en esa protagonista le hace justicia a la historia. La trama no gira entonces a ella y, quizá, haberlo escrito desde el punto de vista de alguno de los protagonistas que ya están allí te habría dado más palabras y podrías haber explicado más cosas sobre esos hombres, que son los reales protagonistas de la historia. Al menos en mi opinión.
Nos leemos.
Un saludo.
Chosi
20/12/2024 a las 20:03
Idea muy original para jugar con el reto. Un bonito relato que honra la memoria de un grande de la literatura. Concuerdo con Auxi en que un poco más de énfasis en el personaje misterioso seguramente aportaría , pero no sé si tenías margen con el número de palabras.
Doralú
21/12/2024 a las 04:10
Hola Otilia,
Tienes un excelente tema entre las manos que valdría la pena reescribir. Tienes para escoger a desarrollar más adelante mínimo tres historias: la de Margarita, la de Rubén Darío, la lucha por la descontaminación. Hay algunos párrafos que no expresan clara la idea, y otros que no aportan nada, que se pueden eliminar. Sin embargo, la historia se entiende, genera intriga y provoca conocer más sobre los personajes y los sucesos que atraviesan. Me gustó mucho la idea de incluir al Poeta Rubén Darío y los detalles sobre el país.
Me llamó la atención leer que el “lago Cocibolca, la fuente de agua dulce más grande de Latinoamérica.” y busqué en internet y conseguí que es el mayor de América Central, de Latinoamérica es el Acuífero Guaraní. Es posible que sea un problema con el corrector de textos que a veces nos hace malas pasadas.
El final, con ese poema tan bello, da para continuar la historia. Quedé intrigada porque la vidente también se llama Margarita.
La práctica hace al maestro, lo importante es que fluyan las ideas y las ganas.
Seguiré leyéndote
Otilia
21/12/2024 a las 10:48
Hola, Doralú, gracias por leer y por tus comentarios.
Efectivamente, tuve que escribir el mayor de América Central. Gracias.
Nos leemos. Saludos.
Vespasiano
29/12/2024 a las 23:31
Buenas noches, Otilia:
Gracias por pasarte por mi relato y dejar tu opinión siempre bien recibida.
Ahora te devuelvo la visita tratando de aportar algo positivo que te ayude a mejorar tu historia, si lo estimas oportuno.
Loable me parece la intención que has tenido de denunciar el hecho de que las empresas (Entre otras La Pennwalt Chemical Corporation) viertan sin control los residuos en un medio vital como una reserva de agua tan importante y necesaria, y que el gobierno nicaragüense (y no sé si el costarricense) hagan la vista gorda. (Léase corrupción).
Por otro lado darte las gracias por haberme dado a conocer la existencia de ese fabuloso lago, sus tiburones y sus circunstancias medio ambientales.
Lo que sigue a continuación, ya te lo han señalado los compañeros, no aporta nada al relato.
“Sentada en una de las primeras filas del avión emprendía el viaje hacia mi nueva vida. Tenía por delante más de catorce horas de vuelo antes de aterrizar en Managua”.
“El avión navegaba sobre un mar de nubes. Los vaivenes seguían y el rumor de las conversaciones se hizo más débil.
Ya en tierra, superado el susto y con la ovación pertinente al comandante”.
“redactaba escrituras, estatutos, y otras zarandajas por el estilo” (Redactar escrituras y estatutos no son comparables con zarandajas).
ZARANDAJA:
Cosa menuda, sin valor, o de importancia muy secundaria.
Supuse por las señas de mi amiga, grande, rubio, que sería su pareja
(Supuse por las señas de mi amiga(:) grande, rubio, que sería su pareja. Aquí creo que deberías poner dos puntos antes de la descripción física de la pareja de Isabel).
—¿Entiendes ahora el porqué Isabel busca una médium? —dijo Tom acercándose
(—¿Entiendes ahora “el porqué” Isabel busca una médium? —dijo Tom acercándose). Aquí creo que sobra el artículo “el”. Debería ser: (—¿Entiendes ahora “por qué” Isabel)
—Luchar para que la contaminación no mate la vida en el lago —contesté.
(Esta aseveración debería haberla dado Tom, ya que ella de momento acababa de llegar).
—Sabéis que cuando yo tenía diez años descubrieron en el Cocibolca una especie rara que solo habitaba aquí. El hallazgo fue tan sorpréndete que emitieron sellos del animal como símbolo de identidad nacional. ¿También desaparecerá?
(¿Quién tenía diez años? ¿Rubén Darío, o Tom?)
—Cien años más tarde descubrieron que era un tiburón. Una especie que migra desde el mar subiendo por el rio San Juan hasta llegar al lago.
(Esta oración y la anterior deberían estar mejor conectadas o fusionadas en una sola, porque: ¿Como se explica que se emitiera un sello cien años antes de conocer al animal?
El Tiburón Toro, variedad capaz de vivir en aguas dulces —explicó Tom con un bufido. (Me parece difícil dar una explicación bufando)
bufido
Definición
De bufar.
1. m. Voz del animal que bufa.
Bueno tu relato me ha gustado y me ha ilustrado. Gracias.
Feliz Año Nuevo.
Otilia
30/12/2024 a las 23:18
Buenas noches, Vespasiano, gracias por leer y por los comentarios que tendré en cuenta.
Nos leeremos en 2025.
¡Feliz Año Nuevo!