Literautas - Tu escuela de escritura

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UNA NECESARIA REVELACION - por Fernando RodríguezR.

En la lápida no había ningún nombre y eso le supuso un gran pesar a Carolina. Su cabeza no dejaba de dar vueltas a ello ni un solo momento desde que vio aquella imagen. Sí que era consciente de que su padre, de la forma que fuera necesario, la había perdonado, pero con eso no bastaba. Tenía que estar segura y, para ello, habló con su amiga Esmeralda que siempre había tenido fama de medio bruja.

—No sé que me pasa desde entonces, sueño cada noche y, aún despierta, mi recuerdo es de la última vez que vi a mi padre. Tumbado en aquella cama de hospital. Con la sabana cubriéndole hasta medio pecho, su tripa hinchada, el pelo caído sobre la almohada y sus ojos medio cerrados, no se si implorando ya la muerte o confiando en un milagro que no era posible.

—Ya te he dicho muchas veces que olvides esa imagen —le respondió su amiga—. Eso solo te sirve para atormentarte, ¿y para qué?

—Lo sé, y quisiera hacerlo.

—Te voy a conseguir cita con una conocida que es más apropiada que yo. Te conozco demasiado para aconsejarte pues me influiría todo lo que se de ti. Se llama Concha y espero que te pueda ayudar.

El encuentro fue esa misma semana, el viernes, día de difuntos y en casa de la supuesta pitonisa. Esmeralda le había dicho que llevara una fotografía de su padre, y allí que se fue con la idea de saber si realmente, su padre, si eso era posible, descansaba en paz donde fuera que estuviera.

Al llegar a ese bloque moderno, no era consciente de lo que había debajo. La vivienda donde residía Concha era en la planta baja del edificio y, cuando la vidente abrió la puerta, fue como una corriente de sensaciones las que se le agolparon de pronto pululando alrededor de ella.

Se echó manos a la cabeza y por instinto se agachó como para evitar todo lo que se le había venido encima.

—Es normal —le dijo Concha—, con poca sensibilidad que tengas, enseguida notas que no estamos solas.

—Pero ¿Qué es esto?

—Son almas que aún perduran en el mundo de los vivos y no han pasado al otro lado.

—¿Y porque aquí?

—Este edificio se construyó sobre el antiguo seminario, y esta era la zona del cementerio, donde según cuentan, se enterraban los seminaristas que no habían profesado aún.

—Yo venía buscando la paz y me encuentro con esto.

—No te apures, esto como tú le dices, te ayudará más de lo que crees. Pasa por favor.

Carolina entró en esa extraña vivienda y su primera visión del salón le llevó hasta una fotografía sobre un mueble antiguo adosado a la pared. Instantáneamente se fijó en las dos personas que se veían reflejadas en ese retrato de boda.

—Ese chico.

—Era mi marido, murió hace ya cinco años.

—¿José Ángel era tu marido?

—¿Lo conocías?

—Sí, fue compañero mío en el colegio, y también coincidimos algún año en el instituto. ¿Cómo murió?, era joven.

—Un accidente. Pero eso, que lo conocieras, va a ser una ayuda para resolver tu problema, o tu angustia por lo que me ha dicho Esmeralda.

—¿Cómo puede ser eso?

—¿Tienes la foto de tu padre?

Carolina le entregó un sobre que debía contener lo que Concha le había pedido. No tuvo que abrirlo, lo depositó en la mesa donde se habían sentado y puso las manos encima. Cerró los ojos y estuvo callada unos minutos hasta que una brisa hizo mover los cabellos sueltos de la coleta y pareció salir del trance donde se había trasladado.

—Tu padre me dice que no te culpes de nada. Siempre hiciste lo correcto, incluso estuviste a su lado hasta el final de sus días cuando los demás, sobre todo tu madre, ya lo había abandonado.

Carolina no daba crédito, eso era algo que no había contado nunca a nadie.

—Nada tienes que reprocharte, —continuó la médium— solo ha añadido que seas feliz, te lo mereces.

Carolina se echó a llorar y puso sus manos sobre la mesa. Concha se las cogió y en ese momento, encontró la calma que venía buscando tanto tiempo.

—Ha sido muy fácil —dijo Concha—, mi marido también te tenía en mucha estima y eso ha hecho que hayamos podido conectar con el espíritu de tu padre. Vete tranquila, es lo que él te desea.

Verdad o sugestión, a Carolina le sirvió.

Comentarios (3):

IreneR

20/12/2024 a las 13:23

Buenas, Fernando.

Muy original haber tomado la frase del reto anterior.

Me ha gustado el relato, creo que está bien llevado, se lee con facilidad y tiene un final esperanzador.

Nos leemos.

Un saludo.

Pilar (marazul)

21/12/2024 a las 20:25

Hola Fernando, ¿tal vez este relato sea continuación del anterior que escribiste? Entonces nos encontramos ante una historia más larga, más completa.
Encuentro correcto el texto en cuanto a la forma. En lo referente al contenido, acertada la ambientación con esas ánimas pululando por allí. Se agradece que Carolina encuentre la paz sabiendo que su padre no la culpó de nada.
Me pasaré en la próxima recopilación por si hay continuación de la historia. Saludos y ¡Feliz Navidad!

CARMELILLA

31/12/2024 a las 13:07

Hola, Fernando.
He leído tu relato de manera ágil, aunque a veces creo que las comas no han estado acertadas en su lugar, quizá demasiadas en algún párrafo. Esto entre comillas porque te lo dice una que no termina de acertar con ellas.
Me ha faltado quizá un poco más de suspense en la trama e introducir en ella al marido de la pitonisa pensé que iba a darle al relato la dosis de intriga que yo andaba buscando, pero no me lo ha parecido.
Me parece muy acertado el ambiente que has creado dónde trabaja la pitonisa.
Y parece aún mejor que Carolina tenga su final féliz.
Gracias por compartir.
Buen trabajo. Nos seguimos leyendo y muy buen año.

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