Literautas - Tu escuela de escritura

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Urraca y Rávena - por Auxi M.AR.

La vidente abrió la puerta a las diez en punto, como venía haciendo casi todos los días.

Tal vez fue la nostalgia, o el hecho de que no tenía más trabajo que ese, pero decidió aceptar esa herencia envenenada cuando su madre murió, por lo que no tenía más opción que apechugar con levantarse a las ocho de la mañana todos los estúpidos días.

Nadie entraba nunca, hacía cincuenta años que trabajaba allí y las ventas eran pírricas.
Ni siquiera podía ejercer la videncia, había tenido que empezar a vender baratijas y engañabobos para cubrir gastos.
Alguna brujita novata pasaba a comprar una tontería o dos, una vela para que a su profesora le diera un retortijón, unos brazaletes para mantener a su aquelarre junto por siempre…
Insultos para su talento.
Aunque también debía reconocer que se lo había buscado ella solita.

A las diez y dos minutos, una bruja entró en la tienda. Un nuevo récord.
–¡Malditos días! –dijo con una sonrisa.
–Malditos… malditos días a ti también… ¿Rávena?.
–¡Urraca! ¡Detestada compañera! Hacía tanto que no nos veíamos.
La vidente no supo qué decir. Realmente habían pasado años desde que coincidieron. ¿Cien? ¿Tal vez más?. No habían vuelto a estar en el mismo lugar desde… bueno… desde el incidente.
–¿Qué narices haces aquí?.
Rávena rió divertida. Se había hecho mayor, lo cual alegró y disgustó a Urraca a partes iguales. Le habían comenzado a salir las arrugas propias de una bruja en su tercer siglo de vida.
–Tan desagradable como siempre. He venido a verte, tonta… ya era hora que lo hiciese. Me hubiera gustado hacerlo antes pero mi madre ha estado muy enferma… bueno que te voy a contar a ti –la bruja miró a su alrededor, tenía un brillo especial en sus ojos– ¡Oh, esto ha cambiado tanto! ¿Recibiste las flores que te envié cuando falleció tu madre? Estaban muy marchitas, tal y como a ella le gustaban, recuerdo….
–¿Qué demonios haces aquí?.
A la vidente se le iba a salir el corazón del pecho. ¿No le habían castigado bastante? ¿Ahora debía enfrentarse a un fantasma del pasado?.
Rávena suspiró, seguía hablando tanto como cuando eran niñas pero parecía haber ganado la sensatez de la edad.
–No seas así –ella le cogió las manos a Urraca con cariño. A la vidente casi se le salen los ojos de sus cuencas mirándola– mira, sé que tienes cierta reputación dentro del mundo mágico…
–¿Tú crees?.
–Es un eufemismo. Pero si ha habido una vidente capaz y certera en nuestro tiempo esa eres tú. Necesito de tus habilidades, no confío en nadie más para esto.
Urraca abrió y cerró la boca un par de veces buscando qué decir.
Era una paría, una repudiada. Nadie buscaba su consejo y mucho menos que usara sus poderes.
–Te recuerdo que la última vez que alguien quiso que hiciera una adivinación fui expulsada del colegio. Ni siquiera tengo licencia para hacerlo.
–Y acertaste.
–Pero me echaron. Dijeron que era disruptiva y demasiado agotadora. Ahora vendo bagatelas. Nada más.
–Por Lilith, qué cabezota eres. Acertaste. Eso es todo lo que necesito saber. Además, ¿quién se va a enterar?.
La vidente se acercó a la puerta que había abierto hacía diez minutos y la cerró temerosa. Podría ser paranoia pero quién sabe cuántos ojos y oídos las escuchaban desde la calle.
–No voy a tener al consejo de sabias tirando la puerta abajo por esto. Más de un siglo sin verte y vienes a meterme en líos.
La bruja sonrió, Urraca debía admitir que se le derritieron las entrañas pero a la vez un escalofrío le recorrió la espalda. Nada bueno iba a salir de eso.
–Tonterías –Rávena metió una mano en su túnica sacando un pequeño pergamino– cuando mi madre murió heredé su puesto en el consejo. Aquí tienes, una licencia para realizar una profecía. Una sola. Una para mí.
–¿No prefieres un amuleto? Todo el mundo compra amuletos.
–Quiero un augurio. Uno preciso y certero. Uno lleno de muerte y destrucción. Cómo sólo tú sabes hacer.
Rávena tenía la sonrisa más malvada que la vidente había visto jamás. Por eso siempre había sido la más popular del colegio.
–¿Qué narices quieres que vaticine?.
La bruja le acarició la mano, un símbolo de tranquilidad que la dejó aun más nerviosa.
–¿Qué necesitarías para predecir con exactitud la muerte de alguien?.
–Por el mismísimo Lucifer… ¿De quién quieres que vaticine eso?.
–De mí misma. Quiero que predigas mi muerte.

Comentarios (9):

Carmenigne

17/12/2024 a las 23:53

Hola Auxi M.A. ¡Me encantó! Es un cuento con un ritmo dinámico, para mí como lectora no hay palabras de más ni de menos. Creaste una atmosfera con magia. Lo leí de un tirón porque me convocaba.
La construcción de los diálogos me pareció muy precisa, dejándonos saber que van sintiendo los personajes, como se vinculan, como se sienten. El final estuvo bien para mi, pero la fuerza yo la sentí en el desarrollo. Me resulto muy agradable de leer.

José Luis Gava.

19/12/2024 a las 10:12

Hola, Auxi M.A. Soy el vecino de arriba, me toca a mi hacer el comentario de tu texto.

Primero quiero decir que lo he leído en voz alta un par de veces; “y tiene pegada”.

Las escenas están bien construidas, y los diálogos muy conseguidos.

Habían, debía, seguía, parecía, sabías, habido, hacia, podría. Utilizalas lo menos posible, por no decir casi nada. Es mi opinión…

Después de signo de interrogación ❓ y de exclamación ‼️ no va punto.Ya hace las funciones de punto.

Yo sustituiría algunas palabras o expresiones para que encajaran mejor en la historia.

Un abrazo.

Amadeo

19/12/2024 a las 12:32

Auxi M.AR
Interesante situación de celos entre bruja y vidente, con final abierto.
Algunas observaciones:
Nadie entraba nunca, hacía cincuenta años que trabajaba allí y las ventas eran pírricas. (¿A quienes le vendía, si nadie entraba nunca?)
Ni siquiera podía ejercer la videncia, (¿No era vidente? había tenido que empezar a vender baratijas y engañabobos para cubrir gastos.
Alguna brujita novata pasaba a comprar una tontería o dos, una vela para que a su profesora le diera un retortijón, unos brazaletes para mantener a su aquelarre junto por siempre…
Insultos para su talento.
Aunque también debía reconocer que se lo había buscado ella solita. (lo eliminaría, y lo mos-traría en palabras)
A la vidente se le iba a salir el corazón del pecho. ¿No le habían castigado bastante? ¿Ahora debía enfrentarse a un fantasma del pasado?. (lo eliminaría, y lo mostraría en palabras)
Después del signo de pregunta, no va punto.
Espero haber colaborad
Cordiales saludos
Amadeo

Otilia

19/12/2024 a las 19:31

Hola, Auxi M.A, gracias por leer y comentar mi relato.
Tu historia me ha gustado, pero creo que quedan entre líneas muchas incógnitas. El incidente con Urraca tuvo que ser gordo para se expulsada, aunque según Rávena acertase y considere que tiene buena reputación dentro del mundo mágico. También me llama la atención (No digo que no sean correctas)frases como “lo cual alegró y disgustó a Urraca a partes iguales”, “le derritieron las entrañas pero a la vez un escalofrío le recorrió la espalda”, ¿por qué?
“No voy a tener al consejo de sabias tirando la puerta abajo por esto” esta frase me sacó de la lectura, en mi humilde opinión quedaría mejor en pregunta.
Auxi, la historia es tuya y esto solo son impresiones. Gracias por presentarla.
Saludos.

Lidia Villa

20/12/2024 a las 02:24

Hola Auxi M.A
Vi tu comentario animando a comentar tu texto y simplemente me dió curiosidad.
Me gustó leerlo y poder imaginarme la escena, se entiende muy bien, es un cuento de lectura rápida y no sobran los diálogos.
Por ponerte algún pero, no me quedo muy claro si ambas eran brujas, y una de ellas vidente, o solo una de ellas era bruja. En mi cabeza encaja mejor que ambas lo sean. Creo que tu relato tiene una atmósfera brujil jajaja
Muchas gracias por invitarnos a leer tu reto, el mío es el 3. Por si quieres echar un vistazo.
Un placer y nos vemos en la próxima!

IreneR

20/12/2024 a las 12:30

Buenas, Auxi M.A.

Me ha gustado tu relato. Engancha desde el principio y mantiene la intriga hasta el final. Aunque me esperaba algo diferente al terminar. Predecir la muerte es muy trágico, es potente, pero, no sé, me esperaba algo más explosivo.

Diría que hay algunos errores de puntuación en las acotaciones del narrador de los diálogos. Por ejemplo:
“ –No seas así –ella le cogió las manos a Urraca con cariño. A la vidente casi se le salen los ojos de sus cuencas mirándola– mira, sé que tienes cierta reputación dentro del mundo mágico…”. Ella, al no ser un verbo dicendi, tendría que ir en mayúsculas, y detrás del así va un punto. Y después, del guion de diálogo de miraba tendría que haber otro punto y luego mira en mayúsculas.

Me ha llamado la atención que las dos hayamos escrito un relato de videntes en decadencia.

Nos leemos.

Irene

Yvonne

23/12/2024 a las 21:45

Hola Auxi,
Es un cuento ameno, un original encuentro entre dos brujas, divertidos sus nombres y las cosas que se dicen. Me divertí leyéndolo y viendo a la pobre brujita venida a menos retomar interés en el oficio cuando sus talentos son solicitados. El final, inesperado, remata el cuento rotundamente.
Te señaló la frase que empieza por “Tal vez fue la nostalgia” cómo demasiado larga. Podrías cortarla en dos y, además, para situar este contexto de la historia actual en su época, habría que usar un tiempo anterior al pasado simple, “Tal vez por nostalgia o por no tener más trabajo que ese, había decidido aceptar…”
Espero seguirte leyendo.

Vespasiano

30/12/2024 a las 01:50

Buenas noches, Auxi M.A.:
Gracias por visitarme y comentar mi relato.
En cuanto al tuyo, que me ha parecido una escena de dos “amigas” más falsas que Judas, me ha gustado el ritmo de los diálogos y las ganas de morirse que le han entrado a la bruja después de varios siglos deambulando por esos mundos de Dios.

En una primera lectura me ha resaltado, por repetitivo, la cantidad de veces que escribes: “vidente” y “bruja”. Además de las que nombras a Rávena y Urraca.
A mi entender deberías replantearte esto, Porque los diálogos los has resuelto sin mencionar quien lo dice y se pueden seguir perfectamente. Justificado está señalarlo si queremos hacer mención a un gesto o una actitud (Rávena suspiró. Rávena tenía la sonrisa más malvada. Urraca abrió y cerró la boca un par de veces).

“–¿Qué narices quieres que vaticine?.
La bruja le acarició la mano, un símbolo de tranquilidad que la dejó aun (aún) más nerviosa.
(Podría modificarse para evitar repetir otra vez ”la bruja”. –¿Qué narices quieres que vaticine? —dijo acariciándole la mano).

“Era una paría, (¡Ojo! Que “paria” no lleva acento) una repudiada. Nadie buscaba su consejo y mucho menos que usara sus poderes”.
(En esta oración, al tratarse de un pensamiento interior y para darle más énfasis, podrías ponerle signos de comillas y de admiración: «¡Era una paria, una repudiada! Nadie buscaba su consejo y mucho menos que usara sus poderes».

Nos seguiremos leyendo.

Feliz Año Nuevo.

Auxi M.A

01/01/2025 a las 14:30

Hola y feliz año a todos y a todas!

Muchas gracias por dejarme comentarios, siento no haber podido pasarme por todos vuestros relatos, espero que en el próximo mes pueda mejorar esto.

Intentaré volver a publicar mi relato en otra plataforma con todas las mejoras que me habéis sugerido.

De nuevo muchas gracias y nos leemos! 💜

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