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En el corazón de un pueblo olvidado por el tiempo - por José Luis Troconis BarazarteR.

Web: http://www.troconisb.blogspot.com

Donde las casas de adobe se desmoronaban bajo el peso de los años, vivía una vidente conocida por sus visiones certeras y su mirada penetrante. Una tarde de lluvia, cuando el cielo lloraba sobre los tejados, la vidente abrió la puerta de su humilde morada para recibir a un visitante inesperado.
Era Santiago, un hombre de mediana edad con el rostro marcado por las cicatrices de la vida. Había regresado al pueblo tras décadas de ausencia, impulsado por un sueño recurrente que lo atormentaba. En su juventud, Santiago había sido amigo inseparable de Tomás, un niño de risa fácil y ojos brillantes, con quien compartió aventuras y secretos.
La vidente, sin necesidad de palabras, comprendió la razón de su visita. Con un gesto, lo invitó a sentarse frente a una mesa cubierta de velas y amuletos. Santiago, nervioso, comenzó a relatar su sueño: una figura espectral que lo llamaba desde el otro lado de un río oscuro, siempre en la misma noche sin luna.
Mientras hablaba, la vidente cerró los ojos y dejó que las imágenes fluyeran en su mente. Vio a Tomás, el amigo de infancia de Santiago, atrapado entre dos mundos, esperando una despedida que nunca llegó. La vidente abrió los ojos y, con voz suave, le dijo a Santiago que debía ir al viejo puente del pueblo, donde los recuerdos aún susurraban entre las piedras.
Esa noche, bajo un cielo estrellado, Santiago caminó hacia el puente. Al llegar, sintió una presencia familiar. Allí, en la penumbra, apareció Tomás, con la misma sonrisa de antaño. No hubo palabras, solo un entendimiento silencioso. Santiago supo que debía dejar ir el pasado para encontrar la paz.
Al amanecer, Santiago regresó a la casa de la vidente. Con una sonrisa agradecida, le contó lo sucedido. La vidente, con la sabiduría de los siglos, asintió y le entregó un amuleto para proteger su espíritu. Santiago partió del pueblo, llevando consigo la certeza de que había cerrado un capítulo de su vida.
El pueblo, con sus calles empedradas y sus casas de adobe, volvió a su rutina, pero la historia de Santiago y Tomás quedó grabada en la memoria de aquellos que aún creían en los milagros y en las visiones de la vidente que, una tarde de lluvia, abrió la puerta para cambiar un destino.

Comentarios (8):

Džoker

18/12/2024 a las 07:44

es un relato bien escrito con un mensaje claro, fácil de leer y entretenido, pero que ganaría profundidad y dinamismo si explorara más a fondo las emociones de los personajes y presentara un conflicto más significativo que elevara la narrativa.

Patricia Redondo

18/12/2024 a las 19:20

Hola Jose Luis!

Coincido con la apreciacion de Dzoker , es un relato bien escrito, claro y facil de leer, pero en opinion le falta transfondo, conflicto… no sé muy bien como expresarlo. A Santiago le persigue el recuerdo (y el fantasma) de Tomás de quien no llegó a despedirse, al final encuentra la paz a través de la medium que arregla el reencuentro…bien, pero nos quedamos cortos, falta algo que eleve un poco la tensión , la emoción (también te digo que yo soy una apasionada de los dramones asi que mi opinion puede ser no del todo imparcial)

Estoy en el 7 por si te apetece

Nos leemos!

José Torma

19/12/2024 a las 00:22

Hola Jose Luis.

Tu relato me ha gustado, eso va por delante.

Tengo dos comentarios. El titulo me ha atraído y, sin embargo, se adivinaba un protagonismo por el inicio tan prometedor y luego lo perdimos.

El hombre que vuelve a su pueblo, buscando al amigo con el que alguna vez fue feliz, nos lleva al eterno dilema. No puedes volver al lugar donde fuiste feliz, porque fue en otro tiempo y en otras circunstancias, uno mismo no es igual al que fue. Sin embargo, con la ayuda de la vidente, logra encontrar esa paz que no sabemos muy bien porque buscaba.

En tu texto veo potencial, mucho potencial. Me queda claro, al menos en apariencia, que no usaste las 750 palabras. Pienso que pudieras revisar y clavar más semillas aquí y allá para lograr un escrito más redondo.

El segundo y que para mi eleva tu relato por sobre cualquier falla en forma o lo que quieras. La frase final se queda contigo, muy lograda…

“la historia de Santiago y Tomas quedo grabada en la memoria de aquellos que aun creían en los milagros uy en las visiones de la vidente que, una tarde de lluvia, abrió la puerta para cambiar un destino.”

Felicidades.

Kelvin I. Márquez

19/12/2024 a las 03:36

Saludos Jose Luis

Coincido con los compañeros. Me parece que podrias extender tu relato y explorar mas a los personaje e incluso profundizar en su forma de ser.
De todas formas es un buen relato, de eso no cabe duda.
Nos leemos!

Jesusa

19/12/2024 a las 23:58

Hola José Luis, a mí me hubiera gustado se a ver algo sobre la relación de Santiago y Tomás en el pasado. Porque seguía su espíritu entre dos mundos. Te seguiré leyendo

Sakura

20/12/2024 a las 09:46

Hola José Luis, tu historia me gusta porque es de fácil entendimiento, pero habría llamado más mi atención si la profundizaras creando diálogos, dejando entender porque una despedida entre dos amigos era tan importante o buscando algún conflicto más enrevesado.
Donde pones: “Santiago regresó a la casa de la vidente” yo quizás habría escrito: “Santiago regresó a casa de la vidente” eliminando el “la” que suena repetitivo.
Visité tu web y me parecen muy bonitas tus obras de arte, eres un gran artista.

José Luis Troconis Barazarte

29/12/2024 a las 04:42

Gracias a todos, los voy a tomar en cuenta a todos, que agradable leerlos y os prometo que lo voy a rehacer y tomare todos sus comentarios para mejorar… Muchísimas gracias, Feliz Vida y Bendiciones

José Luis Troconis Barazarte

29/12/2024 a las 20:31

En el corazón de un pueblo olvidado por el tiempo – por José Luis Troconis Barazarte

Donde las casas de adobe se desmoronaban bajo el peso de los años, vivía una vidente conocida por sus visiones certeras. Una noche de Navidad, cuando la nieve cubría los tejados y las luces parpadeaban en las ventanas, la vidente abrió la puerta de su humilde morada para recibir a un visitante inesperado.

Era Santiago, un hombre de mediana edad con el rostro marcado por cicatrices. Había regresado al pueblo tras décadas de ausencia, impulsado por un sueño recurrente. En su juventud, Santiago había sido amigo inseparable de Tomás, un niño de risa fácil y ojos brillantes, con quien compartió aventuras y secretos.

La vidente, sin necesidad de palabras, comprendió la razón de su visita. Con un gesto, lo invitó a sentarse frente a una mesa cubierta de velas y amuletos. Santiago, nervioso, comenzó a relatar su sueño: una figura espectral que lo llamaba desde el otro lado de un río oscuro, siempre en la misma noche sin luna.

—Tomás y yo solíamos jugar cerca de ese río —dijo Santiago, su voz temblando—. Pero una noche, él desapareció.

La vidente cerró los ojos y dejó que las imágenes fluyeran en su mente. Vio a Tomás, atrapado entre dos mundos, esperando una despedida que nunca llegó. Abrió los ojos y, con voz suave, le dijo a Santiago que debía ir al viejo puente del pueblo, donde los recuerdos aún susurraban entre las piedras.

Esa noche, bajo un cielo estrellado y con el aire frío de la Navidad, Santiago caminó hacia el puente. Al llegar, sintió una presencia familiar.

—Tomás, ¿eres tú? —susurró Santiago.

En la penumbra, apareció Tomás, con la misma sonrisa de antaño.

—Santiago, he estado esperando —dijo Tomás, su voz un eco del pasado—. Necesito que me liberes.

No hubo más palabras, solo un entendimiento silencioso. Santiago supo que debía dejar ir el pasado para encontrar la paz.

Al amanecer, Santiago regresó a la casa de la vidente. Con una sonrisa agradecida, le contó lo sucedido. La vidente asintió y le entregó un amuleto para proteger su espíritu. Santiago partió del pueblo, llevando consigo la certeza de que había cerrado un capítulo de su vida.

Sin embargo, mientras caminaba por las calles empedradas, Santiago sintió un extraño escalofrío. Al llegar al borde del pueblo, su figura se desvaneció en la niebla, como si nunca hubiera estado allí.

El pueblo, con sus casas de adobe, volvió a su rutina, pero la historia de Santiago y Tomás quedó grabada en la memoria de aquellos que aún creían en los milagros y en las visiones de la vidente que, una noche de Navidad, abrió la puerta para cambiar un destino.

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