— Cuéntame más.

— Al parecer, la Marquesa pillo al Marqués fornicando con una meretriz en el Estudio.

— Hum, Vamos… qué el Marqués era un putero.

— Así es. Además, tiempo atrás, se encamo con una doncella qué estaba al servicio de la Marquesa.

— Hum, o sea… qué tenía antecedentes.

— Y no contento con esto, había rumores entre el servicio de qué se veía a escondidas con una famosa Actriz de la época.
Entonces, la mujer, cansada de sus infidelidades, decidió matarlo.

— Hum, ¿Y como lo mató?

— Puso cianuro en el cuchillo con el qué él se cortaba la carne.

— Hum, Muy conveniente. —Asenti.

— Esa noche, después de cenar, aturdido y confundido, lo llevó a la habitación y se tumbo junto a él.

La gente contaba, qué el Marqués se despertó; abrió los ojos de repente y la miró. En ese momento supo que ella intentó matarlo.

Todo indica, que la dosis de cianuro no fue suficiente; y eso qué el Marqués era poca cosa. Todo lo contrario qué ella; mujer rechoncha, de brazos cortos pero fuertes, y con demasiado bigote para la moda de la época.

Se lo echo a hombros como si fuera un saco de patatas, subió al campanario de esta Catedral, y se tiró con el al vacío.
Esa es la verdad oficial qué ha llegado hasta nuestra días.

— Hum, esta historia me recuerda a los Amantes de Teruel. O a los Amantes del GaraJonay; qué se tiraron al vacío desde la montaña al no poder vivir su amor por ser de tribus distintas. O incluso a la mismísima Juana de Castilla… Juana la Loca; qué la encerraron en Tordesillas por orden de su Padre al darla por trastornada. Pero ella, solo estaba enamorada de ese Felipe el Hermoso qué no le hacía el más mínimo caso en los asuntos del amor.
Amores terroríficos pero sin fundamento. —Dije con rotundidad.

— Cuanto valor y osadía tiene el ignorante, amiga mía. Algunas historias qué mencionas están perfectamente documentadas a día de hoy.

— Hum, Opino qué eres un fanático de la Historia, solo hay qué oírte hablar, Amigo mío. —Dije remarcando el final.

— Hum, ¿Y donde está la Cripta de…?
¿Como dices qué se llaman?

— Los Marqueses de Yanduri.
Está al otro lado de la Catedral, cerca del patio de los Nazarenos.
Hay qué llegar al final de este pasillo estrecho, pasar por la Capilla de Santa María,cruzar la sala de la Virgen de los Reyes y girar a la izquierda.

— Agacha la cabeza… Nos van ha descubrir si haces tanto ruido con esos zapatos. Está prohibido visitar la tumba en horario de cierre al público.

— Se me ha soltado la suela de un tacón… no son los zapatos, es un zapato.

—–
Esa semana se reforzó la Seguridad de la Catedral debido a la Exposición qué se celebraba por el V Centenario del Descubrimiento de América por parte del navegante Genovés, Cristóbal Colón: LA MAGNA HISPALENSIS.

A la mañana siguiente me diriji al administrador de la Catedral, con la intención de comunicarle un suceso extraño que mi compañera y yo mismo presenciamos "in situ" la noche anterior en una de las rondas de seguridad.

— Buenas tardes, Don Francisco.
— Buenas tardes, hijo.

— Quería contarle, qué anoche, en la ronda de seguridad qué realizamos sobre las tres y cuarto de la madrugada mi compañera y yo, observamos desde la distancia una luz encima de la tumba de los Marqueses de Yanduri, iluminando la Lápida.

— Mira hijo; hace más de 40 años que soy administrador de esta Catedral, y antes, monaguillo. Y afirmó con rotundidad qué esa Cripta siempre ha estado a oscuras.

— El caso, Don Francisco, es qué, ha medida que nos aproximábamos a la tumba, la luz se hacía más "chiquita", menguaba, por así decirlo…

—Bombillas en el interior de la tumba de los Marqueses… Anda, anda, no digas tonterías.

— Y eso no es todo, Don Francisco…, al llegar a su altura hicimos un descubrimiento asombroso.
"En la Lápida no había nada escrito". Ni fechas, ni nombres.

— Adiós, hijo; ya estoy mayor para estas bromas. —Dijo dándome la espalda

— Adiós… Don Francisco…