Literautas - Tu escuela de escritura

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Aún te cuido. - por LectVerdR.

Con una presa entre las fauces, y ese fuerte olor a sangre invadiendo su olfato constantemente, el regreso al refugio siempre resultaba más complicado para mamá gata. Además, últimamente, conseguir comida requería de más esfuerzo. Muchas de sus presas habían dejado de refugiarse o anidar cerca, obligándola a buscar cada vez más lejos. En esta ocasión la víctima había sido una ardilla.

A pocos metros, bastaba con su vista para reconocer el lugar –una casa abandonada–. Pronto podría alimentar a su pequeño. Pero algo andaba mal. Soltó al animal muerto y olfateó el aire. Detectaba uno…, y otro…, y otro olor. No olían como los sucios perros ruidosos que a veces la molestaban, tampoco como las palomas que solo iban al techo a hacer caca. Eran nuevos y peculiares, aunque extrañamente similares a "Compañera grande". Mientras se acercaba, notaba que ya no estaban ahí, solo sentía sus rastros, pero ningún ruido. Ninguno. Caminó despacio, en silencio, y conforme avanzaba hacia la casa, con el instinto le invadía una sensación de pérdida. Siguió el olor de su hijo hasta el lavadero, donde era más fuerte, pero su cuerpo no estaba ahí. El silencio casi absoluto del lugar, excepto por el viento, acrecentaba sus temores. Sin embargo, una brisa proveniente desde la colina contigua le acarició con el aroma aún fresco, aunque apenas perceptible de su pequeño. Iba mezclado con el de los intrusos, y sus esencias marcaban un sendero. Era la señal que necesitaba, y como si el mismo viento le diese instrucciones, se dirigió veloz rumbo a aquella dirección.
Cruzó el riachuelo del valle chico saltando en los guijarros. Subió colina arriba con destreza felina, abriéndose paso entre el camino de rocas, elevaciones y vegetación. Era la ruta más complicada, pero la más rápida. Llegó al punto más elevado, siempre atenta a su alrededor. En la cima había una gran piedra rectangular.

Era una tumba. La gata subió de un salto en la parte central y se sentó a observar las incrustaciones al frente. Para ella, en la lápida no había ningún nombre –la escritura humana no tenía ningún significado en los felinos–, pero reconocía aquel sitio perfectamente. Levantó su oreja derecha, prestando atención a algo, maulló agradecida, luego bajó de la piedra y continuó su viaje. Era su segunda señal.

El camino comenzaba a convertirse cada vez más en campo abierto. Ahora, lejos de las elevaciones, los cortos pastizales no servían como escondite, así que corría de roca a tronco, de tronco a otra roca, de roca a muro, cualquier cosa que le cubriera de la intemperie. A lo lejos, más cerca de lo que le hubiese gustado, escuchaba el sonido de la civilización. Era un mundo desconocido para ella, y significaba que debía apresurarse. La brisa acarreaba el aroma cada vez más nítido del gatito; se encontraba muy cerca. De repente, escuchó las voces parlanchinas a la distancia, que interpretó como los sonidos de los intrusos. Ya sin ninguna duda de sus ubicaciones, apretó el paso hacia aquellos murmullos.
Escondiéndose detrás de un muro de piedras, observó a los tres seres. Tenían una forma extrañamente familiar. Sin embargo, lo más importante era que el más pequeño de ellos cargaba al gatito en sus miembros superiores. Quedaba esperar.

Otro soplo de brisa removió las ramas de un fresno; era la siguiente señal. Los dos intrusos mayores se voltearon jugueteando y el pequeño se quedó solo. Ella salió de su escondite, caminando segura hacia él.

—Hola, gatito. Mira, tengo un bebé aquí, es como tú. ¿Quieres verlo?

El niño se sentó y puso al gatito en el suelo. El animalito levantó la vista, reconoció a su madre y comenzó a maullar. Ésta se acercó y se dejó acariciar la cabeza.

—Puedo llevarte conmigo también, si quieres. Preguntaré a mi hermano…

Sin darle oportunidad de reaccionar al niño, la gata tomó a su hijo y corrió. Los hermanos mayores acababan de regresar; uno de ellos se quitó un zapato y se lo arrojó, pero no alcanzó a golpearla. Ella solo corrió, no hubo posibilidad de alcanzarla y se perdió entre un grupo de árboles, mientras el niño lloraba.

En la cima de una colina, una gata limpiaba a su pequeño con la lengua, después de comer. Se sentía segura, y ronroneaba a los pies de una silueta casi imperceptible en el atardecer.

«Estoy orgullosa de ti. Eres una excelente actriz y te acercaste sin que sospecharan, sin lastimar al niño. Siempre supe que eras buena. Por eso aún te cuido, bonita».

Comentarios (9):

LIAH PERSON

18/11/2024 a las 15:26

Hola LectVerd. Gracias por comentar mi texto. Te devuelvo gustosa la visita. Sí, participé hace años en este taller. Qué genial que me recuerdes!!. Tu relato me gusta por el original punto de vista que nos muestras. Soy capaz de oler el rastro a través de esa gata que lo va siguiendo. Audaz protagonista y muy personal la forma de introducir las palabras del reto. Te felicito.

Borja

18/11/2024 a las 17:54

Hola!
Bueno, hace tiempo que no comento un texto, así que intentaré hacerlo lo mejor posible y lo más honesto que pueda. Sin olvidarme de decir que lo que diga, simplemente es la opinión de una persona sin más formación que su afición.
Me gusta, la verdad. El planteamiento mola. Y tiene ternura, que es lo que parece que pide la historia. Bien. Muy bien.
Buen trabajo.
Un saludo

IGNACIO

19/11/2024 a las 23:08

Hola LectVerd
Has escrito un relato curioso. Muy original el planteamiento y con una forma muy discreta de insertar las palabras del reto en la historia. Por el vocabulario que usas creo que estamos en orillas diferentes del charco. Encantado de leerte.

María Jesús

23/11/2024 a las 11:54

Hola: Tu relato me ha parecido fantástico, yo, que soy una amante de los gatos, me he sentido identificada con esa gata madre buscando a su cría. Ha sido una idea muy original cederle el protagonismo a un animal en vez de a una persona, por lo cual te felicito. Lo único que no he entendido ha sido el párrafo final.
Un saludo.

LectVerd

23/11/2024 a las 20:40

Hola, María. Gracias por pasarte por aquí.
Hablando sobre lo del final. Mi intención era dejar implícito que era su antigua dueña. Si crees que he fallado en eso pido disculpas. En el relato aparece una tumba que la gata reconoce y una casa abandonada. También se entiende que ella puede verla, y que las señales son dadas por “amiga grande”, pero no lo digo directamente. Las «» comillas dobles las utilizo para expresar pensamientos o diálogos que no se escuchan, en este caso intenté dar a entender que quien habla es el espíritu de su dueña. Ojalá el hecho de que esté explicando esto no arruine la experiencia de futuros lectores. Ojalá lean los comentarios después de terminar el relato.
De nuevo gracias por pasarte por aquí, María.

Andrés Scribani

24/11/2024 a las 02:52

Primero que nada, agradecerte por los comentarios y consejos en relación a mi relato. Tendré cada uno de los comentarios recibidos muy presentes para futuras versiones del taller.
Me gustó mucho tu acercamiento al reto y el tono con que hilas la historia. Excelente trabajo.
Entiendo el tema de las señales que iban indicando a nuestra protagonista adonde dirigirse, pero habían momentos en los que qué eran estas señales y/o por qué era una señal quedaba como en el aire (pun intended). Particularmente en la segunda y tercera señal. Puede que sea algo que solo me haya pasado a mí, pero te comento para que lo analices y tal vez sea un punto de mejora.
Saludos.

Pilar

25/11/2024 a las 20:17

Hola! Leído tú relato y los comentarios de los compañeros, te doy la enhorabuena por la originalidad del enfoque y la manera, nada forzada, de introducir las palabras del reto. Muy bien descrito, al grano, sin grandes saltos en el tiempo ni demasiados personajes que centran la atención en la escena y mantienen el interés hacia el desenlace. Yo estaba intrigada en cómo ibas a utilizar «actriz» y, realmente, pensé por lo de las señales que todo formaba parte de una película. Releyendo tu explicación, tiene todo el sentido, aunque tal vez, tengas que matizar un poco para no dar lugar a confusión, sobre todo, en el párrafo final. Por lo demás, chapó! Hasta el mes que viene, que este no me ha dado tiempo a pensar ni escribir.

Yvonne

27/11/2024 a las 19:27

Hola LectVerd, me ha encantado tu historia contada desde el punto de vista de una gata. Una grata sorpresa, saliendose de lleno del contexto general y ofreciendo un soplo de aire fresco al lector. Muy agradable. Lo leí como leía cuentos cuando era niña, a saber, con todos los sentidos despiertos. Cuando leo así no veo nada que corregir. Sólo halagos.
Saludos

Laura

15/12/2024 a las 00:53

Hola, LectVerd.
Me encantó que tu personaje fuese un animal, aunque creo que hay algún punto que ya te han señalado que necesita algo de pulimento, y es entre la primera y la segunda pista. Si la gata está siguiendo un rastro, ¿por qué cambia de recorrido? Es la impresión que me da al ir a la tumba. Indicas que es un camino más difícil, aunque más rápido, por lo que pienso que deja de seguir el rastro para seguir una corazonada. Tal vez es solo problema mío.
Me encantó el final.
Saludos cordiales

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