Literautas - Tu escuela de escritura

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Los ocasos - por HADR.

Adentrándose en el taller del artista, la joven evadía coágulos de pintura, fragmentos de mármol, de yeso, de madera, montones de aserrín dispersos por el suelo. Tras apenas unos pasos, no se atrevió a más. El taller estaba siendo devorado por el crepúsculo. Indefensa, la luz escapaba de los colores de las formas, de las variadas herramientas del arte, de los rústicos muebles. Menguaban los pinceles raídos, los cinceles embotados, los tubos exprimidos hasta el último hálito de color y los carboncillos usados hasta su esencia marginal; y de aquellos lienzos vírgenes, viciados por la humedad, agujereados. Todo perdía significado con el transcurso de los segundos.
A lo largo de una pared, incipientes esculturas aun escondían la idea que el cincel nunca llegó a extraer de la piedra. Los golpes habían cicatrizado hacía mucho tiempo. El polvo de mármol, yacente al pie de las obras, parecía cubierto por el polvo común que acaba sobre cualquier cosa. En otro sitio, dos caballetes sostenían tímidos esbozos; trazos que siempre se cansaban en algún punto, hundidos en el lienzo como en un pozo.
Mas había un tenue resplandor. La minúscula llama de una breve vela protegía de la voraz penumbra a los vestigios de un almuerzo reciente; restos dejados sobre una mesa improvisada con una gran losa de mármol dispuesta sobre soportes de madera.
Dudó al descubrir también una pestilente cubeta llena de desperdicios podridos. Las amistades le habían recomendado el artista. Conocía su obra y le había encantado la idea. Ahora no estaba segura. Ese instante de turbación le costó tropezar con un pedazo de yeso que dejó una mancha blanca en la punta de su zapato negro.
—… nadie está realmente a salvo. —Una voz ahogada atravesó una discreta e inadvertida puerta interior.
La silueta del artista accedió por aquel vano al taller en penumbras, sosteniendo un auricular que arrastraba un largo cordón. Más que hombre, era una turbia sombra chinesca, esmirriada, de torcidos contornos irregulares. El punto rojo de la llama de un cigarro flotaba tembloroso a la altura de su cabeza. No pareció percatarse de la presencia de la joven. Cuando volvió a hablar, lo hizo elevando la voz.
—Lo que venga me encontrará aquí. Tú también. —Bajó el auricular y desapareció otra vez por la puerta, siguiendo el largo cordón telefónico.
—¿Qué desea?
La pregunta sonó tan lejana desde la otra habitación, que la joven no se decidió a responder inmediatamente. Una corriente de aire frío que descendió de algún punto del techo la estremeció. Huyó hacia la luz, hacia la losa transformada en mesa. El pan sobrante de un sándwich, un vaso de cartón con olor a cerveza, manchas de salsa roja sobre la piedra. La tibia llama de la vela. La superficie de la losa estaba labrada con un símbolo que reconoció. Sorprendida, retrocedió.
¡Una lápida!
Al instante sufrió otro sobresalto al tropezar con el artista, que se hallaba a sus espaldas.
—No pude escuchar qué se le ofrece.
Ella abrió la boca, pero no salieron las palabras. En su mente, la visión de una sombra masticaba ante una lápida. Un gusto dulzón le brotó desde el fondo de la garganta. Miró por encima de su hombro, angustiada por haber apartado los ojos de la piedra. En la lápida no había ningún nombre.
—Quiero encargarle mi retrato —pudo por fin decir, encarándose otra vez al artista.
—Es usted la actriz.
Aun de cerca, el rostro del artista no era visible en la penumbra. Sólo profundos pliegues fluían en el vacío. También él desaparecía como los trastos de su taller.
—Me lo recomendaron a usted.
—Ya me habían comentado. Pero desgraciadamente, no podré.
—¿Tiene mucho trabajo?
—No. Tengo poco tiempo.
Otra vez la corriente fría. El fuego en la vela vaciló.
—Lamento que sea así. Me hacía mucha ilusión. No le molesto más… Esa lápida…
—Un viejo trabajo. Aun no está terminada.
—¿Planea terminarla alguna vez?
—No yo. Lo hará otro escultor. A su debido tiempo.
La actriz miró hacia abajo. Turbada, sintió el ardor de una quemadura allí donde el yeso había marcado la punta de su zapato. Imposible; era sólo una simple mancha. Un sortilegio de la oscuridad sobre su mente impresionada. Sintió una mano en su hombro. Frente a ella, vio la sutil llama de la vela duplicada en los ojos del artista.
—Hay muchos otros escultores que hacen su almuerzo en mesas comunes y corrientes. Búsquelos. Usted merece obtener su retrato.
La sensación de ardor desapareció. Calmada, la joven respondió:
—Gracias. Lo haré.

Comentarios (7):

Nadia

19/11/2024 a las 04:38

Hola. ¡Cuanto detalle! En ocasiones me oarecieron muchos adjetivos y poco contexto. Lo que por momentos es muy enriquecedor porque te lleva a visualizar lo que siente el narrador. En algún momento esto mismo me desclnecto del entorno y tuve que volver a leer el parrafo. Me gusta que utilices vocabulario. Gracias por compartir tu producción

Lunaclara

19/11/2024 a las 23:55

Hola HAD, gracias por comentar mi relato.
El tuyo me parece casi poesía, si no fuera por los diálogos del final.
Veo que redactas con frases largas y palabras separadas por comas. ¿Tu estilo es así?
Yo, a la hora de escribir, me sitúo en el lado contrario al tuyo: frases cortas, mucho diálogo….
No está mal se tan distintos

Tu relato sobrecoge.

Enhorabuena!

María Jesús

20/11/2024 a las 20:41

Hola: Para mi gusto es un relato demasiado sobrecargado, como la personalidad del artista, que lo muestras esquivo y misterioso como si fuese un fantasma. No he terminado de comprender lo que querías contar.
Seguimos escribiendo.

Wiccan

23/11/2024 a las 01:06

Buenas HAD,

Antes de nada, muchas gracias por pasarte a comentar mi relato, sobre lo que me planteas siempre espero a que comente la mayor parte de gente para contestar y no influir en lo que le sugiera el texto a los demás lectores.
Sobre tu texto, debo decir que a mi también me pareció un poco recargado de adjetivos pero te reconozco que probablemente no sea un problema tuyo sino mio, estoy mucho más acostumbrado a textos muy llanos en ese sentido y, aunque alguno he escrito como el tuyo, siempre es algo que me resulta un poco forzado. Dicho esto también creo que con como cuentas la historia (adjetivos incluidos) generas un ambiente y una sensación para el lector de total desasosiego, una incertidumbre y una atmósfera asfixiante que se genera de forma totalmente inesperada, hasta que comienzan los diálogos ni yo me había dado cuenta de como estaba viviendo el texto, así que en cuanto a esto te felicito porque creo que es muy difícil conseguirlo.
En cuanto a la forma poco te puedo decir, creo que está muy bien escrito, quizás cambiaría alguna coma de sitio pero sería ponernos muy tontos cuando el texto completo me parece que está muy bien en cuanto a forma.
Sobre el fondo creo que igual esperaba un final un poco más impactante, generas un ambiente con mucha fuerza y el final se queda un poco desinflado, como si no se aprovechara esa tensión que has conseguido generar.
En cualquier caso, y destacando este ambiente que te comento, me parece un buen relato, muchas gracias por compartirlo.

Yvonne

23/11/2024 a las 20:19

Hola HAD,
He disfrutado leyendo, que no es poco. Me he visto poco a poco envuelta en una atmósfera inquietante, de desasosiego como dijo mi predecesor. Encuentro que has generado suspense y puesto al lector en una situación de espera de gran tensión, y, sí uno tiene ya los pelos de punta por así decir y al no pasar nada significativo, toda está adrenalina recae en un charco. Plaf. Daría para seguirla dándole un rebote a la situación escribiendo una continuidad al cuento.
Un lenguaje muy cuidado, creador de atmósfera. Una progresión de lo descriptivo a lo emocional lograda. Uno, leyendo este texto, se acuerda de situaciones en que sintió inquietud y hasta ganas de salir corriendo sin un motivo real. Has sabido transcribir la percepción de la protagonista casi sólo con las descripciones y esto está muy bien.
Saludos

Lore

01/12/2024 a las 11:49

¡Hola HAD! Tienes una forma muy bella de describir los ambientes. He conseguido trasladarme a ese taller como si tuviera la escena delante de mi. Podría ser el comienzo de una interesante novela. Me he quedado con ganas de un capítulo más .

Nos seguimos leyendo.
Un saludo.

Sara Weisz

01/12/2024 a las 21:04

Me ha gustado muchísimo el detalle con el que describes. Como ya han comentado, consigues trasladar al lector a la escena y hacerle sentir el desasosiego de la protagonista. La utilización de un vocabulario tan rico y extenso que además empleas tan bien en cada momento es un lujo hoy día, en la que muchos textos son meras descripciones. A mi particularmente no me interesa tanto lo que se cuenta y si cómo se cuenta. Yo disfruto con los textos más elaborados y poéticos como el tuyo. Por poner un pero te diría que quizá el final queda algo descafeinado teniendo en cuenta el estado de intriga que has generado previamente.
Pero en cualquier caso, en mi opinión es uno de los mejores relatos que he leído aquí.
Te seguiré leyendo.

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