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Un cuento viejo - por MT AndradeR.
Web: https://un-nuevo-peregrino.blogspot.com/
La joven, ataviada para la temporada de verano, como para asistir a una gala, esperaba el ómnibus en la parada de Gonzalo Ramírez y Ejido, barrio sur de Montevideo. Zapatos rojos de muy alto tacón, parecía la actriz de la comedia estelar. El lugar era luminoso, aunque los comercios que poblaban la avenida distaban dos o tres calles. A su lado, el joven José, prendiendo el último botón de su campera de cuero negra preguntó:
—¿Hace mucho que esperas? —miró su palidez. Varios segundos después volvió a repetir la pregunta.
—No demasiado. No traigo reloj, ni lo necesito.
José se acercó y durante el diálogo tocó su mano helada.
—Pues sí que tienes frío. No puede ser de otra manera. Ya que demora tanto el bondi vayamos hasta el bar y tomemos un café.
Ella lo acompañó distante, pensativa, sin prestar atención a lo que la rodeaba, estaba en otro mundo. A José se le ocurrió que podría ser una escritora y lo preguntó.
—Solía escribir guiones, un nombre seguido de un breve texto, noche o día, una escena interior o exterior… y repites. Si tienes una buena idea prospera. Un texto efímero, el director lo modificará a su gusto, quien sabe cuántas veces más.
Pasó el ómnibus. En la parada había ahora dos personas. Ella se quitó los tacones y corrió por la vereda. Él no atinó a nada. Además de su irresolución debía pagar los cafés.
Ella no alcanzó el ómnibus y volvió a quedar sola en la parada. Cruzó la avenida. Vio al habitante de calle sentado sobre un deshilachado colchón, disimulado entre cartones. Bebía de la botella oculta por la bolsa de nylon. Como permaneció unos instantes frente a él, la persona, difícil de discernir si se trataba de hombre o mujer, habló:
—Necesitas un sitio. Puedo hacerte un lugar, aquí tengo espacio de sobra, o puedo prestarte una frazada —la chica rio.
—No. Gracias. Pensé que tú podrías necesitar algo. En el pasado he ayudado a mucha gente.
—Puede. Pero que podrías ofrecerme tú, casi ni ropa traes. Va a llover. El aire lo dice. Otra noche de mierda, y me queda poca caña.
José había perdido el ómnibus, debería esperar otro buen rato. Pidió un whisky. Luego otro. Pagó con tarjeta y dijo al mozo que adicionara la propina. A su vez preguntó:
—¡Qué extraño! Salir vestida así con este frío. Habrá bajado de algún auto… Será del barrio. No, no creo. ¿La había visto antes por aquí?
—Conozco solo un relato sobre una chica así que estuvo aquí, tomando un café con alguien como usted. Se sentaron en esa misma mesa. El mozo del momento, un tipo que ya se jubiló, en ese entonces tendría mi edad, supongo. Su relato, cuando se lo escuché, era solo la sombra de un relato muchas veces contado, abreviado por el aburrimiento.
José caminó hasta la parada, supuso que ella habría tomado el ómnibus. Se recostó contra uno de los postes de la garita, habían comenzado a caer algunas gotas. Desde el otro lado de la calle un vagabundo se levantó y se dirigió directamente hacia él.
—Tiene unos mangos para la comida y para la bebida también. —José dudó. El hombre prosiguió:
—Acaba de pasar una chica con los zapatos en la mano, no pude pedirle nada. Esta noche está muy solitaria. Hubo primero una pareja esperando, se fueron luego al café del Pocho, allá, desde donde viene usted más o menos.
—¿La chica hacia dónde fue?
—La verdad, no sé. Yo estoy guarecido en el portal del cementerio, como puede ver. Hace rato que está cerrado. Ella torció en la esquina y desapareció. Esa vuelta no conduce a ningún lado. Quizá haya una entrada lateral. ¿Por qué habría de entrar a esta hora, con este tiempo?
—Si me hace pie quizá pueda saltar por encima.
—No creo, es muy alto, se necesitan tres o cuatro para hacerle pie. Jejeje.
José logró finalmente ingresar. Al frente estaban los mausoleos propios de los tipos grandes. después iban disminuyendo su tamaño. Un grupo de nichos de tres o cuatro niveles formaba la muralla que lo separaba del exterior.
José caminó y caminó. Su instinto le decía que ella estaba ahí, que él podía encontrarla. Puede que estuviera algo mal de la cabeza, pero todo se puede arreglar en este mundo.
Frente a una de las tumbas cavadas en tierra se encontraba uno de los rojos zapatos de tacón. En la lápida no había ningún nombre.
Comentarios (5):
Otilia
18/11/2024 a las 19:48
Hola, MT Andrade, gracias por tu historia. Soy del norte de España y en tu relato he encontrado palabras que no conozco, pero que por el contexto he imaginado, por ejemplo, mangos. Todo enriquece
Por aportar algo, te diré que la grafía “nylon” no se usa. Es nailon o nilón con cursiva y Whisky también.
Saludos.
Yoli
19/11/2024 a las 01:41
Hola, MT Andrade, soy tu vecina de arriba, me corresponde leerte. Gracias por permitirnos aprender con tu historia.
Tuve alguna dificultad en seguirle el hilo, y en los diálogos me perdí quién dijo qué.
Algunos mejorables: tienes 9 veces el nombre José, según entiendo en relato de menos de mil palabras debe aparecer máximo 3 veces, así como otras una palabra, hay que buscar sinónimos.
Adverbio de tiempo, después, va coma: Varios segundos después, volvió a repetir (luego de la coma suena extraño el concepto, talvez cambiar por: repitió la pregunta)
Comentario que me antecede te anotó sobre nylon, whisky.
Te invito a leerme y aportar mejorables que agradezco para aprender, soy la #49 https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-64/11156
Saludos,
(¯`•¸•´¯)YOLI L(¯`•¸•´¯)
Yoli
19/11/2024 a las 01:43
*léase: así como otras palabras
Migul Castelló
22/11/2024 a las 12:43
Hola MT Andrade. Da la impresión que has enviado el texto sin revisar. Necesita un par de lecturas. Hay faltas de ortografía y de puntuación. Cuesta seguir la historia. Hay veces que nos cuesta poner sobre el folio lo que tenemos en nuestra cabeza.
Un saludo, nos leemos.
Yvonne
23/11/2024 a las 23:01
Hola M. T. Andrade
Leí con mucho interés. La evolución del relato, el deambular de los personajes, todo muy natural, fluido y bien agenciados los diálogos. Uno lo ve, se sitúa en el lugar, parece una historia común y corriente de lo más natural…hasta que empieza a querer ser sobrenatural y ahí, perdóname, pero no fui capaz de seguirte al cien por cien, cómo que algo en mí no quería comprar esa parte. Quizás porque antes había sido todo tan cotidiano y natural … .no estoy segura, pero a partir del momento en que saltamos la tapia del cementerio ya no te seguí cómo antes. Escribes bien y se te da bien crear situaciones. Se te lee con fluidez.
Un saludo.