<< Volver a la lista de textos
¿Quieres ser mi cobija con orejas? - por (¯`•¸•´¯)YOLI L(¯`•¸•´¯)R.
Web: https://aprendiz-literatura.blogspot.com/p/temas.html
Cada noviembre, la abuela y Clarita, visitan el cementerio en las afueras del pueblo. Entretanto ella coloca flores en nichos familiares, queda atenta a escuchar el crujido de hojas secas por donde camina su nieta, que gusta de curiosear los escritos en las fosas. Esta vez se aleja y encuentra una tumba solitaria, entre dos árboles centenarios, se asombra porque no la había visto antes, pero, ¡en la lápida no había ningún nombre!, solo lee una frase que la inquieta, a sus 10 años.
—¡Niña, te he estado buscando! —exclama con preocupación.
—Abue, ¿por qué esa no tiene..? —Interrumpe la anciana, sin mirar— no sé, no preguntes, vámonos ya, es tarde. —Tomándola del brazo.
La septenaria fallece una tarde lluviosa, así como las lágrimas en Clara; con ese sentimiento de orfandad, se plantea el futuro. Decide viajar a la ciudad para estudiar artes escénicas.
Años después….
Al bajarse del tren, disfruta ver el sol asomarse en el horizonte, está de regreso y en su maleta trae la ilusión de reactivar el antiguo teatro.
Primero, asiste al camposanto. Empuja la verja, chirría como aullido lastimero; deposita flores sobre la losa de su abuela. Instintivamente mira hacia aquel rincón, experimenta la misma atracción extraña; camina hacia ahí como si una fuerza invisible la llamara.
Hay jóvenes conversando:
—Cuentan los pueblerinos, ésta pertenece a una artista famosa; la inscripción representa un profundo anhelo.
—Otros susurran que descansa «una señora de la vida alegre», esa frase era su forma de enganchar al “cliente”, dejó expreso la acuñaran en su placa cuando partiera, que tal vez, «alguien quisiera acompañarla». —Ríen con malicia mientras se alejan.
Llegan dos ancianos, les escucha comentar:
—Aquí reposa una actriz, muere antes de escenificar su mejor obra, afirmaban sus colegas —manifiesta uno.
—Sí, ahora recuerdo, fue enterrada sin nombre según costumbres familiares; que no aprobaban su arte, decían la llevaría por una vida de libertinaje, avergonzándolos; parece así sucedió… Y fue el director de tablas, quien suplicó, permitirle grabar este epitafio: «¿Quieres ser mi cobija con orejas?» —concluye el otro. Se marchan.
Repetirlo como un eco en su mente, cae en cuenta, que es un juego de palabras, lleno de melancolía y soledad.
—¡Lo tengo! —exclama. «La cobija, cálida, reconfortante, simboliza un abrazo, y las orejas, la escucha atenta. Además, una petición humanitaria que, perdure más allá de la muerte e inmortalizar esa búsqueda de afecto en un mundo falto de empatía. Y para dilucidar quién fue esa misteriosa actriz, iré al viejo teatro, ahí alguien debe haberla conocido».
Llega al anfiteatro, la recibe Raúl, director teatral jubilado. Luego de las presentaciones, indaga por la dama en cuestión.
Se llamaba Claret, era la mejor —su voz se torna compungida—, fuimos compañeros, compartíamos anécdotas, risas y lágrimas. Sufría —hace una pausa—, al no tener el apoyo de su madre, Doña Gertrudis; consideraba esta actividad como deshonrosa, peor aún, cuando regresó de la gira, embarazada y sin pareja… Murió un noviembre, al nacer su hija. —exhala.
Clara sintió el corazón dar un vuelco. «¡Menciona el nombre de Abue, y en ese mes cumplo años! ¿Será ella mi mamá? Ahora entiendo por qué, evitaba nombrarla». —Lo interioriza. Sigue solícita.
—La interpretación que no llegó a realizar, era titulada como el epigrama que consultas. También conversan sobre la reinauguración del lugar, se verán pronto.
Esa noche, mira con cariño la única posesión heredada de su progenitora. «Si tan solo estos zapatos pudieran hablar —al momento sus ojos brillan—, ¿será mi misión, sacar a la luz, la verdad sobre esa tumba?» —piensa emocionada.
Semana siguiente…
Calderón, el dramaturgo, Raúl, ella y actores, acuerdan retomar aquella obra inconclusa, así brindarle a esa actriz el amor y reconocimiento que no tuvo en vida. Será en noviembre, en la función, develarán el titular. Quedan entusiasmados.
El sitio está repleto. Clara sale al escenario con aquellos tacones; en cada acto, se transforma en ella, encarnando sus sueños; tristezas; esperanzas.
Al final de la obra, la intérprete se dirige al público, agradece la ovación y revela el nombre asignado, menciona aquel epitafio conocido por la mayoría. Guion y título, son autoría de mi difunta madre, Claret. —agrega orgullosa.
Ante tal revelación, Raúl y la sala, quedan en silencio, solo el viento susurraba, rodeándolos, como si su alma estuviera presente agradeciendo el tributo, y a su hija, al comprender el propósito, ser «una cobija con orejas» mediante la actuación, para quienes desean un abrazo y ser escuchados.
La lápida ahora tiene nombre, Claret; ya no será tema de elucubraciones.
Comentarios (27):
Juli Blanco
19/11/2024 a las 02:59
Hola Yoli! Vine a leer tu texto porque me engancho el título.
La historia en sí me pareció atrapante, te hace querer leer hasta el final.
Creo que los diálogos están muy bien escritos (no soy ninguna experta, pero hasta donde llegan mis conocimientos los veo correctos).
Lo único que me hizo un poco de ruido, fueron algunos pasajes entre párrafos como aquel en qué pones “Semana siguiente…”
Si bien puede leerse casi como si fuera una viñeta en un cómic, desentona un poco con el ritmo que trae el relato.
Pero es lo único que tengo para decir que en mi opinión se podría mejorar.
Por lo demás, me encantó.
Te invito a leer mi relato, es el número 36.
Nos leemos!
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
19/11/2024 a las 18:55
Hola Juli, gracias por la visita y conceptos al contenido que trato de transmitir, que indicas te invita a llegar al final, eso es bueno saberlo 🙂
Con respecto a la forma, tomaré en cuenta lo que comentas. Si trato de mantener al lector ubicado en tiempo, por ello es que anoto “Semana siguiente…”, que no parezca que todo fue en el mismo día. Pero como te digo, me es importante saber como le llega al lector, por lo que agradezco los mejorables.
Iré a visitarte.
Patricia Redondo
19/11/2024 a las 18:59
Hola Yoli , te agradezco tu visita a mi relato , y te la devuelvo (la visita quiero decir) con placer.
Tu historia es interesante, emociona. Pero la construcción a veces confunde un poco (no al hilo de la historia, que está claro) . Te comento alguna cosilla que me ha chirriado un poco. Aunque no soy experta y lo mismo me equivoco. No me lo tengas muy en cuenta.
Por ejemplo:
Entretanto ella coloca flores en nichos familiares … no sé si puede decir así y me ha chocado, yo hubiera dicho “Mientras ella coloca etc”
La septenaria : yo habría dicho septuagenaria
—Abue, ¿por qué esa no tiene..? —Interrumpe la anciana, sin mirar— no sé, no preguntes, vámonos ya, es tarde. —Tomándola del brazo.
aqui separaria por que si no queda un poco lioso:
—Abue, ¿por qué esa no tiene..?
La abuela interrumpe sin mirar.
-No sé, vámonos que ya es tarde
Mezclas en una misma frase tiempo pasado y presente y eso despista un poco
Por lo demás la historia tiene imaginación y ganas de ser leída y eso es lo que importa , verdad?
Muchisimas gracias por tus comentarios y nos seguimos leyendo!
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
20/11/2024 a las 00:12
Hola Patricia, un gusto tu visita y agradecida con las apreciaciones como lectora, que me ayuda mucho a mejorar.
En mi afán de no repetir palabras es que usé “Entretanto” en lugar de “mientras” que lo tenía varias veces, en lo que metí tijera (inicié con un relato de casi mil palabras), se fueron algunas repetidas y así quedó. Puede que cuando lo pula revise cual palabra queda mejor.
En cuanto a septenaria, tienes razón, para edad se utiliza septuagenaria, la que utilicé si se refiere a siete pero para otra situación.
Lo de mezclar tiempos, voy a revisar donde está el fallo.
¡Nos seguimos leyendo!
Rocío Recouso
20/11/2024 a las 11:01
Hola, Yoli
Muy interesante el título del cuento. Me llamó la atención el juego de palabras y me intrigó para leer el relato y buscar qué significaba.
Me gustó mucho que la historia tuviera de protagonistas a una abuela y a una nieta, siempre empatizo con ese vínculo.
A modo de opinión lectora personal, algo que sentí que interrumpía el ritmo del relato fueron las frases previas a los diálogos: “Años después” “Hay jóvenes conversando” “Semanas siguientes”. Quizá, ese paso del tiempo se puede dar a saber en el mismo diálogo o con alguna oración del narrador.
En cuanto al uso del presente en otras frases como “Llega al teatro” “Llegan dos ancianos” me hacia dudar del registro. Me hacía más referencia a un texto teatral. Son comentarios a gusto personal 🙂
En cuanto a la historia creo que fue muy bonita la idea de reparar el vínculo de esa niña con la historia de su madre.
¡Nos leemos!
Otilia
20/11/2024 a las 12:00
Hola, Yoli, gracias por leer y por los mejorables.
Veo que hemos coincidido en los personajes, abuela y nieta, pero tu historia más dramática.
Por aportar algo te diría: …disfruta ver…, escribiría …disfruta viendo…
…muere antes de escenificar…, escribiría … murió antes de …
Hasta la próxima. Saludos.
IreneR
20/11/2024 a las 15:29
Buenas, Yoli.
Me ha parecido que tu idea era interesante, pero hay algo que me ha hecho perderme un poco en la historia, sacándome de la trama. No sé si ha sido el tono, el ritmo o, ¿quizá que esté en presente? No soy capaz de identificarlo.
Un saludo.
IreneR
Jesús López
20/11/2024 a las 15:49
Hola Yoli, he leído tu relato porque me ha parecido atrapante pero me he sentido un tanto liado, puede que los diálogos estén bien escritos pero me han resultado liantes. Me he sentido desubicado todo el relato y eso me ha sacado un poco de la historia.
La historia esta bien y el giro final también es curioso ¿pero si la abuela consideraba ser actriz una profesión indigna porque la nieta sigue el camino de su madre? Es un cabo suelto que me llama la atención.
Ya que firmo con un nombre distinto con el que firmo mis comentarios, te invito a visitar mi relato que es el 12. Nos seguimos leyendo
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
20/11/2024 a las 17:19
Buenos días, compañeros de taller, me emociona ingresar al relato y encontrar comentarios positivos y con mejorables, eso es lo que nos hace aprender.
Rocío, agradezco tu opinión lectora, en el caso de las transiciones del tiempo, la solución que me aportas puede dar mejor ritmo a la lectura: “Quizá, ese paso del tiempo se puede dar a saber en el mismo diálogo o con alguna oración del narrador”.
Otilia, tomaré lo que me anotas, si trato de no abusar de los gerundios (ando, endo, iendo) se indica que pueden generar oraciones cargadas, dificultando la comprensión y fluidez del texto. Así como trato de no repetir palabras. Al revisar el relato con los mejorables que me aportan, valoro como queda mejor.
Irene, gracias por la visita y aportación como lectora.
Jesús López, gracias al permitirme con tu pregunta, ampliar, ya que esa parte de la historia se quedó en la tijera que tuve que aplicar al texto que en principio era de casi mil palabras.
Según el relato, la abuela no comentaba a la nieta sobre la madre, por lo que no tenía cómo saber que fue actriz, ni tampoco ella le dijo a su abuela tuviera esa inclinación, lo decidió luego que ella muriera.
Se entera quien fue su mamá, ya adulta, hasta que conversa con Raúl. Y como ya vive en otra época, sin presiones de costumbres familiares, es que además decide “limpiar” y dar reconocimiento a su madre, por lo que al final de la obra hace la revelación al pueblo, de quien está en esa tumba sin nombre, a partir de ahí estará impreso Claret en el epitafio, arriba de la frase “¿Quieres ser mi cobija con orejas?”, título de la obra que no pudo interpretar la actriz en su momento, más si su hija años después, dando a conocer el significado de esas letras, que no es más que un anhelo de empatía para la humanidad.
Nos seguimos leyendo.
Amilcar Barça
20/11/2024 a las 18:30
Yoli, dices no entender mi relato. Excepto el desenlace, es lo mismo que yo he escrito. Memorias. Reales o ficticias, qué más da. Recordarás que yo, raramente hago disección de los relatos. Cada cual es dueño de sus escritos y esclavo de su ortografía. Al escribir o leer, solo presto atención a la ortografía. Lo demás, no existe o es superfluo, aunque para los puristas sea un sacrilegio. Me pasa como a un viejo reloj, se esfuerza en marcar las horas, pero comprueba que el tiempo es más veloz que sus saetas.
Gracias por tu visita. Hasta el mes que viene.
MT Andrade
22/11/2024 a las 02:16
Hola Yoli
El muy interesante tema del mes nos ha hecho introducirnos en un mundo que mezcla las artes visuales y los cementerios. He leído temas parecidos, incluyendo el mío, cada cual con su propio sabor. Participé en el ciclo anterior de Literautas y encuentro algunos nombres conocidos y otros no tanto. Creo que ya los compañeros te han hecho los comentarios y las sugerencias, los mismos que a mi me sugiere el texto. Me atrevo a opinar que alguno de los puntos a mejorar que se manifiestan, se originan en una poda rápida del texto. De pronto se ha narrado algo muy bien y al corregirlo con el objetivo de disminuir el número de palabras entonces comienzan a desaparecer conjunciones, artículos… que dificultan la interpretación del texto.
Me ha gustado tu texto
Saludos
Migul Castelló
22/11/2024 a las 11:57
Hola, Yoli. Tu texto tiene una historia con mucha fuerza. Pero en mi modesta opinión, necesitas releerlo. Yo te aconsejaría que lo hagas en voz alta y te darás cuenta de las cosas que puedes mejorar en el relato. Como te han indicado otros compañeros, en algún momento es algo confuso, pero eso tiene fácil arreglo. Mucho ánimo.
Nos leemos
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
22/11/2024 a las 21:55
Gracias compañeros MT Andrade y Miguel Castelló por la visita y mejorables.
Cada día, como un pintor a su cuadro que algo le modifica; en el caso del relato, se le quitan palabras, se cambian por sinónimos para que no queden repetidas y cuando llega el día día enviarlo, aún hay dudas.
Ya enviado y releyéndolo, me encuentro con algunos errores, más los indicados por compañeros, haré la corrección al pasarlo al blog.
Nos seguimos leyendo.
Vespasiano
22/11/2024 a las 23:58
Buenas noches, Yoli:
Gracias por haber leído mi relato.
Ahora trataré de comentar el tuyo que me ha parecido muy interesante. Una historia que se alarga en el tiempo y que encierra una relación familiar de rechazo y olvido.
Los comentarios y sugerencias que haré, con el máximo respeto, me gusta escribirlas en mayúscula porque a mi entender se pueden distinguir mejor con relación a lo que tú has escrito inicialmente.
En la introducción del relato veo que describes la costumbre que tenían la abuela y la nieta de visitar el cementerio. (porqué más adelante vemos que la abuela ya ha fallecido).
PIENSO POR LO TANTO QUE EL PÁRRAFO INICIAL DEBERÍA ESTAR ESCRITO EN TIEMPO PASADO.
Cada noviembre, la abuela y Clarita, (VISITABAN) el cementerio en las afueras del pueblo. (EN AQUELLA OCASIÓN) ella (COLOCABA) flores en nichos familiares, (MIENTRAS ESTABA) atenta a escuchar el crujido de hojas secas por donde (CAMINABA)su nieta, (A LA QUE LE GUSTABA) curiosear los escritos en las (LÁPIDAS).
El corto diálogo siguiente yo lo representaría así:
—¡Niña, te he estado buscando! —(EXCLAMÓ) con preocupación.
—Abue, ¿por qué esa no tiene..?
(LE INTERRUMPIÓ) la anciana, sin mirar.
— ¡No sé, no preguntes!, Vámonos ya, es tarde. —Tomándola del brazo.
La (SEPTUAGENARIA FALLECIÓ) una tarde lluviosa, como las lágrimas (DE) Clara. Con ese sentimiento de orfandad, se (PLANTEÓ) el futuro. (DECIDIÒ) viajar a la ciudad para estudiar artes escénicas.
Veo qué en todo el relato, probablemente con el afán de recortar palabras, faltan preposiciones y artículos que harían más fácil la lectura de la historia.
La escena del camposanto, para mí, es compleja de entender. Al hablar de “clientes” da la sensación de que estuvieran refiriéndose a una prostituta.
EL encuentro con el antiguo director del teatro ya sería suficiente para aclarar el conflicto de la historia, pues sin duda él sabría de cabo a rabo la verdad sobre su madre y su relación con la abuela Gertrudis; que a pesar de esta no querer saber nada de su hija, no obstante, se hizo cargo de su nieta educándola y cuidándola hasta su muerte.
El final del relato es emotivo y deja el buen sabor de boca, de que en aquella lápida habrá un nombre, y un reconocimiento digno a su madre Claret.
Nos seguiremos leyendo.
Yoli °☆.(◕‿◕).☆¨
23/11/2024 a las 02:50
Hola Vespasiano, este es el tipo de análisis al relato que me hace entender mejor donde tengo los fallos y que agradezco sobremanera.
Tuve duda en poner como las lágrimas (DE) Clara, ya que suena declara y entiendo eso se debe evitar, es así?
Cuando desarrollé la historia llegaba casi a mil palabras, es muy posible que recorté preposiciones y artículos para lograr las 750 palabras.
Nos seguimos leyendo.
Doralú
26/11/2024 a las 19:39
Hola Yoli, Tienes la historia completa anque me pareció algo confusa de entender, tal vez porque estoy bastante oxidada para los análisis de textos. Me gusta el hecho que presentas pasado y presente de Clara y llevas hasta el final la incognita.
Al leer en voz alta, me pareció que faltaba suavidad y fluides en los enlaces entre las frases.
Es una historia que merece pulirse, reescribirse.
Felicidades por tu texto
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
27/11/2024 a las 02:50
Hola, Doralú. Gracias por tu visita y comentario, me es valioso saber tu opinión como lectora.
Nos seguimos leyendo!
Beatriz Emilia VF
28/11/2024 a las 16:31
Hola Yoli, llegué a tu cuento porque me atrapó el título
Me encanta la relación de la abue y la niña, y la relación entre los anhelos por cumplir y las historias de la familia.
Coincido con comentarios anteriores sobre el uso de los tiempos verbales y cómo nos anuncias el paso del tiempo. Esa es la riqueza de este taller, nos permite escuchar las voces de los lectores, es un verdadero privilegio, revisar con base a los comentarios.
Disfruté mucho la historia y la forma en cómo a través de ella, honras una profesión tan hermosa como la actuación.
Espero seguirte leyendo, y deseo poder participar en el próximo reto
José Torma
29/11/2024 a las 01:41
Hola Yoli, gracias por tu visita y tus comentarios que hare una vez termine el ciclo de lectura de este mes.
A ti se te ven las tablas, porque a pesar de que se entiende un texto recortado (mencionas que iniciaste con mas de mil palabras) se entiende que, al editar, algunas cosas se caigan o de plano se mal entiendan. Yo no te machacaré en lo que ya te han dicho. Tenemos entre los compañeros, gente de mucha autoridad y experiencia para comentar lo técnico. Yo me voy por lo que tu texto me hace sentir.
La palabra “confusión” se me viene a la mente y creo que es por lo ya dicho de los recortes. Si pega que la abuela no visitara a la hija por ser actriz y sin embargo la nieta agarra el mismo camino. Para ser una lápida sin epitafio o información, si que la visita mucha gente. Así nacen las leyendas urbanas y Clara, tal vez sin querer, ha destrozado el mito.
Si te soy sincero, aunque imaginé que podría ser el rumbo que tomarías, que sea la nieta me pareció un poco fácil, para la complejidad de la historia de familias deshechas por una elección.
Pero son pequeñas cosas, yo me la he leído de corrido y me ha gustado.
Lo demás es lo de menos.
Un abrazo.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
30/11/2024 a las 04:30
Hola Beatriz, gracias por la visita. Siii, es lo que me encanta del taller, que se indique cómo mejorar el relato y la opinión de lector, si se entendió, si gustó, etc.
Nos seguimos leyendo.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
30/11/2024 a las 04:48
Hola José, un gusto tu visita y que te haya gustado.
Si, ya he comentado lo de “las tijeras” que le tuve que meter al relato y por ahí debe haberse perdido alguna idea para que se mantenga el hilo de la historia.
La abuela al ir al cementerio cada año, en noviembre, mes en que la hija (actriz) murió, indirectamente lo hacía por “visitarla” y llevarle a su hijita, aunque no llegaran hasta la tumba, o sea, siempre mantuvo ese amor por ella.
Si, la tumba llamaba la atención de visitantes y se tejían elucubraciones sobre el porqué “sin nombre” y sobre el epitafio.
La nieta, al morir la abuela es que piensa en que estudiar y se inclina por artes escénicas, aún no sabía que su madre había sido actriz y tampoco lo mencionó a su abuela porque en aquel momento no había decidido que estudiar.
Y como se anota en el relato, Clara era la indicada, era su misión, reconocerle a la madre lo que no tuvo en vida y además, que la tumba ya tuviera un nombre, ella cortó con las costumbres familiares.
Nos seguimos leyendo.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
03/12/2024 a las 00:47
Feliz★* 。 • ˚ ˚ ˛ ˚ ˛ •
•。★Navidad★ 。* 。
° 。 ° ˛˚ _Π_____*。*˚
˚ ˛ •˛•˚ */ ______ /~\。˚ ˚ ˛
˚ ˛ •˛• ˚ | 田田 |門| ˚
Feliz ☆* 。 • ˚ ˚ ˛ ˚ ˛ • •。☆Navidad
Dante
29/01/2025 a las 22:02
¡Hola Yoli!
Tal como me había comprometido en mi espacio del MUE N° 66 y por haberme indicado vos este relato, he ingresado a leerlo.
Te adelanto que me hay cosas que me han parecido originales y emotivas y por eso me gustó mucho.
Ahora pasaré a comentarlo, y para ello primero comenzaré por la forma, luego trataré el contenido y finalmente expondré una opinión personal. Es cierto que todos los aspectos están interrelacionados, pero intentaré seguir la guía que Literautas ha puesto a nuestra disposición ya que estas distinciones -que si se quiere no estarían en la “realidad” (el propio texto) sino que serían intelectuales- sirven para prestar atención con más detenimiento y clarificar el análisis. Esto permite que podamos intercambiar puntos de vista y aprender mutuamente escribiendo, leyendo y comentando.
1.- FORMA
1.- 1. ASPECTOS POSITIVOS:
En general no soy partidario de dividir tajantemente los GÉNEROS y en lo que hace a tu relato, considero que podría encuadrar en o navegar entre varios el llamado “coming of age” (crecimiento, maduración, desarrollo, que vemos en la protagonista que pasa de ser Clarita a una Clara que, aún sin saberlo, descubre su vocación y llega a construir su destino haciéndose cargo de un legado), el drama familiar (en la relación Gertrudis-Claret-Clara) y el drama (dada la injusticia que algunos habitantes del pueblo cometen hacia la memoria de Claret).
Me cuesta mucho definir o calificar el TONO… pero sin embargo como lector siento que queda bien.
Experimento esto porque el relato comienza en un cementerio, el narrador nos cuenta que Clarita queda huérfana, que muere su abuela, más adelante nos dice que su madre había muerto cuando nació, en el cementerio presenciamos habladurías, nos enteramos que Claret murió sin haber podido concretar un proyecto soñado… en fin, son todas cosas duras, oscuras, tristes e injustas. Algunas incluso absurdas, como privar a Clarita del recuerdo de su mamá.
Y sin embargo… el tono pareciera ser siempre luminoso. Se percibe como los “rayos del sol” que dan luz y calor a cada momento y a su vez incluso dan “vida” a las escenas y personajes y confieren (o sugieren implícitamente) la idea de “la vida sigue”.
Esta sensación ambigua y paradojal creo que tiene un responsable directo: la narración en tiempo presente (sobre esto volveré al hablar del elemento formal punto de vista y al tratar acerca del contenido).
En otras palabras, es un tono un tanto extraño para algunas partes de la historia, pero paradójicamente queda bien, se siente acorde a la historia que contaste y querés contar.
El LENGUAJE, a su vez, es coherente con ese tono y quizás por vía de contraste, realza el o los géneros entre los que navega la historia, haciendo que su fluida adscripción a ellos resulte natural y no forzada.
En cuanto a la ATMÓSFERA o AMBIENTACIÓN creo que en este caso debe ser analizada en conjunto con la ESTRUCTURA de la narración. ¿Por qué digo esto?
Porque el relato está claramente estructurado en tres momentos cronológicos distintos de la vida de Clara. El primero, narrado en presente pero ocurrido en el pasado, se halla en la niñez de Clara. El segundo, es contemporáneo y se explica que se narre en presente, dista en años del anterior y es, si me lo permitís, un presente “más lejano” (remarco estas comillas). El tercero es el presente propiamente dicho (esto es lo que explica esas comillas que destaqué con tanto énfasis, a los efectos de que la expresión fuera gráfica).
Esas divisiones estructurales se ven claramente marcadas por el narrador en las oraciones “Años después….” y “Semana siguiente…” (ya volveremos sobre ellas al referir a las áreas susceptibles de mejora. Por ahora me detengo en las dos en lo que concierne a la estructura y su relación con la atmósfera y la ambientación).
Esa división cronológica incide en la ambientación y atmósfera (sobre todo emocional) porque resalta cada escena y cada escenario y a los personajes que intervienen y a las acciones que realizan. En todos los casos la ambientación se percibe claramente y el clima emocional también se siente, con las emociones asociadas a ellos: el cementerio, Clarita y la abuela, la ambigüedad y temor de la abuela de que la niña haga preguntas incómodas, la curiosidad de Clarita y de Clara (atraída por ese “no se qué” de esa tumba), el “estar” en el cementerio, los visitantes del cementerio y sus puntos de vista, el mundo teatral (dramaturgo, director, actores, público, obra, teatro, etc.)… Todo está en su justo lugar y, pese a lo ambiguo y paradójico del tono, de todos modos resulta eficaz para crear esa atmósfera y ambientación y el lector queda inmerso dentro de ellas desde el mismísimo comienzo de la narración. Puede que también contribuya el tiempo verbal presente. Este es un punto destacado del relato.
El RITMO, considerado desde el punto de vista de la ACCIÓN (desarrollo de las acciones) no merecería objeciones, salvo un detalle sobre el que me explayaré al tratar del contenido. Es cierto que la acción fluye, pero tal vez “acelera” más de lo que sería conveniente para este tipo de historia, donde es posible que el lector desee o perciba que quiera pausar para “saborear” más algunos momentos, especialmente los más reflexivos o emotivos. Es muy probable que en este efecto quizás indeseado hayan tenido que ver el hecho de que hayas tenido que recortar parte del texto (ya que pasaba de las mil palabras) y que hayas narrado en tiempo presente. Con todo, dado que gracias al desarrollo de las acciones y de la acción (si se abstraen todas en un mismo elemento), el relato termina leyéndose “de un tirón” y es disfrutado por el lector. Es decir que, más allá de su mayor o menor velocidad o de la conveniencia de la misma, el ritmo es, gracias a la acción, fluido. Por ello es que, pese a estas reflexiones, de todos modos me inclino por considerar un punto positivo en lo que concierne a este elemento formal.
En cuanto a su SONORIDAD el texto resulta adecuado para el género, tono y lenguaje adoptados. Tiene algunas partes atractivas y casi poéticas (aunque sea a nivel de la intención que traslucen las palabras, más allá de que no haya rimas). Leído en voz alta o en silencio (e independientemente de lo que diré respecto de la puntuación en las áreas susceptibles de mejora), en lo que hace a las palabras elegidas para construirlo, el texto suena con regularidad lo que, dadas sus características de género, tono y lenguaje, me parece un acierto. En virtud de que podría mover a confusión, aclaro que la palabra “regularidad” no es un sinónimo de montonía, ya que el texto no suena monótono ni aburrido. Al contrario: si se me permite una analogía, suena como una marcha pareja pero atractiva y fluida (como dije antes al aludir al ritmo desde el punto de vista de la acción). Por otra parte, me he fijado y no abusás de los adverbios terminados en “mente” -cosa que a algunas personas les molesta un poco, como sucedía con algunos compañeros y compañeras, agudos comentaristas, solían marcar en la primera edición del taller-. Sin no me equivoco, solo usaste uno: Instintivamente. En alguna oportunidad recuerdo que Isolina, una compañera que realizaba interesantes comentarios, me sugirió que en un marco tan breve no excedieran de tres. Más allá de que a veces alguno más pueda ser necesario (sobre todo por la economía de palabras) y de que este aspecto puede tener que ver también con el elemento formal lenguaje, me parece una sugerencia atinada, y el hecho de comprobar que tu dosificación de esta clase de palabras ha sido adecuada, me pareció justo destacarlo y hacerlo dentro del elemento “sonoridad”, ya que, en mi opinión, mejora cómo suena el texto (lo terminado en “mente” puede ser efectivo para ahorrar palabras, pero si se repite suena un poco más “duro”, no tan atractivo).
Una cuestión muy importante es el PUNTO DE VISTA. El narrador es un narrador en tercera persona omnisciente. Sin embargo, va “regulando” el alcance de su “foco” y por ende de su conocimiento, y es muy claro que su enfoque que a veces se aproxima o aleja de uno u otro personaje, se adhiere a Clara, quien es claramente la protagonista. Debe destacarse aquí que mientras respecto de otros hechos y personajes el narrador sólo nos muestra sólo lo externo (palabras y acciones apreciables desde afuera), respecto de Clara ingresa en su fuero íntimo, en sus pensamientos. Esto está MUY BIEN, y es coherente con haber elegido y delineado nítidamente a Clara como protagonista y porque se trata de un relato breve con un reducido límite (750 palabras).
De este modo, al limitar el enfoque del narrador (por más omnisciente que fuera), siendo tan estrecho ese límite evitaste el “head hopping” o “salto de cabeza”. ¿Qué es esto?
Es un error o defecto narrativo que tiene lugar cuando el escritor salta entre múltiples perspectivas de personajes en una escena (ejemplo: “Juan pensó:…”, “María se dijo a sí misma:…” “Pedro se preguntó:…” Todo en una misma escena y a continuación uno de otro, sin transiciones ni aclaraciones. El narrador omnisciente se mete dentro de la cabeza de Juan, María y Pedro -nuestros personajes hipotéticos- y va “saltando” de una a otra).
No hay que confundir esto con lo que sucede con aquellas novelas que ofrecen múltiples puntos de vista, pero que para proceder así utilizan capítulos, saltos de sección, partes del libro (ejemplo: parte primera, parte segunda, parte tercera, etc.) porque en cada una de esas divisiones se marca el cambio del punto de vista. Por ejemplo: tomando los mismos personajes hipotéticos (Juan, María y Pedro), imaginemos que aunque el narrador sea en tercera persona omnisciente, en el capítulo 1, el narrador muestra el punto de vista de Juan, en el 2, el de María, y en el 3 el de Pedro. Ingresará en el fuero íntimo de cada uno y nos contará lo que sienten, cómo reaccionan, que emoción los invade, qué piensan, qué intenciones tienen, sí. Pero no irá saltando de uno a otro.
Cuando hay “head hopping”, lo que hace el narrador es nada más y nada menos que saltar de los pensamientos, experiencias y emociones que piensa, vive o siente un personaje a los de otro/s sin avisarnos previamente, o a veces (y esto sería lo peor), podría hacerlo dentro de un párrafo u oración.
En resumen: si se divide en capítulos distintos o el narrador nos avisa y usa “transiciones suaves”, el narrador tercera persona omnisciente, puede “meterse” dentro de otro/s personajes y será admisible; pero si no procede así y “salta” de uno a otro sin más, incurrirá en el fatídico “head hopping” que no es aceptable, porque no constituye una buena práctica narrativa ni un mecanismo narrativo válido.
Perdón por extenderme, pero me interesaba contrastar esta práctica “viciosa” con una sabia decisión narrativa de tu parte, y aquí es donde el narrador y punto de vista se exhiben acertados.
El narrador es tercera persona omnisciente, pero el punto de vista está limitado a Clara (como protagonista) dentro de quien ingresa, y sólo “enfoca” (análogamente como lo haría una cámara de cine) a los demás personajes y hechos, desde una distancia mayor y sólo mostrando lo puramente externo (más allá de que como lectores podamos inferir lo interno, tal como el juez humano, en base a la prueba de hechos externos -por ejemplo, presencia en el lugar del delito, tenencia y disponibilidad del arma, documento que prueba un motivo, signos de haber utilizado el arma- puede deducir la intención que está en el fuero íntimo -la intención o no de, por ejemplo, matar-). Siguiendo esta analogía, en el caso de Clara es como si fuera “Dios”: todo lo ve y todo lo sabe y en el de los demás personajes y hechos, se “autolimita” -por el punto de vista elegido- y él (y por extensión el lector) es como un “juez” humano: ve solo lo externo y lo interno no es revelado en forma directa pero podría ser inferido a partir de lo exterior.
En síntesis: acertada elección del narrador y del punto de vista, por lo que este elemento formal debe considerarse cumplido y merece destacarse.
Con respecto a los DIÁLOGOS, creo que corresponde distinguir su representación gráfica (que será tratada como área susceptible de mejora) de su contenido. El contenido de los diálogos es coherente con el contenido del relato y es inobjetable. Es adecuado y preciso y resulta contundente y eficaz para caracterizar a cada personaje, dotando a cada uno de una voz propia de la cual el lector extrae una idea clara acerca de la personalidad de cada uno y, en algún caso, hasta de sus valores y conducta. A su vez los diálogos contribuyen de modo decisivo para la creación de la atmósfera y la ambientación. Desde este punto de vista los diálogos son otro punto fuerte del relato.
Las DESCRIPCIONES son otro punto alto: son pocas y están estratégicamente ubicadas. Este es un elemento formal de extrema importancia pero muy difícil de manejar. Desde que ha vuelto el taller me vino a la mente una comparación que uso al comentar: es aquella frase que dice algo así como que la diferencia entre la medicina y el veneno está en la dosis. Bueno, con las descripciones pasa algo similar, puesto que siempre se puede pecar por defecto o por exceso (generalmente sucede esto último). Pero no sólo hay que fijarse en su cantidad, y dependen de la dosis y de la finalidad de su empleo. Ese doble “test” que propongo (y me propongo) ha sido satisfactoriamente superado por el relato.
En lo atinente a las descripciones me gustaría agregar lo que yo le llamo la “descripción por vía indirecta”, que se logra a través del tono, la atmósfera, la ambientación, los diálogos y la acción que se muestra. Cuando todos esos recursos se interrelacionan entre sí, su efecto combinado contribuye a que el lector se sumerja dentro de la historia y que “vea” lo que sucede. Tu relato es muy visual, es fácil imaginar los ambientes, los personajes, los hechos y también contribuye a eso el narrar en tiempo presente (cuestión sobre la que me explayaré al tratar del contenido). Todo esto tiene como consecuencia que las descripciones, aún siendo pocas, queden reforzadas y que no haga falta para describir utilizar largos párrafos o complicadas palabras, sino que con total economía de ellas se llega a idéntico o mejor efecto. Por eso le llamo “descripción por vía indirecta”. Cuando esto tiene lugar, el narrador termina “mostrando” más que contando, lo cual, en general, pero sobre todo para las partes clave de la historia es una ventaja narrativa importante. En esa disyuntiva entre mostrar y contar (respecto de la cual es necesario un balance pero cuando algo sea muy importante o si se busca algún impacto particular suele ser aconsejable mostrar) se suele atribuir a Antón Chéjov, el maestro ruso de la dramaturgia y la cuentística. Él tenía una frase (cito de memoria, por lo que me puedo equivocar) que decía algo así como “no me digas que la luna brilla; más bien muéstrame cómo se refleja su luz en los cristales rotos”. En buena medida creo que esto ocurre en tu relato en el que no abundan las “descripciones formales” o en sentido estricto y sí hay una conjunción de elementos que revelan claramente lo que está sucediendo, cómo, cuándo y a quién/es.
El elemento CONFLICTO está presente y lo está desde el inicio, aunque se van iluminando sus distintos lados de manera gradual. Así como el tono era comparable el sol, el conflicto se va tornando cada vez más claro conforme avanza la narración (a manera de lo que sucede, merced al sol, con las fases de la luna, o como se pasa de la oscuridad a la claridad total). Hay dos conflictos: uno interpersonal y otro intrapersonal, que se entretejen entre sí y se retroalimentan.
El interpersonal que ocurre primero en el tiempo es el de Gertrudis respecto de su hija Claret, y viceversa. Se intuye al principio aunque uno de los extremos del conflicto no tiene “rostro” todavía, porque tampoco tiene nombre (“en la lápida no había ningún nombre”, cosa que, para peor -o para mejor- exclama el narrador). Luego, gracias a los ancianos que conversan frente a la tumba lo empezamos a ver con más claridad, y finalmente, Raúl, lo devela completamente.
También hay otro conflicto interpersonal sugerido en el relato y que se adivina implícito: Clara respecto de la abuela Gertrudis: “«¡Menciona el nombre de Abue, y en ese mes cumplo años! ¿Será ella mi mamá? Ahora entiendo por qué, evitaba nombrarla» —Lo interioriza.” Más allá de si “interioriza” es o no un verbo adecuado para este pensamiento, lo cierto es que en esa aceptación, en ese “caerle la ficha” (como diríamos en Argentina), es imposible no pensar de que haya sufrido una sacudida emocional y que, ahora que ya no puede repararse, surja una “cuenta pendiente” con la abuela, que deberá gestionar y respecto de la cual tendrá que sanar espiritual y psicológicamente…
Finalmente, creo que también está presente el conflicto intrapersonal de Clara consigo misma: cuando queda huérfana se pregunta quién quiere ser, y después de que sigue esa vocación, luego encuentra su misión: primero, una vez que comprendió que significaba “¿Quieres ser mi cobija con orejas?”, honrar a la actriz a través de su objetivo (“reactivar el antiguo teatro”) y segundo, cuando ya sabe quién es la actriz, “llenar sus zapatos”, continuar su legado y, a través de eso, llegar a ser ella misma (sobre esto me explayaré al tratar del contenido).
Este doble conflicto y, en particular el interno o intrapersonal, revela el arco dramático de Clara como personaje y muestra un crecimiento desde la curiosidad de niña y su posterior orfandad hasta la satisfacción de la curiosidad, la modificación de la realidad en función de su actuación personal y como parte de un colectivo y el abrazo definitivo de su identidad.
Este es un elemento muy positivo, porque no sólo tenemos conflictos claramente planteados que atraviesan toda la trama, sino que en particular la protagonista, es, como veremos un personaje redondo, profundo y lo es pese al reducido límite de las 750 palabras y a pesar de que hayas tenido que “recurrir a la tijera”. En suma: el elemento conflicto (recordemos que sin conflicto no hay historia) está muy bien planteado, por lo que es un punto alto en el relato).
El elemento INTRIGA también está presente, ya que deriva del conflicto. Con respecto al mismo, quisiera detenerme sobre las “pistas” que fuiste sembrando:
* “Cada noviembre, la abuela y Clarita, visitan el cementerio…”
* La abuela “coloca flores en nichos familiares”. Clarita “gusta de curiosear los escritos en las fosas” y encuentra “una tumba solitaria, entre dos árboles centenarios, se asombra porque no la había visto antes, pero, ¡en la lápida no había ningún nombre!, solo lee una frase que la inquieta, a sus 10 años.”
(Para la abuela esa tumba no es familiar, ya que se estaba ocupando de los “nichos familiares” y, preocupada, reprende a Clarita por estar allí. La frase, que no se muestra, siembra la duda: ¿por qué inquieta esa frase a la niña a tan corta edad? ¿Qué dice? ¿Por qué una tumba tiene una frase pero no nombre? ¿Qué es lo que preocupa a la abuela? ¿Por qué van en noviembre -posible “spoiler” psicológico: ¿culpa que siente la abuela?-?)
* Cuando Clara, ya adulta pero joven, vuelve al pueblo y al cementerio, “Instintivamente mira hacia aquel rincón, experimenta la misma atracción extraña; camina hacia ahí como si una fuerza invisible la llamara.”
* Los diálogos de jóvenes y ancianos: refieren todos a una actriz, pero lo que cada uno sabe es diferente: unos se basan en habladurías que repiten y multplican (la mujer de “vida alegre” y banalizan la profunda frase refiriendo a dedicatorias para “clientes”), otros aluden a la obra que no llegó a estrenar, y otros recuerdan tanto sus circunstancias familiares -vinculadas a las habladurías que, lamentablemente, se originaron con la reprobación familiar-, y sus circunstancias personales y profesionales.
* Clara comprende el significado de la frase “¿Quieres ser mi cobija con orejas?”.
(Aquí “todas las piezas del rompecabezas empiezan a encajar” y Clara deduce que debe ir al teatro a buscar más información para luego actuar en consecuencia. Pero de paso el narrador nos dice sin decir, es decir nos MUESTRA más que cuenta que “algo la atrae hacia ESA tumba…”).
* “Se llamaba Claret, era la mejor —su voz se torna compungida—, fuimos compañeros, compartíamos anécdotas, risas y lágrimas. Sufría —hace una pausa—, al no tener el apoyo de su madre, Doña Gertrudis; consideraba esta actividad como deshonrosa, peor aún, cuando regresó de la gira, embarazada y sin pareja… Murió un noviembre, al nacer su hija. —exhala.”
“Clara sintió el corazón dar un vuelco. «¡Menciona el nombre de Abue, y en ese mes cumplo años! ¿Será ella mi mamá? Ahora entiendo por qué, evitaba nombrarla». —Lo interioriza. Sigue solícita.”
—La interpretación que no llegó a realizar, era titulada como el epigrama que consultas. También conversan sobre la reinauguración del lugar, se verán pronto.”
(La actriz, y por ende la tumba, ahora tiene nombre. Clara advierte el nombre de su abuela y el mes de su cumpleaños. Aparece la relación con el comienzo del relato: noviembre, cementerio, lápida sin nombre. Clara deduce que su abuela “evitaba nombrarla” -el lector lo conecta con que la abuela arreglaba “nichos familiares” y preocupada, la alejaba de la “lápida sin nombre” y cortante, no accedía a aclarar las dudas de la niña-. Y de esa deducción se sigue otra: Claret era su madre. El relato de Raúl -regreso de Claret de la gira embarazada y sin pareja y la opinión de Gertrudis, esto es, la actuación como actividad deshonrosa- se conectan con los diálogos en el cementerio, que prepararon esta escena. La revelación de Raúl de que el título la obra que no llegó a realizar Claret coincide con el “epigrama” se conecta perfectamente con el inicio mismo del relato y con la escena de los diálogos de jóvenes y viejos en el cementerio y aclara la duda del lector acerca de por qué hay una frase en una lápida. La frase resume un sueño y en ese sueño queda sintetizada una vocación, una vida. Una identidad que hace ser a la persona ella misma tanto como su nombre (por más que Gertrudis o la familia quisiera omitirla o fuera esa su costumbre, Claret está presente en su sueño que se objetivizó -se cosificó- para siempre en la piedra. Y aquí se siembra una “pista” o mejor dicho, se coloca un escalón más: ese sueño objetivizado ahora espera encarnarse en la “carne de la carne y sangre de la sangre” de Claret: su hija Clara).
* Los zapatos y la reflexión de Clara: descubre y acepta su misión y ponen manos a la obra inmediatamente.
* Una vez que Clara y los demás conforman un equipo y emprenden la tarea, acuerdan entre ellos presentar la obra en noviembre y develar allí el título. Asimismo, también quieren brindarle a Claret el amor y reconocimiento que no tuvo en vida.
* Clara sale a actuar con los tacones de la madre y encarna sus sueños, tristezas y esperanzas.
(Los zapatos son un elemento tan literal como simbólico. Aparece nuevamente noviembre, se renueva el misterio del título -no para el lector, sino para el público de la obra- y el elenco y demás miembros del grupo se proponen el objetivo de que se reconozca a Claret. El reconocimiento del público y la actuación de Clara con los zapatos de su madre “cierran el círculo”).
Luego viene el final que si bien desde el punto de vista técnico cabe calificarlo como cerrado, deja implícitamente una puerta abierta: de ahora en más Claret será recordada y Clara, aunque será la continuadora de su legado, escribirá su propia historia. Demás está decir que el final es consecuencia directa de toda la preparación anterior, sobre todo del clímax del relato que, en mi opinión está aquí:
“El sitio está repleto. Clara sale al escenario con aquellos tacones; en cada acto, se transforma en ella, encarnando sus sueños; tristezas; esperanzas.”
“Al final de la obra, la intérprete se dirige al público, agradece la ovación y revela el nombre asignado, menciona aquel epitafio conocido por la mayoría. Guion y título, son autoría de mi difunta madre, Claret. —agrega orgullosa.”
En estos párrafos se condensa la máxima tensión, constituyen la “cumbre” del camino ascendente antes reseñado y luego, de manera lógica y coherente, viene la “liberación”, la distensión del final que cierra la historia de manera satisfactoria.
Esta esquematización supone ir “de atrás para adelante”. O como diríamos en Argentina, tener “el diario del lunes” (que significa ya saber lo que pasó). En ese ir “de atrás para adelante”, descubrimos un camino: ese camino no es otro que la ilación de la TRAMA que se exhibe perfectamente sólida y coherente a partir de la progresiva y cuidadosa dosificación de la información, en forma de “pistas” o “escalones” según el caso.
Cada una de esas “pistas” o “escalones” -ahora mirando de “adelante para atrás” ES LO QUE JUNTO CON EL CONFLICTO CONSTITUYE LA INTRIGA. Estos recursos son los que primero capturan la atención del lector y luego, de manera gradual y precisa, van incrementando la tensión narrativa y de esa manera, mantiene la curiosidad del lector y la renueva sugiriéndole cada vez las preguntas: ¿Qué pasará ahora? ¿Qué sigue a continuación?
Y ya que recordaba a Chéjov al tratar de las descripciones, lo traeré a colación de nuevo. Lo que propongo tener en cuenta aquí es la llamada “pistola de Chéjov”. Si bien era un recurso o consejo más propio de la dramaturgia teatral (él escribía obras de teatro también), es tremendamente útil para la narrativa (sea breve o novelística). La “pistola de Chéjov” se suele enunciar aproximadamente así: si en el primer acto aparece una pistola y también en el segundo, forzosamente deberá dispararse en el tercero. Si no, su inclusión es inútil e innecesaria.
¿Por qué recuerdo este mecanismo dramatúrgico y lo llevo a la narrativa y en particular a tu relato? Porque tu texto está lleno de “pistolas” en el principio y en el nudo. Y TODAS ellas se disparan entre el clímax y el desenlace. Esto se llama “preparar” el terreno y “jugarle limpio” al lector. La resolución puede ser más o menos previsible o más o menos sorprendente, pero siempre DEBE SER lógicamente coherente y causalmente derivada de elementos previos que se vinculan entre sí y que deben haber sido oportunamente presentados al lector. De manera tal que el lector concluya: “¡Claro, era obvio! ¿cómo no me di cuenta antes?!” Lo que debe evitarse es que el lector perciba que las cosas “salieron de la nada” o que todo se resolvió “por arte de magia” (o lo que en el teatro griego se llamaba “deus ex machina”, dios salido de la máquina -en donde un personaje que hacía de un dios salía de una especie de máquina y resolvía o “ataba” todos los cabos sueltos para que el final “cerrara”). En tu relato no hay “deus ex machina” sino todo lo contrario: una cuidadosa construcción gradual que termina en un final coherente.
Todo esto significa, ni más ni menos, que haber trabajado muy bien el elemento intriga.
Finalmente resta considerar el elemento formal PERSONAJES.
Hay una protagonista evidente: Clara.
Por otro lado, tenemos varios personajes secundarios: los jóvenes y viejos del cementerio, Raúl (el director jubilado), Calderón (el dramaturgo), y, eventualmente, el público que asiste a la obra y, tal vez, los pueblerinos que son nombrados en una línea de diálogo.
Algunos de estos secundarios tienen más relevancia que otros, y su función será diferente.
Claret podría ser un personaje secundario que podríamos calificar como “personaje meta”, ya que su rol es el de víctima de injusticias a nivel familiar y social. Se le ha negado el trato que merecía y se la ha difamado, de modo tal que ni su memoria se conserva y honra en debida forma. En uno de los post de Literautas titulado “Da forma a tus personajes según su función en la historia”, se caracteriza así al “personaje meta”: “A veces la meta perseguida en la trama puede tratarse de otro personaje. Por ejemplo, alguien ha sido secuestrado y el protagonista tiene que encontrarlo a toda costa. Este personaje desaparecido, si no cumple otra función, podría considerarse un personaje meta.”
Y después tenemos a doña Gertrudis… Ella es un personaje fundamental, porque a su alrededor girará la caracterización funcional del resto de los secundarios.
Como habrás notado copié textualmente la definición de Literautas acerca del “personaje meta” y esto tiene un propósito. Allí se menciona como ejemplo al personaje secuestrado. Si pensamos que Claret murió y que, por ende, lo que queda es su historia y su memoria, Gertrudis “secuestró” la historia y la memoria de Claret, ocultándola de Clara. Por lo que la meta de Clara es encontrar a la “dueña” de la lápida sin nombre, conocer su nombre y su historia y luego descubrirá que su meta es honrar su memoria y continuar su legado.
Esto nos lleva a lo que mencioné anteriormente al tratar del elemento “conflicto”: el conflicto IMPLÍCITO entre Clara y Gertrudis, sugerido en el relato pero no tratado explícitamente. Si Gertrudis impidió que Clara supiera quién concretamente fue su madre y cuál era su historia y le “secuestró”, le quitó la posibilidad de conservar su memoria, Gertrudis deviene ANTAGONISTA respecto de Clara.
En mi opinión, Gertrudis es la ANTAGONISTA, pues es la fuerza que “frena” a la protagonista y a su meta. Es más: puso de sí todo lo necesario para que Claret sea olvidada o mal recordada.
Entonces todos aquellos que se hicieron eco de las habladurías se transforman en ayudantes de la antagonista.
Por otro lado, los ancianos en el cementerio que van dando “pistas” a Clara, quizás sin advertir su presencia, son “personajes de impacto”. Según ese mismo post de Literautas “El personaje de impacto es un personaje secundario (no obligatorio) con una aparición breve en escena, pero determinante. Se trata de un personaje que, en un momento concreto de la historia, da al protagonista el empujoncito que necesita para seguir adelante; o bien le ofrece una clave que usará después (en el clímax, por ejemplo) para resolver algo, para encontrar el valor que necesita, etc.” Dado que gracias al aporte de estos personajes la protagonista puede comprender qué significa la enigmática frase y recibe el impulso para ir al teatro, queda claro que encuadrarían en esta categoría.
Más claro es el caso de Raúl, Calderón y el resto del elenco, ya que comparten el objetivo con Clara, es obvio que son ayudantes de la protagonista. Y el público, aunque es un “personaje” (entre comillas o en sentido impropio) porque está constituido por una multitud de personas, también deviene ayudante de la protagonista, pues no sólo compartieron (a nivel inconsciente) el objetivo sino que ellos contribuyeron a concretarlo.
Al tratar del elemento “conflicto” me referí a Clara, su conflicto interno y su arco dramático. Para no incurrir en reiteraciones innecesarias, me remito a lo dicho allí y lo doy por reproducido aquí. Y reitero lo que señalé: Clara es un personaje redondo, profundo, no es plana ni un estereotipo.
Pero Gertrudis en cuanto a antagonista no se le queda atrás. ¿Por qué? Porque si uno lee el primer párrafo, ese que “nos engancha” enseguida tendría la impresión de que “es una abuelita dulce”, que incluso quiere mucho a su nieta y se desvive por ella. En parte es verdad. Cuando después nos enteramos que Clara queda huérfana, nos damos cuenta -aunque el narrador no lo había afirmado explícitamente- de que Clara no tiene padre ni madre y no podemos descartar que hayan muerto. Entonces la conclusión lógica que se impone es que Gertrudis fue COMO su madre, hizo “las veces” e madre. Y como el narrador traza un paralelo entre la lluvia y las lágrimas de Clara, es evidente que se querían mucho y que era un sentimiento mutuo.
Un poco después ya empezamos a vislumbrar que a la “misteriosa difunta” su familia no la aceptaba por su profesión y la juzgaba moralmente, rechazándola. Raúl después nos quita todas las dudas: lo dice abiertamente con todas las letras y le pone nombres al asunto. A punto tal que Clara se da cuenta de todo: Claret es hija de Gertrudis y al mismo tiempo su mamá. Por lo que Gertrudis le mintió gravemente durante toda la vida.
Esto constituye un golpe emocional devastador para el lector porque nos muestra que Gertrudis fue lisa y llanamente un monstruo por partida doble: hacia su hija rechazándola (cuando se supone que los padres deben amar incondicionalmente, apoyar, aceptar y no juzgar, más allá de que siempre puedan corregir y amonestar porque en definitiva deben guiar) y hacia su nieta privándola de conocer a su madre y por ende su propia historia y quitándole la posibilidad de honrar su memoria.
Sin embargo, no todo es tan sencillo y en eso el párrafo inicial revela una genialidad: nos dice que Gertrudis arreglaba los “nichos familiares”. Por lo que al mantenerse alejada de la “lápida sin nombre” y procurar que Clarita no estuviera cerca y que no averiguara nada, es obvio que su rechazo hacia Claret persistía hasta después de su muerte. Peeerooo… al mismo tiempo la visita al cementerio la hace “justo” en noviembre. Ahí hay como una “hendija” por la que se cuela la CULPA. Porque si no sintiera absolutamente nada positivo hacia Claret y todo fuera culpa, odio o rechazo, no iría precisamente en noviembre. Le daría lo mismo ir en cualquier momento, o en caso de que hubiera ido al cementerio en otras épocas del año, el narrador nos lo diría. Pero no: al narrador le interesa que sepamos precisamente eso, que va en noviembre y va con su nieta (hija de su hija que murió en noviembre…).
Sumado a todo eso, no puede descartarse que sea un pueblo chico y Gertrudis una persona muy conservadora y rígida (o hasta reaccionaria) cuya visión moral sea estricta (y de haber sido religiosa puede que haya tenido la idea de un Dios castigador y no de uno misericordioso). Puede ser alguien que fue criada en un marco del cumplimiento del deber y del guardado de las apariencias. Y todo eso limitó seriamente su cosmovisión (su visión del mundo y de la vida) y facilitó que se comportara como lo hizo con su nieta y con su hija).
Cuando todos estos hilos se unen tenemos como resultado un “monstruo”, sí. Pero PLENAMENTE HUMANO, con debilidades, con emociones, con sentimientos, con contradicciones y también con destellos de bondad. En otras palabras, Gertrudis no es una “mala o villana de cartón”, no es un estereotipo sino un personaje muy complejo, muy rico, redondo, profundo.
A su vez, tanto Gertrudis (antagonista) como Claret (aunque sea secundaria y “meta”) son dos personajes poderosos, ya que se proyectan más allá de su muerte y siguen “estando” cuando ya no están.
En síntesis: con pocas pinceladas (las que permite un espacio tan reducido como el límite de 750 palabras) los personajes se encuentran perfectamente delineados y todos juegan un rol claro y reconocible y tienen su grado de profundidad, que en el caso de la protagonista y la antagonista es muy destacado. El elemento formal personajes y la construcción de los mismos es un punto altísimo en el relato. Y toda vez que las historias nos importan porque son algo que sucede a alguien (en quien de un modo u otro nos vemos reflejados), al tener personajes tan bien construidos es imposible que la historia no sea atractiva o que no funcione (más allá de las áreas que pudieren ser susceptibles de mejora y aún cuando esas áreas fuesen también importantes).
1.- 2. ÁREAS SUSCEPTIBLES DE MEJORA:
En cuanto a los elementos formales, encuentro tres áreas susceptibles de mejora: las transiciones entre los distintos momentos cronológicos de la historia, la representación gráfica de diálogos y pensamientos y el RITMO visto desde el punto de vista de otros elementos también formales que lo favorecen o conspiran contra él: LA CONSTRUCCIÓN DE FRASES, ORTOGRAFÍA, PUNTUACIÓN Y GRAMÁTICA.
Al leer el relato advierto que las tres áreas susceptibles de mejora se encuentran indisolublemente ligadas, por lo que he pensado bastante acerca de cuál sería el modo más conveniente de aproximarnos al tema. He concluido que convendría realizar un repaso de criterios generales y luego aplicarlos al relato mostrando A MODO DE EJEMPLO, cómo podrían incluirse variantes que respondan a dichos criterios. De manera tal que al reexaminar el texto puedas reflexionar sobre esas cuestiones y encontrar cuál te parece la mejor manera de reformular la redacción, puntuación, etc. para que el contenido y los aspectos formales positivos se refuercen y brillen más aún. A tal efecto, partiré siempre de la intención narrativa que percibo que tuviste (esto es, lo que quisiste contar y cómo quisiste contarlo, más allá de cómo efectivamente lo hiciste).
En lo que concierne a la representación gráfica de los diálogos, te recomiendo tener siempre a mano los post de Literautas acerca del tema (en el post de Recopilación de relatos del MUE N° 66 y reflexiones sobre el taller, Iria compartió los links). En función de lo que he visto en tu relato señalaría tres puntos: uno que las respuestas deben ir siempre en renglón aparte, dos que pensamientos y diálogos o pensamientos e intervenciones del narrador deben ir separados y adecuadamente distinguidos unos de otros y tres, que los pensamientos después de ir entrecomillados deberían tener una acotación que aclare que el personaje piensa.
En cuanto a la ortografía creo que en general está bien, salvo “chirría” (correspondería “chirria”, dado que entiendo se usa como verbo), “rincón” (en vez de rincon) y “guión” que debería ir con tilde (en el texto figura “guion”). De todos modos, para el ámbito teatral se suele usar más “libreto” que “guión”, que se suele reservar para el ámbito audiovisual.
Un punto que podría mejorarse es la construcción de las frases. Algunas están bien, otras deberían o al menos convendría reformularse. “No cargaré las tintas” en detalle porque nos has hecho saber una circunstancia muy relevante: el texto era más largo y tuviste que achicarlo de más de mil palabras a 750 o menos y en ese cometido “sacrificaste” conectores, preposiciones, artículos, etc. o es posible que no hayas escrito oraciones de la manera en que hubieras querido o elegido. Por eso sugeriré variantes parecidas que reflejen de un modo formalmente correcto (pero que seguramente no será el único posible, de ahí que sean solo ejemplos) las ideas que pese a una construcción no tan atinada resulten claras en el texto o surjan del contenido y por ende, de tu intención narrativa.
En lo atinente a la gramática no habría tantas objeciones (salvo lo dicho de preposiciones, artículos, conectores, etc. omitidos), pero sí advierto que en los diálogos, donde también usaste otros tiempos verbales (lo que está bien porque a veces los personajes refieren a cosas que sucedieron en el pasado, como bien podrían aludir a las que referirán en el futuro) pero no siempre ese uso fue coherente. Por ejemplo:
“—Aquí reposa una actriz, muere antes de escenificar su mejor obra, afirmaban sus colegas —manifiesta uno.”
Decir que la actriz (fallecida) reposa, está bien. El tiempo que corresponde es presente y no podrá ser cambiado. Ahora bien, como los hechos a los que se hace referencia están en el pasado y quien habla es un personaje y no el narrador (que narraba en presente) no sólo no hay óbice para cambiar de tiempo verbal sino que hay que hacerlo. Una posibilidad sería:
“—Aquí reposa una actriz que, según afirman sus colegas, murió antes de escenificar su mejor obra —manifiesta uno.” O bien:
“—Aquí reposa una actriz, que según afirmaban sus colegas, murió antes de escenificar su mejor obra, afirmaban sus colegas —manifiesta uno.”
En la primera variante sus colegas afirman, en la segunda lo hacían en el pasado y según quieras reflejar que la acción continuaba en el pasado o terminó en él, usarás, respectivamente, pretérito imperfecto (afirmaban) o perfecto simple (afirmaron). “Murió”, lógicamente está conjugado en pretérito perfecto simple y no puede ser de otro modo: es una “acción” que se padece y eso ocurre una sola vez y queda concluida.
Hay también DOS ÚNICOS CASOS en el que el narrador rompe la coherencia de tiempos verbales: narra siempre en presente SALVO cuando dice que “Clara sintió el corazón dar un vuelco.”, donde pasa “sin escalas al pretérito perfecto simple que revela una acción terminada en el pasado y cuando dice “Ante tal revelación, Raúl y la sala, quedan en silencio, solo el viento susurraba…” (Raúl y la sala quedan en silencio -presente- y el viento susurraba -pasado, pretérito imperfecto-).
En suma: en lo que hace a la gramática recomiendo revisar la cuestión de preposiciones, artículos, conectores, etc. y la coherencia de tiempos verbales en el contenido de los diálogos.
Quizás donde se adviertan más inconvenientes sea en la puntuación.
Incluso una lectura general y aún superficial del texto revela que hay una tendencia a que las comas y a veces punto y coma en detrimento de los puntos.
Cuando las comas abundan, las oraciones se alargan y si leyeras el texto en voz alta sentirías como que te costaría “tomar aire” y que se te dificultaría leer de corrido. A veces se dice que el texto “no respira”.
Por otra parte, suelo recordar un consejo que la autora Paula Arenas brinda en su libro “Curso de escritura creativa” según el cual cuando las oraciones son largas el ritmo es como que “se frena” y cuando son cortas (frecuentemente ayudadas por los punto y seguido) da la sensación de que “acelera”.
¿Qué es lo que noto que sucede en tu texto, en cuanto al ritmo?
Si lo enfocamos desde el punto de vista de la acción, fluye y es rápido (quizás gracias a la narración en presente también). Pero si analizamos cómo influye la puntuación, paradójicamente, estás usando oraciones largas, llenas de comas que tenderían a frenarlo. Entonces tendrías dos elementos formales que respecto de un tercero (el ritmo) tiran “cada cual para su lado”, rompiendo un tanto la armonía del texto y dificultando su lectura.
Más allá del consejo sobre la longitud de las frases y la velocidad del ritmo que en este caso debiera tomarse en sentido relativo, creo conveniente centrarse en esta tensión disvaliosa y en que el texto “respire”. De esa manera no sólo el ritmo sino la lectura será más fluida, será más sencilla la comprensión y el disfrute del lector se incrementará, no sólo en lo formal sino por un acceso más pleno y directo al contenido. Digo esto porque la sobreabundancia de comas produce -o al menos a mí me lo produjo como un “ruido” interno a la hora de leer (quizás por experimentar esa tensión entre dos opuestos en relación al ritmo)-.
En este contexto, una vez que hayas finalizado el texto (concedo que tuviste que recortarlo y que es posible que hayas llegado sobre el filo el vencimiento y no hayas tenido tiempo para esto) y lo releas, en caso de duda sería conveniente repasar las funciones de los signos de puntuación y los efectos que pueden causar, a fin de determinar si se ajustan a la intención narrativa que tenés.
En resumidísimas cuentas:
* El punto aparte cambia de párrafo o a veces, aunque haya una cierta vinculación entre ideas es estrictamente necesario porque una convención así lo exige (vgr: cuando un personaje le contesta a otro o cuando es necesario separar un pensamiento de un personaje de las apreciaciones o hilo conductor del narrador).
* El punto y seguido sirve para separar dos oraciones que tienen una cierta relación y entran quizás en un mismo contexto de sentido (el párrafo), además de causar un efecto estético-narrativo de mayor velocidad o aceleración del ritmo.
* Los puntos suspensivos sirven para, como su nombre lo indica generar suspenso, o para dejar una idea inconclusa, o para sugerir algo a otro personaje o al lector (para que lo deduzca, para que goce de un chiste, etc.) o bien para reflejar un estado emocional (por ejemplo, confusión, emoción, llanto, etc. que le impide seguir hablando o interrumpe o dificulta un flujo de pensamiento), o en su caso, para significar que un personaje no ha terminado de hablar (sea porque lo interrumpieron, sea porque se “autocensuró” porque se dio cuenta que “está metiendo la pata”, etc.). También puede servir si lo que se quiere es mostrar, en los diálogos, que un personaje es cortante, descortés, maleducado, o que simplemente quiere evadir ciertos temas, o mostrarse autoritario, etc.
* Los dos puntos suelen utilizarse para especificar con la mayor concreción posible una idea de manera además, absolutamente contigua a la idea o grupo de ideas anteriores, y a veces de modo causal. También sirven para explicaciones directas.
* El punto y coma indica una pausa menor al punto y seguido y mayor a una coma, y se suele usar cuando es necesaria una separación pero no tan marcada como la que corresponde al uso del punto.
* La coma tiene diversos usos: a veces separa términos de oraciones subordinadas, otras se usa para separar elementos que se enumeran, otras puede servir como recurso estilístico o para reemplazar algún verbo, etc. Los usos de la coma son muchos y algunos más complejos que otros. Siempre conviene reflexionar (por supuesto después de haber terminado el texto porque sino nuestro “crítico” o “censor interno” no nos dejaría escribir nada y hasta la página en blanco sería un mérito) acerca del por qué y para qué queremos usar las comas (esto también sería aconsejable respecto de cualquier signo de puntuación) y en caso de duda consultar páginas especializadas (ej. de la RAE o libros o artículos que pudieran aclararnos).
Con respecto a la puntuación también hay que distinguir entre las reglas objetivas en la materia y lo que sea cuestión subjetiva o de mera preferencia o que esté sujeta a la intención que tengamos. Esto se ve particularmente en el caso de las comas: frecuentemente el lugar donde se ubican depende de nuestra preferencia acerca de dónde queremos marcar la pausa. Pero en otras hay reglas que seguir. A modo de ejemplo, fijate esta oración del relato:
“Cuentan los pueblerinos, ésta pertenece a una artista famosa;”
La coma entre “pueblerinos” y “ésta” constituye un caso de lo que se llama “coma criminal”, que es aquella que se ubica entre el sujeto y el verbo o entre el verbo y el objeto. Es una pausa que no debemos graficar, pues corta la secuencia natural de una oración. Por tales motivos, hay que evitarla siempre, dado que es un error objetivo. (Una compañera a quien ya cite, Isolina, participante de la anterior edición, me marcó esto una vez y desde allí le he prestado particular atención. Es una cuestión importante en materia de puntuación y e uso de las comas).
Expuestas estas consideraciones, ahora trataré de aplicarlas al relato. Mantendré el tiempo presente (porque según expresaré al hablar del contenido parece ser una decisión narrativa) y en cuanto deba reformular la construcción de frases (y en su caso añadir, modificar o quitar palabras o transiciones) o cambiar la puntuación, me ajustaré a la intención narrativa que percibo que tuviste. También “suavizaré” las transiciones entre momentos cronológicos integrándolas al texto y variándolas sutilmente. Es posible que el resultado final supere las 750 palabras, pero sin embargo realizaré las sugerencias porque de lo que se trata aquí es de contar con variantes que faciliten el reexamen del texto a la luz de estos apuntes de criterios generales. No interesa aquí ceñirse al límite sino reflejar concretamente esos criterios, ya que te podría ser útil para tu análisis. Y aclaro: todas las sugerencias son A TÍTULO DE EJEMPLO y resalto que nadie mejor que vos podrá determinar cuál es la variante más conveniente:
Cada noviembre, la abuela y Clarita visitan el cementerio en las afueras del pueblo. Entretanto ella coloca flores en nichos familiares, escucha con atención el crujido de hojas secas por donde camina su nieta, quien gusta de curiosear los escritos en las fosas. Esta vez se aleja y, entre dos árboles centenarios, encuentra una tumba solitaria. Se asombra porque no la había visto antes, pero… ¡en la lápida no había ningún nombre! Solo lee una frase que, a sus diez años, la inquieta.
—¡Niña, te he estado buscando! —exclama la mujer con preocupación.
—Abue, ¿por qué esa no tiene…?”
—No sé. No preguntes. Vámonos ya. Es tarde —interrumpe la anciana, sin mirar a la pequeña y tomándola del brazo.
La septuagenaria fallece una tarde en que la lluvia caía copiosamente; tal como lo hacen las lágrimas de Clara. La orfandad se apodera de ella y la conmina a plantearse el futuro, por lo que decide viajar a la ciudad para estudiar artes escénicas.
Pasan los años y un día, ya graduada, decide volver. Al bajarse del tren, disfruta ver el sol asomarse en el horizonte: está de regreso y en su maleta trae la ilusión de reactivar el antiguo teatro.
Antes que nada, asiste al camposanto. Empuja la verja que chirria como aullido lastimero y deposita flores sobre la losa de su abuela. Instintivamente mira hacia aquel rincón y experimenta la misma atracción extraña; camina hacia allí como si una fuerza invisible la llamara.
De pronto, nota que hay jóvenes conversando:
—Cuentan los pueblerinos que esta tumba pertenece a una artista famosa y que la inscripción representa un profundo anhelo.
—Otros susurran que descansa «una señora de la vida alegre» y que esa frase era su forma de enganchar al “cliente”. Dicen que ordenó que la acuñaran en su placa cuando partiera, ya que tal vez «alguien quisiera acompañarla…» —Ríen con malicia mientras se alejan.
No mucho después llegan dos ancianos, a quienes les escucha comentar:
—Aquí reposa una actriz que, según afirman sus colegas, murió antes de escenificar su mejor obra —manifiesta uno.
—Sí, ahora recuerdo. Fue enterrada sin nombre según costumbres de sus familiares, que no aprobaban su arte. Decían que la llevaría por una vida de libertinaje y los avergonzaría. Parece que así sucedió… Y fue el director de tablas quien suplicó que le permitieran grabar este epitafio: «¿Quieres ser mi cobija con orejas?» —concluye el otro mientras se marchan.
La frase resuena como un eco en la mente de Clara: cae en cuenta de que es un juego de palabras lleno de melancolía y soledad.
—¡Lo tengo! —exclama.
«La cobija es cálida y reconfortante: simboliza un abrazo. Y las orejas, la escucha atenta. Además, trasluce una petición humanitaria que perdure más allá de la muerte e inmortalice esa búsqueda de afecto en un mundo falto de empatía. Sólo queda dilucidar quién fue esa misteriosa actriz… Ya sé: iré al viejo teatro, ahí alguien debe haberla conocido», pensó la recién llegada.
En poco tiempo llega al anfiteatro, donde la recibe Raúl, director teatral jubilado. Luego de las presentaciones, indaga por la dama en cuestión.
—Se llamaba Claret, era la mejor —responde él con voz compungida—. Fuimos compañeros. Compartíamos anécdotas, risas y lágrimas. Sufría… Sufría al no tener el apoyo de su madre, doña Gertrudis, que consideraba a esta actividad como deshonrosa. Peor aún fue cuando regresó de la gira, embarazada y sin pareja… Murió un noviembre, al nacer su hija —exhala.
Clara siente que su corazón da un vuelco y un pensamiento la asalta:
«¡Menciona el nombre de Abue y en ese mes cumplo años! ¿Será ella mi mamá? ¡Por eso evitaba nombrarla!».
Se esfuerza por interiorizar la revelación y continúa mostrándose solícita.
—La interpretación que no llegó a realizar se titulaba como el epigrama que consultas —añade el experimentado director.
La conversación continúa y refieren a la reinauguración del lugar. Convienen que se verán pronto.
Esa noche, mira con cariño la única posesión heredada de su progenitora.
«Si tan solo estos zapatos pudieran hablar… ¿será mi misión, sacar a la luz, la verdad sobre esa tumba?» —piensa mientras sus ojos brillan.
A la semana siguiente Clara se reúne con otros actores y con Calderón, el dramaturgo, y con Raúl, el director. Todos acuerdan retomar aquella obra inconclusa para brindarle a esa actriz el amor y reconocimiento que no tuvo en vida. Deciden estrenarla en noviembre, y que en la función se devele el título. Quedan entusiasmados.
Llega la gran noche: el sitio está repleto. Clara sale al escenario con aquellos tacones; en cada acto, se transforma en ella, encarnando sus sueños, tristezas y esperanzas.
Al final de la obra, la intérprete se dirige al público. Agradece la ovación y revela el nombre del espectáculo, que coincide con aquel epitafio conocido por la mayoría.
—El título y el libreto son de autoría de mi difunta madre, Claret —agrega orgullosa.
Ante tal revelación, Raúl y la sala, quedan en silencio, solo el viento susurraba, rodeándolos, como si su alma estuviera presente agradeciendo el tributo, y a su hija, al comprender el propósito, ser «una cobija con orejas» mediante la actuación, para quienes desean un abrazo y ser escuchados.
La revelación enmudece a todos los presentes. Reina el silencio. Solo el viento susurra, rodeándolos como si el alma de la homenajeada estuviera presente agradeciendo el tributo y a su hija por haber comprendido el propósito de ser «una cobija con orejas», ofreciéndose mediante la actuación a todos aquellos que desean recibir un abrazo y ser escuchados.
La lápida ya no será tema de habladurías ni elucubraciones. Al fin tiene su merecido nombre que nadie ignora: Claret.
Teniendo en cuenta la aplicación concreta de los criterios que antes enunciaba en general (y también los post de Literautas en materia de representación gráfica de diálogos y pensamientos), te invito a que leas (y si querés también en voz alta) esta reedición que ha tratado de basarse en y de respetar la intención narrativa que he percibido y que te fijes (sobre todo en lo atinente a puntuación) si las variantes ofrecidas a TÍTULO DE EJEMPLO (que por ende no son definitivas ni cerradas) podrían brindarle más claridad y fluidez a la lectura y al ritmo del relato (y mayor armonía con respecto al ritmo visto desde el lado de la acción).
2.- CONTENIDO:
Como solía decir en la edición anterior de Literautas (antes del corte), considero el contenido como el dominio propio del autor o autora y, salvo que exista alguna incoherencia argumental grave, hay que tener mucho cuidado con este aspecto de los relatos o textos porque tocarlo podría determinar “contar otra historia”.
En tu caso este riesgo es cero: justamente el contenido es lo que hace tan atrapante al relato y minimiza cualquier inconveniente formal que pudiera apuntarse (que podrás trabajarlos y mejorará el relato y lo hará brillar más aún, pero justamente valdrá la pena esa tarea y el esfuerzo que pudiera insumir porque lo que VALE LA PENA LA HISTORIA QUE CONTASTE Y QUE QUERÉS CONTAR).
Para referirme al contenido quisiera empezar por el título. Lo considero extremadamente original y atractivo. Suena PERFECTO y está lleno de significado. Como dijo Juli Blanco (y adhiero a su opinión porque podría ocurrirle a muchos lectores), ella entró a leer porque le “enganchó el título”. Este título es un tremendo hook (gancho; no me gusta usar otros idiomas porque el español es suficientemente rico, pero “enganchó” – “gancho” tan cerca sonaba redundante y casi cacofónico).
Por si fuera poco, además de destilar tanta sonoridad y de constituir un gancho (recurso de captación inmediata de la atención del potencial lector), contiene un halo de misterio (¿Qué significará “cobija con orejas? ¿Por qué “me invitan” a serlo? ¿A quién va dirigido ese “quieres ser”? ¿A quién se aplica el “mi” de esa “cobija con orejas?). Y para hacerlo todavía más efectivo, encierra una enorme carga de significado (que si bien se explicita luego en el texto, mientras tanto el lector navega entre el misterio y las hipótesis que se le ocurran, ya que son palabras por de más de sugerentes). Crea una expectativa muy alta que luego la trama no defrauda.
Más allá de las consideraciones formales que he efectuado, me llama la atención que pudiendo narrar en pasado, hayas narrado en presente (lo cual se mantiene pese a que en dos ocasiones el narrador haya incurrido en una incoherencia de tiempo verbal y haya utilizado el pasado, como indiqué en las áreas susceptibles de mejora). Creo que esto es una decisión narrativa y que aquí hay una intención narrativa (lo que quisiste contar y cómo quisiste hacerlo, más allá de cómo se concretó) que tendríamos que tener en cuenta. Coincido en cierto sentido con algo que te apunta Vespasiano, pero no me atrevo a usar como él el verbo “debería” (Vespasiano es un muy buen comentarista y su comentario está muy bien fundado. No lo contradigo sino que voy a ofrecer un punto de vista alternativo, que va a servir para llamar la atención sobre el tiempo presente). Hechas estas aclaraciones, te cuento por qué no me atrevería a decir que “debería” ir en pasado el principio del relato o, acaso, todo o casi todo el relato.
Yo utilizaría el verbo “convendría” precedido de un matizador: “quizás”. “Quizás convendría”, “tal vez sería conveniente”.
Pero donde pongo el foco, más allá de lo que yo pudiera pensar o lo que apunta (con atendible criterio Vespasiano), subyace una cuestión: ¿es casual que hayas narrado en presente? ¿No hay una decisión ahí? Y si la hay, ¿no habrá también alguna justificación, hayas sido o no consciente de ella?
Creo advertir una justificación posible, aunque no sé si la tuviste en cuenta o no a nivel consciente (dado que es un texto tremendamente emotivo y, como le has comentado a varios compañeros, tenía más de mil palabras y tuviste que “usar la tijera”). Esa justificación podría ser (perdón por las mayúsculas pero quiero que se destaque): que HABRÍAS QUERIDO QUE EL LECTOR PERCIBA MAYOR INMEDIATEZ, MENOR DISTANCIA ESPACIAL Y CRONOLÓGICA ENTRE ÉL Y LO NARRADO. QUE LA HISTORIA TRANSCURRA “ANTE SUS OJOS”, QUE SEA MÁS VISUAL, QUE ESO LE DE MÁS RITMO Y QUE REFUERCE EL FACTOR EMOCIONAL.
Percibo también que por ahí va tu intención narrativa.
Si mis hipótesis fueran correctas, tengo que decirte dos cosas: la primera es que tomaste una apuesta de altísimo riesgo, porque la propia trama invitaba a narrarla en pasado. Esto hubiera sido no sé si lo más sencillo (como si narrar lo fuera) pero sí lo más seguro. Y la segunda es que, más allá de lo que los demás compañeros o yo te hemos apuntado como áreas de mejora, creo que esa intención de la mayor inmediatez y que la historia “transcurra ante nuestros ojos” se concretó. Si esta fue la idea, creo que tuviste éxito y saliste airosa en esa apuesta de alto riesgo.
Ahora bien, y aunque esto nos conecta con la forma (con el elemento RITMO), lo cierto es que ese éxito tiene un costo: contribuye a acelerar el ritmo del relato (desde el punto de vista de la acción) y hace que algunas partes que podrían saborearse más detenidamente, terminen siendo percibidas por el lector como que “pasan más rápido”. Es cierto que el único tiempo que los humanos tenemos es el presente. Pero también es que en él pareciera que “el tiempo se nos escurre como arena entre los dedos”. De ahí esa sensación de que las cosas “pasan más rápido”. Esta humilde opinión que te comparto es inescindible del TAMAÑO del relato. Si el original era de mil palabras o más, es probable que este efecto “aceleración” estuviese más disimulado o amortiguado. En tanto que al reducirse los límites del texto, ese efecto resaltará más.
Otro elemento interesante del contenido que encuentro (más allá de eventuales críticas constructivas relativas a la forma) es que decidiste mostrarnos tres momentos temporales distintos: el inicio de la historia que, aunque narrado en presente, claramente transcurre en el pasado.
Los demás podían ocurrir en el presente y ambos están divididos por una semana de diferencia.
Independientemente de cómo esto se concretó, es evidente que tu intención era que el relato fuera “visual”. Si esto hubiese sido una producción audiovisual, es probable que hubiésemos visto un subtítulo o cartel aclaratorio de las épocas o momentos, o bien, que fueran la cámara, los enfoques, los colores, algunos filtros, la música, etc. los que nos mostraran esas diferencias cronológicas.
Esta disquisición me lleva a una conjetura: ¿podría ser posible que hayas concebido la historia a manera de una “película”? Esto es que hayas “visto” las imágenes dentro tuyo, que hayan sido como un “torrente” y que luego se tradujeron en palabras. Si así hubiera sido, no es en absoluto extraño que la intención y decisión narrativa haya sido recurrir al tiempo presente.
En este sentido, más o menos puedo imaginarme cómo quedaría este texto si se lo adaptara como guión audiovisual (me refiero aquí al guión llamado “literario”, no al técnico dirigido a los -valga la redundancia, técnicos- sino el de los directores y actores, donde constan acciones, personajes, diálogos e indicaciones y descripciones de escenas y escenarios). Puedo imaginarlo porque los guiones, que están constituyen la base de lo que se filmará y veremos “aquí y ahora”, están redactados en tiempo verbal presente. De aquí procede también esta conjetura.
Relacionando estas ideas con el comentario de Vespasiano, te planteo lo siguiente: podés releer el texto y evaluar si conviene seguir manteniendo el tiempo presente. O si lo narrás en todo en pasado, o bien, si como señalaba Vespasiano, el comienzo se narrara en pasado. Esta idea (interesante, por cierto) tiene una contrapartida: narrar en presente el resto de la historia. Es atractiva, pero hay que tener cuidado porque podés quedar expuesta a incoherencias de tiempos verbales. En mi caso particular, por lo que recuerdo creo que una sola vez hice algo así. Fue en el MUE N° 54 (“Los girasoles” -todos los relatos debían titularse así-) en el que la protagonista empieza en presente, recuerda el pasado y luego vuelve al presente (y casualmente también es una actriz). Te comparto esta experiencia por si pudiera servirte para el caso en que decidieras experimentar con dos momentos temporales distintos narrados en distintos tiempos verbales.
Más allá de que Clara es explícita en algunas cosas (no las sugiere sino que nos las muestra ella con palabras o pensamientos) o que a veces el narrador lo es, creo que un punto favorable es que las pistas se van sembrando a lo largo del texto y que es un gran acierto empezar con “Cada noviembre”, ya que “noviembre” es lo que hace que las piezas del rompecabezas encajen y que los tres momentos temporales queden definitivamente encadenados.
Otro punto muy destacable del contenido es lo bien que utilizaste las palabras de la consigna y cómo cumpliste el reto opcional. La palabra “actriz” es, en gran medida, la columna vertebral de la historia: es lo que la abuela rechaza, lo que la madre era, y lo que la nieta/hija será por vocación. Es lo que une y separa al mismo tiempo a las tres generaciones. Colocar al reto opcional “en la lápida no había ningún nombre” con signos de exclamación y en el primer párrafo, es una genialidad. Comenzar el párrafo inicial con “Cada noviembre” y prácticamente cerrarlo con la atracción de Clarita por la lápida sin nombre (exclamando ese detalle) ya PLANTEA EL CONFLICTO DE LA HISTORIA DESDE EL VAMOS. Y nos genera la duda: ¿es un comienzo ab ovo, “desde el huevo”, desde el inicio, o “in media res”, en el medio de la acción? Sí, es cierto que aquí comienza todo… Pero Clarita ya tenía diez años y esta es una ida más al cementerio, por lo que hay una acción ejecutándose. ¡Qué deliciosa ambigüedad y cuánta efectividad narrativa (tanto a nivel de elementos formales positivos como de contenido)! Este recurso, que viene a renglón seguido del título garantizan atrapar al lector “de una”. Este es un grandísimo mérito para vos como escritora y para el narrador: si el lector no es atraído desde un primer momento, ya no se interesará más por la historia. Si se interesa y comienza a leer, entonces tendremos la chance de seguir luchando por sostener su inquietud.
Con respecto a la otra palabra obligatoria, “zapato” (en singular o plural), creo que es imposible comentar esto sin reproducir textualmente las palabras del relato: «Si tan solo estos zapatos pudieran hablar —al momento sus ojos brillan—, ¿será mi misión, sacar a la luz, la verdad sobre esa tumba?» Más allá de consideraciones formales sobre la representación de pensamientos y diálogos, estas palabras, unidas a lo que viene después “A la semana siguiente…” nos muestra un “doble juego” relativo a los zapatos: tenemos un primer nivel literal: los zapatos como objeto heredado por Clara, lo único que sabe que perteneció a su madre y un segundo nivel simbólico o metafórico: la frase “llenar los zapatos de alguien” en el sentido de ocupar su lugar, reemplazarlo o eventualmente, continuar su legado. Lo que conecta el plano literal con el simbólico es, justamente, la herencia: Clara heredó el objeto, y con él, el llamado a continuar el legado. Pero hay también un tercer nivel: en el objeto en sí (el par de zapatos) y en la continuación del legado (“llenar los zapatos” y “caminar” con ellos, “haciendo camino al andar”, como aquella poesía de Machado), Clara encuentra su IDENTIDAD: es una actriz por vocación, hija de Claret, también actriz por vocación y nada ni nadie en el mundo (ni siquiera su otrora amada abuela) podrán quitarle eso. Eso es lo que ella fue, es y será y no otra cosa.
Me he quedado pensando también si la referencia del narrador a “obra inconclusa” no conlleva como un “juego de espejos” en donde el ser actriz se correlacione con la otra imagen de Claret, la de madre, y que de resultas de esa conjunción la “obra inconclusa” no refiera también a la maternidad de ella que quedó trunca por su fallecimiento. En cierto modo, y más allá de la muerte, Claret -aunque a través de Raúl y los demás, que podrían considerarse “familia”, quizás en un sentido más afectivo y profundo que la propia Gertrudis- concluye su otra obra: la tranquilidad de que Clara posee una vocación, que la ha abrazado y que su vida se encuentra encaminada y su identidad resuelta (positiva y definitivamente). Eso es lo que se supone toda madre querría para su hija, y si bien no puede en sentido estricto hablarse de que la paternidad o maternidad sea una “obra que concluya”, en sentido amplio puede entenderse que ese aspecto de la maternidad sí quedó concluido: Clara es alguien en la vida y en gran medida lo es gracias a su mamá (aunque no la haya conocido y pese a que físicamente no esté con ella).
Otro aspecto del contenido que me parece particularmente interesante es el contraste acerca del “ser actriz”. Por un lado encontramos el prejuicio que tenía doña Gertrudis (la abuela) o las “malas lenguas” en el cementerio. Para ellos, ser actriz tenía un “toque farandulesco”, frívolo, y era sinónimo de una vida licenciosa. Juzgaban en lugar de comprender y ni se les pasaba por la cabeza que ser actriz pudiera consistir en dedicarse al arte. Por otra parte vemos cómo es la relación entre los personajes (el dramaturgo Calderón, Raúl -el director jubilado-, Clara y el resto de los actores). Aquí queda claro no sólo que cada uno de ellos es un artista, sino que la actuación es un ARTE. Y que es un ARTE que implica un TRABAJO EN EQUIPO. Cada uno es en la medida que los otros lo hagan ser. Dicho de otro modo: si tu compañero de escena te mira, acciona, te habla y pretende modificarte y viceversa, tu personaje “existe”, los personajes “existen”, “pasa algo”, los actores se vuelven necesarios, y el público estará interesado en lo que ve. El teatro, la actuación es un HECHO COLECTIVO, no un ámbito de “divos” o de superficialidad. Esto que se ve en Clara y sus compañeros es muy realista, a pesar de que no sea “la idea” que tenemos de la actuación (lamentablemente, suele predominar el prejuicio como el de la abuela de Clara y los demás que, después de muerta, calumniaban a Claret…)
Otra cosa que se percibe es que Clara y sus compañeros, al querer homenajear a su madre y al querer ser “cobija con orejas”, hicieron realidad la frase de un personaje que aparece mencionado en mi relato “Una larga noche” (que debió haber sido publicado en el MUE N° 64, pero por un inconveniente está en el primer comentario de “La vidente”, del MUE N° 65). Ese personaje es mencionado por una de las protagonistas (Marianne), que refiere a Konstantin, un maestro ruso de teatro. Konstantin es Stanislavski, el creador de lo que se conoció como el “método”, y él tenía una frase muy interesante: “Ama el arte que hay en ti, y no a ti mismo en el arte”. Esta es la frase que Clara y sus compañeros hacen realidad. A ellos no les importa figurar, les importa que el arte se haga presente en ellos. El ser “cobija con orejas” para los demás, consiste, en parte, en esto.
Por eso creo que, más allá de lo personal y emocional de los personajes, el TEMA que se esconde detrás de la trama y está magistralmente tratado es EL ARTE. Se trata de la actuación, pero puede ser extendido a cualquier forma de arte.
Cuando Clara comprende qué significa “¿Quieres ser mi cobija con orejas?” se responde: “La cobija, cálida, reconfortante, simboliza un abrazo, y las orejas, la escucha atenta. Además, una petición humanitaria que, perdure más allá de la muerte e inmortalizar esa búsqueda de afecto en un mundo falto de empatía”.
En eso consiste el ARTE. En el ENCUENTRO, en el ser un nosotros, un ser para los otros y con los otros, conectarnos de inmediato en lo emocional y mediatamente en lo intelectual, contemplarnos a nosotros, para vivir y para, aunque sea en un instante, trascender. Cobijarnos ante el sufrimiento y la muerte y tener oídos para escucharnos unos a otros y para oír lo que resuena dentro nuestro. Para escuchar el mensaje, para captar la subjetividad del otro, para oír aquello eterno que resuena dentro nuestro y compartirlo.
Como dice una frase que recuerdo (y que he intentado rastrear su origen, y parece que sería atribuida a Nietzsche): “Tenemos el arte para defendernos de la muerte”.
Esto es la “cobija con orejas”: lo que nos defiende de la muerte y nos escucha como humanidad para que podamos vivir como personas y en comunidad.
Brillante, emotivo y profundísimo contenido. Con este núcleo, cualquier inconveniente formal será superado con tu reflexión y con las mejoras que decidas introducir. Pero la historia que contaste y que brillará más con las mejoras que introduzcas, no puede fallar porque habla de algo que resuena en cada uno de nosotros y de aquello que hace que nuestra vida sea propiamente humana: el ARTE.
Por último me referiré a lo que a nivel contenido podría ser susceptible si no de mejora, cuanto menos de reexamen.
Entiendo que el hecho de tener que recortar tantas palabras te haya hecho recurrir a ciertas elipsis más grandes de las que hubieras querido o bien a realizar cortes o saltos más abruptos. Sin embargo, para el caso en que reelabores el relato te sugeriría que te detengas a reflexionar sobre algunas transiciones y conexiones causales, porque si bien la construcción de la trama es sólida y todo lo principal no es azaroso sino causal (como he precisado al tratar del elemento formal intriga), hay algunas cosas que se perciben como un tanto forzadas o con una conexión causal débil o por lo menos, no necesaria y tan sólo eventual. El ejemplo más claro es cómo aparecen en el cementerio primero los jóvenes y después los viejos. La pregunta que surge es ¿por qué tanta gente va a esa tumba casi al mismo momento y justo cuando Clara está ahí? Sugiero darle una “vuelta de tuerca” a cosas como esa para que no parezca que hay casualidades. Salvo que quieras mostrar que “es asunto del destino” o que una “fuerza invisible” opera, habría que contextualizar un poco más (a título de ejemplo, pienso en que por x razón la lápida fuese una atracción turística y hubiese un guía, o que son personas que están visitando otras tumbas, o bien atraviesan el cementerio -vgr. porque los árboles les dan sombra o los protegen del frío, según qué época del año fuera-). Pero aún en el caso de la “fuerza invisible” o la obra “del destino” hasta eso debiera explicitarse. Y de recurrir a algo así habría que tener cuidado (ej. destino, fuerza invisible, etc.) porque podría implicar la reformulación del contenido o el reencuadre del o de los géneros en los que se mueve el relato. Lo mismo puede decirse de otro momento clave: ¿cómo Clara llega a poseer los zapatos de su madre? ¿Quién y cuándo se los dio? ¿Cómo los encontró? Esto es importante, dado que de lo que el narrador nos cuenta parecería que Gertrudis “borró” a Claret de la vida de Clara (y no podría ser de otro modo porque si no tendríamos una incoherencia argumental grave: no habría razón para que la lápida no tuviera nombre y para que tratara de alejar a su nieta de esa tumba ni para responder cortante y con evasivas).
3.- COMENTARIO PERSONAL:
Tu relato me ha gustado mucho porque me parece profundo y emotivo, el contenido es muy rico y muchos elementos formales se encuentran muy bien trabajados, en una virtuosa simbiosis con el contenido.
En cuanto a las áreas susceptibles de mejora tanto en lo formal como en lo sustancial, es seguro que el resultado final fue consecuencia de la “poda” y de, quizás, haber llegado a enviar el relato sobre el filo del vencimiento (porque ese trabajo de recorte lleva también mucho tiempo).
Tal como pude comprobarlo yo mismo cuando apliqué los criterios que expuse en las áreas susceptibles de mejora (en lo relativo a la forma) me excedí de las 750 palabras. Esto es un indicador de que, probablmente, tu historia requiera un espacio mayor. Por ello te invito a que la reelabores sin tener presente este límite pero sin dejar de usar lo mejor que nos impone este límite: el cuidado en la redacción y la economía de palabras, que nos conduce a buscar siempre la expresión óptima.
Otro punto sobre el que te invito a reflexionar es si querés seguir manteniendo la decisión narrativa de contar la historia en presente. Es una apuesta de alto riesgo pero puede tener su justificación. Como contrapartida, narrar en pasado sería tal vez (remarco “tal vez”) más conveniente para esta historia. Como sea, la decisión es tuya y ni una ni otra alternativa son erróneas ni están mal: todo depende de TU decisión en tanto y en cuanto esté justificada y utilices elementos de forma y contenido que sean coherentes con esa decisión y con esa justificación.
Tenés entre manos una historia muy linda y atractiva que el lector disfruta y le dejás mucho para emocionarse y para pensar. Te animo a que con los aportes que te hemos hecho los compañeros y en base a tu reflexión y trabajo personal la expandas hasta el ámbito que sientas más apropiado para ella (que claramente excederá de las 750 palabras) y en base a ese reexamen la hagas brillar más todavía.
Felicitaciones por tu trabajo. Espero que hayas disfrutado al concebir y escribir la historia como nosotros al leer y comentar.
Saludos y nos seguimos leyendo.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
31/01/2025 a las 00:28
Hola, Dante, primero gracias por tu tiempo, que además de leer el relato lo has “desmenuzado” para brindarme este análisis que mucho me ayuda a entender, aprender y avanzar en la escritura. Así como agradezco los conceptos sobre la lectura, que me hace notar se entiende más allá, el mensaje que quise dar.
Por ser la vuelta al taller, puse mucho en él; al redactarlo, con cada idea y corrección que iban surgiendo, me emocioné mucho. Y al leer este análisis, lo que te proyecta me emociona aún más.
Sobre el título, generalmente me gusta poner algo que invite a abrir (entre tantos títulos) y leer el relato. Si en algún momento me buscas en relatos de la primera parte del taller, leerás que he tratado de ponerlos sugerentes, misteriosos; hubo uno: “Infiel con guante virtual” (está en uno de los libros de literautas) que, en páginas donde se puede ver el número de lectores que visitan, contaba con muchas.
Lo mismo procuro con el primer párrafo: dejarlo como una incógnita para que el lector tenga esa gana de seguir leyendo para ver qué pasa, por lo que a mí me sucede que, si leo el principio de algún escrito y no me atrapa, difícilmente continúo.
De los 15 días que nos dan para escribir, los primeros 5 días voy dándole forma a la idea; luego trato de ordenar cronológicamente, cuento palabras y comienzo a recortar. Consulto mucho Google por sinónimos, así no repito palabras. Me convierto en el personaje principal y, por ello, cuando no estoy escribiendo, sigo en la trama; pienso en que debo unir esto con lo otro, develar de tal manera ese asunto y lo aplico cuando vuelvo a estar frente a la historia. Ya van como 5 días más. Sigo recortando, ya que al corregir me vuelve a aumentar el relato y así hasta el día 14 que pongo de límite para entregarlo.
Personajes: Es la primera vez que me queda claro quién es el antagonista, que puede ser al principio una persona dulce, buena y luego, en el transcurso del relato, va dejando ver su verdadero yo. En este relato, Gertrudis, influida por la época en la que se desarrolla la corta vida de su hija, cree estar haciendo lo correcto, pero como dices, es un “monstruo”, que hasta se llevó el secreto a la tumba.
Los personajes principales, los “meta”, los ayudantes de antagonista, por lo que en este escrito tengo varios ejemplos.
Trato de poner nombres de acuerdo a la época, por ello Gertrudis. Con respecto a Claret, por ser actriz quise ponerle nombre artístico derivado de Clara, como realmente se llamaba, y luego el mismo nombre le pone la abuela a la nieta, en ese extraño sentir de culpa que lleva dentro.
Pistola de Chejov: sí, ya lo había leído, que si se pone un clavo al principio del relato, al final hay que saber para qué era ese clavo, no dejar nada suelto. En este relato, esa pistola de Chejov, consciente de ello se la adjudiqué a “Noviembre”; lo menciono al principio, más adelante y al final.
Lo de mostrar y no contar: también trato de aplicarlo, pero sí que es difícil encontrar la forma de, con pocas palabras, mostrar sin contar 🙂
La coherencia de los tiempos verbales: este punto se me ha señalado desde la primera parte del taller, me indican cambio de uno al otro a veces en el mismo párrafo, y leo, no encuentro. Voy a leer bien lo que me anotas, a ver si lo logro. Entiendo que si el narrador habla en presente, siempre que él hable en todo el relato, va en presente. Y los personajes sí pueden hablar en presente, pasado y futuro, dependiendo del momento. ¿Es así?
Guiones largos de diálogos: También con ellos tengo algunas dudas, pero como no anotaste nada de ellos, a excepción que las respuesta deben ir en renglón aparte, he de suponer que aquí los coloqué bien.
Sobre la regla de tres: no sé dónde leí que en un relato corto no se debe de usar más de 3 veces alguna palabra, como abuela, que cambio por abue, Clarita, Clara y Claret. Si me confunde, ¿cuántas veces puedo usar la conjunción “que” y otras palabras de ese tipo? No encuentro información.
La coma criminal, también he leído sobre ella; debo tener más cuidado en distinguirla entre sujeto y verbo.
Cabos sueltos: Se queda sin saber qué le pasó a Claret cuando sale del pueblo y, además, porque queda embarazada. ¿De quién? ¿Qué pasó con ese novio?
¿Y los zapatos, cómo llegan a Clarita? ¿Los encuentra de niña o luego de que muere su abuela? Pero alguien tuvo que decirle que eran de su madre, ¿quién y cómo?
Guion va sin tilde: Desde la ortografía del 2010 vuelve a escribirse sin acento, ya que se consideró como una anomalía del sistema ortográfico, debido a que la tilde de guion solo se justificaba al entenderse que la pronunciación en dos sílabas la convertía en una palabra. No se tilda por ser un monosílabo.
Gracias de nuevo, Dante, he aprendido un montón con el análisis a mi relato, ya que no es lo mismo leer tanta información en la web y en esta página explicando cómo hacerlo, que luego no se sabe si se aplica bien, hasta que un conocedor del tema nos califique. 🙂
Nos seguimos leyendo!
Dante
31/01/2025 a las 06:44
¡Hola Yoli!
Qué bueno que podamos tener intercambios como este. La verdad disfruto mucho de esto, ya que aquí es donde podemos reflexionar y aprender mutuamente.
A esto me refería en el post general de recopilación de relatos del MUE N° 66 que sería bueno ir y venir sobre relatos y comentarios o posts de Literautas incluso más allá de la fecha próxima a cada uno de ellos.
Como vi que planteaste algunas preguntas o dejaste abierto el intercambio, me referiré a cada uno de los ítems que tocaste:
1.- SOBRE EL TÍTULO:
Comparto totalmente lo que decís del título y reconozco que muchas veces me cuesta dar con “ESE” título justo. Si dominás esto, alegrate porque contás con una gran virtud.
Lo que decís es FUNDAMENTAL: tanto el título como el primer párrafo son fundamentales y sobre todo en la narrativa breve. Si con ellos no atraés al lector, olvidate: ya no lo lograrás más. Lo confirma tu propia experiencia personal que si leés el principio de un escrito y no te atrapa casi seguro que no continuás.
Por lo tanto, me parece muy bien que pongas tanto acento en esto. En lo personal siempre dudo acerca de cuál es la mejor manera de abrir y supongo que a la mayoría -si no a todos- les pasará lo mismo y si no me equivoco es posible que este sea uno de los mayores miedos por los que la página sigue en blanco tantas veces y no se rompe el bloqueo del escritor. Por supuesto que se puede seguir escribiendo y retocar una y otra vez el inicio, pero siempre es tan difícil como importante dar con uno que concite la atención del lector.
Gracias por compartirme tu experiencia como escritora. Siempre es interesante saber lo que hacen los compañeros y cómo.
2.- PERSONAJES:
La cuestión de los personajes y su rol en la historia reviste importancia fundamental pero dista de ser lineal y sencilla. Te recomiendo que leas los post de Literautas al respecto (si es que no lo hiciste ya) donde, entre otras cosas, se señala que esos roles pueden estar mezclados o incluso pueden variar durante la historia (lo que tampoco sería extraño, esto lo agrego yo con una humilde opinión, porque los personajes deben tener un arco dramático y esto puede modificar también el rol que juegan o puede agregarse algún otro).
Con respecto a la posibilidad de que los roles puedan no ser “puros”, y aún concediendo que se trata de un experimento que estoy haciendo, en los tres relatos encadenados que he publicado (“Una larga noche” -debió estar en el MUE N° 64 pero por un inconveniente lo publiqué como comentario en el 65-, “La vidente” -MUE N° 65 y “Un as en la manga” -MUE N° 66-) que son como capítulos de una novela (en miniatura, ya que es como un bosquejo), utilicé dos protagonistas. Pero estas protagonistas tienen un “aditamento” cada una: Emma es protagonista y narradora y Marianne es protagonista y mentora.
¿Por qué te refiero a la teoría y al ejemplo práctico de mis relatos? Porque no siempre es tan sencillo delinear exactamente y de manera pura al rol del personaje. Lo importante es que juegue uno o más roles y que seamos conscientes de esto.
También es posible que los roles de cada personaje se “fijen” en función de los de otros. Esto sucederá sobre todo si la narrativa es coral (aquellas historias donde hay muchos protagonistas y muchos puntos de vista): cada protagonista puede ser antagonista de los otros, y correlativamente, los ayudantes de un protagonista serán -desde el punto de vista de los demás, y del lector cuando empalme con esa óptica- ayudantes del antagonista.
Esto que te digo se ve incluso cuando son pocos personajes: en las obras teatrales de dos personajes, conocidas con la expresión inglesa “two hander”, cada personaje es protagonista y respectivamente antagonista del otro (salvo que claramente uno sea protagonista y el otro antagonista; pero cuando se quiera mostrar una “lucha pareja”, lo más probable es este “juego de espejos” A protagonista B antagonista/B protagonista A antagonista).
En definitiva: el conflicto surge cuando un personaje quiere x o desea x y otro personaje se interpone en el camino sea porque quiere o desea lo mismo, sea porque su finalidad es impedir que el otro satisfaga su deseo o cumpla su objetivo. Esto también sirve para caracterizar a protagonistas y antagonistas.
Esta reflexión la hago para que no te sientas mal si creés que el antagonista no era tan claro en otros relatos tuyos. Pudo suceder también que el conflicto principal o quizás el único era un conflicto intrapersonal, del personaje consigo mismo, donde el antagonista radica en su propio interior. O bien, que fuera una fuerza de la naturaleza, caso en el que si no se la conceptúa o muestra como personaje, será lo que “frene” o ponga obstáculos al protagonista sin ser un antagonista (entendido como “personaje antagonista”). Será una fuerza antagónica pero no personaje antagonista, salvo que se lo muestre como tal.
No obstante todo lo anterior, que lo comento por si te fuera de alguna utilidad, me alegro de que esta vez te haya quedado claro quién es la antagonista.
Lo que decís de Gertrudis es muy interesante: cree estar haciendo lo correcto, pero hace un daño terrible y hasta se lleva secretos a la tumba. En gran medida en esto consiste crear un BUEN antagonista, es decir un personaje cualitativamente sólido que pueda colocar obstáculos importantes al protagonista, generar conflicto y, por ende, mover la historia. Porque si el protagonista no vive conflictos y todo está super bien, no hay historia y lo único que veremos será una foto dudosamente atractiva, o lo será con suerte al inicio y después quedaremos sumidos en el aburrimiento y la apatía. Pero cuando hay un antagonista que tiene sus cosas buenas o su punto de vista atendible o no pero legítimo dentro de su sistema de creencias, cuando es así contradictorio y tiene motivación y vida propia, es dable esperar acciones y reacciones que pongan en aprieto al protagonista y nos preguntemos: ¿qué está pasando? ¿Qué sigue después?
Trato de poner nombres de acuerdo a la época, por ello Gertrudis. Con respecto a Claret, por ser actriz quise ponerle nombre artístico derivado de Clara, como realmente se llamaba, y luego el mismo nombre le pone la abuela a la nieta, en ese extraño sentir de culpa que lleva dentro.
Gracias por compartirme el tema de los nombres de los personajes. Lo que decís es correcto: ningún nombre tiene que ser casual. Está muy bien haber buscado un nombre para la época en el caso de Gertrudis como también lo está el detalle de Claret como nombre artístico.
Con respecto a Gertrudis hasta llegué a pensar en la madre de Hamlet, pero como no llegué a ver la analogía completa, no comenté nada al respecto. Claret me sonaba raro y no lograba advertir por qué. Pero a la vez me sonaba parecido a Clara. Por lo que tiene completo sentido lo que decís y está genial: sirve para redondear a Gertrudis, ya que en ese nombre otra vez asoma la culpa y la “mala” no es una “mala de cartón” sino un personaje negativo sí, pero lleno de humanidad.
Como dije: ningún nombre debe ponerse al azar. Pueden tener que ver contextos históricos, significados metafóricos, lugar donde nació el personaje, vínculos con otros personajes, etc. Lo que sea, pero siempre tiene que haber una razón porque lo demanda el cuidado que como escritores debemos a los personajes. Si no tenemos cuidado con sus nombres, ¿qué podrá ser verosímil de todo lo demás que hagamos para crearlos?
3.- LA PISTOLA DE CHEJOV:
Este consejo (que Chejov formulaba como un imperativo) lo seguiste muy bien. Utilizar a noviembre como “pistola” o “clavo” fue un gran acierto.
4.- MOSTRAR EN VEZ DE CONTAR:
Más allá de que en Literautas el límite es muy pequeño (750 palabras), SIEMPRE es difícil mostrar en vez de contar. No importa si usamos pocas o muchas palabras para eso, la dificultad siempre está.
También es muy difícil saber si estamos mostrando, si lo estamos haciendo bien, si se puede hacer mejor, y si conviene mostrar o contar o cuándo una cosa y cuándo la otra.
Como guía general, podríamos decir que la atmósfera, la ambientación, algunas descripciones, la manera en que construimos los diálogos y a veces la puntuación, pueden mostrar en lugar de contar. A veces podemos hacerlo con una sola palabra o alterando su grafía.
No estoy seguro de si lo logré, pero en el relato del MUE N° 66 (“Un as en la manga”), la narradora en un momento está distraída. ¿Cómo lo muestro? Un personaje, de quién se dice que “retomó” (o sea volvió a su discurso principal) pregunta su nombre. Luego viene su pensamiento interno («¡Qué vergüenza, Emma! ¡Concentrate!», me reprendí.). Y su respuesta: “S-sí, cuénteme”. Aquí podría haber utilizado la palabra “estaba distraída”. O un largo párrafo diciendo qué distraída estaba y por qué. Pero una sola palabra “S-sí”, o bien todo lo anterior, y ni que decir el contexto, terminan mostrando su distracción y el por qué de la misma.
Quizás se hizo más largo que contar que el personaje estaba distraído. Pero mostrarlo fue más efectivo para lo que quería contar, porque se trataba de un momento clave en la vida de ese personaje y en la historia. Cuando son momentos clave para el personaje y/o la trama, suele ser aconsejable mostrar en lugar de contar.
Creo que hay una palabra que usaste que es la clave en esto: el EQUILIBRIO. Suena fácil pero es difícil de ejecutar.
Si tenés está dificultad, no estás sola. Creo que en mayor o menor medida todos la compartimos, y hasta es posible que aún en un grado mínimo hasta de vez en cuando le ocurra incluso a los grandes maestros (dado que siempre en mayor o menor medida habrá reescritura).
5.- LA COHERENCIA DE LOS TIEMPOS VERBALES:
Cuando venimos escribiendo es posible que con el impulso se nos pase esta cuestión. Si bien debería surgir de la revisión, no es extraño que no sea sencillo detectarlo a primera vista. Por eso es bueno el consejo que se da -aunque con carácter general- muchas veces (creo que Iria lo ha brindado también en algún post) de dejar “reposar” el texto por un tiempo. Esto tiene un sentido: cuando nuestra atención se ha fijado durante mucho tiempo es posible que “no veamos ni lo que está frente a nuestros ojos”. Pero cuando el foco de atención cambió y luego retomamos la tarea, lo que antes no advertíamos de pronto se puede tornar evidente.
Con respecto a tu pregunta, la voy a transcribir para poder responder a tu duda:
“Entiendo que si el narrador habla en presente, siempre que él hable en todo el relato, va en presente. Y los personajes sí pueden hablar en presente, pasado y futuro, dependiendo del momento. ¿Es así?”
Primera cuestión: SÍ. Si el narrador narra en presente (como en tu relato), en todo el relato deberá seguir en presente. Lo mismo si narra en pasado.
Puede haber una excepción: si la historia comienza en el pasado o desde el presente va al pasado, o bien si en cualquiera de esas variantes luego vuelve al presente.
Esto no te lo recomiendo salvo que tengas MUY CLARO lo que querés contar de esa manera y POR QUÉ lo querés hacer así. No sólo es una “apuesta de alto riesgo” sino que debe estar justificada.
Yo he hecho esto creo que una sola vez. Quizás lo haga en alguna otra oportunidad, pero la verdad es que tendría que estar muy justificado porque puede salir mal.
Te mencioné mi relato del MUE N° 54 (“Los girasoles” -es el N° 132-) en el que el esquema es así: la protagonista es a su vez narradora. Comienza con una frase casi impersonal en presente: “Un día puede cambiar la vida de una persona para siempre”. De ahí salta al pasado, puesto que nos cuenta CUÁNDO cambió su vida. Rememora su infancia y el abandono de su padre, dice que lo buscó (nos cuenta a nosotros pero le habla a él, que todavía no está presente). Después se hace preguntas a sí misma y se contesta, pero le habla en realidad al padre (las respuestas están en pasado). Lo que está haciendo es darse ánimos, “ensayando” para un encuentro. Y entonces ahora vuelve al presente: “De pronto, suena el reloj.” Se da cuenta de que se está quedando sin tiempo y que debe arreglarse. Por eso a partir de allí se narra en presente.
El desarrollo es fluido pero no fue sencillo estructurarlo. Estaba justificado porque esta historia debía contarse así: era la “previa” del encuentro de una hija con su padre después de años de abandono y vista desde la primera persona.
Fuera de casos excepcionales como este u otras historias que se te pudieran ocurrir a vos, a mí o a cualquier otra persona donde esa historia nos exija recurrir a esta clase de procedimientos, es mejor atenerse a la REGLA: SI EL NARRADOR EMPIEZA NARRANDO EN UN TIEMPO, TODA LA NARRACIÓN DEBE SEGUIR EN EL MISMO TIEMPO VERBAL CADA VEZ QUE HABLE EL NARRADOR O ACOTE EN DIÁLOGOS Y PENSAMIENTOS.
Segunda cuestión: SÍ. Los personajes pueden hablar con distintos tiempos verbales PERO PARTIENDO DESDE EL PRESENTE.
Esto sería más o menos la “regla”.
Pero vamos a aclararlo más.
Cuando el diálogo se representa como diálogo directo (es decir con guion largo o entre comillas), el tiempo “de partida” es presente.
Cuando el diálogo es indirecto, el tiempo verbal será, en general el mismo de la narración. Imaginemos a un narrador en primera persona (será más fácil para graficar la cuestión): “Hablé con Juan. Me dijo que no había visto a María y que eso le había extrañado, porque su turno no terminaba hasta las siete y media”.
Como ves en ese ejemplo el narrador narra en pasado y “resume” lo que le dijo el otro personaje.
Volvamos al diálogo directo: ¿por qué digo que el tiempo “de partida” es el presente?
Porque el diálogo directo entre personajes SE ASEMEJA AL DIÁLOGO ENTRE PERSONAS.
Si vos y yo estuviéramos hablando de cualquier tema, ¿qué ocurriría? Vamos a hablar en presente, porque estaríamos hablando EN ESTE momento. Pero en la charla puede que recordemos algo, entonces usaremos el pasado. Y puede que hagamos referencia también a algún evento futuro.
Ahora llevemos esto mismo a dos personajes que sean escritores.
Puede que primero se saluden y hablen de lo que sucede en ese momento (esto va en presente). Luego uno le cuenta al otro la idea que se le ocurrió (esto iría en pasado, porque la idea se le ocurrió en el pasado). Y finalmente hacen planes para encontrarse en un futuro o trabajar juntos (esto va en futuro).
Otro ejemplo: un personaje le pregunta a otro:
—¿Conoces a María? —preguntó Juan.
—Sí, la conozco —respondió Pedro.
—¿Cuándo la conociste? ¿Dónde? —inquirió Juan.
—La conocí en el verano del 2005, en Río de Janeiro. Ella estaba de vacaciones, yo trabajando —contestó Pedro.
—¡Genial! ¡Entonces podré contar contigo! —exclamó Juan.
—¿Qué puedo hacer por ti?
—Haré un fiestón de aquellos, al que por supuesto estás invitado. Le harás saber que estás invitado y le dirás que cada uno puede llevar a un par de amigos y la convencerás para que venga…
En este ejemplo, es claro que Juan y Pedro están en el mismo lugar (o incluso podrían estar chateando o hablando por teléfono). Lo que hay es simultaneidad en la interlocución. Por eso hablan en presente. El NARRADOR es quien acota en pasado, porque (suponemos para que el ejemplo sea más claro) narra en pasado.
El hecho de que Pedro conozca a María es algo que tiene efectos sobre el presente y la respuesta posible a la pregunta es binaria: sí o no. Por eso la pregunta y su respuesta van en presente.
Pero Juan quiere saber el origen de la situación, y entonces usa el pasado porque alguien conoce a otra persona desde un momento determinado el que, obviamente está en el pasado. Por eso usa el pretérito perfecto simple (“conociste”) que da idea de una acción ejecutada y terminada en el pasado.
La respuesta de Pedro es simétrica: contesta en pretérito perfecto simple, porque a la persona, obviamente, la conoció (primer contacto) una sola vez en el pasado.
Después de responder dónde la conoció, Pedro, de “motu proprio” agrega en qué circunstancias ello ocurrió. Y como acá se trata de una acción que continúa en el pasado (la de María, el estar de vacaciones), se conjuga en pretérito imperfecto. Como hay simultaneidad en la de Pedro -trabajar- va en gerundio (precedida de una coma que es una elipsis verbal: para no repetir estaba, dado que sería redundante).
Y en la línea final, Juan le expone su plan a Pedro: aunque no nos lo diga (y aquí hay un mostrar en lugar de contar) es claro que tiene un interés en María y quiere que su amigo lo ayude. Y ese plan ocurrirá en el futuro. Por eso la mayoría de los verbos están en futuro.
A esto me refería con que los personajes “parten del presente” pero pueden usar distintos tiempos verbales en la línea de diálogo sin que esto implique incoherencia de tiempos verbales.
Pero el narrador cuando acote deberá acotar en el mismo tiempo que narra (como en nuestro ejemplo, para resaltar más el presente como punto de partida de los diálogos, usamos el pasado, el narrador debió acotar como lo hizo: en pasado).
Espero haber aclarado tus dudas respecto de la coherencia de tiempos verbales del narrador y de los personajes en los diálogos.
6.- GUIONES LARGOS DE DIÁLOGOS:
No anoté nada de ellos porque la representación gráfica de diálogos y pensamientos la traté junto con la puntuación y la construcción de frases y te ofrecí las variantes, allí consigné los diálogos (un tanto reformulados).
Como esto llevaría un poco más de tiempo y de espacio, si te interesa en otro mensaje puedo “aislar” esta cuestión aparte, analizando cada línea de diálogo tal y como fue escrita, señalando qué inconveniente concreto hay en cada una.
Pero básicamente lo que tendrías que tener en cuenta es:
* No se pueden mezclar acotaciones entre sí, ni estas con respuestas, que deben ir en otro renglón.
* La acotación siempre se inicia con un verbo.
* Cuando la acotación inicia en un verbo dicendi (del habla), el verbo va en MINÚSCULA.
* Cuando la acotación inicia en un verbo NO dicendi, el verbo va en MAYÚSCULA (esto en general está bien en tu relato).
* En general, cuando se usa una acotación el signo de puntuación que corresponda (sea coma o punto) va DESPUÉS del guión de cierre. (Puede haber un ligero matiz que varíe esto según sea dicendi o no dicendi el verbo, por lo que te recomiendo ver los post de Literautas sobre representación gráfica de los diálogos.
* Los pensamientos se representan entre comillas (preferiblemente latinas) y después de haber cerrado las comillas se coloca una coma y la acotación “pensé/pensó”, “me dije/se dijo”, etc.
* Los pensamientos no deberían aparecer en la misma línea que un parlamento, aunque el que piense sea el mismo personaje que habla.
Te sugiero nuevamente leer los post de Literautas sobre representación gráfica de diálogos y pensamientos y tener presente este pequeño resumen. A la luz de ellos podrás analizar los diálogos.
No obstante ello, si te interesara que aplique los criterios a los diálogos tal y como fueron redactados, podría hacerlo. Pero por la extensión debería referirme sólo a esa cuestión y puede que lleve un poco más de tiempo porque hay varias líneas de diálogo en todo el relato y la cuestión de la representación gráfica debe ser analizada en cada una, detalladamente.
7.- SOBRE LA REGLA DE TRES:
No estoy seguro de que esta regla exista.
Por supuesto que lo ideal es no reiterar palabras y menos aún si están muy cerca entre sí.
Sin embargo, hay que tener cuidado: hay veces que es peor utilizar un sinónimo que quede “artificioso”. Por ejemplo: si estamos narrando una historia contemporánea y de tinte más bien informal, o si habla un personaje de cultura baja o media, o incluso alguien muy educado, hasta podríamos decir un científico con un posdoctorado pero que en definitiva no es un literato, por más que hayamos usado la palabra “camino” no convendría usar “derrotero”, ya que quedaría artificial o para el narrador, o para estos personajes (fijate que son muy disímiles entre sí, pero ninguno usaría esa palabra) y hasta te diría que podría comprometer la sonoridad del texto. No se ganaría nada con mostrarle al lector qué extenso vocabulario tenemos si puede que él o ella no comprendan la palabra (porque puede ser de un uso improbable) o si “rompe” con la armonía del texto. Salvo, claro está, que además de reemplazar una palabra para no reiterarla, también estemos usando una palabra “rara” que viene bien para ese narrador o para cierto personaje. En definitiva: todo es cuestión de equilibrio y de contexto.
Si la memoria no me falla, en uno de los post sobre representación gráfica de los diálogos creo que uno de los post de Literautas señalaba algo así como que cuando se hacen acotaciones con verbos dicendi a veces es mejor repetir (ejemplo “dijo”, “preguntó”, “respondió”, etc.) a usar sinónimos que pudieran confundir al lector.
No digo con esto que no deben usarse sinónimos. No. Si los sinónimos son adecuados es de buen gusto utilizarlos, ya que la reiteración de palabras debe evitarse siempre que sea posible y siempre que no deba ser obligatoria por intencional (ejemplo, un personaje que por x razón repite palabras).
Con respecto a lo que vos planteás, creo que hay distintos casos. Que Clarita diga “Abue” para no repetir abuela no está mal: es un apodo plausible en la boca de una nieta.
Más difícil es para el narrador, porque con setenta y algo de años, hay que ver si Gertrudis es o no anciana (todo depende de la idea de ancianidad que se tenga y de la época en que transcurre la historia: no es lo mismo tener más de 70 años en el siglo XXI y gozar de plena lucidez y salud que tenerlos en el Imperio Romano, por ejemplo). Pero usar sinónimos como “anciana”, “septuagenaria”, etc. nos dicen de la edad pero no mucho más de la persona, puesto que no quedan claras sus circunstancias. Que en realidad eran tres (nada que ver con la supuesta regla): abuela de Clarita, madre de Claret y de nombre Gertrudis.
No está mal como lo manejaste de decirle “Abue” y usar “anciana” y “septuagenaria” al principio, porque si ponías Gertrudis desde el vamos, después no causaba el efecto sorpresa en el nudo. Efecto que era necesario tanto para la protagonista como para el lector. Aquí tenemos un muy buen ejemplo de buen uso de los sinónimos.
Clarita, Clara y Claret puede estar cuantas veces sea necesario, sobre todo para las acotaciones de los diálogos. Por supuesto que se puede reemplazar por “niña”, “pequeña”, “chiquita”, “chica”, “mujer”, “actriz”, “artista”, etc., pero siempre debe quedar claro por sí o por el contexto a quién se refiere, quién actúa o reacciona, quién habla o quién piensa. Hay veces (y me ha pasado especialmente en mis últimos tres relatos, que los nombres en las acotaciones de los relatos a veces he tenido que ponerlos y no siempre es posible usar sinónimos. ¿Estoy del todo satisfecho? No. Pero si tengo que sacrificar la no reiteración por la claridad, pago el precio con gusto).
Lo de la conjunción “que” y otras palabras de ese tipo es un asunto más complicado. No sé si vas a encontrar la información de manera tan lineal. Quizás pueda aclararte el Diccionario Panhispánico de dudas o algo así.
Hay veces que en una enumeración el “que” se usa la primera vez y no las demás (utilizándose las palabras sin estar precedidas del que después de cada coma). Ahora bien, otras veces, o por claridad o por usos idiomáticos el “que” u otras conjunciones debe utilizarse inexcusablemente.
En esto creo que el norte siempre debe ser la CLARIDAD: el texto tiene que ser claro y accesible para el lector por más que el tema o la trama sean muy complejos y profundos. Y en caso de duda (no tanto de si hay que repetir el que u otra conjunción sino si corresponde consignarlos o no), tratar de averiguarlo en alguna fuente que pueda aclararnos la situación (se me ocurrió, a modo de ejemplo, el Diccionario Panhispánico de dudas, pero puede haber páginas, libros, artículos, etc. que puede que refieran a estas cuestiones).
Lo que sí creo que no deberíamos tomar como parámetro es una supuesta regla de tres.
Cuestión distinta es que, tal como me sugirió una vez Isolina (una compañera que participaba en la primera edición de Literautas y hacía comentarios muy atinados) que POR LA REDUCIDA EXTENSIÓN de 750 palabras como máximos, podría ser conveniente no usar más de tres adverbios terminados en mente. No creo que ese consejo, que me pareció prudente, tenga que ver con una regla de tres sino con una cuestión de proporcionalidad y sentido común. Ahora bien: si se usaron cuatro o cinco y era justificado o se necesitaba mayor economía de palabras para llegar al máximo, tampoco sería un “pecado mortal”. Pero si en un espacio tan limitado se usaran diez o veinte, ya sería otra cosa. Visto desde el lado de la proporcionalidad: supongamos que escribimos 700 palabras y usamos 20 adverbios de modo terminados en mente, ya sería casi el 3% del texto. Sería mucho. Y prácticamente en cada párrafo habría uno. A esto me refiero con la proporcionalidad y no a una supuesta regla de tres.
Antes que seguir esta regla de dudosa existencia, sugiero privilegiar la claridad, tener en cuenta la proporcionalidad y, en caso de duda, acudir a fuentes que pudieran aclararla o bien ponernos al tanto de alguna regla que desconocíamos o pasamos por alto.
8.- LA COMA CRIMINAL:
Es bueno que tengas en cuenta este tema. Yo ante la duda leo y releo la oración que escribí y vuelvo a buscar su definición y ejemplos, a fin de analizar la situación más concienzudamente. Sugiero siempre estar atentos a esta cuestión.
9.- CABOS SUELTOS:
Comparto totalmente lo de estos cabos sueltos. Entiendo que tuvo que ver con el recorte.
Tal vez lo que se podría haber hecho sería dividir la historia en dos relatos, pero puede suceder que la próxima consigna no se corresponda con la idea que tenías en mente.
La otra es expandirlo más allá de los límites de Literautas, lo que sobre todo es recomendable en este caso porque queda claro que la historia original ya excedía ese límite.
Es importante distinguir lo que es una elipsis intencional del narrador (que puede estar presente hasta en una novela de miles de páginas) de los “cabos sueltos”. Hay cosas que puden no decirse, no contarse, ni tampoco mostrarse. Pero que el lector puede inferirlas.
Lo que no pueden existir son “cabos sueltos”, a no ser que se dejen como preguntas que serán respondidas en una continuación de la historia. No obstante, al quedar planteadas explícita o implícitamente, quedará claro que no es un descuido y serán “semillas de la intriga” que servirán para concitar o mantener la atención del lector.
Como dije al analizar la forma de tu relato (el elemento intriga) la trama está perfectamente construida.
Sin embargo, por razones de extensión, quedaron esos “cabos sueltos” que marcás. No inciden en la columna vertebral de la trama que está perfectamente interrelacionada. Pero si en un marco más amplio (mayor a 750 palabras) subsistieran, sí debilitarían a la trama y a la historia. Por lo que pueden pasar dos cosas: o tenés claras las respuestas a esas preguntas y las incorporarás en la reelaboración del relato (que doy por hecho que tendrá lugar porque la historia original excedía las 750 palabras) o tendrás que reflexionar al respecto para “atar” los “cabos sueltos” y que frente al lector aparezcan anudados o él o ella tengan los elementos para anudarlos por sí mismos.
10.- LA PALABRA GUION Y EL TILDE:
Te agradezco por esta información. Lo he verificado y cuando busqué la palabra en el Diccionario de la RAE para ver si ocurría lo mismo que con “sólo” y “solo” (cuando reemplazan a “solamente”) cuya grafía es indistinta, en este caso me encontré que tal como me lo señalaste, “guion” va sin tilde.
Así que GRACIAS por indicarme esto. He aprendido algo importante, ya que es una palabra que usaré con frecuencia en los comentarios y tal vez, en otras ocasiones fuera de Literautas.
Por último, me alegro que mi comentario te haya sido útil.
Con respecto a lo que decís que no es lo mismo leer tanta información en la web o en la página y que luego no se sabe si se aplica bien, quisiera dejarte una reflexión. Es algo que empecé a pensar y me lo reforzaron tu exposición y tus planteos.
Me refiero a lo siguiente: la guía para comentar relatos de Literautas sirve en cuanto ordena distintos aspectos y por ende, el análisis.
Por lo que podríamos (¿deberíamos? O al menos, ¿nos convendría?) tenerla presente si no a la hora de escribir, sí a la hora de editar, recortar, ampliar, reescribir, corregir, etc.
Y aquí viene lo que he pensado: cada aspecto formal y también el contenido, o incluso el comentario personal que podría operar a modo de “balance” final, podría vincularse con distintos aspectos “teóricos”, de reglas lingüísticas, de convenciones (ej. de representación gráfica de los diálogos) o con aspectos del conocimiento en general o de la Literatura (por ejemplo, en el contenido pueden verse metáforas, símbolos, cuestiones semióticas, etc.). El reto estaría tanto al comentar relatos como al escribir (me refiero al proceso completo que va desde escribir hasta el corregir) RELACIONAR cada aspecto formal y también el contenido con esos conocimientos teóricos, de Lengua, de Literatura o incluso de otros áreas del conocimiento que podrían vincularse con cada uno de esos elementos.
De esta manera todo aquello que parece disperso en la web, en el blog o en los libros, sería más fácil de “bajar” a la práctica, de concretarlo y, quizás, tendríamos una probabilidad aceptable de estar, si no seguros, al menos confiados de estar aplicándolo bien.
Ha sido un gusto compartir estas reflexiones con vos. Quedo a la espera de si querés tratar aparte la cuestión de los diálogos.
Saludos y nos seguimos leyendo.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
31/01/2025 a las 23:13
¡Hola Dante!
En verdad aprecio mucho el tiempo que te has tomado en aclarar mis dudas; voy a leer y releer ya que te expresas muy claro y he podido comprender más.
Si quisieras anotarme algo más sobre los diálogos aquí, de si los guiones están bien aplicados 🙂
De lo que me comentas en esta segunda parte, me llamó la atención lo que me comentas de la palabra “solo”, te comento que no se tilda ni aunque reemplace a solamente. A no ser que presente ambigüedad en si es adverbio o adjetivo, pero de ser posible, nunca tildarla, ya que es palabra terminada en vocal. Me he ido a tu relato de la MUE 66, para leer lo que me indicas y encontré esa palabra tildada en el siguiente diálogo: —Para vos, sólo Marianne. Según la regla, no es necesario le pongas tilde.
Nuevamente gracias por tu tiempo, nos seguimos leyendo.
¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸
31/01/2025 a las 23:17
*en el segundo párrafo del comentario anterior, eliminar/cambiar algún comentas/comento por sinónimos 🙂