El autobús paró en la misma entrada de aquel camposanto. Cuando bajamos, tras cruzar la puerta la impresión fue enorme. Era un gran valle, todo verde, muy cuidado, del que sobresalían infinidad de cruces y lápidas de multitud de tipos. Era un paisaje hermoso, pero a la vez aterrador.
Situado a las afueras de un pequeño pueblo del norte de Alemania. Era una visita guiada casi obligada para la gente que hiciera turismo por la zona.
Había varias zonas, delimitadas por muros de piedra de poca altura que permitían ver al otro lado sin ningún problema. Estos estarían hechos desde hace muchísimos años seguramente para separar las tumbas por clases sociales, religiones, o cualquier cosa. Esto no se sabía a ciencia cierta.
No pudimos evitar acercarnos a otro grupo de gente que estaban rodando una película. Gran cantidad de bultos y aparatos para el rodaje ocupaban una parte de uno de las zonas.
Una famosa actriz parecía ser la protagonista de la escena. Estaba arrodillada delante de una de las tumbas, tapada por una gran losa de mármol. Pero algo llamó mi atención: en la lápida no había ningún nombre. Era muy extraño, aunque pensé que era parte del attrezzo de la película. Seguramente uno de los trucos del cine.
Seguimos con la visita y observé que parte de la gente del grupo estaba nerviosa por salir de allí.
Seguimos con el autobús para hacer otra visita, esta vez a una de las iglesias mas famosas de la zona. Entramos todo el grupo con el guía esperando que nos enseñara todos los secretos. Una leyenda local decía que había muchos misterios encerrados allí, así como también se creía que el espíritu de uno de los sacerdotes católico que murió allí asesinado, vagaba por entre los feligreses.
A mitad de la visita, tras contemplar algunas obras de arte, de aspecto un tanto extraño, tomamos asiento en las filas de bancos de la misma. Al sentarme me di cuenta que tenía los zapatos llenos de barro. Seguramente sería consecuencia de haber andado entre las lapidas en la visita anterior, aunque curiosamente, el terreno estaba seco. Al fijarme en alguno de los acompañantes de la excursión, observé que nadie llevaba sucios los zapatos. Me quedé preocupado.
De regreso al hotel, cansados de todo el día, cuando entre en la habitación, encima de la cama había un sobre con una nota que decía:
¿Te gusta hacer visitas a los cementerios? La lápida que viste sin nombre te está esperando.
Un escalofrío me recorrió la espalda de arriba abajo. ¿Qué significaba aquello? Ya no dormí en toda la noche esperando impaciente regresar al día siguiente a casa.