Literautas - Tu escuela de escritura

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Obsesión - por PepeR.

Web: https://entreunascuatroesquinas.blogspot.com/

En la lápida no había ningún nombre. Ese fue el inicio de todo lo que vino luego. O lo que ya estaba en marcha. Aunque mi extraña afición no me dejaba verlo. Y es que tengo un hobby un poco especial: me gusta visitar cementerios.

Pero no los típicos donde el reclamo esté supeditado a la tumba de algún famosete, músico o actriz de ensueño. No. Lo que a mí me gusta son los pequeños cementerios. Esos sí que son auténticos. Nada de parafernalia turística de por medio. Y cuanto más diminuto y perdido es el pueblo, mejor. Sus pasillos, sus replacetas, la tierra enegrecida y la serenidad que se respira… Parecerá un poco macabro, pero esa quietud despierta en mí un relax fuera de lo común.

Sin embargo, encontrarme una lápida sin nombre ha borrado de un plumazo todo ese sentimiento. Porque ni nombre, ni foto, ni siquiera una tímida línea panegírica. Tan solo un zapato viejo apoyado en un lateral de la misma.

El enterrador o funcionario que se encarga de su mantenimiento me dijo que es normal.

—Son pueblos pequeños, desdeñados, donde gente solitaria y olvidada languidece sin que nadie sepa ni su nombre. Seguro que cada pueblo tiene su lápida sin nombre.

Es un tipo bastante variopinto. Pelo y larga blanca, cojera perpetua y sempiterno puro en la boca. Trabaja de esto desde niño, pues lo heredó de su padre. De hecho, sus amigos le pusieron el mote de Caronte. Incluso a modo de broma me pidió unas moneditas para que me guiara en la ruta.

Aun así, y volviendo a lo de la lápida y la ausencia de nombre, aunque para él el tema no tuviera importancia, no pude concebirlo. ¿De veras que en cualquier cementerio habría más tumbas sin el aparo de un nombre al que dar cobijo?

Fue a partir de ahí donde mi extraña afición cobró una dimensión superior. Continué mi ritual de visitas, pero en este caso no buscaba el sosiego de su ambiente, sino la tumba sin nombre correspondiente que quitara sentido al lugar. Una dedicación que se convirtió en obsesión. Vagaba entre lápidas, inspeccionándolas, pero sin recrearme en los diseños, las fotos o las inscripciones… Solo buscaba la que asomara sin nombre.

Y, para mi sorpresa, al final la encontraba.

Aparecía casi siempre solitaria, algo desgastada, y sin nada que pudiera clarificar a quién tenía a recaudo. Y, como en la primera, un objeto cotidiano apoyado en ella. Como si estos hubieran pertenecido a la persona sin nombre e hicieran las veces de identificador en cuestión.

La obsesión fue tal que llegué a hacerme una especie de mapa, un croquis, con cada municipio donde hube estado y el lugar exacto en el cementerio adjuntando también el objeto señalizador. Mi vida giraba en torno a ese catálogo tan dispar y de otro mundo. En el fondo, era una dedicación bonita; hasta que me di cuenta de algo: el mapa producía un dibujo en espiral que tenía como epicentro el primer cementerio en el que encontré la anomalidad. Y eso, también era extraño.

Así que, con mis papeles de registro y catálogo, me he venido a ver a tal Caronte. Tiene razón y quiero compartir con esta persona tan puesta en el tema mis hallazgos. Además de señalarle que todo parece partir de su centro de ocio.

—Interesante —me dice, papeles en mano y puro en boca.

Estamos delante justo de la tumba sin nombre, la primera. El zapato sigue en el mismo lugar que cuando lo vi.

—¿Qué es lo interesante? —pregunto.

Él ríe, me da los papeles y se saca el puro de la boca. Unos dientes negros asoman sin amenaza, aunque sí un poco de dentera.

—Usted es lo interesante.

—¿Yo?

—Exacto.

Sacudo la cabeza en un miniespasmo. No entiendo. Él me mira y ríe. Menudo pestazo suelta.

—Es decir, no pensé que volvería a verlo, y ahora no solo ha vuelto, sino que me trae un estudio sobre gente olvidada.

—¿Gente olvidada? ¿Qué quiere decir?

Entonces me devuelve las hojas.

—¿Seguro que quiere saberlo? —dice.

Yo asiento. Él ríe y añade:

—Ya sabe que esto le va a costar un par de moneditas, ¿verdad?

¿En serio? No puedo creerlo. Bueno. La curiosidad gana. Así que rebusco en mis bolsillos. Casualmente, tengo un par de monedas. Las saco y se las doy.

—¿Y bien? —pregunto.

Él no contesta. Solo se guarda el dinero y acto seguido señala mis pies; a uno de ellos le falta un zapato.

Comentarios (21):

Mónica Bezom

18/11/2024 a las 18:22

Hola, Pepe.
He disfrutado la lectura de tu “obsesión” y me ha sorprendido gratamente el desenlace. Lo encuentro un texto de estilo resuelto y con la dosis de descripción contributiva justa para el hilo narrativo. No tengo observación alguna que formular. Me ha gustado el paralelismo a través de Caronte. Felicidades por un muy buen cuento.

Ulises Vidal

19/11/2024 a las 00:11

Aspecto formal
La lectura me resultó amena gracias a la adecuada elección de las palabras para contar la historia.
Asimismo, los diálogos se ajustan a la necesidad de caracterización de los personajes.
Es posible que haya sido un error de tipeo, ennegrecida se escribe con dos enes.
El contenido
Muy bien lograda la caracterización del enterrador y acertada la elección del nombre, Caronte, que anticipa un desenlace trágico que no lo fue, al contrario nos arranca una sonrisa. El cojo y maloliente sepulturero le señala al obsesivo visitante de cementerios que él podría ser uno de esos olvidados y solitarios de las lápidas sin nombre.
Comentario personal
Se trata de un cuento perfectamente estrucutrado. Desde el inicio captura la atención del lector y los mete de lleno en la trama que finaliza con un desenlace cómico.
Además, considero apropiada la elección de la primera persona del narrador protagonista, ya que nos cuenta su visión desde su punto de vista.
¡Felicitaciones! ¡Hasta la próxima!

Pepe

19/11/2024 a las 14:46

Mónica, muchas gracias por pasar y leer, me alegra mucho que te gustara.
Nos leemos y un fuerte abrazo

Pepe

19/11/2024 a las 15:00

Hola, Ulises, muy acertado todo lo que me cuentas, me alegra que te soltara una risilla, es un tema un poco inquietante, aunque un narrador en primera persona siempre da para mucho juego.
Muchas gracias por pasar, nos leemos y un abrazo.
En poder paso a leeros a los dos

Paola

20/11/2024 a las 13:31

Hola Pepe, cuánto tiempo!!!!!

Una trama curiosa y un final inesperado e impactante.

El tal Caronte cae bien pese a todos sus defectos.

Solo un apunte y no quisiera equivocarme, a ver q dicen los demás pero creo q “sacudo la cabeza en un miniespasmo” sería correcto en cualquier caso menos en el de un “narrador en primera” es como si el prota se viera a sí mismo.

Lo he disfrutado un montón.

Saludos

IreneR

20/11/2024 a las 15:53

Buenas, Pepe.

Me ha encantado tu relato. Lo he leído del tirón, deseando saber qué iba a ocurrir. El nombre de Caronte me ha parecido más que acertado.
Lo único, el final… Igual estoy espesa, y aunque me parece que hay algo escondido, no logro saber qué significa… No tiene zapato… Como en esa tumba… Me molesta no entenderlo, con lo bien que estaba escrito y la intriga que me ha creado.

Un saludo.

IreneR

Pepe

21/11/2024 a las 00:06

Hola, Paola, muchas gracias por pasar.

Evidentemente, el narrador en primera persona tiene esas cosas, que a veces se sale de la introspección y describe cosas, como que mueve la cabeza, o que tiene un espasmo, aunque narrando en presente también quedar algo artificioso, ¿No? ¿Es eso a lo que te refieres? Aun así, tomo nota.
Muchas gracias por pasar y un abrazo!

Pepe

21/11/2024 a las 00:10

Irene! Me alegro de leerte de nuevo, y me alegra que te haya gustado.
En cuanto a lo que preguntas, te pongo lo que sale en un fragmento en el relato: “Y, como en la primera, un objeto cotidiano apoyado en ella. Como si estos hubieran pertenecido a la persona sin nombre e hicieran las veces de identificador en cuestión.”, es decir, si le falta un zapato, y hay un elemento que hace las veces de identificador, pues el zapato es suyo, además, ni se había dado cuenta en todo el relato, porque hasta que pague a Caronte y este no se lo lleve no sabe dónde está.
Un abrazo!

Amilcar Barça

21/11/2024 a las 23:17

Ay Pepe, así no se puede hacer nada.

Te recuerdo de la anterior etapa porque tuve la impresión, ahora confirmada, de que el/los relatos se te quedaban pequeños y aprovechabas los comentarios en los ajenos para dar rienda suelta a tu imaginación. Espero que no quedo yo tras de ti en próximas convocatorias para que no me eclipses el relato.

Y dicho esto, saludos.

Ryan Infield Ralkins

22/11/2024 a las 02:47

Saludos Pepe

Acabando de leer tu cuento y lo que explicas en uno de tus comentarios sobre como el protagonista descubrió su tumba, me parece genial. Extraña su obsesión, muy fuera de lo común pero eso lo hace mas interesante aún.
En el párrafo que describes a Caronte, dices pelo y larga blanca. Asumo que es barba. De todos modos, un pequeño error de dedo que fue lo único que percibí.
Tremendo relato, mis felicitaciones.
¡Nos leemos¡

Paola

22/11/2024 a las 09:43

Sí, Pepe, me refiero a q, en un diálogo suena raro ese muevo la cabeza… Si se tratara de un párrafo narrativo sería otra cosa.

Patricia Redondo

23/11/2024 a las 18:32

Que bueno Pepe! Un relato redondo en todo el sentido de la palabra. Atrapa de inicio, te lleva por esos cementerios De Dios y te deja con la verdad delante y con cara de bobo por no haber sabido reconocerla antes. Que más puedo decir? Que me ha encantado. Felicitaciones.
Estoy en el 74 por si te apetece pasarte
Nos leemos!

Vespasiano

23/11/2024 a las 23:46

Buenas noches, Pepe:
Gracias por tus comentarios vertidos en mi historia:
La conclusión que extraigo del tuyo, no sé si acertada, es que el pobre hombre lo que estaba buscando era su propia tumba.
Además de eso debo añadir que lo escrito me ha gustado e inquietado, pués no sé si habrá muchos difuntos por ahí queriendo saber quien es y de donde se ha escapado-
Felicidades y espero seguir leyéndonos-

Vespasiano

23/11/2024 a las 23:46

Buenas noches, Pepe:
Gracias por tus comentarios vertidos en mi historia:
La conclusión que extraigo del tuyo, no sé si acertada, es que el pobre hombre lo que estaba buscando era su propia tumba.
Además de eso debo añadir que lo escrito me ha gustado e inquietado, pués no sé si habrá muchos difuntos por ahí queriendo saber quien es y de donde se ha escapado-
Felicidades y espero seguir leyéndonos-

Wiccan

25/11/2024 a las 17:03

Buenas Pepe,
Me ha parecido un muy buen relato de intriga, estás todo el tiempo intentando averiguar que es lo que está pasando y porqué ocurre todo eso. Y de un relato que podría parecer una afición extraña pasas directamente a un desenlace sobrenatural, en concreto me gusta mucho como caracterizas a Caronte, ese viejo que encaja tan bien en un cementerio rural pero que transformado en su contraparte sobrenatural sigue encajando perfectamente. Por tanto en cuanto a idea y trama un acierto total.
En tema forma el relato en primera persona está muy bien pero me descuadra un poco al estar contando cosas en diferentes momentos temporales, en mi caso en concreto se me hizo raro en varios momentos, por ejemplo en “tiene razón y quiero compartir” mi mente me pedía un “tenía razón y quería compartir” ya que eso había pasado antes de ese momento en el que lo piensa. Lo tuve que leer tres veces para ver que al ser primera persona podía estar escrito así pero aún así me suena extraño.
Por otro lado hubo varios errores que supongo que fueron de tecleo, por ejemplo en “sin el aparo de un nombre al que dar cobijo” que entiendo que sería sin el amparo, o en “me he venido a ver a tal Caronte” que sería me he venido a ver al tal Caronte.
Por lo demás, un relato entretenido, curioso, bien contado, una gran caracterización de ese personaje y con un momento final sorprendente e interesante. Muchas gracias por compartirlo.
Nos leemos.

Amilcar Barça

25/11/2024 a las 23:47

Hola Pepe muy amable tu comentario. Pásate por el mío otra vez, te he dejado un guión. ¿Sabes? He pasado años en tu tierra. También recuerdo aquello “debajo de la cama tiene la mano María”. salu2

Pepe

26/11/2024 a las 22:49

Ja, ja, ja, Amilcar, eres un pillín de dos rombos, aunque no hay que quitar la última palabra, sino juntarla a la penúltima.
Un abrazo!

Pepe

26/11/2024 a las 22:51

Ryan, Patricia, Vespasiano muchas gracias por vuestra visita y por tan amables palabras. Es una gozara escribir así.
Wiccam, gracias por el aporte, le daré un vistazo.
Un fuerte abrazo a todos.

Jose Luis

27/11/2024 a las 19:38

Hola Pepe
Reconozco que vi venir el final, y opino que hay pasajes que quizá ralentizan la trama y el desarrollo. Pero también te confieso que tu cuento, en suma, me ha gustado.
Un saludo

Pilar (Marazul)

28/11/2024 a las 20:40

Hola Pepe, me ha encantado tu relato. Lo que más me ha llamado la atención es la forma en que lo cuentas, así como en una conversación normal, sin florituras y con mucha naturalidad y soltura. Es un estilo que me gusta. Y la historia tiene mucho de original y misterioso.
Te seguiré leyendo

Pepe

29/11/2024 a las 11:01

Muchas gracias, José luís, por pasar y leer y dejar tus impresiones, que por cierto, si me señalaras qué pasajes son los que se ralentizan mi gratitud sería mayor.

Marazul, muchas gracias por tus amables palabras, ya pasé por tu relato, me encantó.

Un abrazo a ambos

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