Literautas - Tu escuela de escritura

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¿Quién puede soportar una verdad? - por MIGUEL CASTELLÓR.

El alcohol me abrasa el estómago, pero no más que este maldito papel en mi bolsillo. Desde que recibí los resultados, la bebida ha sido mi única compañera. Cuando te sientes perdido, cuando todo lo que te rodea se evapora de un plumazo, ¿dónde te refugias? Soy consciente de que me estoy engañando, que tarde o temprano tendré que hacerle frente, pero la verdad, en estos momentos, no tengo valor. Ni siquiera con cinco copas encima me atrevo a dar el paso.
Llego a casa de aquella manera. Pongo un pie en lo que antes era mi santuario, donde se desarrollaba mi vida, y me hundo. Las risas me parecen puñales, las pequeñas confidencias me duelen. Me siento un extraño sentado a la mesa. Esperando que mi mujer me sirva la cena, mientras mis hijos. ¡Ay, mis tres hijos! Se me escapa una sonrisa irónica.
—¿De qué te ríes, cariño? —me pregunta mi esposa con esa cara de ángel aderezada con una sonrisa.
—Nada. He recordado algo que pasó esta tarde en el trabajo —yo también sonrío. Yo también miento. Aunque ella es toda una profesional, es una verdadera actriz.
Llevo días sin aparecer por la oficina. El bar se ha convertido en mi hogar y la musiquilla de las máquinas tragaperras en la banda sonora de mi existencia. Mi vida, mi orden, se han desbaratado. Conocer la verdad me mata. ¡Ojalá ya estuviera muerto! Quiero ser solo alimento para los gusanos bajo una pesada y fría lápida. Y que mi sepultura fuera como la que vi en el cementerio del pueblo de mi madre. Una sepultura mugrienta, apartada del resto, y en la que en la lápida no había ningún nombre. Quiero desaparecer de este mundo y deseo con todas mis fuerzas que nadie me encuentre en el infierno.
En algún momento de sobriedad, mi mente me tortura y me obliga a sopesar qué pensarán ellos, los otros, los vecinos, los extraños, cuando se enteren de la verdad. Verdad, que solo yo conozco y que me está matando. ¿Qué hago? La vergüenza me hace más daño que el alcohol.
Durante la cena la familia se reúne: mi mujer, mis tres hijos y yo. Llevamos juntos veinte años. ¿Qué importa el tiempo pasado? Unas letras negras, sobre un papel en blanco, borran en un instante una vida entera. Sentado a la mesa del comedor, presencio la escena, las bromas de mis… de esos chavales, la mirada cómplice de mi mujer, no digo nada. Yo soy Jesucristo en la última cena. ¿De verdad será la última?
En mi rostro se dibuja un gesto risueño, irónico. Otra vez ese pensamiento recurrente: una explosión, fuego, escombros y la imagen, a cámara lenta, de un zapato de mi mujer volando por los aires. Quizás sea esta la solución, que todo salte por los aires. Por fin el fin. ¡Qué alivio! Pero solo sucede en mi mente. Jamás seré capaz de algo así. No soy tan malvado como otras.
Tengo que tomar una decisión. Ya no aguanto más. Los malditos resultados han acabado con mi vida. Me queman en el bolsillo. Ahora soy Dios. Puedo decidir el futuro de muchas personas. ¿Lo enarbolo en el aire, frente al rostro extrañado de mi esposa? ¿Se lo restriego por la cara y que todo salte por los aires? ¿O rompo en mil pedazos el condenado informe con los resultados y que todo sigua igual? Igual, no. Ya no me voy a engañar. ¡Basta ya de mentiras! Mi vida jamás volverá a ser la misma.
Miro a la cara a estos chavales y no los reconozco. Tengo la sensación de estar viviendo en un sueño perverso. ¡Qué feliz he sido! ¡Y qué tonto! Maldigo el día en que tome la decisión. Si ese día no hubiera ido a la clínica, todo seguiría como antes. ¡Qué dulce se vive en la mentira!
Pero ya nada es igual. Yo no soy el mismo. Y ella… Ya no veo a esa persona que llenó mi vida. No la reconozco. La mentira me ha abierto en canal y me ha arrancado el corazón. Esa frase cruel me persigue, taladra el cerebro. Esa imagen del urólogo agitando en el aire el endiablado informe fue mi condena de muerte.
—Usted es estéril, no necesita una vasectomía. El espermiograma es claro. Usted jamás ha podido, ni podrá engendrar hijos.

Comentarios (8):

Rocío Recouso

19/11/2024 a las 02:50

Hola, Miguel
Voy a comenzar por el final del cuento: ¡Qué buen giro!
Cuando comencé a leer el relato pensé que iba a tener un final esteriotipado por la situación familiar… Pero no, y me llevé una sorpresa genial.
Creo que fue acertada la desición del narrador en primera persona. Logra mantener la intriga sobre el resultado del estudio médico en todo momento.
Una parte, en particular, me gustó mucho: Cómo llevaba el ritmo el narrador cuando comienza el párrafo: “Tengo que tomar una decisión…”
¡Felicitaciones por haber logrado el giro inesperado del final!
¡Nos leemos, saludos!

Rocío Recouso

19/11/2024 a las 03:02

Fe de erratas: En mi comentario escribí mal dos palabras. ¡Mil disculpas, me ganó la ansiedad! Quise decir “decisión” y “estereotipada”.
¡Saludos!

Menta

22/11/2024 a las 07:50

48.- Buenos días Migue L Castelló R. Me ha gustado mucho tu relato. El final con sorpresa ha sido genial. Cuando lo he leído por segunda vez, he visto que el misterio se iba desvelando poco a poco, pero como nadie sabíamos como iba a terminar no captábamos la pista. Me gustan las sorpresas.
Los monólogos interiores son muy buenos. Me llevaron a pensar que el protagonista tenía una fuerte depresión porque le habían echado del trabajo.
Muchas gracias por compartir tu relato.

Migul Castelló

22/11/2024 a las 12:44

Gracias, Rocío. Me alegra que te haya sorprendido.
Nos leemos.

Migul Castelló

22/11/2024 a las 12:45

Gracias, Menta.
Gracias por tus opiniones.
Un saludo. Nos leemos.

María Jesús

22/11/2024 a las 20:26

¡Bravo, bravo y bravo! Un lujo de relato, creo que es el mejor que he leído hasta ahora, y llevo unos cuantos. No puedo decir nada más.
Un saludo.

¸.•*´¨`*•.¸Yoli¸.•*´¨`*•.¸

22/11/2024 a las 21:29

Hola Miguel, gracias por tu visita a mi relato, tomaré en cuenta lo que me aconsejas.

Sobre el tuyo diré que es una historia muy real, cruda, cuantos hombres pasan por eso mismo y que será mejor?, callar por lo hijos que también les será muy doloroso saber esa verdad, lo que en este caso le supone al “padre” caminar con esa lápida sobre los hombros el resto de su vida, o contarlo y quedarse sin vida, difícil situación.

En cuanto a mejorables:

– En esta frase “No soy tan malvado como otras.” Será: No soy tan malvado como otros.

– sigua igual? sería: siga

– Maldigo el día en que tome la decisión. Falta la tilde en tomé

– espermiograma, también se usa la palabra espermograma, supongo que según el país es más usada una o la otra.

Gracias por permitirme aprender de tu relato.

Nos seguimos leyendo.

Paola

23/11/2024 a las 12:59

Hola Miguel
Me ha gustado mucho el relato, original y bien llevado hacia ese final q lo aclara todo.

Voy a permitirme darte mi opinión sobre algunos puntos :

“es una verdadera actriz” yo diría una actriz de primera, creo q suena mejor.

“En mi rostro se dibuja un gesto risueño, irónico.” Al ser un relato en primera persona habría q plantearlo de otra forma ya q él no puede verse a sí mismo.

“Maldigo el día en que tome la decisión. Si ese día no hubiera ido a la clínica, todo seguiría como antes”, falta tilde en tomé, todo habría seguido en lugar de seguiría.

Son cosas sin importancia q no desmerecen para nada el relato.

Enhorabuena y saludos

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