<< Volver a la lista de textos
Reboot - por Carlos G. Esteban
Web: https://entrecortesiaycolofon.wordpress.com/
Cuando llegó a casa, encendió la tele de forma automática. Era un reflejo. Necesitaba una voz que le hiciese compañía mientras se quitaba los zapatos y se ponía el pijama con el que pasar lo que quedaba de tarde. Para su sorpresa, reemitían una de sus películas, de las que grabó de joven, tan pipiola, tan falta de picardías y experiencias, cuando cualquier papel le valía con tal de acumular líneas en un currículum artístico aún incipiente.
¡Hacía tanto de aquello!. Se descubrió sonriendo con nostalgia de su belleza. Ahí estaba, interpretando a esa camarera boba e ingenua, con la melena suelta haciendo graciosos bucles sobre sus hombros, sin una sola arruga, con la ropa marcándole la silueta que a tantos había llevado de calle. Le habló a la tele, dirigiéndose a su yo del pasado: «al final te matan, tontorrona. Ese bodrio acaba con un plano de tu lápida, con dos claveles encima. No dejes que se te carguen otra vez». La actriz ignoró el aviso y siguió coqueteando con el guapazo que le daba la réplica.
Subió el volumen para oír los diálogos desde la cocina. Abrió una cerveza y buscó alguna taza limpia. El fregaplatos seguía estropeado y en el fregadero se apretujaba buena parte de su vajilla. Quedaba una de los pokemon, la preferida de su hija cuando aún vivían juntas. Usarla para cerveza le parecía que rompía alguna ley contra la infancia, así que decidió beber directamente de la lata. Dió un trago largo y se dispuso a cortar algo de embutido para picar.
«¡¡¡Uuuuuh, vámonos de viaje locoooooo!!!», gritaba desde el televisor con tono estúpido y adolescente. «Que te van a matar», le respondió lastimera mientras hacía de una ristra de chorizo finas rodajas.
Esa muerte fue la primera de muchas. Que acabase palmando se convirtió en un cliché, casi una broma recurrente. Su papel de jovencita tontorrona se repitió en posteriores producciones. Despidió a su agente, que solo le proporcionaba guiones lamentables, pero esa decisión no mejoró nada. Su sucesor, bastante más ducho en el mundillo del cine, fue incapaz de romper el encasillamiento.
—Quiero un personaje que me permita lucirme. Soy capaz de interpretaciones mucho mejores de lo que exigen estas bazofias que me traes.
—Lo sé, Gabriela, pero no hay otra cosa. Podrías probar con el teatro.
Quizás debió hacerlo, pero amaba la gran pantalla. Soñaba con los Goya, los Óscar, el glamour, la limusina, la alfombra roja y el champán regando ostras. Todo pajaritos en la cabeza, como los de la protagonista de la peli que emitían esa noche.
Con aquel rodaje llegó Toni, el padre de su hija. Y, con el posterior embarazo, su última actuación. Un año después del parto, el despido de su agente no se debió a su incapacidad para conseguir un papel sino a la imposibilidad de mantenerle el sueldo. Ya no encajaba en el rol que le habían impuesto. Ya no era joven. Ya no colaba que una «mujerzona» de treintaypocos interpretase a una chavalilla. Y nadie concebía un personaje diferente para ella.
Una llamada interrumpió el diálogo de la tele. Apretó el botón de mute y arrastró hacia arriba el dibujo verde del teléfono que aparecía en el móvil.
—Berta, ¿qué tal? ¿Qué es de tu vida?
Hacía años que no sabía de ella. Se hicieron amigas tras compartir una escena subida de tono en otro de los tostones en los que participó. Ella tuvo más suerte y poco tiempo después consiguió un papel protagonista. Gabriela lo hubiese dado todo por una oportunidad así, por que le permitiesen exhibir sus habilidades.
—Muchísimo trabajo, Gabi.
—¿Te han dado algún papel nuevo? Seguro que estás en alguna gran producción, tía, con lo que tú vales.
—¡Qué va!. Pasados los cuarenta, ya sabes que no nos quieren para nada. Cuanto más lejos de la cámara, mejor. No quieren adefesios ancianos como nosotras. Así que, nada, que me he tirado a la piscina y voy a dirigir una peli —hizo un breve silencio—. Estoy cagada. Me da bastante vértigo, pero sé que lo puedo hacer.
—¡Qué bien! Me alegro mogollón. Seguro que te va genial.
Fue totalmente sincera. Admiraba a Berta y sabía que era capaz de cualquier cosa.
Tras un trago de cerveza, con su versión joven diciendo tonterías en la pantalla y mientras estiraba los dedos cansados de sus pies descalzos, Gabriela oyó la frase que le cambiaría de nuevo la vida:
«Tengo un papel para ti»
Comentarios (5):
María Jesús
18/11/2024 a las 20:25
Nunca es tarde si la dicha es buena dice un refrán que le viene al pelo a tu relato. Me ha gustado como has construido ese personaje rendido a la evidencia de su fracaso profesional, pero llevándolo bastante bien.
Sigue escribiendo así, con esa frescura.
Patricia Redondo
19/11/2024 a las 09:07
Hola! soy tu vecina de dos pisos más arriba 🙂 , es un placer (y una responsabilidad) comentar tu relato.
Me ha gustado mucho , es dinámico, fresco , se lee del tirón y las descripciones y la narrativa son muy buenas. Real , amargo y dulce como la vida misma. Sigue escribiendo.
Pasate por el mío si te apetece.
Gracias por el relato , nos seguimos leyendo!!
Alexpla
22/11/2024 a las 19:48
Carlos (si me permites la familiarización ya que estamos en el mismo barco). Encuentro tu personaje muy real desgraciadamente, pero es la buena nota para ti, saber plasmar en pocas palabras toda una vida de lucha y frustración.¡Toda una novela en cápsula!.
Seguiremos encontrándonos y caminando juntos.
Jisaen
22/11/2024 a las 21:28
Hola. Me gustó el relato. El principal atractivo es que trasmite claramente lo que deseas narrar y haces buen uso de la economía de las palabras. Eso no siempre es tarea fácil para quienes empezamos como narradores. A veces caemos en la tentación de “adornar” el cuento con frases rebuscadas e innecesariamente líricas.
El personaje refleja claramente su personalidad. Y en un cuento, en donde siempre nos dicen que es más importante la historia que el personaje, eso es un plus, algo extra que ofreces.
Me bajó un poco el dialogo. Sé que 750 palabras no son muchas, pero me parece un poco forzado. Tus personajes van directamente al punto y sin mayor conversación casual. Tiene un clima muy laboral.
Felicitaciones.
Miriam
28/11/2024 a las 23:56
Hola Carlos,
Lo que más me ha gustado de tu relato son las descripciones, quizá por eso (bajo mi punto de vista) lo hubiera alargado más y hubiera prescindido de los diálogos del final. La interactuación de la protagonista con la televisión al principio me ha parecido muy divertida.
Un saludo