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Alegría tardía - por W.V.ReyesR.
Web: https://lineasetereasblog.wordpress.com
Sara estaba a punto de bajar la última caja del auto cuando su travieso gato la hizo caer al suelo. El contenido se desparramó sobre un parche sin césped, y escuchó el inconfundible sonido de vidrios rotos. Se sentó en la entrada de su nuevo hogar y se desbordó en llanto. El único recuerdo de su fracasado matrimonio yacía en el suelo: la caja de música, el regalo de su primer aniversario, estaba rota, destrozado, como corazón.
Hacía una semana, después de cinco años de matrimonio, su esposo le había dicho que quería separarse; había encontrado el amor en otra persona. En ese instante, Sara sintió como que le arrancaran el alma.
Su padre le consiguió una pequeña casa en las afueras, propiedad de un amigo suyo que la rentaba a un precio muy bajo, ya que la zona se había convertido casi en un pueblo fantasma.
—No más lamentos, Sara—. Se dijo y tiró el objeto al basurero.
Al día siguiente, mientras trataba de poner en orden su vida y reflexionaba sobre cuál sería su siguiente paso, escuchó música que provenía de la única casa visible a unos doscientos metros de la suya. Era una melodía alegre, y decidió acercarse a saludar. La casa era un poco más grande que la suya. La entrada estaba cubierta de una tierra roja, y enredaderas trepaban hasta el segundo piso, cubriendo la ventana del ático. Las enredaderas habían asfixiado a la vegetación y ahora parecían adueñarse de toda la fachada. Mientras observaba el lugar, no se percató que alguien había salido de la casa. Se sobresaltó al ver a una anciana mirándola, con la mano frente al rostro, para protegerse del sol. Vestía de una manera muy elegante, como si fuera a una lujosa fiesta. Era delgada, con un largo cabello blanco y lacio que le caía sobre la espalda. Llevaba un vestido negro que le llegaba apenas debajo de las rodillas, medias y zapatillas negras.
—¿Niña estás perdida?— Dijo la anciana mientras bajaba las escaleras y se acercaba a Sara.
—No, solo es que escuché la música y, como pensé que ya nadie vivía por esta zona, quise averiguar de dónde venía.
La anciana sonrió y caminó hasta el pequeño cerco para abrirlo.
—Yo pensaba lo mismo. Por eso puse la música tan alto; hace mucho que no veo un alma por aquí. Pasa querida que está muy fuerte el sol. Podemos tomar un té frío y platicar un rato.
Sara le sonrió y entró con ella. La casa era acogedora, tenía en cada rincón algún objeto que le daba un aire hogareño:paredes llenas de fotos, mesas y estantes con pequeñas figuritas de cerámica de animales y niños; sillones mullidos, y un suave aroma a pastel de naranja.
—Entra, estás en tu casa; puedes echar un vistazo mientras preparo el té.
Se asomó a una habitación contigua a la sala. Era un salón con un gran espejo y una especie de escenario; en el centro, había una trampilla.
La anciana regresó cargando una bandeja con una jarra de té frío y dos grandes pedazos de pastel.
— No quiero ser una molestia; veo que iba a salir. Puedo regresar mañana.
— No, yo siempre me visto así. Viviendo en medio de la nada y sin más compañía que mi Mili… — señaló al viejo perro salchicha que las miraba desde el sillón en la esquina del salón —decidí un día que me arreglaría solo para mí, para sentirme bella siempre. Pensé que no necesitaba a nadie que me lo dijera para creerlo. De joven me encantaba bailar, incluso fui actriz un tiempo, pero me casé y mi esposo nunca me dejó volver a hacerlo, ni siquiera arreglarme o maquillarme. Cuando insistí, me dijo que si quería bailar, esperara para hacerlo sobre su tumba. ¿Quieres que baile para ti?
— Sí, claro, me encantaría— dijo Sara, sorprendida por la amabilidad y la simpatía casi infantil de la anciana.
La mujer se puso unos zapatos de tacón y guio a Sara hasta el salón de baile. Comenzó a moverse con la gracia de una adolescente y su alegría era contagiosa. Se detuvo agotada, pero con una gran sonrisa, le pidió a Sara que la esperara mientras iba a refrescarse. Salió del cuarto, y Sara, intrigada, se acercó al escenario y miró hacia la trampilla. No pudo resistir la curiosidad y la abrió. Debajo, encontró lo que parecía una tumba. En la lápida no había ningún nombre, pero asumió que era del difunto esposo de la mujer.
Comentarios (6):
Chosi
18/11/2024 a las 23:38
Lo que parece una cotidiana escena costumbrista, en la que una nueva vecina visita a una anciana agradable, termina con un sorpresivo giro final que me ha arrancado una sonrisa de sorpresa. Muy bien llevada la historia poco a poco desde lo cotidiano de la conversación hasta el giro del final.
Los personajes con sus problemas presentes y pasados resultan cercanos. Se puede empatizar con ellos sin ninguna dificultad.
Lo que no me acaba de encajar es la mitad la última frase ” pero asumió que era del difunto esposo de la mujer.” Aun sin mencionar la posibilidad de que fuese el marido de la anciana el texto nos da las pistas suficientes. ¿Qué tal quedaría cambiar ese fragmento por mostrar los sentimientos de Sara al descubrir la tumba, algo que transmita miedo, perplejidad o desconcierto?
María Jesús
20/11/2024 a las 20:28
Hola: Tu relato se lee con mucha facilidad, a mí me gusta más así, que no tengas que comerte la cabeza, pero creo que suponer que la tumba que Sara encuentra pertenece al marido de la vecina me parece un poco arriesgado, si te hubieses ahorrado esa suposición, el texto hubiese quedado redondo.
Seguimos escribiendo.
IGNACIO
22/11/2024 a las 15:29
Hola: tu relato tiene aire de cuento. Dudas entre ponerte a la defensiva o esperar un final feliz. Muy conseguido el clímax de misterio. Por sugerir algo, puedes aligerar el principio; lo del divorció no es imprescindible. Felicidades.
Yvonne
24/11/2024 a las 19:01
Hola, una grata sorpresa tu relato. Me gusta por su sencillez, buena escritura, ritmo…me fue fácil situarme en la escena y disfruté. La lápida es lo de menos. Cada uno la ha puesto donde ha podido.
Alicia Commisso
27/11/2024 a las 22:49
¡Hola,Wanda!
El cuento se lee de corrido. Muy bien contado. Me situó en aquellas historias de hadas que me contaba mi abuela; donde todo era posible en lo que parecía imposible.
Lo de la cajita de música me dejó esperando con la anciana o su casa.
Con respecto a la reacción de Sara al ver la tumba no muestra emoción. Pienso que allí tendrías que haber descripto alguna expresión de sorpresa, ya que todo el relato tiene adjetivos descriptivos desde el comienzo. Un inesperado final. Te felicito.
Nos seguimos leyendo.
Wanda
01/12/2024 a las 09:45
Gracias a todos por sus comentarios y sugerencias las tomaré en cuenta. Me gustaria pusieram al final el numero de su relato para ir a leerlos porque busque el de algunos por nombre y no los encontré no se si usaron algun seudónimo. Saludos