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Mientras espero - por Mario CarballoR.
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La primera vez que alguien lloró sobre mi tumba, pensé que era Ella. No lo era. Tampoco la segunda, ni la tercera.
No los culpo en absoluto. En la lápida no había ningún nombre, y comprendo lo que pasa dentro de cada visitante. Todos somos protagonistas de nuestra historia, y por tanto, no nos cuesta llenar los huecos e incógnitas con nuestros propios deseos.
Porque nos vale, porque nos ayuda a seguir. Lo comprendo y no me importa, ya que me acompañan mientras espero.
Lo que no consigo entender es por qué Ella aún no ha venido.
Esperen, alguien se acerca.
—Hola, Amanda —es Actriz, la de los zapatos caros. No puedo verlos, no puedo ver nada, pero suenan bonito en el mármol del cementerio—.¿Cómo estás hoy?
Espero que bien. Amanda debió ser conocida, al menos en los círculos en los que ella se movía. Teatro o cine, o quizás en la música.
Yo me inclino más por el teatro, porque Actriz proyecta su voz tan bien que no necesito acercarme a la superficie para entenderla. Sin embargo, no le veo el timbre óptimo para el canto, me temo.
—Hoy te han hecho un homenaje. Ha venido mucha gente —eso está bien, me alegro por Amanda—. Sí, mucha gente. Después de tantos años es increíble cómo te siguen queriendo. Yo tengo mucha más trayectoria que tú, ¿sabes? El triple de premios, pero ellos siguen hablando de tu Julieta, de tu Hedda Gabler.
Era teatro. Lo sabía, ustedes son testigos. Estoy seguro de que Amanda fue una de esas actrices que brillan aunque no quieran, de las que enamoran al público con su presencia. No como Actriz, que es técnicamente perfecta, pero…
No debo ser injusto. Ella viene siempre y le habla como si fuera su confidente. O su rival.
Deja algo junto a la lápida y se marcha antes de tiempo. Le ha dolido ese homenaje. En fin, espero que mañana este mejor.
¿Qué habrá dejado? ¿Algún premio del homenaje? Es posible.
Me pregunto si Ella, cuando por fin venga, también traerá regalos. Si hablará con esa intimidad herida. Si…
Los pasos de Padre. Oh, ¿ya ha pasado un año? Qué mala pata, si lo hubiera sabido habría elegido un día menos triste para contarles mi historia.
Padre es el primero que vino a mi tumba. Era un hombre roto, de pasos tristes pero firmes. Hoy es un anciano roto, de pasos tristes y cansados.
La silla no hace el mismo ruido al abrirse. La ha cambiado, lo cual agradezco. No quisiera que Padre cayese al suelo por una silla de madera vieja.
Respira con esfuerzo mientras abre el libro, que no ha cambiado, y puedo asegurarles que no lo hará nunca.
—Cuando yo tenía seis años —comenzó con una voz gastada y triste—, vi una vez una lámina magnífica en un libro…
No sé qué pasó. Es el visitante más antiguo de todos, pero nunca habla conmigo. Solo lee el cuento, como supongo que haría cada noche antes de que Su Pequeña se marchase.
Ese dato lo conozco porque una vez, solo una vez, dejó de leer para llorar durante unos minutos. «Mi Pequeña —dijo», y luego, con mucho esfuerzo, siguió leyendo.
Sé de memoria cada frase del cuento. La repito con él, acompañándolo en su dolorosa rutina.
Ojalá cuando Ella venga no sufra como Padre. Por favor, eso me haría mucho daño.
A veces me pregunto si Ella también tendrá un libro gastado, si habrá memorizado algunas frases pensando en mí. Si guardará algo mío como Padre guarda este cuento. Quizás sea mejor que no, que no duela tanto.
El sol debe estar a punto de ponerse y la voz de Padre tiembla más que nunca.
Conozco tan bien sus pausas, sus respiraciones entrecortadas. Me gustaría decirle que Su Pequeña está bien, donde quiera que esté. Como me gustaría que alguien le dijera a ella que yo estoy bien, que la espero sin prisa.
Padre ya termina, entre lágrimas y una falta enorme y antigua.
—¡Sed amables entonces! No me dejéis tan triste. Escribidme en seguida, decidme que el principito ha vuelto…
Pero estoy triste, y si pudiera llorar, intentaría no hacerlo. O lo haría, total, no me ve nadie.
Comentarios (8):
Fernando Rodríguez
19/11/2024 a las 18:23
Me ha costado seguir el argumento del relato, pero eso es tan personal como la propia escritura. Todos vemos más allá de lo que somos capaces de plasmar, a veces, conseguimos transmitirlo, otras no tanto. Pero somos perseverantes y no lo vamos a dejar, por ningún motivo.
Rocío Recouso
20/11/2024 a las 14:58
Hola, Mario
Muchas gracias por tu comentario en mi cuento.
Pasé por el tuyo y me gustó mucho. Me resultó muy emotivo y tierno el momento de encuentro entre el padre que lee y una pequeña que tanto extraña. Sí el efecto era la emoción, ¡muy bien logrado!
¡Nos leemos! Saludos
Wanda
20/11/2024 a las 17:49
Hola Mario, me gustó la idea del relato, una persona muerta en espera de que sus seres queridos la visiten. Pero en algunas ocasiones me resultaron algo confusos los diálogos. En general la historia me gustó.
Saludos
Te invito a pasar por mi relato es el #41
Saludos
Wanda
María Jesús
21/11/2024 a las 18:15
Hola: Me gusto mucho tu relato, muy emotivo, entiendo que narrador es un espíritu que habita el cementerio y comenta sobre los visitantes a la tumbas ¿no? No aclaras quien es Ella, esa que espera que le visite pero supongo que lo dejas a la imaginación de cada cual.
Seguimos escribiendo.
Menta
22/11/2024 a las 14:25
Mario Carballo R. Gracias por comentar mi relato.
Como a Fernando Rodríguez, me ha costado seguir el argumento del relato. También Fernando dice en su comentario: “Todos vemos más allá de lo que somos capaces de plasmar, a veces, conseguimos transmitirlo, otras no tanto”. Tiene toda la razón, a mí también me pasa que a veces soy oscura y no se entiende bien quien dice las cosas o quien es cada personaje. Este problema lo resuelvo dándoselo a leer a otras personas que me corrigen si ven que me he hecho un poco de lío. Me gusta ser clara y que se entienda lo que quiero decir.
Me gusta el personaje del padre que sigue leyéndole el cuento del Principito, y llora.
Pero, ¿Quién es Ella?
Hay muchas incógnitas…
Gracias por compartir tu relato.
La Blasa
24/11/2024 a las 19:24
¡Hola Mario! Coincido con los compañeros. El relato está muy bien escrito, juegas con las pausas, las apelaciones, das espacio al lector, pero resulta algo complejo tener la foto bien definida.
Me ha gustado que hayas dejado en el aire quién es Ella. Al hablar de intimidad herida, da la sensación de que fuera una amante, aunque también podría ser alguien muy cercano sin ese tipo de vínculo. La figura del padre me ha gustado, dándole ese toque más emotivo y “terrenal”
En cualquier caso enhorabuena, se nota que no es el primer relato de este estilo que escribes. Por si te apeteciera, el mío es el 42. ¡Nos leemos!
Alicia Commisso
26/11/2024 a las 21:27
¡Hola Mario!
Lo que más destaco es la visita de Padre una vez al año. Sus cambios físicos y emocionales a través del tiempo. Está muy bien personificado,es como si lo estuviera viendo. Enternecedor y triste. Lo de Ella es un poco la duda que nos deja el relato.
Nos seguimos leyendo.
Mario
02/12/2024 a las 09:41
¡Hola!
Muchas gracias por vuestros comentarios. Después de vuestros aportes, creo que se solucionaría con algo más de información sobre quien interviene. Al ser un protagonista que no dialoga, hace falta más atención por mi parte definir los cortes.
Muchas gracias! 😊😊