Literautas - Tu escuela de escritura

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Entreacto - por Dorian

¿Qué hacía allí otra vez? La figura de Melody permanecía inerte escuchando el desordenado redoble de las gotas en su paraguas, con sus viejos zapatos llenos de barro y la mirada fija en su madre, o lo que quedaba de ella en este mundo.

¿Quién era ella? Solo una de las mayores tragedias de la industria teatral en los años recientes, un prodigio, guiada por la mano de sus padres, una estrella llegada desde el extranjero que llevo su luz a decenas de escenarios y su sonrisa a miles de corazones: “Song Wuying”. Aún podía recordar su nombre iluminado en los carteles de los teatros, cuando ella y su familia iban a ver sus espectaculares actuaciones, el estruendo de los aplausos, el aluvión de flores y cumplidos. Recordaba las lágrimas de felicidad de sus abuelos, el amor que profesaban hacia su hija Song cada vez que la veían triunfar, las cenas después de que los focos se apagasen en restaurantes llenos de elegancia, las palabras de cariño que compartían sus padres y que hacían sus ojos brillar más que cualquier escenario. Ese era el mismo amor que recibía Melody de Song.

¿Dónde estaba ese amor? Cuando los telones caían, cuando los focos no estaban sobre Song, cuando su mano descendía sobre Melody y la castigaba por no estar a la altura, ahí estaba, ese era el único amor que conocían. Había dedicado su vida a perseguirlo, estudiando días enteros, entrenando para los concursos, compitiendo contra sus amistades, no por la recompensa que le traían, sino intentando ver una sonrisa en el rostro de su madre dirigida hacia ella. Y cada vez que lo conseguía, cada vez que rozaba las estrellas con la punta de los dedos, Song le señalaba aquellas a las que no había llegado, siempre llegando más y más lejos por recibir el aplauso de su familia, el mismo que su madre recibía en los teatros.

¿Cuándo se daría cuenta? ¿Cuándo sería digna de todo ese amor? El día que Song enfermó, Melody hizo todo lo posible por ella, y con cada día que no mejoraba, con cada mala noticia de los médicos, sus miedos solo crecían. Mientras la prensa lloraba la inminente pérdida de su estrella, ella lloraba sola en su habitación, sus logros no significaban nada si no significaban algo para su madre, necesitaba algo más antes de que se acabara el tiempo. Y el último día, Melody fue la única que se quedó con ella, mientras acariciaba su mano, entre las lágrimas podía ver a su madre sonriendo y disculpándose con ella: “Fui muy dura contigo, espero que puedas perdonarme”. Esa fue la primera y la última vez que la vio, esa ansiada sonrisa y lo único que sintió fue… rabia. Todo ese esfuerzo, todo ese dolor en su corazón, todas las noches sin dormir, la indignación de no ser suficiente… Para que antes de irse le diera ese amor, como premio de consolación.

Entonces, ¿Por qué seguía allí? ¿Por qué seguía volviendo a la lápida de su madre? Después de todo el sufrimiento, después de dedicar sus días a un amor que nunca le llegó… ¿Por qué la seguía buscando? Porque fue lo único que conocía. Quizá esperaba escuchar su voz, que le indicase la estrella que no había conseguido, quizá quería disculparse ella también por no reaccionar mejor en sus últimos momentos, quizá nunca fue digna de esa sonrisa después de todo, o quizá nunca entendió su corazón o el de su madre. Quizá ella buscaba lo mismo, entre los aplausos del público, el aluvión de flores y cumplidos, entre las lágrimas de sus padres,…

Melody miró una última vez a su madre, y comenzó a caminar hacia el coche, Aún tenía mucho que hacer, tenía que ensayar para su próximo guion, ella era la actriz principal, como siempre lo fue, como también lo fue su madre. El telón había caído sobre las dos, los focos se habían encendido y lo único que escuchaba era el aplauso de la lluvia sobre su paraguas.

Comentarios (3):

Amilcar Barça

18/11/2024 a las 18:42

Caramba, sin queriendo, el comienzo de tu relato me ha transportado a Paiporta o cualquier otro lugar arrasado por la dana.

El mérito del relato, consiste en poder y saber escribirlo. Adelante.

Jesús López

19/11/2024 a las 15:15

Leyendoló en el móvil no me di cuenta pero todos los párrafos empiezan con las cinco preguntas básicas del periodismo, las “5 W” les llaman. Esta muy bien escrito y enlazada la historia, confuso al no saber quien es la madre o la hija pero que le da un toque más de complejidad. Bastante bien llevado. Releyendo me doy cuenta de que empieza como termina y eso es un toque bastante bueno a mi parecer.

Andy

21/11/2024 a las 16:59

Muy buen relato sin mucho que aportar porque me parecio realmente bueno jaja
Me encanto que relaciones el primer parrafo con el ultimo un buen recurso jaja y mas bien que comentarte tu relato me ha ayudado a mejorar mi escritura solo leyendote. Talvez tienes algun lado para seguirte? Y ver que mas relatos tienes

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