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Desconocida tradición - por GoldenHumR.

Web: http://novela-cero.blogspot.com

En la lápida no había ningún nombre que limpiar. Aún así en la familia se continuaba la tradición que alguien empezó, supongo, muchos muchos años atrás.

Cada 1 de noviembre visitamos a los familiares caídos y aquella inefable tumba que la lluvia y el tiempo había borrado de la memoria colectiva.

¿Quién sabía quién era ella? O él.
A estas alturas, nadie.

De pequeños mis hermanos y yo jugábamos a imaginar quién se escondía allá abajo.
Una vez uno de los siete dijo que era una actriz famosísima del barroco, y estuvo todo un mes inventando y recreando sus famosas obras; otro, que era un espía y por eso no había ningún nombre, lo cual era lo más lógico y nos dio pie a todo un año de juegos e imaginaciones.

A estas alturas, lo que yacía en aquella tumba eran nuestras imaginaciones infantiles, y las ilusiones de unos niños que dejaban de ser niños.

Este último año sólo fuimos Héctor y yo. Los demás vivían en otras tierras, otros cielos.
Héctor estaba borrachisimo, no sólo por las celebraciones paganas, si no porque llegó un punto que tenía que achisparle para que me acompañara. De los que quedamos es el que menos le gusta ir.

Se le ocurrió una idea la mar de estúpida mientras paseábamos por delante de aquella tumba.

“De este año no pasa” agarró un útil de la caseta del enterrador “Toda la vida rondando una tumba de un desconocido y no nos dicen el porqué”
“Déjalo estar Héctor, son unos pocos pasos y ya está.” Paré sus pies al verle hincar la pala en el terreno, toda una semana de lluvias le embarraron los zapatos.
“¿No te da curiosidad? ¡Abramosla, hombre!
“Estate quieto ya, ¡manojo de nervios!”
“Te voy a adivinar el futuro: Nuestros hijos no van a venir ni a vernos a la residencia, ¿pretendes que visiten esta maldita tumba?”
“En algún momento se perderá la tradición, supongo… Estoy procurando inculcarles la visita a mis hijas”
“¿Y dónde están tus niñas? En el mundo digital, porque en el real no viven.. ¿Qué pasa, qué miras?”
“Ay, hijo… la que has liado” dije señalando las huellas de sus zapatos embarrados que iban de la tumba borrada hasta la caseta del enterrador.

Le tuve que dar la razón con mi silencio. Continuamos el paseo hasta varios años más allá, momento en el que fui el único que continuaba la tradición

“Julia.. Anita.. ayudadme con las flores de tu tío el borracho”

Sólo la segunda intervino, estaba pendiente de limpiar la tumba de su madrina, a quien seguiría yo, espero, en breve.

“Papá, vamos a visitar a tu hermano”
“Qué hermano, hija”
“ A Francisco, tu octavo hermano, ya sabes..”
“Ay, si, hija… si..”

Gracias a aquel embuste sobre nuestro octavo hermano, logré que se continuara la tradición. Mi hija era muy liberal, mencionarle que aquella tumba era de alguien poco convencional le seducía desde que era adolescente. La imaginación que me acompañó de niño me sirvió para embellecer aquella historia cada 1 de noviembre.
Me daba miedo que con el tiempo no se continuara la tradición, pero ya se las arreglaría Ana.

*

El tiempo atrajo a mi padre hasta su tumba.
Cada año era más complicado ir a verle, Ana me ponía mil excusas del dolor que le daba ver su nombre escrito en piedra.
Aún así intentaba ir, a pesar de la distancia, hasta que el último día 1 no pude ir por una urgencia familiar,

Sólo entonces, la que decían que era la tumba de mi tío el marica se agrietó y salieron los muertos del cementerio a ver a sus vivos.

Comentarios (4):

Fernando Rodríguez

19/11/2024 a las 18:39

No he acabado de cogerle el hilo, pero supongo que en un texto tan corto lo que se pretende es que la intriga te ate a su lectura. Vivo o muerto, el relator o relatores han pasado de los recuerdos antiguos a los sentimientos a flor de piel. Eso es lo que se pretende, y se consigue, bienvenido sea.

Menta

20/11/2024 a las 19:32

Buenas tardes GoldenHum R., Me ha pasado como a tu primer comentarista que no se muy bien qué es lo que ha pasado con la tradición del 1 de noviembre, pero me ha parecido muy poético. Sobre todo, en las frases:
“A estas alturas, lo que yacía en aquella tumba eran nuestras imaginaciones infantiles, y las ilusiones de unos niños que dejaban de ser niños.
Este último año sólo fuimos Héctor y yo. Los demás vivían en otras tierras, otros cielos.”
La ausencia del narrador el día de noviembre debido a un “asunto familiar” tuvo el poder de romper la tradición y la tumba. Y los muertos se escaparon. Por si acaso yo voy a seguir la tradición y ¿Tú?

Jisaen

22/11/2024 a las 22:12

Me perdí al final. En el momento en que estabas dándole la vuelta de tuerca a la historia.
Me gustaron los diálogos (intenta usar el guion largo). Me refiero a que no parecen forzados, son naturales, no es fácil hacer diálogos que te hagan olvidar que estás leyendo ficción. Creo que debes usar esa misma naturalidad en el relato. Por momentos me parece que intentas ser muy rebuscado con las palabras y se te empieza a ir la historia. A veces nos preocupamos más por escribir bonito y perdemos de vista la historia, que como ya la tenemos en mente, creemos que se va a escribir sola.
Es un buen borrador (me faltaron algunas comas) y la historia es interesante. Entonces creo que puedes trabajarla más.

Saludos.

Alicia Commisso

26/11/2024 a las 22:20

¡Hola GoldenHum!

Estoy totalmente de acuerdo con tus dos comentaristas anteriores. Es verdad que las partes poéticas del relato resaltan como positivas. El tema de la tradición está bueno,pero se me fue el hilo en varias oportunidades.Habría que aclarar algunos puntos que parecen desenganchados.

Nos seguimos leyendo.

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