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El Ángel del Dolor - por Alfredo MambiéR.
Web: http://www.pichonesdeunescritor.blogspot.com
En un cementerio rural, de un pueblecito italiano muy pintoresco y tranquilo, destacaba una escultura hermosamente tallada en mármol. Era un espléndido ángel a cuerpo completo, postrado de rodillas sobre una lápida de tres niveles escalonados. En su frontal se erguía un modesto pedestal ornamentado de cuatro caras, con forma de trapecio; tenía sus aristas ligeramente curvadas. Su altura llegaba justo hasta la cintura del ser alado, el cual vestía túnica clásica y sandalias. Estaba reclinado detrás de ese podio. Su cabeza de rizados cabellos reposaba semi oculta dentro del codo de su brazo derecho, mientras que su brazo izquierdo permanecía extendido e inerte sobre su base superior en actitud apesadumbrada.
Pero en la lápida no había ningún nombre. Ninguna inscripción, ningún epitafio. Solo pequeñas flores silvestres a su alrededor.
Había muchas teorías que los pobladores acostumbraban comentar a los visitantes.
—Aquella escultura resguarda los restos de un terrible asesino en serie fallecido hace casi dos siglos. Provenía de una familia ítalo americana, acaudalada e influyente. Sus padres no soportaron enterarse de las atrocidades de su único heredero al lograr ser capturado, enviado a juicio y condenado a cadena perpetua, luego de haber cometido cientos de crímenes atroces. El más sonado había sido el perpetrado a una joven y hermosa aspirante a actriz de teatro, la cual fue encontrada sin vida meses después de haberla declarado desaparecida.
La policía había podido dar con aquel criminal, al hallar el segundo zapato que la actriz calzaba en el momento de su muerte, oculto como perverso amuleto en la mansión del homicida, todavía con rastros de sangre de la víctima.
—¡Patrañas!
¡En nuestro pueblo nunca hubo un asesino en serie! Muchos asesinatos sí. Pero de distintos perpetradores. Incluso es muy probable que esa escultura sin nombre la haya colocado adrede el alcalde mayor para presumir a los turistas. Sé que, en Roma, hay un monumento así, exactamente igual.
Me aparté discretamente de la acalorada discusión.
Seguí contemplando absorto a aquel ángel sumido en su profundo y silencioso dolor. Era inspirador y poético. Ser de sólida piedra pulida le daba mucho más sentido al peso que su pena representaba. Sus estilizadas alas, aunque llenas de plumas y con las dimensiones correctas para permitir levantar sin problemas un vuelo impresionante, estaban en semejante reposo e inercia que descartaba por completo semejante y descabellada posibilidad, sin embargo, mi percepción cambió cuando contemplé a aquel ángel del dolor, iluminado con los últimos destellos dorados que el sol de aquella tarde de verano proyectó hacia él.
«Hay una profunda y muy particular belleza en aquellos artistas y poetas que se inspiran y le rinden un sentido homenaje al dolor, la melancolía y la tristeza que la muerte nos otorga al arrebatarnos a nuestros seres queridos. Pero, con el tiempo entendemos que la lección principal que ella nos brinda es valorar cada instante vivido como si fuera el último.»
Y así, sumido en aquellas profundas reflexiones producto de mi propio duelo, pude ver por un breve instante el rostro ensombrecido de aquel mismísimo ángel, iluminarse.
Comentarios (8):
Jose Luis
19/11/2024 a las 00:14
Hola Alfredo.
Vaya por delante que tu relato me ha gustado. Tiene temple, reflexión y se nota que no lo has escrito a vuelapluma. Le has dedicado tiempo a la narración con ese cariño que se merece cualquier pieza de arte, sea de extensión larga, como una novela, o más breve, igual que en este cuento.
Las descripciones transportan al lector a ese cementerio.
A nivel artístico, literario o narrativo no tengo problema.
A nivel formal me chirría, o me parece fallido, la parte de los diálogos. No se muestra quién habla. Para eso, sobra la raya de diálogo y hubieras logrado el mismo efecto. Mismo caso cuando el narrador “piensa” una parte del relato. Si eliminas las comillas logras el mismo efecto, dado que el narrador es en primera persona (y diría que el protagonista).
Bueno, pues esa es mi opinión, espero no haberte contrariado.
Un saludo
Pepe
19/11/2024 a las 13:36
Hola, Alfredo,
Me gusta mucho tu manera de escribir, de expresar lo que se ve, sobre todo en las descripciones. Ahí se ve un talento que va de la mano de mucho oficio y pulido. Sin embargo, en cuanto al relato, coincido con José Luís en que hay partes que se sienten confusas. Creo que la espacialidad de la situación no está clara. Primero muestras un diálogo que forma parte de las habladurías pero que después es parte de una conversación con un protagonista que resulta que también es el narrador. Incluso cambia el punto de vista de la narración pasando a una introspección que irrumpe de imprevisto pues antes no lo habías hecho.
Desde mi punto de vista, me habría centrado en describir la conversación, no solo las palabras, sino la imagen de una forma un poco menos poética que la de la tumba, pero igual de visual. El relato ganaría mucho más del valor que ya de por sí tiene.
Muy buen trabajo.
Un abrazo y nos leemos!
IGNACIO
19/11/2024 a las 18:58
Hola Alfredo. Buen relato. Me ha gustado. Lo mejor, el giro que tiene sobre lo que se dice y lo que en realidad se sabe sobre el pasado. Muy interesante en estos tiempos. Me hubiera gustado que se hubiera profundizado más en este conflicto entre la apariencia y la realidad.
Vespasiano
21/11/2024 a las 23:09
Buenas noches Alfredo Mambié:
Me toca comentar tu trabajo y lo hago con todo el respeto del mundo.
También te digo que me cuesta comentar positivamente tu historia pues un relato según las definiciones ortodoxas debe tener: un planteamiento, un nudo y un desenlace.
Lo que si he leído ha sido una descripción pormenorizada y super detallada de un túmulo sensacional, copia de otro que está en Italia.
«Hay una profunda y muy particular belleza en aquellos artistas y poetas que se inspiran y le rinden un sentido homenaje al dolor, la melancolía y la tristeza que la muerte nos otorga al arrebatarnos a nuestros seres queridos. Pero, con el tiempo entendemos que la lección principal que ella nos brinda es valorar cada instante vivido como si fuera el último».
Este largo párrafo introspectivo del narrador me ha gustado, y al enlazarlo con la reflexión final del mismo me hace pensar que sea pariente lejano de la persona yacente en el túmulo.
Las habladurías y desmentidos que se narran de la leyenda, como tal, no aclaran nada de la veracidad de los hechos, y por lo tanto el desenlace queda abierto.
Pero nadie mejor que tú sabría explicar la manera en la que has querido contar tu historia.
Nos seguiremos leyendo.
D.J. Llurba
24/11/2024 a las 12:29
Buenas, Alfredo.
Tu relato me ha confundido según leía porque, por una parte, me ha parecido que tenías una forma muy pulida de escribir, de avanzado nivel; pero más tarde he visto que no has sabido indicar los diálogos como toca, costando incluso identificarlos.
El párrafo de la reflexión también me ha confundido porque parecía la cita de otra persona y era una reflexión del protagonista.
El tema y la ambientación me ha parecido interesante hasta el punto de querer saber o leer más. Primero, porque parece interesante; segundo, porque es un relato inconcluso. Quizá le faltaría darle una vuelta para haberlo cerrado un poco más.
Un saludo.
Ryan Infield Ralkins
24/11/2024 a las 19:10
Saludos Alfredo
Coincido con los compañeros. En cuanto a narrar lo has hecho de una manera envidiable pero con los diálogos te has liado un poco y eso hace que uno como lector se confunda.
Una revisión a eso y quizás alejarte del límite de palabras podrían ayudar mucho.
¡Nos leemos!
Alfredo Mambié
28/11/2024 a las 13:34
Agradecido a todos por sus comentarios y observaciones. Cuando lo gesté tuve claro la intención de expresar ideas concretas y personales sobre el dolor y el duelo de un protagonista ensimismado que habla en primera persona. Reconozco que no fuí más específico indicando o describiendo con más detalle quiénes hablaban en los diálogos. Fue intencional. Porque quise hacer ver o plasmar, que una persona cuando atravieza ese trance del duelo no tiene interés en detalles, está muy apesadumbrado, no está 100% presente. Los dos personajes secundarios están «desdibujados» a drede. Me centré en sus comentarios, (su voz), que al final de cuentas, nos reflejan dos posturas opuestas y un tanto frívolas que el protagonista escucha pero no cuestiona. Pude extenderme un tanto más (fueron 500 palabras y pude llevarlas a 750) pero no lo sentí necesario. De mi parte, crear una historia con esa frase «y la lápida no tenía nombre», me hizo investigar. Generalmente los asesinos en serie son a quienes le dedican estos monumentos, con la intención de indicar que se desea sean olvidados.
Rocío Recouso
01/12/2024 a las 18:09
Hola, Alfredo!
Muchas gracias por leer mi cuento! Busqué el tuyo para compartir lecturas.
Me gustó la idea de que estè centrado en una estatua. La descripción de los detalles me permitió imaginarme toda la escena. Me quedé con la intriga de la historia policial que parecía esconder ese “angel. Ojalá puedas aprovechar esa intriga para un próximo cuento!
Nos leemos! Saludos!