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Sueños - por Javier López MontesR.
Web: https://jlopez74.wordpress.com
Dicen que hay personas con sueños, así, en mayúsculas, tan grabados en su interior, que viven ajenas a la realidad. Personas a las que el hecho de sentir en el corazón ese pellizco, un deseo o una añoranza por lo que nunca se sabe si podrán alcanzar, les convierte, por defecto, en individuos que infravaloran el peso de la cotidianidad, o en seres ajenos al mundanal ruido y que por mucho que trates de abofetearles con los dramas de la vida real, jamás se rinden en su empeño.
Daniel era uno de ellos. Él era mi compañero de habitación en el complejo estudiantil de la Universidad. Y no digo que fuese un mal compañero. Lo pasamos muy bien juntos, tanto en las horas de estudio como cuando tocaba divertirse. Era esa actitud suya ante la vida la que me enervaba, la que me incomodaba hasta el punto de pensar si no tenía un problema en la cabeza. No eran sueños de grandeza, ni grandes ambiciones, para nada. Eran anhelos tontos, que si no fuera por lo claro que los describía, saltándose de un plumazo cómo materializarlos, habrían pasado por meros delirios de juventud.
-Cuando termine la carrera me voy a comprar un kayak -me dijo un día al salir de clase de Econometría-. Quiero aprender a remar en uno para descender por uno de esos ríos salvajes de Alaska o Canadá.
-¿En serio? -respondí-. Pero si no sabes nadar…
-Llevaré chaleco salvavidas. Además, mi manejo de la pala será tan depurado que jamás podría volcar.
-En serio, ¿y cómo vas a llegar hasta Norteamérica? Si ni siquiera tienes carnet de conducir.
-Hay empresas que te organizan el viaje y te llevan a los sitios más recónditos.
-Eso debe costar un ojo de la cara. Y tus padres te están pagando a duras penas la universidad.
-Tendré la vida resuelta, ya que voy a montar una start-up que se va a revalorizar por mil en cuanto salga a bolsa, y entonces la venderé para conseguir mi sueño.
Era desesperante hablar con él. Siempre tenía respuestas para todo. A cada problema que le planteaba, tenía la solución perfecta.
-Y, ¿de que va a ser tu exitosa empresa, si se puede saber?
-¿Quieres robarme la idea?
-No, hombre, si acaso asociarme contigo que también quiero ser millonario.
-Bueno, en realidad me puedes servir para traerme los cafés y eso… ¡Ay!, ¡Eso duele!. Vale te dejaré ser mi contable para que te dediques a las banalidades de los números -tenía la capacidad de considerar prosaicos los detalles-.
-¿Y que hay de tu novia? ¿Ella te acompaña en ese viaje tuyo?
De momento no la he convencido, sigue empeñada en convertirse en actriz, y cuando lo consiga, en algún momento rodará una película en Hollywood, un paso más cerca.
-Eres de lo que no hay.
-Gracias.
-No, me refería a…, ¡bah! es igual, hablar contigo es como hablar con… un golden retriever. Todo es de color de rosa -y comenzó a reírse con ganas-.
Y para mi atónita sorpresa, sus vaticinios se cumplieron, punto por punto. Al terminar la carrera, montó una empresa de “e-commerce” que se dedicaba a conseguir, gracias a su facilidad comercial, contratos de publicidad con “streamers” e “influencers” de internet, haciendo de enlace con los representantes de eventos de “e-sports”, lo que le proporcionó un nombre entre las jóvenes promesas del entramado empresarial de este país. Hasta que una multinacional se fijó en su cartera de clientes y le ofreció una suma tal, que vendió todo y se fue con su novia a vivir a Los Ángeles, donde ella, papel a papel secundario, consiguió meter la cabeza en el mundillo del cine.
Si no lo hubiese vivido no lo habría creído. Formé parte de su empresa como me prometió, dedicándome a resolver todos sus mundanos problemas, legales o administrativos, y también obtuve parte de ese pastel. No puedo negar que me abrió muchas puertas. Ahora, diez años después, trabajo en aquella multinacional que compró su negocio. Siempre envidié su predisposición a creer que lo tenía todo controlado, y más de una vez quise verme en sus zapatos. Consiguió su sueño, hacer descenso en el río Yukon con su kayak, pero le faltaron horas de práctica con la pala.
Ahora, ante su lápida, me doy cuenta para mi tranquilidad de espíritu, que obsesionarse con cumplir tus sueños puede suponer el fin de tus días.
Comentarios (9):
María Jesús
18/11/2024 a las 20:10
Me ha gustado muchísimo tu relato, ameno, bien escrito y muy fluido. Enhorabuena.
Javier López Montes
18/11/2024 a las 20:28
Gracias María Jesús, agradezco tus cumplidos. Un saludo.
Paola
19/11/2024 a las 08:42
Hola Javier
Veo q además de ser un gran lector también sabes escribir!!
Buen relato, con empaque y decidido. Tienes una idea y vas a por ella con todas las armas disponibles.
Un placer leerte. Saludos
Mónica Bezom
19/11/2024 a las 17:15
Hola, Javier.
Me ha gustado tu relato, la originalidad del tema central y el discurrir fluido y ameno del mismo.
Un placer leerte.
Saludos.
Javier López Montes
19/11/2024 a las 17:58
Muchas gracias Paola y Mónica por vuestros parabienes, aunque estoy seguro de que aún me queda mucho por mejorar. No soy de los que rechazan una crítica constructiva.
Saludos.
Paola
22/11/2024 a las 12:02
Hola Javier
La verdad es q cuando me encuentro con un relato en el q se nota buena pluma y gran lector detrás no suelo decir mucho porq mi prudencia o modestia me frenan. En tu último comentario dices q eres de los q no rechazan una crítica constructiva y eso me lleva picando varios días así q allá voy:
En mi duro y trabajoso viaje en esto de la escritura me he encontrado varias veces con aquello de que hay q dejar participar al lector despertando en él la imaginación. Personajes con algo de misterio, actos del pasado q solo se comentan en lo estrictamente necesario y ese tipo de cosas. Quizás hecho de menos algo así en tu relato.
Ala!, ya está, lo he dicho. (Jeje).
Espero q mis palabras puedan servirte de algo
Saludos
IreneR
22/11/2024 a las 19:08
Buenas, Javier.
¡Ay! No me esperaba ese final, había olvidado que todavía no había salido la palabra lápida… Pobre hombre, con lo bien que se lo había montado. Tenía que haber soñado un poco más allá, para que ese poder sobrehumano de conseguir lo que se proponía lo alejara de la tumba.
Un relato muy bien escrito, aunque diría que hay algunos errores de ortografía:
“¡Ay!, ¡Eso duele!.” Si hay una coma, ese “eso” tendría que ir en minúscula. Y detrás de una exclamación no se pone punto, ya va dentro de la exclamación.
“banalidades de los números -tenía la capacidad de considerar prosaicos los detalles-.”
Detrás de números tendría que ir un punto, y “tenía empezar con mayúscula. Y al final, después de detalles sobra el guion.
No estoy segura del largo de los guiones de diálogo, pero diría que eso no son guiones de diálogo, ¿tan solo guiones normales de menos?
Un gusto haberte leído.
Un saludo.
Irene
Otilia
23/11/2024 a las 15:38
Hola, Javier, gracias por tu historia que se lee con fluidez.
Los anteriores comentarios ya te han dicho lo mejorable, pero para aportar algo, creo que en esta pregunta el verbo tiene que ir en futuro: ¿Ella te acompañará en tu viaje?
En el último párrafo, tipo moraleja, no entiendo la relación de que haya cumplido sus sueños con que se haya muerto. No he visto al personaje tan obsesionado para que suponga el fin de sus días.
Perdona, quizá no lo he entendido.
Saludos.
Javier López Montes
24/11/2024 a las 12:16
Muchas gracias, Paola, IreneR y Otilia, es todo lo que me decís lo que considero una crítica constructiva. Estoy muy lejos de considerarme un buen escritor y esos granitos de posibles imperfecciones me ayudan a mejorar.
Siempre trato de afinar con la puntuación, aunque a veces se escapa lo más evidente. Y no es excusa, pero el relato lo escribí en un editor en el que no encontraba como poner el guión largo, soy consciente de que no era el correcto.
Y respecto al final igual no tuve espacio para explicarlo mejor, pero quiero hacer ver que su falta de horas de práctica para mejorar su pericia con la pala haciendo descenso, supuso que no pudo evitar tener un accidente que le costaría la vida.
Intentaremos seguir mejorando. Gracias.