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¡Dame la daga! - por CeloR.

«¡Dame la daga!», abrió los ojos. El dinosaurio seguía a su lado. Era un ritual que marcaba el transcurso del día. Tras desayunar, asearse y vestirse, bajaba en el ascensor. Tenía media hora para llegar a clase.

—¡Dame la daga! —, Erik, que padecía un tipo particular de dislalia con la letra P, le había hecho la vida imposible desde infantil. El dinero de la merienda tan sólo era una más de todas las humillaciones que sufría a diario.

Cuando volvía a casa, iba corriendo hasta su cuarto. Se encerraba. No quería que sus padres lo viesen abrazar su dinosaurio.

Comentarios (3):

Luis Duque

18/06/2019 a las 15:49

Cordial saludo Celo…

Un micro que retrata el acoso por el que pasan muchos pequeños. Genial lo del pronunciamiento de paga con dislalia. Un gusto leerte.

John Doe

20/06/2019 a las 19:02

Hola Celo, buen relato, me gusta como abordas el tema del acoso, el final esta muy bueno.

Estoy en el 64 por si quieres pasar.

Héctor López

21/06/2019 a las 21:51

Triste y muy real para ciertos niños.
Este diálogo me costo entenderlo.
—¡Dame la daga! —, Erik, que padecía un tipo particular de dislalia con la letra P, le había hecho la vida imposible desde infantil. El dinero de la merienda tan sólo era una más de todas las humillaciones que sufría a diario.

¿Que tal?

—¡Dame la daga! —, dijo Erik, el chico que le había hecho la vida imposible desde infantil(Kinder) y quien padecía un tipo particular de dislalia con la letra P. El pago que le pedía, era el dinero de la merienda, y eso era tan sólo una de todas las humillaciones que sufría a diario.

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