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año cero - por Pato Menudencio
Web: https://menudencio.wordpress.com/
Primero fueron los mareos, luego las nauseas al despertar. No cabía la menor duda, estaba embarazada.
Pese a su corta edad, apenas una adolescente, la angustia se apoderó por completo de ella, cosa normal; en especial porque hace poco la desposaron con un hombre que podría ser su padre sólo porque era un rico fabricante de muebles; y porque entre ellos no había pasado nada carnal porque él estaba esperando que ella cumpliese la mayoría de edad.
No tenía coartada, no había ninguna manera de justificar el embarazo. ¿Un aborto?, eso sería impensado. En pueblo chico, infierno grande, y todos sabrían en algún momento la noticia y quedaría como la puta del pueblo.
Mientras pensaba qué hacer, se le venían a la cabeza recuerdos desordenados de sus encuentros con Gabriel, el joven con cara de ángel que llegó a trabajar con su marido al taller. Lo recordaba con todo detalle. Él unos pocos años mayor que ella, lleno de vitalidad, a diferencia de su marido, que pese a ser un buen hombre, sabía que el destino de ese matrimonio sería el fracaso.
Primero sucedió el cruce de miradas. Bastó que esos ojos verdes iluminados con la llama de la juventud se posaran en los de ella para despertar algunas reacciones que hasta ese momento eran desconocidas para la inexperta joven. Poco a poco, la cercanía de edad permitió que se entablase una relación cordial entre ambos que fue haciéndose cada vez más peligrosa. Después de mucho tiempo ella se sentía escuchada y era comprensible. Separada muy joven de su familia, y llevada al hogar de un hombre de cincuenta años, que por mucha bondad irradiara de su corazón, no tenía nada en común con ella, transformándose en dos extraños bajo el mismo techo.
Por eso la llegada de Gabriel al taller significó una ventana en la vida de la joven; ventana que se abrió de par en par un día que ambos quedaron solos en el taller.
Su marido se ausentó por un viaje de negocios y mientras hacían inventario en la bodega ocurrió lo inevitable. Los dos cuerpos desnudos se confundían en uno solo. La humedad y los gemidos no importaban. Eran ellos nada más disfrutando cada centímetro de piel del otro. No era la primera vez de Gabriel, aún así se las arregló para proporcionarle seguridad y placer a su amante.
Pero todo tiene consecuencia. En eso pensaba la joven mientras se dirigía a la casa de Gabriel. Convenientemente su marido le pidió que le fuera a dejar unos informes del taller, así que no levantaría sospechas. Tocó la puerta y al joven se le iluminó el rostro con solo verla.
—Que sorpresa verte en mi puerta— dijo Gabriel con una mezcla de ternura y deseo por evocado por los recuerdos de hace un tiempo.
—Tengo que contarte algo muy importante. ¿Puedo pasar?…
Al cerrarse la puerta, ella rompió en llanto. Todo su mundo se desmoronaba y no había nada cómo arreglarlo. Gabriel tampoco podía ser capaz de recoger los escombros que quedarían.
—Estoy esperando un hijo tuyo.
El peso de todo el mundo cayó en los hombros de ambos, sin saber cómo salir de la situación.
—Escapa conmigo. Vámonos lejos de tu marido. En otro pueblo podemos empezar de cero. Yo pongo un taller de muebles y entre los dos administramos el negocio. Podemos salir adelante juntos con nuestro hijo.
—Eso es imposible. Tu sabes que me gustaría que todo fuese de otro modo, pero sería un golpe para mi familia. Esa afrenta a la familia de mi marido no la dejarán pasar. Lo siento, no puedo.
El silencio se apoderó de todo, los jóvenes miraban a la pared tratando de encontrar una salida.
—¿Has pensado qué le dirás a tu marido?
—Tengo un solo plan. Esta noche lo drogaré con unas hierbas que me vendió la curandera que vive en las afueras. Si tengo suerte, creerá los argumentos que le daré. Estará tan drogado que pensará que todo es mágico.
—Es una idea tan mala que hasta puede funcionar. Sólo hay una cosa. Antes que me saques de tu vida, ¿Qué nombre le pondrás a nuestro hijo?
—Jesús, siempre me ha gustado ese nombre.
Y más de dos mil años después, ustedes ya conocen el resto de la historia.
Comentarios (19):
Carla Daniela
17/05/2019 a las 02:51
Hola Pato Menudencio! Como estas?
No me vi venir ese final!! Me encantó!! Muy atrevido y original. Me gustó mucho la historia. Primero te iba a decir que una señor que acepte casarse con una adolescente mucha bondad no puede irradiar, pero luego me ubicaste en el contexto y toma coherencia. Lo único, me queda una duda: En esos años existía el concepto de inventario?
Respecto a la forma, me parece que esta muy bien escrita. Sencilla y llevadera. Bien la elección del nombre “Gabriel”
un gran saludo y nos leemos! (Nº 47)
Beba
19/05/2019 a las 00:27
Una historia bien narrada, sin duda. Mucho coraje para tirar una versión tan original de un suceso milenario y sagrado. Un saludo.
Pilar
19/05/2019 a las 22:56
Hola, Pato Menudencio
Wow!!! Me has dejado sin palabras con la frase final… Menuda ucronía tendrías entre manos, si decidieras cambiar la decisión de María!!!
El caso es que hace poco, me hijo pequeño me preguntó por qué en la iglesia se hablaba tan poco de San José, si era el padre de Jesús y yo, al responderle que realmente no era el padre, pensé en la bondad de ese hombre al explicarle su prometida cómo se había quedado embarazada. Otro, la habría repudiado…
En fin, esto no viene a cuento…
Tu relato está bien narrado, crea interés desde el principio y se empatiza con la joven embarazada y casada por conveniencia que renuncia al amor de su vida por salvaguardar su honor. Todo muy actual por los siglos de los siglos, amén.
¡Enhorabuena! Repito, me has dejado fascinada…
Saludos desde el 41.
Pato Menudencio
22/05/2019 a las 17:13
Gracias por sus comentarios. Ya pasé a opinar en vuestros textos.
que bueno que les gustara mi humilde herejía
isan
22/05/2019 a las 20:32
Hola Pato Menudencio:
Te comento primero algunas cosas de forma que arreglaría.
El año del título con mayúscula. Este título demuestra hasta qué punto tienen importancia los títulos.
“…podría ser su padre sólo porque era un rico fabricante…” Pondría “que podría ser su padre” entre comas para hacer un inciso. De otra forma parece que puede ser su padre solo por ser rico. SOLO sin tilde.
“…que por mucha bondad irradiara de su corazón,” Falta QUE después de bondad.
“…No era la primera vez de Gabriel, aún así…” No comprendo este “aún así”. No veo qué tiene que ver que no fuera la primera vez para que “aún así”…
“…de ternura y deseo por evocado por…” Sobra el primer POR.
“…Tu sabes que me gustaría. TÚ con tilde
Entrando en el fondo, me ha parecido una versión muy novedosa y, si te soy sincero, es más verosímil que la oficial. Gabriel no era el anunciador que nos vendieron. O, sí lo era, ya que pasaba por ahí, pues oye ni tan bien. En cualquier caso no sabe María que Gabriel no es de fiar ya que tiene otros planes.
Un saludo.
JUANA MEDINA
22/05/2019 a las 21:24
Hola Pato,
Devuelvo tu visita y te agradezco por ella.
¿La verdad? Fuera de que ambos hemos elegido temas bíblicos, no veo nada en común con nuestras historias. Ah, y según se cuenta, José no era un rico comerciante de muebles, sino un modesto carpintero.
Encuentro que si el título hubiera sido otro, y la historia traída a la actualidad, posiblemente habría tenido más gracias.
Bien escrita. Un saludo,
Pato Menudencio
22/05/2019 a las 21:26
Yo creo que lo de humilde carpintero era una de las tantas mentiras que habitan en ese libro.
Amilcar Barça
22/05/2019 a las 23:08
Jo Pato, no tengo palabras. No me esperaba ese final. Qué retorcido eres. Jajajajajaja. salu2
Pato Menudencio
22/05/2019 a las 23:15
Lo de retorcido lo tomaré como un cumplido, XD
Beba
23/05/2019 a las 04:25
Hola, Pato. Como siempre, escribes muy bien, con estilo ágil y tono ácido. Yo también he fantaseado con “las otras verdades” de la Biblia; pero no puedo con el cariño de los que me lo enseñaron; son historias muy especiales, historias de fe. Así es que aplaudo tu estilo, pero la historia no me gusta.
Pato Menudencio
23/05/2019 a las 11:44
🙁
K.Marce
24/05/2019 a las 06:44
Saludos, Pato
Creo que Isan te ha marcado las mejoras al texto, te colaboro con más correcciòn a otros puntos, que creo que no se te han mostrado.
REPETICIONES
* Tienes cuatro en un mismo pàrrafo. Recuerda que el uso de palabras repetidas son para crear ènfasis en una oraciòn; de lo contrario se harán muy notorias.
-porque (te lo dejo modificado como sugerencia)
Siendo de corta edad, apenas una adolescente, la angustia se apoderó por completo de ella, era algo normal, en especial debido a que recientemente la desposaron con un hombre que podría ser su padre, sólo porque era un rico fabricante de muebles. Entre ellos no había pasado nada carnal, ya que él estaba esperando a que cumpliese más años.
Sé que no tuviste tiempo de revisión, pero en este párrafo en particular hay algunos puntos de mejora. Primero esos cuatro “porque”, modificando la oración, usando otra palabra, se elíminan. Ha quedado solo uno. También hay un poco de mejora en la redacción, ya que al inicio dices: “pese a”, tal si por su edad la angustia NO debería invadirla. Si lo que deseabas destacar era que ella siendo tan joven ya estaba casada, la parte de “la angustia” debería ser escrita posterior. Evita las palabras genericas, como “cosa” cuando se puede usar una palabra concreta.
El párrafo es bastante largo, se recomienda que una oración o frase no sobrepase de las veinte palabras. En este caso, hay cincuenta palabras sin un solo punto divisor. Se cambia el segundo “edad”, por años, ya que no creo que hace dos mil años atrás hubiera alguna connotación legal. De hecho a los catorce años, eras viable para casarte, ya que se esperaba apenas unos meses después de la primera menstruación para considerarse “mujer”, apta para casarse y engendrar hijos.
-* en este párrafo (Item)
No tenía coartada, ni había ninguna manera de justificar el embarazo. ¿Un aborto?, eso sería impensado. En pueblo chico, infierno grande, y todos sabrían en algún momento la noticia y quedaría como la puta del pueblo.
Aquí vale la repetición de “pueblo”, ya que en ambos son usados en expresiones ya establecidas y coloquiales. Ahora, cuando se hace uso de un “no”, el siguiente se escribirá como “ni”, cuando este explica al primero. Por ello te lo marco.
No quiero fatigarte, así que acortaré algunas mejoras que te indicaré puntuales:
*Debido a que no has nombrado a la chica, se han usado nueve “ella”, igual pueden cambiarse por otras palabras.
*En una oración, usas dos “taller y ventana”, mi criterio es eliminar el segundo en ambos casos, porque la oración se comprende sin el énfasis.
* seis veces has usado la palabra “joven”
*Hay dos “podemos” muy seguidos, se sugiere cambiar a “Intentar” en alguno de los casos.
*Hay dos “familia” muy seguidas, se sugiere cambiar la segunda a “a la suya”, así elíminas la palabra “familia” y “marido” que se repite siete veces en el texto.
Nuestros relatos equivalen aproximadamente al espacio de una pàgina A4, por lo que la repetición de palabras debe evitarse, ya que en espacios pequeños suele notarse en mayor manera.
Sobre el forma de la construcción de la historia, pareciera que NO ha ocurrido hace tantos siglos, por la forma en cómo ha sido hilada, las expresiones y algunos conceptos que en aquellas epocas no significaban lo mismo que en nuestros tiempos, o no eran usados. Creo que lo que me hizo pegar las cejas, es la facilidad de Gabriel de abandonarlos, cuando ella no habla en ningún momento en que “renuncien” a sus sentimientos; sino a engañar al esposo de la jovencita con respecto al embarazo.
El final, cuando se rompe la cuarta pared y el autor nos habla directamente no me ha gustado. La narrativa omnisciente en tercera persona se deja de lado y pasa a ser segunda persona, en lo cual se podría ver la mano del autor; es un recurso usado, pero no me es de mi agrado.
Has cuidado la ortografía, y aunque si hay frases largas, te he marcado la más notoria. Lo demás, se ha repartido, en su mayoría, correctamente en oraciones aisladas para marcar elipsis. Aunque hay algunas que no deberían, a mi criterio, estar separadas. Pero ya queda a los gustos del autor.
No nos corresponde decir a otro autor qué escribir y qué no hacer. Son libres de elegir la trama y la desarrollarán como lo deseen. Como sincera opinión personal, me quedo con la misma impresión que Beba. Los temas religiosos son un asunto de fe para muchas personas y nadie quiere ver aquello que creen vituperado, aunque sea en ficción como lo son las novelas escritas por autores alrededor del mundo. Debo confesar que por la mala fama de “El código Da Vinci” sigue en mi mesa de noche desde hace más de ocho meses y no lo quiero leer…
Aprovecha los descansos, porque con bebé ese tiempo cambia y el papá moderno no es como tu Gabriel, que deja a la mujer con su lío.. jejeje.
¡Nos leemos!
Wolfdux
24/05/2019 a las 18:54
Excelente final, no lo he visto venir. Un texto bien cuidado y de agradable lectura. Un placer volver a leerte. Un abrazo.
María Jesús
25/05/2019 a las 12:52
Hola Pato: Me ha dejado impactada esa historia, una historia más creíble que la que nos han contado por los siglos de los siglos, pero has hecho una apuesta arriesgada y eso le dota de mayor interés. Además la has contado con una sencillez apabullante. Por todo ello no tengo que añadir nada más que una felicitación.
Saludos desde el 48.
Kirjanik Maya
25/05/2019 a las 21:33
Hola, Pato Menudencio.
Dice un dicho “para gustos, colores por montones” en este caso escribiste sobre un tema que es muy sensible para muchas personas.
En lo personal me parece un relato excelente,(salvo los detalles que bien anotan Isan y K. Marce).
Tomar una historia que hace parte de la tradición oral (casi universal) y darle un giro diferente, tiene merito.
Creo que no había leído algo tuyo, te buscaré en el próximo taller. A ver con que nos sorprendes.
Saludos.
Vespasiano
27/05/2019 a las 23:10
Hola Pato Menudencio:
Gracias por pasarte por mi relato y dejar tu comentario.
He leído el tuyo con interés y no me he percatado de las mejoras que te han señalado otros compañeros, pendiente que estaba de la historia de “cuernos”, que mire como se mire siempre despierta algo de morbo en la cabeza de los lectores. Pero el remate que me ha dejado perplejo es la atribución de esos hechos a personajes tan universalmente conocidos y venerados por millones de creyentes.
Es un derecho el de la libertad de expresión del autor, pero creo que también se debe respetar, aunque no es mi caso, el sentimiento religioso de esas personas.
Por eso no puedo aplaudir la elección de esos personajes como protagonistas de tu historia.
También estoy de acuerdo con Juana Medina en lo que se refiere a la “riqueza” de José. En los tiempos actuales tal vez el protagonista de tu historia, podría ser el dueño de IKEA. Pero en aquella época no creo que la gente comprara muchos muebles para la casa.
Nos seguiremos leyendo. Hasta la próxima.
marazul
28/05/2019 a las 20:41
Hola Pato Menudencio:
Has sacado el Pato más provocador en este relato. Te voy a ser sincera, creo que versionar hechos tan notables es un riesgo grande.
Escribes bien y no creo que te haga falta recurrir a esta táctica. Por supuesto que eres muy libre. La libertad de expresión ante todo, Pato, pero a mi el final me ha decepcionado.
Agradezco que te hayas pasado por mi relato.
Un saludo
Pato Menudencio
29/05/2019 a las 20:35
Pucha, era ese o el relato de la monja transexual
Osvaldo Vela
31/05/2019 a las 12:53
Hola Pato.
Gracias por tu visita a mi texto y tu aportación tan positiva.
En cuanto al tuyo, entre mas leía mas me imaginaba que la única solución sería un suicidio comunitario, incluido el futuro bebe.
En lugar de ello vaya giro que le das a la historia. Irreverente pero ingenioso.
Te felicito.
Un abrazo y saludos.