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Acorralado - por Alberto
El niño estaba al lado del pastel mordido. Un bocado prácticamente perfecto se marcaba en la pieza redonda y apetitosa de bizcocho, nata y crema. Y lo peor: no tenía coartada.
Él sólo pasaba por la cocina, buscando un vaso de agua para reponer las fuerzas que había perdido jugando con el resto de la manada de críos que reía, peleaba y gritaba afuera. Entonces vio el pastel, el mordisco, y escuchó las voces de adultos que se acercaban. La puerta estaba demasiado lejos al otro lado de la cocina, si intentaba escapar sólo conseguiría que le vieran salir corriendo por la puerta. Sabía lo que le esperaba, no le escucharían, no le habían escuchado en otras ocasiones, y no le escucharían ahora.
– Si es que cuando van a cualquier sitio, le sueltan, como si fuera una fiera enjaulada. El otro día coincidí con él y el crío en la pollería. Apunto estuvo de tirar varios cartones de huevos ¡y porque le paró el pollero!-. Espera, qué es eso – cortó el adulto que acompañaba a la madre de uno de los niños. Las miradas se clavaron en la tarta mordida.
Tras ver la tarta, giraron la cabeza en torno de la estancia, como si tuviesen rayos x con los que ver a través de los muebles y las paredes. Pero no podían, por eso no cayeron en la cuenta de que en el cajón de la basura, justo tras a esta, un crío de 4 años se encogía y se tapaba la nariz para no oler el tufo a pañales usados que desprendía el cubo.
Estuvo ahí quince minutos. Escuchando a los padres acusarle, decir que dónde estaba, que seguro que ha sido él, quejándose de que su padre no cogía el teléfono y de que seguro que vendría tarde a recogerle del cumpleaños, como siempre. El resto de niños les dijeron que entró a la cocina a por un vaso de agua, y aquel indicio se convirtió automáticamente en prueba culpatoria. En medio de la oscuridad y aquel olor, el chico se sentía acorralado. Y entonces comenzaron a inquietarse de verdad porque no aparecía.
Sólo cuando todos salieron en su busca salió de su escondite. Con lágrimas en los ojos y una ira irracional cogió el pastel y lo tiró al suelo. Y se marchó corriendo. Intentó evitar a todos, pero una niña, la cumpleañera, se cruzó con él casualmente a la que venía del baño. Ella le miró y sonrió maliciosamente. Él vio una miga en la comisura de su labio. No había nada que hacer.
Trepó por el rosal de al lado de la puerta de salida del patio, en lo alto se lanzó hacia abajo. Se hizo daño al caer, las manos le sangraban. Ciego de rabia y dolor se apresuró a cruzar la calle lo más rápidamente posible. No vio al coche que pasaba.
Comentarios (5):
Yoli
17/05/2019 a las 23:51
Hola Alberto
Eres uno de los 3 relatos que me corresponde leer.
Hasta la segunda lectura es que pude comprender el tema.
Es una historia que comienza con una travesura y termina con tragedia.
Te digo algunos mejorables:
repites palabras muy cercanas,puedes cambiarlas u omitirlas según sea el caso:
“La puerta estaba demasiado lejos al otro lado de la cocina, si intentaba escapar sólo conseguiría que le vieran salir corriendo por la puerta. Sabía lo que le esperaba, no le escucharían, no le habían escuchado en otras ocasiones, y no le escucharían ahora.”
…tarta mordida.
Tras ver la tarta, giraron la…
…casualmente a la que venía del baño (no me queda clara esta frase). Ella le miró y sonrió maliciosamente… (además de que no hay que abusar de los adverbios terminados en mente
…rápidamente…
El guión largo no debe separarse de la primea letra y el final no es necesario volverlo a poner porque continúa la conversación en este primer ejemplo:
– Si es que cuando…el pollero!-.
– cortó el adulto que.. (aquí no despegar el guión de la letra)
– “justo tras a esta” Quedaría mejor: justo detrás de esta. Esta bien no tildar “esta” demostrativo según las últimas reglas de la RAE
– se lanzó hacia abajo (no es necesario decir hacia abajo, se entiende)
Buen trabajo, sigue escribiendo, para eso es este taller, para pulirnos.
Gracias por permitirme aprender con tu escrito.
¡Nos seguimos leyendo!
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
Crispín Silva Muñoz
18/05/2019 a las 01:47
Hola Alberto, eres uno de los relatos que me corresponde leer. Al principio me pareció mejor que como terminó. Y suscribo completamente las observaciones de Yoly. Saludos, sigue escribiendo.
marazul
18/05/2019 a las 14:08
Hola Alberto: lo primero decirte que hay otro compañero que también firma cómo Alberto. No sé si eres tú el que me ha comentado, pero es igual porque tu relato me ha gustado. Es verdad que las injusticias no gustan a una lectora como yo y sobre todo si terminan tan mal. La trama es buena, lo controlas bien. Esa forma de enredarse algo que comenzó de la manera más inocente… uffff!!! logras que me involucre en la narración. Y eso es lo que pretendes, supongo. Pues lo has logrado Alberto.
En lo formal lo veo bastante correcto.
Encantada de haberme pasado por aquí.
Saludos.
Baxin
19/05/2019 a las 22:25
Me encantó como está narrado, pues al principio parece que el niño es culpable. Méndiga niña. Y como si la tragedia no fuera suficiente, se presenta ese final. Me ha hecho sentir la injusticia. Creo que en la palabra “Apunto de”, sería con espacio: “A punto de”. 🙂 😛
Lucrecia Gordillo
24/05/2019 a las 16:16
HOLA ALBERTO: Gracias por leerme (María Lucrecia, 25) Las mujeres nacemos astutas (ja, ja). Pero yo, en lugar del niño, tomo a la niña con una mano y la tarta con la otra y hago una sola de las dos. Pequeña observación:
solo, ya no se tilda.
en el tercer párrafo después de ¡y porque lo paró el pollero! siento que te falta terminar con algo así como “no los botó todos” “nos dejó sin omelette” o cualquier cosa. “Críate fama y échate a dormir” decimos aquí en Guatemala, a mí, solía pasarme así.