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Esperando a Hiroko - por AtticaR.

Que Hiroko recuerde el pacto hecho quince años atrás y aparezca hoy en la fontana de Médicis es una chorrada, David lo sabe, y sin embargo allí está él: un hombre hecho y derecho, el respetado jefe de oncología del San Patricio, haciendo una auténtica chorrada. Se ha convertido en un panoli, uno de esos que limpian la cagada de pájaro de una silla verde y se sientan al abrigo de los árboles, junto a la fuente, allí donde Polifemo acecha a Galatea y a su amante como si fuera un león. Para Hiroko, aquel era el sitio más especial de todo París.

Se conocieron en una estancia en la Sorbona, durante el último año de Medicina. Aunque se habían visto alguna vez en clase (el español sonriente siempre rodeado de amigos, la japonesa callada con un libro bajo el brazo), no intercambiaron palabra hasta la mañana en que Hiroko lo encontró saliendo de la habitación de su compañera de piso. Ella abrió mucho los ojos, él se puso rojo e intentó taparse los calzoncillos. Después, movido por algún resorte estúpido, dijo algo así como “konichiwa”. La risa de ella lo sorprendió.

—¡Soy americana, tonto! Soy adoptada…

Cuando la compañera de piso se levantó, horas más tarde, los encontró enzarzados en una discusión.

—¿Qué puedo decir? —reía Hiroko— siento predilección por Ringo.
—¡Qué tontería! Si John levantara la cabeza… Querida Hiroko, eres una perdedora.

En eso, la compañera de piso no podía estar más de acuerdo. Pero por algún motivo se hicieron inseparables, aquellos dos. Se convirtió en un hábito verlos juntos a la hora del almuerzo, riendo de alguna broma que sólo les hacía gracia a ellos. David la invitaba a todas las fiestas y le presentaba a sus amigos, Hiroko lo arrastraba al cine y a la biblioteca y le enseñaba sus rincones favoritos de París.

—¿Sabes? —dijo la compañera de piso una noche, en la cama de David— creo que Hiroko está colada por ti.
—No digas tonterías. Sólo somos buenos amigos.

Y lo eran. David nunca hablaba con nadie de las cosas que contaba a Hiroko.

—La verdad es que soy un fraude —le dijo un día— Sólo empecé medicina porque quería ganar dinero.
—¿Y?
—¿Qué clase de médico voy a ser, Hiroko?
—No seas crío, David.
—¡Eh!
—Lo importante es cómo eres con tus pacientes, y te conozco… Créeme, serás bueno.

¿Por qué no se planteó entonces que aquella chica era el amor de su vida?

En primavera el padre de Hiroko sufrió un infarto y ella tuvo que volver a América. Se despidieron en Denfert Rocherau con un abrazo; ella estaba seria y David le revolvió el pelo para animarla.

—Eh, venga, perdedora…

Pero Hiroko no se rió. Continuó mirándolo a los ojos, mirándolo durante tanto tiempo que parecieron minutos, hasta que se puso serio él también. Aquel fue el momento, vaya si lo fue. ¿Y qué hizo él? Comportarse como el cobarde que era, porque Hiroko era mucho más que las otras chicas, porque con ella sería algo serio.

—Eh, oye, hagamos una cosa —soltó para romper el silencio.
—¿Qué?
—Hagamos un pacto, como en esas películas ñoñas que tanto te gustan.
—A mí no me…
—Encontrémonos aquí dentro de quince años.
—¡David!
—No quiero decir que no mantengamos el contacto. Pero ya sabes lo que pasa… mucha carta, mucho teléfono, pero después…
—Ya veo…
—No, en serio, si yo pienso escribirte todos los días. Pero encontrémonos aquí. En tu lugar favorito de París, pase lo que pase.
—¿En la fontana de Médicis?
—El quince de mayo de 2019.
—Humm…
—¡Venga!
—Lo anotaré en el calendario…

Ya entonces una parte de David intuía que se arrepentiría muchas veces, durante los años venideros, de no haber besado a Hiroko aquella mañana.

Pero hoy no. Sentado junto a la fontana, se dice que esperará hasta que cierren los jardines. Se lo debe a su amiga de entonces, y aunque nunca volvieran a mencionarlo, David tiene la esperanza de que… bueno, es una chorrada, pero… ¿y si se acordara?

Pasa la mañana observando a los turistas sacar sus fotos. Es cerca de mediodía cuando escucha las voces de las niñas a su espalda.

—¡Papá!
—¿Qué haces ahí sentado?
—He intentado dejarlas con la canguro del hotel, pero me han atosigado a preguntas…
—¿Y no has encontrado respuestas satisfactorias? —David sonríe, todavía maravillado de que se haya acordado.
—¿Qué puedo decir? Son un par de sabuesas —Hiroko se encoge de hombros—. No tenía coartada.

Comentarios (8):

JaimeM

16/05/2019 a las 22:17

Hola, Attica:

Muy bonita tu historia. Y bien conseguido el giro final: no me lo esperaba.

Se lee muy bien. Me parecía estar viendo una comedia romántica americana (indie).

Reconozco que no es del todo mi género (los personajes y la relación me resultan un poco esquemáticos, pero creo que ese es mi problema y no el tuyo). Todo está muy bien llevado.

¡Un saludo y nos leemos!

Rafa Frisby

18/05/2019 a las 05:31

Aww me encantó tu relato, que manera mas tierna de aplicar el reto. Me gustan los giros que toma la historia, son algunos, para el limite de 750 palabras. Disfruto cuando algo me entretiene al grado que llegó hasta el final deseando que el cuento fuese un poco mas largo. Saludos.

Beba

19/05/2019 a las 00:56

Hola, Attica: Me pareció una historia romanticona, algo anticuada, pese a la reubicación de algunos detallesen el marco. A la trama le falta consistencia. El desenlace sugiere que se casaron y tienen hijas, pero el conflicto, la actitud de David, no me resulta significativo.

M.L.Plaza

19/05/2019 a las 09:00

Hola Attica.
Vaya manera de jugar con los lectores. Como a Jaime el final me ha pillado por sorpresa, no lo he visto venir en ningún momento.
Aunque me parece una historia bastante inverosimil,en la que falta mucha información, tengo que reconocer que me ha encantado: es muy ágil y se lee de un tirón.
Te comento unas cosas que he visto:
– en el primer párrafo repites chorrada.
– el cobarde que era, porque Hiroko era. Quitaría el primer era:comportarse como un cobarde.
– empecé medicina, creo que Medicina va con mayúscula.
A mí que la historia sea romanticona y algo anticuada me parece genial.
Ha sido un placer leerte.
Saludos

Josè maría

20/05/2019 a las 21:07

Hola Atttica.Buen relato, después las correcciones que te hacen los compañeros.He tenido que leer varias veces desde que aparecen las niñas hasta el final,quizás el fallo sea mio al no darme cuenta.
_¡papa!
_¿Qué haces ahí sentado?parece una pregunta de las niñas si no fuera por el guión.Es correcto pero seria mejor advertir la llegada de Hiroko.Un saludo ,mi relato es el 43 por si te quieres pasar

Solidsteel

21/05/2019 a las 16:24

¡Hola, Attica!
Me encanta el giro final, nada esperado… Incluso me enternece el hecho de que ella no sólo se acuerde de algo que puede ser romanticón, pero que obviamente les marcó a ambos, sino que además haga partícipes de ello a sus dos hijas, sorpendiéndolo doblemente…
En lo formal, y posiblemente sea algo de gusto personal mío, yo cambiaría: “Aunque se habían visto alguna vez en clase (el español sonriente siempre rodeado de amigos, la japonesa callada con un libro bajo el brazo), no intercambiaron palabra hasta…” por: ” Aunque se habían visto alguna vez en clase (el español sonriente siempre rodeado de amigos y la japonesa callada con un libro bajo el brazo), no intercambiaron palabra hasta…”, porque pienso que de esta forma se consigue mayor musicalidad en la lectura.
Me encanta cómo desarrollas siempre los diálogos, tan naturales…
¡Enhorabuena por demostrar que estos retos también sirven para mantener la mágia!

Amilcar Barça

29/05/2019 a las 22:50

Gracias por pasar por mi relato y por tu comentario. salu2

Jose Luis

30/05/2019 a las 02:25

Hola
Agradezco tu visita a mi relato y posterior comentario
Tu cuento de amor que relata el inicio de una relación me ha gustado bastante y es entretenido. Lo mejor es el final, imprevisto, dadas las primeras palabras del narrador, que invitaban a pensar en otra cosa distinta, como si hubiera fracasado. ¡Un poco de trampa, eh! 😉
Un saludo

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