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DESCUIDOS INTENSIVOS NOCTURNOS - por NICR.
Según el calendario de asignación de guardias, la sala de cuidados intensivos por las noches tenía al menos 3 profesionales médicos a cargo de los pacientes. Ese día las cosas cambiaron. Uno de sus colegas salió corriendo ante el llamado de su esposa pues su hija había convulsionado. El otro fue a hacer una visita por la sala de clínica médica para charlar con esa joven residente a la que le había “echado el ojo”. Los enfermeros no habían ido a trabajar por cuestiones de reclamos gremiales. Era la primera vez, en mi primer año de guardia, que podía palpar la soledad del hospital.
La tranquilidad sepulcral fue interrumpida por el paciente de la cama 10118. Comenzó a gritar, despertando a todos. A pesar de que era normal algunas de estas reacciones nocturnas, sus gritos semejaban los rugidos de un león herido. Su pulso estaba fuera de sí, su presión arterial pendulaba. En la pantalla del monitor se podían ver todos sus signos vitales fuera de control. Mientras buscaba la jeringa y el frasco, sentí una mano gélida aferrándose a mi brazo. Lo ví a los ojos. Desde sus pupilas podía verse el infierno del dolor. Su expresión sudorosa quedó grabada en mi mente y me paralizó. Debía tomar una decisión y lo hice. Cargué la jeringa y clavé la aguja en la vía lo más rápido posible, sabía que esa dosis debía calmarlo…esa dosis, ¿no? ¿eran 250 o 500 miligramos?.
La calma de la sala regresó antes de lo pensado. Con ella regresaron mis colegas, pero no pude mirarlos a la cara. Sabía que la dosis incorrecta en el paciente había puesto fin a mi carrera de medicina. Era evidente que el único responsable era yo. Y no tenía coartada.
Comentarios (5):
JaimeM
18/05/2019 a las 20:20
Hola, NIC:
En primer lugar, muchas gracias por pasarte por mi relato y por tu comentario.
Qué duro el final de tu historia. Me he quedado helado, especialmente porque recuerdo haber leído algo similar en el periódico no hace mucho.
Imagino que si había menos personal del que debía, la culpa no es solo del protagonista, ¿no? Aunque sí puedo entender que lo sienta así.
Me ha gustado tu historia. En lo que se refiere a la redacción, hay algún momento que me resulta confuso. En el primer párrafo, cuando dices: “Uno de sus colegas salió corriendo…” ¿No debería ser “uno de mis colegas…”? Ya que es uno de los colegas del narrador.
También me parece detectar una error de concordancia: “A pesar de que era normal algunas de estas reacciones nocturnas”. ¿No debería ser “A pesar de que algunas de estas reacciones nocturnas eran normales…”?
Igualmente me choca un poco la expresión “Lo vi a los ojos”, pero quizá eso tenga que ver con mi modalidad de español. En mi caso yo estoy acostumbrado a la expresión “Lo miré a los ojos”.
Espero que mis comentarios te sean de alguna utilidad.
¡Un saludo y nos leemos!
Carla Daniela
19/05/2019 a las 01:11
Hola Nic! Como estas?
Muy buen relato! Corto y conciso. Coincido con el comentario de arriba, que hay algunas oraciones que pueden revisarse. Agrego un comentario más, pero es solo mi opinión. Creo que esta frase “¿eran 250 o 500 miligramos?.” Podría cortarse y se entendería perfectamente.
Un gran saludo y nos leemos!! (Nº 47)
Scott
19/05/2019 a las 11:15
Hola Nic, me ha gustado mucho como describes una situación limite así como el final.
Saludos !
scott
Baxin
19/05/2019 a las 21:32
Me encantó que termine la narración en una frase corta y de forma tajante, haciendo referencia al fin de la carrera del protagonista.
La palabra “pendulaba”, no me parecer familiar; yo he escuchado “oscilaba”. 🙂 😛
DarkSoul
19/05/2019 a las 23:27
Hola Nic,
Me han gustado mucho el ritmo y la tensión que has creado, que hacen empatizar con el protagonista. ¡Buen relato!