Literautas - Tu escuela de escritura

<< Volver a la lista de textos

BUZOS - por Pepelu MartínR.

Nada más recibir el correo de su amigo Goyo,
invitándole a pasar dos semanas de vacaciones durante la
primera quincena de junio en su bungalow de la playa de
Isla Margarita, llamó a su novia para contárselo y acordar
las fechas propuestas del viaje, al fin de recuperar en
esos días, el cariño y la relación muy descompuestos en los últimos tiempos.

No pudo ser, ella tenía un compromiso ineludible, se
casaba su hermana en Canadá y la familia había reservado vuelos y alojamiento.

A Gonzalo no le importó demasiado; su noviazgo en el
filo de la navaja se había enfriado tanto que presentía
estar más cerca del final que del principio, especialmente
debido a una infidelidad sospechosa de ella. Viajaría solo.

Al llegar le pareció alucinante la isla, la playa y el
ambiente festivo que se respiraba tanto por el día como por las noches. Goyo que trabajaba de buzo profesional para plataformas petrolíferas y evidenciaba un entrenamiento físico excelente, le enseñaba el entorno, recorrían el paisaje turístico, tomaban el sol y descansaban charlando bajo la sombrilla de brezo que daba sombra a la arena ardiente. Fue presentado a un grupo de amigos y entre ellos, a tres chicas nativas en bikini que también exhibían una salud envidiable.

Un día, Goyo cogió su bolsa deportiva y les invitó a
seguirle hasta el final de la playa.

—Vamos al acantilado a pescar un tiburón pequeño —dijo
Goyo—, ¿qué os parece si celebramos la llegada de Gonzalo haciendo una barbacoa esta noche?
—¿En serio? —preguntó Gonzalo con la boca abierta—, ¿te atreves?, ¿se comen?
—Por supuesto, son crías de tiburón mako. Riquísimos
preparados a la parrilla.
—¿Y como lo pescas?
—Con un fusil de pesca submarina neumática de aire
comprimido y los cojo con un guante de amianto.
—¿A pelo o bajas con botellas?
—Con aletas, gafas y tubo nada más. Bastante trabajo tengo con el mono especial de neopreno…

Goyo, se sumergió lo menos cinco o seis veces hasta
que por fin salió con un tiburón clavado en su arpón. Medía
unos ochenta centímetros y todos aplaudieron.

Fue una noche espléndida de luna llena y una fiesta
desinhibida y sensual, comiendo en un chiringuito de la
playa, con su barbacoa, las ascuas alumbrando, su cocina, los mojitos, la excitante música caribeña. Ruth, una de las jóvenes del bikini se acercó a Gonzalo y al son de la
música, bailó bachata para él; seductora y sexy le invitó a
bañarse en las aguas cálidas del Caribe.

Gonzalo disfrutó como nunca con aquella fiesta
divertida y libre, apreciado por aquél grupo de amigos
extrovertidos y con Ruth, que le acariciaba besándole
amorosa. Excesos de todo tipo no le permitieron recordar
con exactitud la totalidad de los gozos vividos hasta que
despertó al amanecer, tan solo observó a su lado bajo la
sombrilla y envuelto entre toallas el cuerpo magnífico y
desnudo de Ruth.

Goyo le felicitó por el éxito del afecto conseguido
entre sus amigos y preferentemente entre sus amigas.

Finalizaron los días espléndidos de vacaciones. Nunca
lo había pasado tan maravillosamente bien. Emocionado fue despedido por Goyo y por Ruth en el aeropuerto. Ella le
besaba en los labios con los ojos llorosos.

—¿Volverás?
—¡Volveré!

En el reencuentro con su novia, Gonzalo, sincero como
siempre, le contó espontáneo lo genial que lo había pasado en el Caribe y también el idilio amoroso de vacaciones que mantuvo con Ruth. Ella, indignada o rabiosa por el atrevimiento y la osadía de contarle aquél desliz, le soltó a bocajarro, que efectivamente, aquellas sospechas antiguas de su infidelidad, eran ciertas y que duraron varios meses.

Gonzalo quedó sumergido al igual que su amigo Goyo, en
un mar de dudas y vacilaciones dolorosas que desembocaron en la ruptura helada e irreversible del noviazgo.

El racismo sentimental en la pareja, es casi siempre
una manifestación de inexperiencia. Los que no han
penetrado excesivamente en el mundo de los placeres
amorosos, sólo pueden juzgar a las mujeres por lo que ven, pero los que de verdad las conocen, saben que los ojos sólo pueden comunicar una mínima fracción de lo que una mujer puede brindarnos.

Comentarios (9):

Otilia

18/04/2019 a las 17:14

Hola Pepelu Martín:
Gracias por leer y comentar.
Tu relato me ha gustado. Por poner un pero, cuando dices que Gonzalo quedó sumergido como su amigo Goyo, pienso que es una ironía del autor que se ha colado en la narración, ¿no?
No entiendo lo del “racismo sentimental…”. Daría una vuelta a este final. Solo es mi opinión.
Nos leemos. Saludos.

marazul

18/04/2019 a las 17:23

Hola Pepelu.
Aquí estoy respondiendo a tu visita y encantada de leerte. Después de leer detenidamente tu relato me he quedado pensando: por un lado una historia de pareja que se derrumba, por otro unas apetecibles vacaciones llena de buenas experiencias. Y por último un final con una conclusión que no llegó a entender.
Me ha gustado la ambientación y la forma clara en qué te expresas, pero me has despistado en lo de “racismo sentimental”. Tal vez te refieras a que Ruth era indígena…
Tampoco veo el reto. Y en cuanto al título creo que es una comparación que haces entre el buzo pescador de tiburones y el “buzo” que se sumerge en los entresijos del alma de una mujer.
En fin, Pepelu, que me has dejado pensando. Tan complicadas somos las mujeres….je, je.
Un saludo

Lady N

18/04/2019 a las 17:27

¡Hola Pepelu Martín!

Tu relato me ha resultado entretenido y fresco, pero a la vez me ha faltado saber un poco más del contexto, por ejemplo ¿de dónde se conocían Goyo y Gonzalo? ¿Cuánto tiempo llevaba Gonzalo con su novia? ¿Todos los amigos de Goyo eran buceadores? No sé, ese tipo de cosas, aunque también puede ser que sea solo yo, porque siempre quiero saber más detalles jajajaj.

Por la parte formal, yo no tengo mucha idea, pero veo algunas cosillas como el error de concordancia entre “crías de tiburón” y “riquísimos”.

También creo que podrías darle una vuelta al parágrafo donde hablas de la fiesta, por ejemplo, en esta parte: “no le permitieron recordar exactitud la totalidad de los gozos vividos hasta que despertó al amanecer, tan solo observó a su lado…”. Si te referías a que solo vio eso antes de despertar creo que sobra la coma y si te refieres que al despertar vio eso y se acordó de todo, creo que vendría mejor una conjunción “y”.

Con respecto al contenido de la historia, me gusta mucho la ilusión y el buen rollo que desprende todo el viaje idílico a la isla Margalita, pero después me confunde un poco la parte donde Gonzalo le cuenta como si nada su aventura y lo feliz que ha sido en sus vacaciones a su novia y cuando ella le dice algo que él ya se esperaba, de repente se hunde. Sobre todo, porque al principio del relato, daba la impresión de ser todo un pasota con respecto a su relación.

Y, por último, ¿racismo sentimental?
Nunca lo había oído y no entiendo muy bien que sentido tiene en este contexto. Aunque para ser sincera, para mi, todo ese último párrafo esta algo desconectado de la trama y después de haber leído unas cuantas veces tu relato, sigo sin comprender que mensaje has pretendido plasmar ahí. O sea, se nota que significa algo para ti, pero yo no lo estoy viendo, si pudieras explicármelo te lo agradecería.

Sin mucho más que añadir, un saludo y muy felices letras.

El Apuntador Mudo

19/04/2019 a las 00:02

Buenas Noches Pepelu Martin, aquí te devuelvo tu amable visita.

Hay una pequeña errata en “contarle aquél desliz”, debería ser “contarle aquel desliz”.

La historia me ha gustado. Esa mezcla de marejada sentimental, vacaciones en un lugar paradisiaco, nuevas experiencias y emociones, es un buen motor y los conflictos están en el aire en todo momento. Quizás cueste decidirse por uno de forma dominante, algo necesario en relatos tan cortos.

Otro aspecto interesante, es que utilizas bien el oficio de buzo de su amigo. Lo que le da verosimilitud al relato. Ahora sí, puntualizo, hay que investigar con cierta profundidad si no se conoce bien dicha actividad. Pues podemos provocar el efecto contrario en el lector y que el relato pierda verosimilitud. Si vas a practicar pesca submarina en apnea, con todos los artilugios imprescindibles, no te puede faltar el cinturón de plomos para equilibrar la flotabilidad.

Cuando he leido tu relato, he echado un poco en falta más libertad. O por decirlo de otra manera, si hubieras limado algunos detalles, la historia no hubiera perdido sustancia y el relato hubiera ganado en magnetismo hacia el lector.

Me ocurrió como a las compañeras, no acabé de captar el sentido de “racismo sentimental”.

Todo esto te lo digo con el firme ánimo de aportar un granito de arena, para mejorar el relato si ello fuera posible. Pero es solo una apreciación muy personal y tú como su autor eres quien tiene la última palabra.

Gracias por compartir el relato, he disfrutado con su lectura y he aprendido.

Saludos, nos leemos.

Florencia M

19/04/2019 a las 13:14

Hola Pepelu,

Recreas muy bien el ambiente caribeño y festivo de unas buenas vacaciones. Dan ganas de ir!

Ahora, ¿Gonzalo quedó sumergido en un mar de dudas y vacilaciones dolorosas? ¿Por qué Gonzalo? Te fuiste al Caribe solo y no te importó que tu novia no pudiera acompañarte porque la relación ya estaba media muerta. La pasaste bomba, pura fiesta. Enamoraste una nativa de cuerpo magnífico. Volviste y le contaste a tu novia que le fuiste infiel y finalmente la relación se corta. ¿Qué es lo que te pone mal Gonzalo, si nunca la habías pasado tan maravillosamente bien?

¿“Una infidelidad sospechosa” o una sospecha de infidelidad?

El último párrafo, es como un cambio de registro, una especie de reflexión del narrador que yo, como lectora, no comprendo el mensaje.

Un saludo. Hasta la próxima!
Florencia

Piquillín

19/04/2019 a las 21:46

Hola Pepelu: Me ha gustado la descripción del ambiente caribeño.La redacción es fluida y limpia. Pero sí encuentro algunas cuestiones inverosímiles en la historia que ya han sido señaladas. Yo lo que no encuentro, tal vez me perdí algo, es el viajero en el tiempo, que era la consigna del reto.

Patricia Redondo

19/04/2019 a las 22:01

Hola Pepelu! Lo primero gracias por pasarte por mi relato y comentar. Te devuelvo encantada la visita.
No hay duda que Gonzalo se pasó unas vacaciones de lujo, bien recreado el ambiente festivo-caribeño. Tanto que deja poco espacio para ahondar en todo lo demás. Coincido plenamente con Florencia, no entiendo la reacción final del protagonista que como diría el refrán ve la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio. Vamos, que más que un racista sentimental ( lo que sea que signifique eso ????) me parece un caradura profesional.
Nos seguimos leyendo!

Pepelu Martín

20/04/2019 a las 11:19

Muchas gracias a todos… Por un lado, Gonzalo es un tipo exageradamente sincero y expresa la verdad de sus sentimientos, sin tener en cuenta las consecuencias. Por otro “El racismo sentimental” (que no físico), es una reflexión del narrador, que pretende distinguir a la mujer, viva donde viva, por su cultura y no por su físico… El viajero en el tiempo, no se incluye (era una opción)…

Seguiré aprendiendo. Gracias

Dama de Bailalunas

29/04/2019 a las 16:14

Hola Pepelu Martín:

Se lle muy bien tu relato y te transporta fácilmente a las maravillosas playas de la isla Margarita. Seguro que las conoces.

Me parece que Gonzalo es excesivamente sincero. Y la ruptura está totalmente justificada.

Aún después de tu explicación sigo sin entender el tema del racismo sentimental.

Un saludo.

Deja un comentario:

Tu dirección de correo no se publicará. Los campos obligatorios aparecen marcados *