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Estar a la altura - por Mario FernándezR.
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Siran volvió de la cocina con dos copas, una botella de vino y su preciosa sonrisa.
—¿Vas abrir el Alabaster?
—Por supuesto. No todos los días la Comunidad Espacial te nombra Primera Astronauta.
Siran estaba más feliz que ella. Yala sabía que el puesto era un gran reconocimiento a su trayectoria, pero le preocupaban las misiones que podría traer consigo. Tomó la copa que Siran le tendía y bebió, saboreando cada detalle de aquel delicioso vino.
—Espero estar a la altura.
La mirada de Siran abandonó la copa y acarició los ojos de Yala.
—Eres la persona más capaz que conozco. Con toda seguridad vas a estar a la altura. Confío en ti, como siempre he hecho. —Sonrió de nuevo —Eres mi inspiración.
—Tanto romanticismo dentro debe pesar ¿eh? —A Yala siempre se le escapaba una carcajada cuando Siran soltaba alguno de aquellos discursos.
Siran rio con ella.
—Es lo que siento. Solo sé expresarlo así.
—Y me encanta. Venga, vamos a cenar. —Yala se levantó del sofá.
Siran la detuvo con suavidad.
—Te quiero, Yala.
Yala sonrió. Ella también. Con todas sus fuerzas. No había querido más a nadie. Nunca. Iba a responder cuando de pronto dejó de sentir el contacto de Siran. Todo comenzó a difuminarse. Su casa. El gusto a Alabaster La luz de las velas. Siran…
Despertó en una cámara de ensoñación. Llevaba su traje espacial. Frente a ella aguardaba un hombre alto en un uniforme militar cuyas insignias no había visto antes.
—¿Qué…? —Le costaba articular las palabras. Su hablar era ronco. Irreconocible.
El hombre sonrió al escuchar su voz.
—Hola, Yala.
—¿Quién eres?¿Donde estoy?
El hombre, por un momento, dudó. Yala supo que algo no iba bien. Su interlocutor buscaba cuidadosamente sus palabras.
—Soy el Almirante Rugen. Estoy al mando de la Colonia 3359. Estás en el sistema Valhar. En la Nebulosa del Tiburón según la Perspectiva Terrestre. Has estado viajando durante 683 años a una velocidad muy cercana al límite teórico. El tiempo para ti ha pasado de forma diferente que para el resto. Eres una leyenda largo tiempo olvidada, Yala. Poco después de enviarte en un viaje sin garantías, la humanidad desarrolló el motor de curva gravitatoria. Fuimos capaces de combar el espacio y reducir las distancias entre origen y destino. Lo que has recorrido en cientos de años, mis antepasados lo hicieron en meses. Nos vimos forzados a abandonar una Tierra inerte. Volvimos a ser nómadas, vagando de un planeta a otro porque ninguno permanecía fértil tras, como máximo, tres generaciones. Viajamos anhelando encontrar un lugar donde prosperar. Estás de suerte, Yala. Has llegado a tiempo para el siguiente Éxodo. Sería un gran honor para la colonia que compartieses con nosotros el viaje hacia nuestro siguiente destino.
Entonces Yala recordó. Recordó el desastre. La misión. El dolor. La despedida. Hizo un esfuerzo para que su voz no se quebrase.
—¿Cuál es vuestro siguiente destino?
—El sistema Alphecca. También conocido como Margarita Coronae. A unos cien parsecs de aquí. Tenemos evidencias de que allí una colonia ha prosperado durante casi seis generaciones.
Yala reflexionó. Todos los nexos con su mundo se habían marchitado con el paso de los siglos. Estaba sola en aquella Galaxia que rechazaba una y otra vez a la humanidad. Una humanidad que era capaz de destruir un planeta en menos de cien años.
No le quedaba nada. Solo sus recuerdos.
—Rugen, ¿cuánto tiempo tardaría mi nave en llegar?
Rugen pareció extrañado por la pregunta.
—Diría que unos 350 años.
—Vuelve a ponerme en ensoñación. Cambia las coordenadas de destino y envíame allí. Os alcanzaré más tarde.
—Pero… ¿por qué?
—Si creéis que ese planeta es el definitivo, me reencontraré allí con la humanidad. Pero pensad que la Tierra nos expulsó cansada de nuestra ignorancia. Y ahora es Valhar quien nos repudia. Quizás aquellos colonos hayan aprendido a convivir con el planeta. Puede que hayan alterado su naturaleza más primaria porque están cansados de vagar por la Galaxia. Pensad en ello y llegad allí dispuestos a sacrificar parte de lo que sois, de lo que somos, para dejar de huir.
Rugen calló. Tras unos momentos de reflexión, asintió. Manipuló los controles de la cámara de Yala. Cuando hubo terminado, esta se cerró. Un líquido comenzó a llenar su interior, cubriéndola poco a poco. Ella y Rugen se miraron. Yala asintió agradecida. Rugen saludó respetuoso. El líquido nubló la vista de la Primera Astronauta.
Siran volvió de la cocina con dos copas, una botella de vino y su preciosa sonrisa.
Comentarios (7):
marazul
18/04/2019 a las 16:48
!Que relato más bonito, Mario! Deja un buen sabor de boca, como el buen vino. Y eso a pesar de la historia tan tremenda que narras.
Derrochas imaginación y escribes bien. Pones un punto tierno y a la vez aportas un mensaje.
Me ha gustado tu historia, Mario
Saludos
Scott
19/04/2019 a las 11:53
¡Un relato muy emotivo! Me ha gustado mucho.felicidades.
¡Saludos!
Scott
Mario Fernández
20/04/2019 a las 22:13
Hola
¡Gracias por el feedback!
Soy un novato en esto de escribir, y también en el blog. Pero he llegado para quedarme. Estoy disfrutando y aprendiendo un montón leyéndoos.
¡Saludos!
Mario
David Rubio
21/04/2019 a las 14:00
¡Hola, Mario!
Me gusta que te consideres un novato, todos lo somos, y esa actitud es la que debemos tener siempre para continuar escribiendo.
Pero de igual forma creo que tienes mucho talento para la Narrativa, aunque solo te haya leído este relato.
Me ha gustado todo entero, y no solo porque soy aficionado a la ciencia ficción. Como relato está muy bien estructurado con esa frase final que nos lleva de nuevo al inicio. Los diálogos muy verosímiles, la terminología y ambientación conseguida. El ritmo fantástico.
Como única observación, aunque no podías haberlo hecho de otra manera con la extensión requerida de 750 palabras, es que la verdad se revele de una manera tan explicativa como se hace con la intervención de Rugen. Aquí hubiera sido imposible haber mostrado la realidad poco a poco, pero si te animas a extender este relato te propondría que la verdad se revelara de una manera más pausada y que jugaras con el suspense del lector.
Un excelente trabajo.
¡Saludos!
Mario Fernández
23/04/2019 a las 20:36
Hola, David.
¡Muchas gracias por tu comentario!
Coincido con tu remarca. En efecto, fue ese el principal problema que encontré a la hora de la redacción.
Gracias, también, por que me has animado a darle otra vuelta. Esta vez sin limitación de palabras.
¡Saludos!
Mario
Ismael Tomas Perez
26/04/2019 a las 16:15
Hola Mario
Gracias por pasarte por mi relato, personalmente me ayudan mucho los comentarios de los compañeros.
Respecto al tuyo te comento que me ha gustado mucho. Tienes mucha imaginación, sobre todo para los nombres. El tema es bastante bueno aunque creo que esta basado en alguna película.
También te comento a titulo personal que a mi no me gusta contestar a los comentarios.El motivo es porque seguramente no vuelva a pasarme por tu relato con lo que si me dices algo no lo voy a ver.
Felicidades y nos seguimos leyendo
Laura
28/04/2019 a las 12:30
Hola Mario.
Gran relato, suave en el pasar del despertar al nuevo estado de ensoñación de Yala, y todo envuelto en una inmensa enseñanza.
Felicitaciones.
Mis saludos.
Hasta la próxima propuesta.