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Nuestro Sr. Wang de Los Retales - por Carlos AlmaR.

El hombre se transformó en una deidad. El proceso de momificación había sido un éxito y una vez más el Sr. Wang 王 había logrado su objetivo. Siempre lo había logrado, por eso se había convertido en uno de los mayores empresarios durante la explosión económica de la última década. Se había hecho a si mismo empezando de la nada y a la nada había vuelto. Durante la crisis económica de los últimos años había perdido su imperio textil y todo lo que le quedó fue una fábrica abandonada donde establecer su morada entre viejas telas corroídas y maquinaria oxidada.

Con solo la soledad y el desamparo como compañeros, la religión de sus antepasados se convirtió en su refugio; volvió a leer las escrituras, meditar y practicar el ayuno, aunque esta última disciplina no era realmente su elección. Ya que la comida escaseaba, comenzó a alimentarse de las plantas que poblaban ahora las juntas entre los ladrillos Esto reavivó en su memoria las historias que su abuela le contaba sobre monjes que se automomificaban a base de una dieta de raíces, semillas y té del árbol de la laca. Aún crecían algunos de estos ejemplares entre los escombros y el Sr Wang los sangraba a diario para obtener su savia y preparar el brebaje que barnizara sus entrañas. Por tres años este fue su sustento y su veneno.

El tiempo pasaba, su cuerpo enmagrecía y sus carnes se secaban. Sus sesiones de meditación se hacían cada vez más largas y las funciones de sus órganos cada vez más lentas. La voz corrió entre los otros indigentes y desahuciados de que el que fue un próspero empresario se había convertido en un loco desgraciado. Movidos por curiosidad o schadenfreude cada vez eran más los que se acercaban a la fábrica para observar la increíble transformación del Sr. Wang. Al principio se reían de él y se burlaban pero poco a poco más eran los que comenzaron a admirar su disciplina y determinación sobrehumana.

El Sr Wang dejó de moverse y finalmente dejó de respirar. Para aquel entonces aquellos que se acercaban a su cuerpo lo hacían por devoción. Sus fieles lo vestían con las mejores telas que encontraban, espantaban a las ratas y encendían incienso en su honor. Se contaban por cientos los que ahora se acercaban a admirarle, venerarle y traer ofrendas y alimentos que se repartían entre sus fieles, los cuales se dedicaban a convertir la vieja fábrica abandonada en el templo que el Sr Wang de Los Retales se merecía para su eternidad.

Una vez más el Sr. Wang había logrado su objetivo.

Comentarios (6):

Florencia M

16/03/2019 a las 13:39

Hola Carlos,

me ha gustado mucho tu relato. La estructura circular que le das, las imágenes que eliges, la riqueza del vocabulario. También me gusta ese contraste del personaje: fue fuerte y exitoso pero la trascendencia la logra gracias al despojo más absoluto (aunque motivada por la vanidad).

Felicitaciones y hasta la próxima!
Florencia

Sebas A

16/03/2019 a las 18:50

Hola Carlos,

Me ha gustado mucho tu relato. Me pareció de muy agradable lectura y muy bien logrado. Felicitaciones.

Sobretodo me atrajo mucho la idea que expresas de una persona que pierde todo lo que posee y logró, y que con los pocos recursos que tiene a mano, se fija un nuevo objetivo y lo vuelve a conseguir.

Un saludo,

Sebas A

Carlos Ferreras Martin

18/03/2019 a las 14:56

Muchas gracias Sebas y Florencia por comentar y me alegro de que lo hayáis disfrutado. La verdad es que casi el relato casi no llega al taller por falta de tiempo!

Conrad Crad

18/03/2019 a las 15:37

Hola, Carlos Alma
Feliz de encontrarte por aquí. Me gusta como escribes, creo que ya te lo he dicho en otras ocasiones. Tus relatos son originales,están bien escritos y no defraudan. Creo que eres alguien todavía por descubrir en este universo de Literautas. Espero que sea pronto.
Es un placer leerte, Carlos Alma
Un saludo

Carlos Alma

19/03/2019 a las 09:12

Gracias Conrad Crad por tu comentario. Es muy amable y alentador. Me hace mucha ilusión saber que mis narraciones hacen disfrutar. Un cordial saludo.

El chaval

19/03/2019 a las 18:38

Hola Carlos Alma

Pobre señor Wang, ha ido a engrosar la gran lista de empresarios que se fueron al garete por las crisis.
Una historia muy bien escrita, curiosa e inteligente, donde el señor Wang al final triunfó, pero lastimosamente no pudo obtener beneficio alguno de poder explotarse a si mismo. Y eso que se lo merecía.
Saludos

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