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la superposición del eros - por Pato Menudencio+18

El hombre se transformó en su marido. Bastó con bajar las luces para que Susana tuviera al frente una versión llena de vitalidad de su amado esposo.

No hubo palabras de por medio, puso la aguja en el tocadiscos, y cuando empezaron los primeros acordes del disco “Dummy” de Portishead, simplemente se desnudó tomándose su tiempo. Primero el corpiño, luego las bragas de encaje, en un movimiento rítmico y a la vez automático.

Sonríe, al principio con un ligero dejo de tristeza. Era como si toda la pena de ella quisiera esconderla detrás de su sonrisa, pero siempre algún resabio se escapa por algún recoveco. El gesto triste se esfuma y de nuevo ella toma el control de todo. Se acerca a la cama en donde aguardaba su amante y repite la rutina que vienen practicando una vez al mes durante dos años. Ella lo besa, como si nada más importara. Recorre con su lengua cada centímetro de piel, mientras desliza su suave pubis por la entrepierna de Víctor.

Él reacciona de inmediato, se funden, como Salmacis y Hermafrodito, ella arremete, él sigue sus instrucciones. Susana trata de transmutar el cuerpo desnudo de su amante en el cuerpo de su marido, de hecho, contrató a Víctor por el parecido que el joven tiene con Gerardo, más bien con lo que fue alguna vez Gerardo.

Susana imagina que Gerardo la penetra, que es él y no otro el que bebe sus fluidos, que muerde los pezones de su pecho aún firme y la lleva al clímax.

Ella acaba, y por un instante la realidad choca con sus ensoñaciones. No es su marido, solo es un prostituto que realiza la pantomima. Una lágrima cae, él no se da cuenta. Le pide que se vista para que se marche.
Hasta el próximo mes.

Víctor:

Susana se aproxima desnuda y el está ansioso. Hace tiempo que esto para él dejó de ser un negocio. A diferencia de sus otras clientas, Susana no lo hacía sentir como un objeto de deseo unilateral. Había en ella cierta entrega, cierta fragilidad que le hacía sentir una especie de comunión con ella.

¿Por qué lo contrató a él precisamente? Esa pregunta siempre trató de responderla, hasta que un día, leyendo las páginas sociales en las típicas revistas que hay en los salones de belleza, ahí estaba ella, con un vestido que le daba un aire de majestuosidad que se mantiene intacto acompañada de su marido, el aclamado escritor Gerardo Domínguez. Se veían felices, radiantes, el ejemplo de matrimonio feliz, sin embargo, un detalle desconcertó a Víctor. Entre Gerardo y él había un gran parecido. Cualquiera que los viera pensaría que fuesen parientes. En ese momento comprendió todo. Susana intentaba a través del sexo tratar de evocar a su marido, como una yuxtaposición en contra de la realidad.

Ahora, en la cama, el joven en su fuero interno desearía intentar cosas nuevas, pero sabe que ella no lo permitirá. Susana quiere que copie hasta el más mínimo detalle los movimientos de su marido. Víctor acepta. Muy dentro de sí sueña con la posibilidad de poder reemplazar a Gerardo en las evocaciones de ella.

Muerde sus pezones y la escucha gemir, intenta decir algo, pero ella lo detiene: “así no es como funciona esto”. El asiente, e intenta sentir el cuerpo de ella, como si los afectos fueran dedicados a su persona.
Sólo puede conformarse con eso.

Gerardo:

En la habitación contigua, Gerardo escucha todo lo que ocurre, cierra los ojos y trata de desdoblarse. Los gemidos de Susana lo envuelven. Saben que son para él y el joven que lo reemplaza en cuerpo es sólo un medio para tratar de mantener algo de cordura en su dinámica marital cada vez más alterada.

Los primeros signos de la enfermedad pasaron desapercibidos y al principio los confundieron con torpeza. Luego vinieron las caídas y el diagnóstico de ELA sonó lapidario en la oficina del neurólogo. De haber sabido la condición en la que estaría ahora, Gerardo hace rato le habría ahorrado sufrimientos a Susana y hubiese buscado una salida limpia de la situación.

Ahora, sintiéndose poco menos que un mueble, sólo pueden calmar ciertos deseos a través de Víctor. De alguna manera se siente presente en la habitación.

Escucha el grito ahogado del orgasmo de su mujer y luego la puerta de calle cerrarse.

Ella llega a su lado y con el cuerpo aún tibio se abrazan con tristeza.

El zumbido de la aguja del toca discos sólo acrecienta el vacío.

Comentarios (9):

Jose Luis

16/03/2019 a las 18:02

Hola
Acabo de leer tu relato y me ha gustado bastante, tanto por el contenido como por la estructura (por partes, cada personaje sostiene un capítulo) o la forma en que está ensamblado el cuento. No creo que se puedan decir más cosas con menos palabras, he notado cierta sensibilidad en el autor y su cariño hacia los personajes, que irradian patetismo cada uno a su manera. O sea, que la caracterización de los personajes está bien perfilada y meditada.
Buen relato.
Un saludo

Pepe

18/03/2019 a las 17:04

Hola Pato Menudencio,

Nunca antes te había leído, y he de decir que tu relato me ha parecido muy bueno y profundo. Triste y trágico, pero sorprendente; en ningún momento me se ha pasado por la cabeza lo que iba a ocurrir y eso ha hecho que me haya enganchado de principio a fin.

Lo único que no me ha cuadrado es el cambio de pasado a presente en el tercer párrafo; ahí parece que la narración pasa a otro plano, parecido al de las estructuras posteriores, pero creo que irrumpe sin la preparación necesaria, o por lo menos eso me ha parecido, cortando un poco el climax que, aunque después retomas muy bien, estabas construyendo.

Aunque sólo es mi opinión y ofrecida por si puede contribuir en algo, después de todo me parece un magnífico relato.

Nos leemos!!!

Lunaclara

18/03/2019 a las 23:31

Hola Pato,
Veo que sigues en tu línea.
No entiendo la forma de unir las 3 vivencias a través de los nombres de los protagonistas.
¿Has probado poner frases cortas o comienzos de frase que den a entender quién tiene el foco en cada momento?
Cuando escribes “En la habitación contigua, Gerardo…”, ya no hace falta que pongas antes ” Gerardo:”.
Las 2 ultimas frases las uniría en una, poniendo un mientras entre ambas.
Original experimento.

Beba

19/03/2019 a las 04:09

Hola, Pato. Gracias por tu visita y amable comentario.El mayor atractivo de tu relato es la originalidad de la estructura.Bien lograda;no sé cómo, pero me gustaría que se lograran fundir mejor las tres secciones.
El aegumento es fuerte y emotivo y lo has tratado con buena técnica y escritura pulcra.Un saludo.

Diego Manresa Bilbao

19/03/2019 a las 09:42

Buenas Pato, cuanto tiempo:
Gracias por tu comentario en mi texto. El tuyo me ha gustado, sobre todo el final cuando entra el punto de vista de Gerardo. Habria puesto otra enfermedad porque, al estar ELA en mayusculas, el ojo va rapido a ver la palabra jejejejje.

Un saludo

Ofelia Gómez

20/03/2019 a las 01:38

Hola Pato Menudencio

De acuerdo a las indicaciones de Literautas me corresponde analizar tu texto. Te voy a ir comentando algunas correcciones, por párrafos.

Tercer párrafo: se confunden los tiempos verbales, hay una mezcla de Presente y Pasado que podrías corregir. Además en “practicando una vez al mes durante dos años” debería ser “practicando una vez al mes desde hace dos años”.

Cuarto párrafo: Muy bueno, pero al intercalar “como Salmacis y Hermafrodito” hace que el lector desvíe su atención hacia la mitología griega.

Víctor:

Primer párrafo: falta un acento en el pronombre “él”. Repites dos veces “hacía sentir” en solo dos renglones, imagino que la segunda vez podría ser “cierta fragilidad que lo llevaba a experimentar una especie de comunión con ella”. En cambio, con la duplicación en “Había en ella cierta entrega, cierta fragilidad” consigues darle mayor énfasis a la situación.

Segundo párrafo: “con un vestido que le daba un aire de majestuosidad que se mantiene intacto acompañada de su marido,” debería ser “con un vestido que le daba un aire de majestuosidad que se mantiene intacta, acompañada de su marido,”.

Como ves no son muchos los cambios que te propongo, puedes tenerlos en cuenta o no. Tú eres el escritor, yo solo una lectora que espera aprender.

Dejando de lado lo anterior, muy buena la mención al vinilo “Dummy” de Portishead, le da fuerza a la escena que nos das la oportunidad de imaginar. Además logras que comprendamos la triste situación de Gerardo y Susana, y nos demuestras hasta dónde puede llegar el amor verdadero.

Me siento feliz de haberte leído, y espero seguir haciéndolo en los meses siguientes, tienes muy buen estilo y narrativa.

El final se vuelve estremecedor al leer:

“Ella llega a su lado y con el cuerpo aún tibio se abrazan con tristeza.”

“El zumbido de la aguja del toca discos sólo acrecienta el vacío.”

Saludos y aplausos para tu relato.

Carla Daniela

21/03/2019 a las 16:58

Hola Pato Menudencio.
Me gustó muchísimo tu relato. Súper original la estructura y la historia también. Cada párrafo era una nueva sorpresa. Una única pregunta me queda, quizás por mi ignorancia o falta de comprensión. Por qué ese título?
Un gran saludo, y nos leemos! (N°80)

Vespasiano

23/03/2019 a las 19:29

Hola Pato Menudencio:

Gracias por pasarte por mi relato y dejar tu comentario.

Tu historia impactante, que me ha gustado, la entiendo como una mezcla de erotismo y sentimientos muy intimos que tienen que ver con la capacidad de sacrificarse entregándose a un desconocido para satisfacer los deseos ¿”morbosos”? de la persona amada, hasta el punto de llegar a esa situación un tanto anómala. Pero si ambos están de acuerdo, ¿que se puede criticar?

Te apunto un par de cosas, con el máximo respeto, que no desmerecen para nada tu historia, pero que quizá puedas tenerlas en cuenta.

“puso la aguja en el “tocadiscos”. Me suena extraño, creo que podría ser: “puso la aguja sobre el disco”.

“Gerardo hace “rato” le habría ahorrado sufrimientos a Susana”. Aquí creo que iría mejor decir: “Gerardo hace “tiempo” que le habría ahorrado sufrimientos a Susana”.

Felicidades y seguiremos leyéndonos en futuros retos.

Miranda

01/04/2019 a las 19:31

Muy buena Pato.

Me ha encantado, no he podido pasarme por aquí hasta hoy, pero no dejo de leerte.

En cuanto a correcciones, creo que Ofelia te ha hecho una buena descripción. No tengo ninguna más que añadir.

Un abrazo.

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