Literautas - Tu escuela de escritura

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La búsqueda de Manuel - por María RamaR.

El hombre se transformó en enigma. Su vida, hasta ese momento, había sido un círculo vicioso. Trabajar, tener, entusiasmarse tibiamente con lo conseguido y volver a comenzar. Trabajar para seguir teniendo bienes materiales. Nada importaba más.
La pérdida de María lo sacudió profundamente y lo sumergió en un mar negro y helado, lleno de dudas, donde todo lo que había logrado perdía el sentido. Quiso no seguir estando en ese mundo vacío. Así fue que dejó una carta para sus hijos y se fue.
Llegó hasta allí buscando consuelo. Eran las ruinas del molino harinero construido al lado del arroyo, en un campo olvidado. Se instaló en el lugar con algún abrigo, alimentos básicos, papeles y lapiceras. Deseaba encontrar respuestas de ese mundo que lo había aturdido y apabullado, pero lejos de las interferencias de ese mismo mundo.
Dormía poco y se alimentaba mal. Caminaba sin rumbo fijo, abstraído y ensimismado, aunque siempre era capaz de encontrar el camino para regresar al mismo sitio, “ a su molino” escribió él. Creía que en el desprendimiento de lo material y su abrazo a la espiritualidad, iba a alcanzar la sabiduría.
Los interrogantes y respuestas a los que arribó después de cada una de sus jornadas de meditación, quedaron plasmados en sus apuntes. Entonces encontraron a Manuel, despojado hasta de la carne, sólo huesos cubiertos con un trapo blanco que habría sido su túnica, rodeado de papeles con hermosas verdades escritas, según relataron sus hijos. En aquel edificio en ruinas quedó con una luz especial, quizás algún pensamiento flotando en el aire, como los átomos de la harina luego de la molienda, los átomos de la esencia humana, alumbrándonos.

Comentarios (9):

IreneR

17/03/2019 a las 15:00

Buenas, María.

Un relato muy profundo en busca de la espiritualidad. He podido ver a Manuel como esos hombres ermitaños que se pasan la vida solos, en silencio, meditando.

Me ha gustado.

Nos leemos.

Un saludo.

Galia

17/03/2019 a las 15:44

Hola María, realmente tu microrrelato tiene una aureola de misticismo, que abre las puertas a la salvación del hombre en un mundo tan puesto patas para arriba.Está bien llevado y los resuelves en pocas palabras. En algunos puntos se toca con el de Piquillín.
Saludos.
Galia

PattyR84

18/03/2019 a las 09:51

Hola María,
Has conseguido con muy pocas palabras llevar a cabo este reto y hacer sentir al lector esa búsqueda de respuestas por parte de Manuel. Me ha dejado un sabor a tristeza esa soledad autoimpuesta.
¡Enhorabuena!

Carlos Jaime Noreña

18/03/2019 a las 21:13

Muchos estamos, de alguna manera, en una soledad como la de Manuel, aunque no la hayamos buscado. Lo importante será poder dejar algo que nos haga estar presente aún mucho después de estar convertidos en huesos.

AnaRosa

19/03/2019 a las 09:50

Hola, María.
Me atrapó tu relato, muy bien narrado. Llega al corazón, refleja nuestra propia búsqueda. Me hizo sentir su agonía espiritual.
¡Felicitaciones!

Cordialmente
Ana Rosa

bochi

21/03/2019 a las 19:51

Me quedé con ganas…un micro-micro relato…pero no sigo con la crítica porque “soy más bueno que Lassie”

Inés

23/03/2019 a las 21:31

Hola María,

Muy lindo tu relato y es cierto que seguimos las dos la misma línea!
Me encantó la escena de la harina flotando en el viejo molino y la luz, imprescindible para poder ver ese polvo.

Como aporte te diría que estaría mejor no repetir la palabra mundo dos veces en el mismo párrafo y que el descenlace podría haber sido un poquito más largo, contarnos un poquito más sobre esos hijos que lo encontraron ahí muerto y sobre los papeles que escribió.

Hasta la próxima.

Saludos,

Inés

Carmen Ramacciotti

23/03/2019 a las 23:33

Gracias a todos por sus comentarios. Nos comunicamos en la próxima.

María Belén

29/03/2019 a las 12:28

Hola María!
Muy bueno tu relato. Has logrado en pocas palabras transmitir la angustia existencial de Manuel. Tenés mucha habilidad para ponernos al lado del personaje y vivir su sufrimiento.
Te sigo leyendo.
Cariños
María Belén

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