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Transformación perturbadora - por Carlos Jaime Noreña+18

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El hombre se transformó en… ¡una bella y sensual mujer! Arturo se sintió hipnotizado; no podía creer que tal belleza y voluptuosidad tuvieran ese origen. Dio un paso hacia ella, pero vaciló y se detuvo. ¿Cómo podía estar produciendo esa excitante atracción un ser que hace unos momentos era de su mismo sexo? Hace un minuto, máximo dos, un hombre, muy bello por cierto, pero muy masculino, estaba frente a él, dejándose admirar, porque su constitución, su belleza, atraían el deseo de las damas y, digamos, la curiosidad y envidia de los hombres.

Pero ¿cómo empezó todo? Arturo estaba con sus amigos en la taberna, libando y cantando; lindas mujeres les servían y además les complacían sus apurados reclamos; al cabo de mucho rato, ya algo pasados de copas, empezaron a desfilar hacia afuera, no propiamente solos; cada uno acompañado de una de las damitas. Arturo, como estaba dormitando embriagado, no tuvo la fortuna de escoger compañía y quedó allí solo, recostado en un remedo de sofá donde lo acomodaron sus compañeros. Un chico le decía “señor, debemos cerrar ya, ¿quiere que le pida un taxi?” Él le respondía que no, sin mirarlo; que lo dejara descansar un poco. Sintió que barrían y organizaban alrededor, pero la modorra le podía, no se movía de su acomodo y se negaba a abrir sus ojos.

De repente, una voz masculina muy bien timbrada, similar a las que le parecían tan exquisitas de aquellos locutores profesionales de las estaciones que escuchaba, le dijo, muy suave pero varonilmente, que debía levantarse, que el local ya estaba arreglado y procederían a cerrarlo. Se incorporó con pereza, ahora sí abriendo los ojos, para encontrarse con aquella estampa que hemos descrito al comienzo.

Ya no sintió nada de embriaguez y, pasadas las primeras vacilaciones, se lanzó hacia la bella mujer, la abrazó con fuerza, apretó todo su cuerpo contra ella y buscó sus labios con los propios. El apasionado beso que ella le dio lo embriagó, ahora de lujuria, y comenzó a palparla por toda su humanidad, con manos de fuego. Cayeron al incómodo sofá, se fueron desembarazando de sus ropas y besándose por toda su geografía corporal, más excitados a cada momento, hasta que después de ciertos preámbulos que se acostumbran, Arturo logró ingresar a la oquedad buscada, donde pudo estar unos cuantos minutos produciendo y produciéndose aquel gozo máximo tan bellamente descrito en muchísimos escritos y en muchísimas imágenes.

Terminado el dulce, sensual, embriagador, endiablado juego, ambos se ayudaban a vestirse y súbitamente Arturo sintió que el mundo se le iba, que no distinguía a su compañera, que no sentía su propio cuerpo y caía en un profundo sopor.

Despertó en brazos de ¡el propietario del salón y el ayudante! que lo sacaban hacia la puerta del local, remojándole al tiempo la cabeza para despertarlo. Húmedo se sentía también en otro lugar. Se liberó de ellos, preguntó si debía algo de la cuenta y si la chica con que estuvo había salido ya; ante las negativas, acompañadas de risitas, salió frotándose los ojos por el fastidio que le produjo la luz mañanera. Se fue, paso a paso, en busca de su casa y en busca de una respuesta a la terrible inquietud que lo asaltaba: ¿Por qué me buscó esa primorosa mujer? ¿No fue que convertí imaginariamente al macho en una hembra para dar satisfacción a mis afanes? ¿Yo que me he considerado tan hombre, tengo otro tipo de impulsos? ¿Qué van a decir mis compañeros de juerga, si de algo se logran enterar?

Comentarios (7):

Carmen Ramarama

18/03/2019 a las 12:59

Hola Carlos.
Menudos interrogantes le han quedado a Arturo y nos transfieres a tus lectores. Muy bueno. Cada uno le dará una respuesta.
Muy ágil tu narrativa. Me ha gustado. Enhorabuena.
Te leo en la próxima. Yo estoy en el 47.

Ana Roda

18/03/2019 a las 22:36

Hola Carlos.
Muy bien narrado tu relato.
Me gusta mucho la segunda parte, con las dudas que asaltan al protagonista.
En cuanto al lenguaje, solo he encontrado que, en las primeras frases, hay mezcla de tiempos verbales. “Un ser que hace unos minutos….” yo creo que sería mejor poner hacía.
Pero es solo una pequeña apreciación que no desmerece nada la excelente historia que tan bien has narrado.
Enhorabuena.

Patricia Redondo

20/03/2019 a las 15:49

Con la ironía que te caracteriza siempre 🙂 , muy buen relato , aunque a mi el recurso de los sueños es una cosa que no me agrada. Pero la historia es divertida , amena, chispeante. Buenas descripciones y lo dicho , bien narrada.

Nos seguimos leyendo , aunque no este mes , que no participé

Carlos Jaime Noreña

21/03/2019 a las 00:58

Muchas gracias a las tres anteriores comentadoras.
Tiene toda la razón Ana en lo del tiempo verbal.
Saludos.

Vespasiano

21/03/2019 a las 23:24

Hola Carlos:

Gracias por haberte pasado por mi relato y dejar tu comentario.

Tu historia me parece sorprendente. El alcohol obra milagros, con resultados a veces desagradables, en la percepción de las cosas reales por parte de una persona que ha consumido en exceso, hasta el punto de ir a la cama con un “travesti”. Lo peor para él será buscar una justificación para semejante “marranada” delante de sus amigos. ¿O fueron sus propios colegas los que le tendieron esa trampa?

Felicidades y seguiremos leyéndonos.

Amilcar Barça

28/03/2019 a las 23:50

Carlos ¿Qué importa el sexo si el amor es puro? La contraria sería, ¿qué importa el amor si el sexo es reconfortante?. Bueno, la vida es breve para andarse con tantos remilgos. Gracias, salu2

Laura

29/03/2019 a las 11:52

Hola Carlos.
Gran relato. Vaya con el alcohol, con su efecto deshinibido, y las preguntas con que deberá seguir su vida. Interesante.

Mis saludos.
Hasta la próxima propuesta.

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