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LA OFENSA - por Servando Peñuñuri ClemensR.
—¿Adónde vamos, papá? —preguntó el adolescente, desde el asiento trasero del automóvil.
—Al congal, a las afueras de la ciudad. —Observó por el espejo retrovisor y luego le guiñó un ojo a su hijo—. Para que te conviertas en todo un machito.
—¿Por qué? ¡Yo no quiero ir! ¡Todavía soy un niño! Además, mamá no está de acuerdo.
—Ya casi cumples catorce y debes hacerte hombre… es la tradición. ¡No me contradigas!
—¿El abuelo también te llevó a ese lugar?
—Sí, hijo. Ya verás que te va a gustar.
—¿Y te hiciste hombre en ese prostíbulo? ¿Acaso te funcionó?
—¿De qué carajos hablas, mocoso? ¡Me estas ofendiendo! ¡Respétame! ¡Yo soy tu padre!
—El abuelo me platicó que no te gustaban las mujeres y que por eso te llevó a ese lugar… Para que te hicieras varón.
—¡Deja de decir pendejadas! —El hombre golpeó el volante con rabia—. El maldito viejo murió antes de que tú nacieras. Así que no me vengas con estupideces. ¿Quieres que te dé una paliza como la de ayer?
—El abuelo me confesó que tú lo mataste… Porque te descubrió con otro muchacho en la cama, y que él te abofeteó, te insultó y después tú lo asesinas…
—¡Cállate! ¡Ya no sigas más! —Su llanto fue desgarrador—. ¿Quién te dijo semejante estupidez?
El coche se detuvo súbitamente y enseguida un viento gélido ingresó por la ventanilla.
—¿Qué está pasando? —El señor intentó encender de nuevo el motor, mientras lloriqueaba como un niño, pero el vehículo estaba muerto.
—El abuelo está sentado a tu lado, papá. No debes tener miedo. ¿Sientes su presencia?
—¡Te llevaré al psiquiatra! ¡Estás loco! ¿Por qué me haces esto?
—Mi abuelo te suplica que no cometas los mismos errores que él tuvo contigo. Por favor, escúchalo. Yo te acepto como eres, pero ya no me hagas sufrir más.
El jovencito se mostraba impávido, como si ya estuviera acostumbrado.
—¿Quién me tocó el hombro? ¡Déjame en paz! —Intentó abrir la puerta con desespero—. ¿Eres tú, padre?
—Suelta esa puerta, hijo mío. Deja que mi nieto sea libre… Perdóname, por favor. Yo ya te perdoné. Vamos a charlar los tres.
Comentarios (9):
Isabel Caballero
17/02/2019 a las 18:05
Hola Servando, soy tu vecina de arriba.
Que duro como se aprendía la sexualidad antaño, aunque seguro que habrían prostitutas con cierta delicadeza, dada sus experiencias, para la primera vez de un niño… pero no se debe moralizar con la literatura… mira que pedazo de tratado hizo Vargas Llosa de estas señoras trabajadoras del sexo en “Pantaleón y las visitadoras”.
Rizas el rizo con la homosexualidad y con el fantasma del abuelo, creo que es un reto complicado con tantas premisas para un relato de corta dimensión.
Has conseguido unos diálogos vivos y agitados (dada la temática), y al final ha imperado el diálogo.
Un cordial saludo Servando.
kirjanik Maya
19/02/2019 a las 19:05
Hola, Servando.
Buen relato, mantiene la atención del lector lo único que te podría decir es que si la intención era moralizar, la última frase, esta:
—Suelta esa puerta, hijo mío. Deja que mi nieto sea libre… Perdóname, por favor. Yo ya te perdoné. Vamos a charlar los tres.
No cala mucho, desde mi punto de vista como lector, no soy experto y al final lo que prevalece es la intención literaria del autor.
En la parte donde el abuelo fantasma dice “yo ha te perdoné” no es moralizante porque la homosexualidad del hijo, no debe ser una ofensa para nadie.
Pero que te digo, yo solo soy un aprendiz de escritura.
Saludos y nos leemos en el próximo taller.
Servando
20/02/2019 a las 00:10
Muchas gracias, Isabel.
Maya, gracias. Lo perdona porque lo mató.
Saludos
K. Marce
22/02/2019 a las 08:03
Saludos, Servando
Gracias por visitar mi texto, aunque estuviera en tus obligatorios. Se te agradece, porque penosamente no todos lo hacen.
Me gusta también dedicarle un poco de espacio a quienes me visitan, espero no extenderme mucho, pero también fallo en ello porque me emociono.
Revisando la dimensión de tu escrito, este tiene solo trescientas cincuenta y seis palabras. Poco más de la mitad de lo máximo permitido. Pienso a mi criterio que unas más hubieran aclarado un poco más todos los problemas familiares.
En lo formal: Siendo aún más escaso, la repetición de palabras es muy notoria. A excepción de papá (2) y abuelo (5), porque no tenemos nombres propios. Pero hay oraciones que pueden prescindir del “abuelo”, sustituyendo a una acción directa:
> —El abuelo está sentado a tu lado, papá. No debes tener miedo. ¿Sientes su presencia?
>> —Está sentado a tu lado, papá. No debes tener miedo. ¿No puedes sentirlo? (o ¿No lo sientes?)
La pregunta no me parece muy natural para un chico de catorce años o una charla casual. Dale una voz propia al personaje, que no se note la mano del autor en ella.
Las otras palabras repetidas, puedes buscarlas con el F3, y verificarlas. Las correcciones se realizan ya sea modificando la oración, con sinónimos,o eliminarlas si se puede.
para (2), como (4), lugar (2), pero (2) Aunque parezcan pocas, la similitud con las otras oraciones la hacen resaltar.
Has cuidado mucho tu ortografía, lo que se te agradece. También los diálogos están bien construidos en cuanto a forma. Aunque algunos de ellos, me parecen poco naturales, para la jerga que se tiene en la familia.
La lectura de tu escena, no es un relato redondo, la he percibido diferente. No creo que se trate de moralizar a nadie. Ni en el sentido que los padres antes (desconozco si esto continúa), tenían por costumbre visitar un prostíbulo. Muchos de mis amigos varones, fuera o no verdad, solían hablar de eso. La crianza siempre ha sido un tema difícil y seguimos sin escuelas para padres. Ni tampoco sobre las orientaciones sexuales, aunque se toque el tema.
Coincido que siendo un texto tan pequeño, abarca una temática no solo variada, sino tabú. Siendo que no hay una narrativa de intimide con el personaje, las exposiciones son demasiado crudas. Cuesta digerirlas en el sentido que tienes una tras otra, sin ninguna historia previa.
Es por ello que te mencioné que pudiste extenderte en el espacio. Me parece muy bien introducir un trama a base de diálogos; pero se pretende ir a una catarsis interna que pide más narrativa. Esto lo logras mostrando.
La trama de la historia, como la comprendo yo, es la violencia y el machismo que se ha heredado del abuelo al padre. Un chico que en su adolescencia buscó rebelarse, experimentar o seguir su corazón, ante la carencia de un padre amoroso y comprensivo. Convirtiéndose a futuro en una réplica del mismo. La historia se esta repitiendo. No hay una explicación de cómo mató al abuelo y no ser sentenciado (o quizá sí), en un momento donde sus limites explotaron. La idea del abuelo-espiritú regresando a tratar de salvar al nieto de volver a repetir la historia, con el temor que podría convertirse en otro adolescente lleno de rencor. Pero el chico ha perdonado a su padre no solo por las golpizas recibidas, sino saber que ha asesinado a alguien. La trama es que también se necesitaba redimir al padre, con el perdón de su progenitor a quien le quitó la vida. Un tema muy delicado, pero que al final, todos merecemos y deberíamos ser perdonados para encontrar la paz, no solo en esta vida sino la otra.
Espero que mis aportes, te sean de utilidad y que nos encontremos en otra oportunidad. Tengo curiosidad de lo que puedes ofrecer.
¡Nos leemos!
Servando
24/02/2019 a las 05:06
Marce, tus aportaciones son geniales. Te aseguro que las tomaré en cuenta.
Muchas gracias.
Pepe
24/02/2019 a las 23:35
Hola Servando,
Un relato duro, sobre todo por la.figura del progenitor.
Puede que sea un trauma por el maltrato de su padre, pero caer en el mismo error sabiendo, el padre, que es algo improcedente es aún más desgarrador.
Además, esa necesidad de redimirse con su padre (el abuelo) para empezar a ser persona no augura un futuro prometedor en aspectos paterno-filiales.
Y lo peor de todo: es un niño y de ese modo, más que de llegar, lo que se hace es alejarse de la hombría…
En resumen: me has alterado los sentumientos, eso es que, para mí, hay algo que funciona. Aunque me parece que el tema se queda.corto para algo tan profundo, la irrupción del niňo hablando de su abuelo que le susurra me parece metida sin preparación, ni anterior ni posterior, lo que hace perder empatia con la lectura, y más faltandote tantas palabras por gastar.
No obstante, me parece un buen relato, y todo lo mejorable siempre es una buena noticia.
Nos leemos!!!
Laura
25/02/2019 a las 12:26
Hola Servando.
Me parece muy bueno el tema que has elegido, aunque los diálogos me resultan algo artificiales, entre ellos, que el hijo diga que es un niño.
Creo que puedes pulirlo y sacarle la fuerza potencial que está oculta, pero se puede adivinar.
Mis saludos.
Hasta la pròxima propuesta.
Diego Alba
26/02/2019 a las 16:29
Ay Señor Peñuñuri. ¡Que buen relato!
Aleje esos fantasmas de su mente.
Me gusta de verdad amnigo, el tono, los personajes, el conflicto…
Yo le hubiera metido un final sorpresivo a toda orquesta, pero el llanto y la redención son buenas alternativas.
En cuanto al perdón del abuelo, bueno, consiguió aceptar la realidad pero no cosiguió dejar de verla como algo ofensivo.
El pibe a veces habla con palabras un tanto inusuales a los catorce. Yo lo haría hablar más como un chico común.
Siempre me atrajo tu laburo, amigo. Nos leemos.
Vespasiano
28/02/2019 a las 23:08
Hola Servando:
Gracias por haberte pasado por mi relato y comentarlo.
Al tuyo llego demasiado tarde, pero ha sido un placer leerlo.
¡Qué RELATO! Sí, relato con mayúscula.
Impactante; fuerte; desgarrador.
Desde el punto de vista formal, te apunto lo siguiente:
—“¡Deja de decir pendejadas! —El hombre golpeó el volante con rabia—. El maldito viejo…”. Aquí hay un diálogo entre padre e hijo y en todo momento se sabe quién es el que está hablando. Por tanto creo que no es necesario remarcar que es el padre el que está dirigiéndose al chico. Podría suprimirse el inciso o escribirlo en tiempo presente. Podría ser: —“¡Deja de decir pendejadas! —Gritó “golpeando” el volante con rabia— El maldito viejo…”.
“¿Quieres que te dé una paliza como la de ayer?”. En esta oración retratas el carácter autoritario y maltratador del padre.
—“¡Cállate! ¡Ya no sigas más!”. En mi modesta opinión lo veo mejor escrirto así: —“¡Cállate ya! ¡No sigas más!”
—“¡Cállate! ¡Ya no sigas más! —Su llanto fue desgarrador—. ¿Quién te dijo semejante estupidez?”. El inciso: “—Su llanto “fue” desgarrador—” debería estar, como el anterior, escrito en tiempo presente: “Su llanto “era” desgarrador”. O podría ser: “—Suplicó rompiendo a llorar desgarradamente/desconsoladamente—”.
—“¿Qué está pasando? —El señor intentó encender de nuevo el motor…”. Me suena raro el tratamiento de “señor” que el narrador atribuye al padre del chico. ¿Qué tal si lo enfocaras así? —“¿Qué está pasando? —preguntó atónito mientras intentaba poner en marcha el motor…”
De hecho debió ser apabullante para el padre sentir la presencia del abuelo dentro del coche.
Bueno, tu historia me ha causado una muy buena impresión al tratarla desde un punto de vista esotérico.
Felicidades.