Literautas - Tu escuela de escritura

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La ofensa - por Jose LuisR.

Estuvo graciosa… Estuvo bien. No habló ni poco ni mucho. Malvina mantuvo una amplia sonrisa en su bien parecido rostro todo el tiempo, y hasta se rió de los peores chistes de Hermenegildo. En concreto, cuando él soltó la frase “más feo que un gorila en la niebla…” a ella no le hizo gracia, porque los gorilas eran sus animales preferidos. ¿Qué más se podía pedir en una primera cita? Prestó atención a determinados detalles y al final descubrieron cosas interesantes el uno del otro. Él trabajaba en un almacén y ella en una fábrica de cajas: casualidades de la vida. Y en cuanto llegó la hora del postre, por consideración, Malvina renunció a tomar helado de pistacho (su favorito) cuando vio que su acompañante declinaba probarlo siquiera, alegando una supuesta alergia. Todo por un simple comentario, a destiempo, de la entrometida camarera que les sirvió la cena. Sólo porque ella, casualmente, era alérgica a los frutos secos. La próxima vez, esa tipa podía meterse sus palabras donde nunca pega el sol. ¡Con lo que le gustaba a Malvina el helado de pistacho!

Muchos días más tarde, Malvina seguía sin comprender lo que fue mal. La cita transcurrió como la seda. Cuanto más repasaba los momentos que pasaron juntos, sin obsesionarse con los detalles, por supuesto, menos lograba entender. Hubo química, sin duda. Ella le había dado a Hermenegildo el número privado de teléfono y esperó su llamada durante dos semanas. Pero no hubo reacción por su parte. ¿Cómo se atrevía aquel memo a ignorarla? Como si ella diera su número de teléfono a cualquiera…

Entonces pasó lo inevitable en una ciudad relativamente pequeña. Malvina se lo encontró en el supermercado. Bueno, Hermenegildo no se enteró de su presencia porque la otra se escondió justo a tiempo en el pasillo de los embutidos. Malvina fue testigo, acto seguido, de algo inaudito. Aquel carcamal, por el que había llegado a sentir algo, estaba charlando con otra mujer. Y no hacía manitas con una cualquiera, sino precisamente con ¡la camarera chismosa del restaurante! Su faz cambió por completo; las orejas de Malvina echaron humo. La habían vuelto a traicionar… ¡Otra vez! ¡Cuándo dejarían los hombres de defraudarla!

Malvina se acordó de algo. Observó desde cierta distancia el contenido del carro de la compra de Hermenegildo. Ninguno de los dos tortolitos prestó atención y Malvina, al pasar por su lado disimulando, realizó la jugada maestra. Cuando salió al aparcamiento, Malvina casi se sintió culpable. Se arrepentía por haberle dado el cambiazo a Hermenegildo, sustituyendo aquel bocadillo normal gigante por otro italiano con mortadela. Era un fallo del supermercado, de todos modos: juzgando el envoltorio, ambos súper bocadillos eran casi indistinguibles.

Lo dicho: casi se sentía culpable… Malvina, un poco morbosa, permaneció en el aparcamiento justo a tiempo para verlos salir y besarse. Juntos montaron en el coche de Hermenegildo y se marcharon.

A pesar de todo, Malvina retornó a casa muy tranquila porque seguro que a él no le pasaría nada… Siempre que no compartiera aquel bocadillo y tuviera cerca su dosis de epinefrina, claro. Aunque también cabía la posibilidad de que luego no quedara suficiente para la camarera… ¿Quién sabía lo que podía ocurrir?

Comentarios (12):

IreneR

17/02/2019 a las 21:19

Buenas, Jose Luis.

Me ha gustado mucho tu relato. Me ha parecido entretenido y fácil de leer. Aunque ha habido dos cosas que no he terminado de entender:
“Malvina renunció a tomar helado de pistacho (su favorito) cuando vio que su acompañante declinaba probarlo siquiera, alegando una supuesta alergia. Todo por un simple comentario, a destiempo, de la entrometida camarera que les sirvió la cena. Sólo porque ella, casualmente, era alérgica a los frutos secos.” Tras saber el final, imagino que él no tomó el helado de pistacho porque quería irse con la camarera, pero no lo entendí hasta que no llegué al final, y creo que la protagonista tampoco lo entendería. No veo la conexión con que la camarera tenga alergia a alergia a algo y que me cita no se tome un helado de eso. La verdad es que me mosquearía bastante y me dejaría muy confundida.

Lo otro que no he entendido es lo del bocadillo de mortadela, igual soy muy ignorante, pero, ¿tiene frutos secos? si no es así, no entiendo a qué viene eso, pues imagino que Malvina tiene la intención de acabar con ellos gracias o por culpa de esa alergia…

Nos leemos.

Un saludo.

M.L.Plaza

18/02/2019 a las 06:19

Hola José Luis.
Me ha pasado lo mismo que a Irene, así que he buscado por Internet para acabar entendiendo que la mortadela lleva pistacho.
Bastante gamberra tu Malvina. Por lo demás me ha parecido un relato estupendo, muy agil y bien escrito. Solo al final no estoy segura si es podía o podría porque se refiere al futuro.
Me lo he pasado estupendamente leyéndote.
Saludos

Laura

18/02/2019 a las 11:38

Hola José Luis.
Tal vez lo del rechazo del helado era superfluo ya que el dato de la alergia de Hermenegildo estaba plantado.
Me encantó el asunto de la venganza.

Mis saludos.
Hasta la pròxima propuesta.

Don Kendall

18/02/2019 a las 12:40

Hola Jose Luis. El texto que propones cumple con los requisitos del taller, bien por tanto.
En cuanto a la “trama” y al “argumento” pienso que tal vez mereciese la pena darle un par de vueltas. El “tema” que plantea el trabajo, podríamos decir, que es la venganza, los celos, el amor no correspondido etc ). La trama no acaba de arrancar, entendida esta como la narración subjetiva de los hechos a narrar. Es posible que aparezcan “demasiados” hechos para camuflar el soporte del argumento : la posible alergia, de la que curiosamente el narrador “omnisciente total” no aporta conocimiento al lector. Sin embargo hay frase como p. ejemplo : “Cuanto más repasaba los momentos que pasaron juntos, sin obsesionarse con los detalles, por supuesto, menos lograba entender” que no contribuyen a organizar el argumento, entendido este como el conjunto de hechos narrados en orden cronológico, dado que además confunde co la información contradictoria que proporciona el narrador : “Repasaba los detalles” y a la vez sin obsesionarse “por supuesto”.
En resumen, un trabajo interesante que tal vez pueda ganar con alguna pasada de cepillo.
Gracias

Rafa

18/02/2019 a las 16:51

Hola José Luis, tu relato me pareció entretenido, fácil de leer, sin contradicciones o desvíos que dificulten su digestión. Fluído, creo que es la palabra. Pero sentí que el título no calzaba plenamente, tal vez el tema central no sea la ofensa, o talvez se requiera enfatizar aun más esa circunstancia para darle protagonismo. Me sorprendió gratamente el descubrimiento de Hermenegildo junto a la camarera en el supermercado, explica coherente y creativamente el desprecio por la protagonista, es una situación tan incómoda y familiar que logra conectarnos con la emoción de lo narrado.
Gracias por compartirlo.

Paola Panzieri

18/02/2019 a las 17:03

Hola José Luis

Me gusta la idea y lo de la mortadela lo tengo bien claro pues una mortadela que se respete no puede ni imaginarse sin pistachos.

Aclarado este punto pienso que una mujer no se siente traicionada por algo tan sencillo como una llamada de teléfono que nunca llegó aunque solo sea porque estamos acostumbradas a que eso pueda pasar ( o por lo menos, yo).

Pondría por ahí alguna promesa, aunque sea sin importancia. Frente a una promesa incumplida una mujer se puede sentir ofendida y mucho. Somos así, que le vamos a hacer.

En la cena debe de haber “ojitos” a la camarera o una sonrisa escondida, una mirada de más, un suspiro un ¿qué has dicho? un yo que sé que nos de rabia a los que estamos leyendo porque la heroína, seamos claros, es Malvina.

Bien escrito y divertido. Lo he disfrutado un montón.

Saludos

Saludos

Netogonzo

18/02/2019 a las 20:55

Que tal Jose Luis

Me ha divertido bastante esa maligna venganza de Malvina, habrá que ver si la dichosa alergia no era solo cuento de Hermenegildo. La escena se lee fácil y rápido lo cual me gustó. Un detalle que me pareció curioso es los nombres de los personajes, por acá es mas común encontrarlos en las zonas rurales que en las ciudades, en cuanto los mencionaste me hice una imagen de gente campirana por eso me salto un poco el hecho de encontrar un centro comercial en una zona así, pero eso es cosa mía jeje.

Gracias por tu visita, el tuyo me ha gustado.

Doralú

19/02/2019 a las 18:02

Hola José Luis,

Agradezco tu opinión en mi relato. Es un punto de vista interesante. Gracias.

Me ha gustado tu texto. Al leerlo por segunda vez, pude entender la situación planteada en el primer párrafo y en las acciones en el automercado.
Es un texto entretenido, con fluidez, con un final abierto que hace volar la imaginación.

En cuanto a lo formal, nada que acotar, cumple con los parámetros.
Un abrazo

El chaval

20/02/2019 a las 13:22

Hola Jose LUIS
En concreto:mejor dos puntos
Por qué son casualidades de la vida, que el trabaje en un almacén y ella en una fábrica de cajas ?
Poca concordancia entre los dos, la cita no podía ir como la seda, Malvina se siente ofendida por celos y piensa con muy buena fe, que él le de un trozo de mortadela. Si es tan tonto como le describes como para dejarla por otra al menor detalle, se comería el solito el bocadillo. Inmediatamente que busque otro.
Un inciso: Cuando escribes a IreneR te hago una aclaración. Aunque no me gustan los toros ni el maltrato animal, la puya es la vara de madera con punta de acero que llevan los picadores a caballo. Y el utensilio que utiliza el torero para rematar al toro cuando está caido es la puntilla.
Un saludo (40)

Osvaldo Vela

20/02/2019 a las 21:50

Hola José Luis.

Que bien la hiciste esta vez. una historia que me deja bien entregado. Entregado a la duda e intrigado por dentro. algo iba o podría pasar con quien comiera aquel bocadillo.

Dentro de la lectura me imaginé que el famoso bocadillo de salami tendría mantequilla de pistacho que por indiscreción de la misma camarera, se enteró de su alergia a los frutos secos.

Me gustaría saber que va a pasar, pero al menos qué, el próximo reto nos toque escribir sobre bocadillos con mantequilla de pistacho, me voy a quedar intrigado por siempre.

Muy buen trabajo te felicito.

Saludos y nos leemos.

isan

21/02/2019 a las 22:58

Hola José Luis:
No conocía los componentes de la mortadela, pero supongo que, por lo que deduzco, algo de pistacho tendrá. También supongo que la epinefrina, servirá para contrarrestar los efectos de la alergia o para exacerbarlos, no sé. Depende de de1 quién era el sujeto de la venganza ya que el carro era de Hermenegildo y la alérgica era Malvina. No me ha quedado claro.
“…porque la otra se escondió…” Este “la otra” me ha chocado bastante. Por un momento parece como si Malvina se convirtiera en la narradora y lo dice. Lo curioso es que en la segunda lectura que ya conocía la vuelta a escena de la camarera, he pensado que la que se escondía era ella y no Malvina. Me ha costado otro repaso para entenderlo. Torpe que es uno.
El relato es estupendo. Te has ventilado las palabras del reto opcional en un pispás, Has creado buenas expectativas con un lenguaje coloquial, muy entendible y en un tono jocoso.
Por poner una pega, un SOLO en el primer párrafo que lleva tilde sin necesidad porque hace tiempo determinaron que así sería. No nos acostumbramos a quitarlo.
He disfrutado con este relato, por lo que te felicito

isan

21/02/2019 a las 22:58

Perdón, quería decir que la alérgica era la camarera.

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