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LA OFENSA - por JUANA MEDINA
Web: http://www.juanamedinaficcion.blogspot.com
“Yo quiero morir conmigo
Sin confesión y sin Dios
Crucificao en mis penas
Como abrazao a un rencor.”
Tango de Rossi y Podestá
El viejo entra a la cocina y se sienta a la mesa suspirando. Tiene la respiración fatigosa, mira a su hija que le da la espalda mientras trajina, y busca con los ojos al gato de la casa. Nadie parece reparar en él.
De pronto su mirada cae sobre una bolsa de comida que lleva impresos el nombre y la dirección del almacén. Sobreviene una catarata de furia. Tembloroso pero de pie, comienza a gritar:
—¿Cuántas veces he dicho que nadie de mi familia debe pisar lo de Gimenez? Ese hombre me ofendió, jamás se disculpó, me obligó a cambiar de casa y de barrio para no toparlo; con su ofensa nos forzó a dejar todo lo que habíamos construido con tu madre y a reducirnos poco menos que a una pocilga, y ahora vengo a enterarme que mi hija y mi nieta compran en su negocio y le dejan ganancias. ¿Qué soy yo, idiota?
Y así continúa un largo discurso de rencores donde el sentimiento de humillación ocupa el lugar principal. Eso sí, nunca menciona la ofensa.
Su hija se mantiene de espaldas, en silencio, mientras él se desgañita enloquecido. Sin embargo el hastío la vence. A más de cuarenta años de una situación cuyo origen desconoce pero que la acompaña desde siempre, también ella comienza a gritar:
—Asi que te sientes idiota ¿eh? Pues nosotras, desde mi madre hasta tu nieta deberíamos sentirnos cucarachas viviendo en los rincones que no ves. Perdí mis compañeros de escuela, dejé de ver a mis amigas, mi madre y la mujer de Gimenez se veían a escondidas para que los señoritos no se molestaran; tu nieta no puede ser amiga de la suya porque algo, no sabemos qué, ni cómo, ni cuándo te ofendió. Pues te aviso, hace mucho que esto acabó, compro en lo de Gimenez porque es más barato, de buena calidad, y sobre todo porque me da la gana. ¿Clarito?
Son días bochornosos, pesados, de soles que taladran el cráneo y ciegan los ojos. No obstante el viejo, indignado, toma su bastón y su sombrero y se aventura al calor del mediodía, justo cuando Alina, su nieta, está llegando a casa.
—¿Dónde va, abuelo? Hace demasiado calor, le va a hacer mal.
—No quiero estar con tu madre, y mucho menos comer su comida. Compra en lo de Gimenez.
Alina suspira y resuelve acompañarlo. Le apena que tanto misterio y tanta odio descontrolado cada vez que se los nombra, no lo dejen descansar en paz. A veces piensa que ni lo dejan morir. La ofensa es algo que no suelta, que guarda en el puño como para seguir sabiendo quién es.
Lo lleva del brazo por la sombra hacia a la plaza, a que se siente un rato bajo los árboles. Pero al llegar, el viejo ve en el lugar más fresco a su archienemigo. Se suelta del brazo que lo sostiene y se pone a caminar todo lo que le dan las piernas, bajo el sol. La muchacha lo sigue apresurada y apenas hace a tiempo para sostenerlo cuando las rodillas de su abuelo se aflojan, los ojos se le salen de las órbitas, boquea, la piel se le pone violeta.
Al llegar a casa, Alina avisa a su madre que lo acuesta, trata de calmarlo y confortarlo, pero él amenaza pegarle en cuanto se le acerca.
Con una toalla empapada la nieta le refresca frente, nuca, pecho. La respiración se calma. Lo deja dormir.
Cuando despierta, tranquilo y lúcido, ella pregunta:
—¿Cuál fue la gran ofensa, abuelo? Cuéntame. Te aliviará.
Con la mirada perdida, el viejo musita:
—Ya no me acuerdo…
Comentarios (16):
Tavi Oyarce
16/02/2019 a las 22:34
Que buen tema Juana. Como siempre sorprendes.
Hace mucho que no participó aqui, pero de vez en cuando me doy una vuelta para revisar, a aquellos compañeros que manejan ya bien la pluma.
Algún dia,tal vez vuelva a participar
Por ahora,y como siempre tu admirador
Ane
17/02/2019 a las 13:13
Hola Juana, me ha gustado. Está narrado con mucha delicadeza y descrito de forma brillante. He podido imaginar perfectamente cada escena, sin tropiezos, sin salidas de tono, una historia muy bien hilada.
Te felicito. Un saludo
Laura
17/02/2019 a las 21:19
Hola Juana.
Me ha encantado tu escena, notablemente gráfica, con un final bellìsimo.
Mis saludos.
Hasta la pròxima propuesta.
JUANA MEDINA
17/02/2019 a las 21:40
Salud Tavi,
Tanto tiempo! Si que extrañaba tus relatos y tus comentarios. Ojalá vuelvas pronto. Gracias por tus comentarios, siempre generosos.Un abrazo.
Ane, estamos muy cerca, seguramente te devolveré la visita en breve.
Gracias por tu comentario.
Laura, salud compañera, qué bueno que te guste. Tengo que buscarte, de primera no he sabido encontrarte. Un abrazo
Paola Panzieri
18/02/2019 a las 17:14
Hola Juana
Un relato interesante y bien planteado. Me ha gustado.
el único apunte es que la frase final me parece demasiado simple, creo que debería de costarle más admitirlo, aunque solo fuera un: te lo voy a decir pero promete que no lo contarás a nadie jamás…
Lo he disfrutado
Un saludo
dopidop
18/02/2019 a las 18:13
Buenas Juana,
Estoy un par de historietas por encima de ti, así que me toca comentarte, y la verdad es que estoy muy contenta de que haya sido así, por que a pesar de que tengo tu nombre visto del taller, no te había leído nunca.
Tienes una historia real como la vida misma. Cuantas veces suceden estas cosas… Muchas personas tienen que vivir con el estigma de una rencilla entre sus progenitores.
Me ha gustado mucho tu manera de contarlo, es muy visual y el ambiente tan familiar que creas, ayuda todavía mas a meterte dentro de un relato que se lee de un tirón. Me encanta como has descrito el comportamiento del abuelo, su parte cascarrabias y el malestar de la hija de estar siempre con lo mismo. Te sientes impotente. Pero al final del relato, solo siento ternura hacia el pobre hombre, que se escuda en su mal genio para ocultar una verdad que le asusta. Un final PERFECTO.
Lo dicho, me alegra un montón haberte leído y seguro que seguiré haciéndolo por esto lares.
Un saludo.
El Apuntador Mudo
18/02/2019 a las 19:13
Hola Juana Medina, con gusto vengo a disfrutar de tu relato.
Algunas veces la vejez y otras veces la juventud mal llevada, tiene estas disposiciones, dolerse de lo que ya uno no recuerda. Puede que la ofensa no fuera más grande que el alpiste que desprecia el canario cuando está saciado; pero sin embargo la hormiga, a pesar de superarle en tamaño, se lo lleva a cuestas sin pensárselo aunque no tenga hambre.
Me ha gustado tu relato, tu estilo, su sencillez, su naturalidad y su sabiduría.
Saludos.
Víctor Alverdi
19/02/2019 a las 03:53
Saludos Juana. Vemgo a leer tu historia y debo decir que me ha gustado bastante, sobretodo el final me pareció muy atinado. En lo demás una escritura fácil de leer y que te mete a la trama enseguida. ¡Enhorabuena!
Amadeo
19/02/2019 a las 11:57
Juana:
Muy buen texto y un final inesperado. Me gustan los finales así. Un cuento realista, escrito en presente y en forma directa. Me gustó la frase: Sobreviene una catarata de furia.
Estoy en el 88 por si quieres leerlo y comentar
Saludos
Amadeo
Conrad Crad
19/02/2019 a las 18:49
Hola, Juana
Me sumo al maravilloso comentario del Apuntador Mudo. Yo creo que está todo dicho.
Un placer, como siempre
Saludos
Dante Tenet
20/02/2019 a las 03:52
Hola
Me gusto la historia, tiene ritmo y cierra mejor.
La idea de poner una estrofa de un tango me pareció original.
Nos seguimos leyendo
JUANA MEDINA
20/02/2019 a las 18:49
Queridos compañeros,
La vida y un tórrido verano porteño, me tienen atrasada en buena parte de mis obligaciones. Agradezco a todos los que me leen y opinan sobre mis relatos. Aún con atraso, trataré de comentar a todos antes de fin de mes.
Saludos
isan
20/02/2019 a las 19:42
Hola Juana:
La vida está llena de estos odios ancestrales entre familias de los que nadie recuerda el motivo. Lo malo de esto es que los que tenían motivos sobrados como el despojo de tierras o bienes quedan en la impunidad y los que no tenían motivo bastante permanecen como la gran ofensa que hay que nunca termina de saldarse.
Eso es lo que has sabido reflejar en tu historia de forma elegante. Has llevado el relato bien y lo has cerrado mejor.
La letra del tango que nos regalas al principio no le veo la ligazón con la historia. Ya contarás.
En lo formal Ginénez lleva tilde. Así también: (Asi que te sientes idiota.)
“…tanto misterio y tanta odio…” TANTO.
Alguna coma y algún loísmo revisaría.
Como siempre ha sido un placer leerte.
Osvaldo Vela
20/02/2019 a las 22:11
Hola Juana Medina.
No se los digo porque ya no me acuerdo. Ja ja ja ja ja.
Que gran desenlace se te presenta para una historia que me tenía intrigado.
Te imagino llenando el texto de letras para completarlo y al llegar a cierto punto te cuestionas a ti misma y ahora ¿como lo termino?
la respuesta que llegó a tus letras es simplemente excelsa.
Estos alemanes que no nos dejan.
Te felicito y continuamos en la brega de este gran oficio que es la escritura.
Leosinprisa
21/02/2019 a las 09:29
Hola Juana Medina, que gran relato nos has ofertado, lleno de sensibilidad y muy humano, con un ambiente que palpas e incluso respiras a cada palabra. Pocas palabras para el final, pero las justas, ni más ni menos, con un cierre perfecto y que es un broche de oro para el resto de tu historia.
Mi enhorabuena, felicitarte por esa imaginación sublime y que espero tener más ocasiones de disfrutar. Ha sido un placer leerte. Un saludo.
marazul
21/02/2019 a las 15:06
Hola Juana: me gusta el tema que has elegido porque se da mucho en la vida real: heredar las enemistades. Creo que cada uno debe cargar con sus problemas y por supuesto con sus enemigos. Los hijos no tienen porqué continuar “esa tradición”, y menos sin saber el porqué. Presentas, con tu habitual lenguaje impecable y con un final simpático, una situación muy común. Las ofensas se pueden enquistar en el tiempo, de tal manera que al final el motivo ya no importa.
Un acierto tu relato, Juana.
Un abrazo