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Fiesta en los Esteros del Iberá - por Ulises VidalR.
Fiesta en los Esteros del Iberá
Hace mucho pero mucho tiempo que el dragón azul, el mismo que se las apaña muy bien para flotar en el agua, se ha establecido en los Esteros del Iberá, cerca de un famoso pueblo correntino. Vive con sus primos, el yacaré overo y el yacaré negro. «En mi laguna me siento el dueño del mar», le decía el primo en una carta. Dotado de un espíritu curioso e inquieto quiso saber de qué le hablaba, así que un día se largó y llegó bajo el sol del mediodía. Y se quedó, porque quien había recorrido los cinco continentes y aprendido cada idioma para conversar a gusto con sus gentes comprendió que ese era su lugar. A la sombra de lapachos, ceibos y palmeras, el Gigantón como lo bautizaron, estaba jugando al truco. Estrenaba la baraja que había recibido de regalo en el último cumpleaños.
—Barajar y dar de nuevo—reclamó el dragón.
—Antes, corta—respondió el yacaré overo ubicado a su derecha mientras veía pasar a un colibrí.
— ¿Un cinzano?—propuso el yacaré negro, dispuesto siempre a los brindis.
—Con este calor mejor cebas unos tererés—replicó el carpincho a su pareja de juego.
Cerca de una hora después y alcanzados los treinta puntos, el yacaré overo y el dragón mostraron las cartas con las que habían ganado la partida. Contento, el Gigantón después de sorber un mate cantó: — «Una carrera corrieron el sapo y la comadreja y el sapo al aventajarla le dijo: “Truco” en la oreja».
Solo entonces repararon en los expectantes convidados de palo, zorros, carpinchos, teros, garzas, cigüeñas, cardenales, carpinteros y boyeros que en silencio, como corresponde, habían observado sin opinar y sin hacer gestos.
— ¡Hola amigos! ¿Novedades?—demandó el dragón.
— ¡Y de las buenas! ¡Esta noche hay baile!—soltó el guacamayo.
—En el lugar de siempre—completó el mono con un fuerte chillido.
En el claro del monte, no había hecho más que comenzar la reunión cuando se desencadenó una tormenta.
—Continuemos en la tapera—sugirió el perro.
Allí, algo salió mal. La gata alterada por la copiosa lluvia reflotó una antigua ofensa. Herida en su amor propio, nunca le había perdonado al perro que para demostrarle que era mejor cazador le robó un ratón escondido por ella, en el hueco de un árbol. La gata comenzó a refunfuñar. El perro la miraba de reojo y le gruñía por lo bajo. Los gruñidos y maullidos fueron subiendo de tono. La gata encorvaba el lomo y el perro le mostraba cada vez más los dientes. Rodaron por el suelo y en ese preciso momento, intervino el dragón, quien tiró una manta sobre la gata y los separó. A ella la abrazó con fuerza contra su pecho y el perro grandote hizo lo propio con el pichicho. Hubo caricias y mimos para los dos. Una manzana en pedacitos para la minina, un trozo de sandía para el perrito. Al cabo de un rato, la tensión había cedido y ambos animales se mostraban más tranquilos.
— ¡Lo siento! ¡Fue una broma!—, se disculpó el perro.
— ¡Perdóname tú! ¡Me dejé llevar por el orgullo!—, le respondió la gata.
— ¡Asunto arreglado! ¡La fiesta continúa! ¡Queso y vino para todos!—anunciaron los dos yacarés.
— ¡La noche está hecha para divertirse!—agregó el dragón.
El queso y el vino estaban deliciosos. Bebieron y comieron y alguno bebió más de lo que comió.
—Quien come queso y bebe vino le dan ganas de cantar y bailar —dijeron los loros.
No se hicieron rogar. Un perro tomó la guitarra, otro, el acordeón y el zorro, el contrabajo. Los loros lanzaron un sapucai de alegría, « ¡pi-pi-pi-pi-pipu! ». La gata y el perro, abrieron el baile. Era una delicia verlos abrazados al compás de la música, entrecruzadas las cabezas, mejilla con mejilla mientras se hamacaban con pasos muy suaves. «Kilómetro 11», el himno de los chamamés, le dedicó el guacamayo a la reconciliada pareja: «Olvida mi bien, el enojo aquel…»
Bailaron y cantaron hasta altas horas de la madrugada.
— ¡Estamos cansados! ¡Necesitamos reponernos!—dijeron los músicos.
Poco a poco, todos se fueron sumando al descanso. El sueño los venció y el nuevo día los sorprendió dormidos bajo los árboles.
Sin prisa, el dragón, el yacaré overo y el yacaré negro dispusieron todo para el desayuno en esa hora de mágico silencio. Dicen que si agudizas el oído, querido lector, podrás escuchar a peces y aves comunicarse entre sí…
Comentarios (11):
Lavalle
16/01/2019 a las 21:45
Hola Ulises.
De tu relato me ha gustado especialmente la atmósfera que has creado. A medida que iba avanzando en la lectura me ha ido invadiendo una especie de neblina mágica que me ha acompañado a través de las líneas. También he disfrutado del viaje que nos has ofrecido a tierras argentinas. Te seguiré leyendo.
Si te apetece, puedes encontrarme en el 53.
¡Enhorabuena!
Leosinprisa
17/01/2019 a las 09:32
Hola Ulises,me ha agradado tu escrito, tiene algo de mágico, aunque se trate de una velada que transcurre, con algunas incidencias, pero plácida en su mayor parte, sin mayores acontecimientos.
Supongo que has querido trasponer lo que sería un encuentro, reflejado en unas criaturas que identifican ciertos aspectos del carácter humano con el animal.
También he de decir que algunas palabras me resultaban extrañas y he tenido que acudir a “San Google” para entender su significado (soy de España).
En cuanto a las correcciones debería destacar que en el uso de los diálogos, el guión final se escribe separado:
—Barajar y dar de nuevo—reclamó el dragón. (Así no es correcto)
—Barajar y dar de nuevo —reclamó el dragón. (Así es correcto)
Ha sido un placer leerte. Un saludo.
Ulises Vidal
17/01/2019 a las 13:30
¡Hola Leosinprisa!
Muchas gracias por tu comentario y tu acertada observación.
¡Nos seguimos leyendo!
Otilia
17/01/2019 a las 18:43
Hola Ulises Vidal:
Gracias por leer y comentar.
De tu historia lo que más me ha gustado es la atmósfera que has creado entre todos los animales.
Buen trabajo. Lo que no he encontrado ha sido la moraleja de la fábula. Saludos.
JUANA MEDINA
17/01/2019 a las 20:01
Salud Ulisses Vidal:
Me encanta encontrarme con compatriots que toman algo de lo nuestro para sus relatos. Y ¡kilómetro 11! es un guiño estupendo para pocos.
Todo el relato está muy bien ambientado pero parece más bien un fresco, un relato de costumbres. En ese sentido, o lo tomamos así y ya está, o algo falla en la estructura dramática. No se sabe adonde van con el juego de cartas y la fiesta posterior, ni con la pelea arreglada por dragones, entre el perro y la gata. Es como un planteamiento al que le falta el desarrollo y el desenlace.
Ahora, como pintura de una tarde en los esteros del Iberá, está muy bien.
Estuve por un barrio de casa, oyendo ybailando chamamés. Gracias
Ulises Vidal
17/01/2019 a las 21:43
¡Hola Otilia! ¡Hola Juana!
Gracias por los comentarios que me sirven psra reflexionar.
Quizá no sea una fábula ortodoxa. El objetivo fue mostrar que animales con los mismos hábitos y costumbres que los seres humanos, saben dirimir sus problemas sin violencia y vivir en armonía.
¡Hasta la próxima propuesta!
Alfredo Mambié
19/01/2019 a las 16:27
Estimado Ulises, mis saludos cordiales y sincero agradecimiento por brindarnos tan agradable fábula. Deseo expresarte (porque tu también lo has hecho) mis apreciaciones, con todo respeto y consideración. El propósito de este Taller es lograr aprender con cada reto, y así pulir nuestra pluma. La diversidad de personajes ¡me encantó! Definir a los dragones como seres sabios, conciliadores y veteranos en relaciones hunanas… ¡Soberbio! Lograste una encantadora atmósfera; fresca, muy sensorial, cromática, poética, musical y ensoñadora. ¡Mis partes favoritas fueron las descripciones tan bien logradas de las canciones recitadas “a capella”, la onomatopeya y lo encantadoramente DIVINO que resulta degustar un buen queso tomando vino! (¡Me consta!) Si bien existe una moraleja en tu relato, quedó diluida por no estar ubicada en el lugar apropiado, es decir, puedes fácilmente ajustarla para lograr llevarla al lugar del clímax. Pero eso es sólo para enriquecer tu texto, si tú estás satisfecho como ha quedado ¡Déjalo así! Por los comentarios anteriores he descubierto que eres suramericano, y tu lenguaje plasmado es muy rico y pintoresco, ¡lo que considero un punto a favor para tu relato!, dado que en estos nuevos tiempos de globalización, nos resulta fundamental explorar, aprender a apreciar y respetar, los términos autóctonos de cada región de este hermoso planeta. ¡Me fascinó tu historia y me siento orgulloso! ¡Felicitaciones y bendiciones para ti, colega!
Ulises Vidal
19/01/2019 a las 22:09
¡Hola Alfredo!
Muchísimas gracias por tu opinión. Me emocionó.
En realidad, hablo de mi aldea, porque es la que conozco. No podría hablar de otra cosa.
Muy en breve me paso por tu texto. Ha sido otro Ulises y no yo quien ha dejado un comentario.
Espero que nos sigamos leyendo.
Hasta el próximo reto.
Alfredo Mambié
20/01/2019 a las 02:02
Vaya, tuve entonces una confusión de identidades… ¡Bueno, de igual manera mis impresiones fueron dichas por el efecto de leer un gran texto! Estoy en el peldaño 81, cuando gustes.
María Esther
22/01/2019 a las 03:35
Hola Ulises, me ha gustado mucho tu fábula,por la variedad de personaje,cada cual con sus características,la descripción del ambiente, la atmósfera reinante.
Fue muy buena idea la realización de la fiesta, la sociabilidad desplegada por todos, que llevó a un disfrute en armonía como debe ser.
Creo que trasmite una muy buena enseñanza.
Felicitaciones.
Ulises Vidal
22/01/2019 a las 21:39
María Esther, muchas gracias por tan elogiosas palabras. Me animan a seguir adelante.
¡Nos seguimos leyendo!