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Mis demonios - por Cristian Ovalle+18

Web: http://mercadeolisto.wordpress.com

—Sabes muy bien que lo deseo; pero no es correcto.
—Lis, ¿acaso es más correcto dejar a un lado tu felicidad por un credo que ya no te representa? —preguntó Alejandro.

Ella había sido educada en un colegio de monjas y por varios años le hizo mucha ilusión el noviciado, pero un amor intempestivo le había tocado la puerta de su corazón cuando faltaba poco tiempo para terminar la secundaria. Desistió de sus aspiraciones religiosas, pero siguió siendo una católica muy fiel. Julián había conquistado su corazón y ella consiguió que él se convirtiera a su religión.

Cuatro años de noviazgo fueron suficientes para que la propuesta de matrimonio apareciera. Lisbeth había cambiado su sueño de portar los hábitos por el de lucir un pomposo vestido blanco mientras caminaba hacia el altar a encontrar su prometido para jurarse amor eterno.

—¡Sí, acepto! —contestó Lisbeth mientras una lágrima de emoción rodaba por su mejilla.

Alan fue el nombre del niño que nació tres años después de esa noche mágica en que ella recibió el anillo de compromiso, y un año más fue suficiente para que Julián decidiera que ya no amaba más a su esposa. Acordaron que el niño estaría con su padre los fines de semana. No hubo discusión, la negociación fue amena; el corazón de Lisbeth estaba roto en mil pedazos, ella quería acabar cuanto antes con ese sufrimiento.

Dos años más tarde, mientras Lisbeth recibía entrenamiento para un nuevo puesto al que sería promovida, recibió una visita. En realidad la persona que acababa de llegar no la buscaba a ella, sino a quien todavía ocupaba el cargo para el que era adiestrada. Aprovechando la coyuntura Alejandro y Lisbeth fueron presentados. Él estaba contento porque en su labor de ventas le representaba una ventaja ser de los primeros en conocer a los nuevos gestores de compras, iba picando en punta.

—Señorita Bell, es un placer distinguirla. Estoy dispuesto a colaborar tanto como lo hacía con el señor Rodríguez. Cuente con mi apoyo para el suministro puntual de nuestro material.
—Muchas gracias Alejandro. Le estaré contactando la próxima semana para programar una reunión.
—¡Fantástico! ¡Qué tenga una excelente tarde! —exclamó Alejandro mientras levantaba la mano para despedirse.

Luego de la reunión que sostuvieron a la siguiente semana él tuvo la osadía de invitarla a almorzar; sabía que su empresa no permitía esa clase de acercamiento con sus clientes, pero no le importó. La charla que acompañó el almuerzo fue divertida, Alejandro se mostró jovial y ganó confianza que sobrepasaba la relación comercial.

Los encuentros se incrementaron, almuerzos, cafés, cervezas y algunas noches de baile crearon una conexión intensa entre estos profesionales que habían decidido saltarse las reglas. Lisbeth temía que le gustara demasiado, sentía que iban muy rápido, su corazón ya estaba entrenado para evitar el sufrimiento. Para ella, volverse a enamorar le significaba un doloroso recuerdo que no tenía intención de volver a vivir.

Un sábado, después de cenar en el Dragón de Oro, Alejandro condujo hasta la casa de Lisbeth, la dejaría en la puerta y esperaría a que entrara como lo hacía cada vez que la acercaba hasta casa. Esta vez no fue así. Ella lo invitó a entrar. Se detuvieron en la puerta, contemplaron las estrellas mientras la luna dibujaba la sombra de ellos en el suelo.

Descorcharon una botella de vino, hablaron, jugaron a las cartas con una baraja antigua que la abuela de Lisbeth le había regalado antes de morir, y el roce de las manos por causa del juego no se hizo esperar. Pronto empezaron a besarse y ella quiso detenerlo. Al principio no pudo, no quiso; pero cuando ya tenían el torso desnudo ella sintió miedo de pecar, se zafó de sus brazos bruscamente y se apartó.

—Alejandro, aunque ya no vaya a misa sigo sintiendo la necesidad de cumplir los mandamientos.
—Pese a que yo crea que esos miedos sólo los creamos en nuestra mente para hacernos infelices respetaré tu decisión hasta que puedas vencer a tus demonios.
—Sabes que eso no es lo que más me preocupa. Más que mis demonios es la realidad incorrecta que debo asumir contigo.

Pensó un momento y decidió que era más problema de Alejandro que de ella, así que se entregó por completo, hizo el amor apasionadamente, y disfrutó cada segundo de esa noche.

Cerca de la medianoche Alejandro se levantó, se vistió y se dirigió a su casa. Entró suavemente pues no quería despertar a su esposa que ya estaba durmiendo.

Comentarios (8):

Dayana Bticeño

17/01/2019 a las 03:55

Excelente, me encanto

M.L.Plaza

18/01/2019 a las 02:19

Hola Cristian.
Has escrito una historia interesante entre dos adultos con un final muy bueno.
El primer diálogo parece fuera de lugar porque no enlaza con el final. Aunque no soy experta, creo que si mantienes el inicio tienes que quitar las últimas frases, y enlazarlo con el diálogo. Pero si quitas el final el relato pierde mucho interés. Te recomiendo que lo consultes con alguien que entienda de estructuras narrativas.
Me ha llamado la atención que cuando se conocen, él los nombre por el apellido y ella, directamente. por el nombre de pila.
Es la vida de Lisbeth; que la viva como sepa o como pueda.
Me ha gustado mucho leerte.
Saludos

Pilar

18/01/2019 a las 12:48

Muy buenas, Cristian

Encantada de leerte por primera vez…

Ante todo, felicitarte por tu texto, porque cuando se tratan de lecciones morales, a mí me entran “mis demonios” y no sé cómo afrontarlo para no ofender a nadie. Tú lo has hecho de maravilla porque está muy bien construido el personaje de Lis, has sabido transmitir el peso de la religión, con todo ese miedo al castigo que ejerce en las personas cuando hay una gran fe. El problema es que ella parece flaquear, cosa que también está muy bien conseguida implícitamente, ya sea por el tiempo transcurrido desde el convento o que la vida mundana no lo pone fácil. ¡Y encima el pecador es él, que está casado y se lo oculta, cargando sobre ella toda la culpa moral! Un auténtico demonio tentando a las almas vulnerables…

Y ahora, voy con las cuestiones técnicas. Estas son mis sugerencias:

• “Negociación amena”: Me chirría porque parecen términos opuestos. Yo lo cambiaría por “negociación fácil”.

• El diálogo al conocerse en el trabajo, no aporta nada nuevo. (De acuerdo con ML Plaza en la diferencia de trato). Yo lo suprimiría porque con los párrafos siguiente queda claro la atracción que surge entre los dos.

• “Lisbeth temía que le gustara demasiado, sentía que iban muy rápido, su corazón ya estaba entrenado para evitar el sufrimiento. Para ella, volverse a enamorar le significaba un doloroso recuerdo que no tenía intención de volver a vivir”: Aquí parece que su cortafuego mental es más por el dolor del desamor que por pecar teniendo relaciones extramatrimoniales. Y eso le puede pasar a cualquier mortal, sea o no sea religioso.

• “Pensó un momento y decidió que era más problema de Alejandro que de ella”. ¿Por qué es más problema de él que de ella? Ella es la que tiene obstáculos morales o, ¿es que ya sabía que estaba casado y a Lis no le importa la infidelidad (algo extraño, siendo tan religiosa)? Porque hasta ahora, el problema de los dos es que la empresa no acepta relaciones extralaborales.

• En el diálogo final, Lis se contradice: primero le informa de su compromiso con los mandamientos (“No cometerás actos impuros”) Y luego le suelta que le preocupa más la relación incorrecta.

• “Más que mis demonios es la realidad incorrecta que debo asumir contigo.” No me suena bien. Tal vez, relación prohibida o inmoral.

• Y finalizo con el tema que ha dejado ML Plaza en el aire: la conexión entre el diálogo incial y la escena final cuando ella, por fin, se deja llevar por el deseo de la carne: Opino que sí tienen conexión, si se lee seguido, sin nada más de por medio, pero cómo haces una elipsis en el tiempo para contarnos de la manera que llegan a esa situación, deberías haberlos vuelto a poner. Si eliminas el diálogo en la oficina y repites esas dos líneas, te caben y cerrarías bien esa conversación que queda interrumpida por la narración de lo acontecido anteriormente.

En fin, Cristian, un placer leer relatos que dan para tanto debate, se nota que has trabajado duro este mes. Hasta pronto.

Pilar, 24.

Cristian Ovalle

21/01/2019 a las 00:11

Hola M.L.Plaza!

Muchas gracias por leer mi relato y tomarte el tiempo de comentarlo.

El primer relato tiene lugar justo cuando ella se zafa de los brazos de Alejandro, por eso es que Lis dice que aunque no vaya a la iglesia, por la referencia del credo que ya no la representa. Es justo como lo aclaró Pilar. Agradezco la observación pues con ello puedo mejorar la técnica y hacer que el lector no pierda el hilo.

En seguida paso por tu relato.

Hasta la próxima.

Cristian Ovalle

21/01/2019 a las 00:17

Hola Pilar:

Muchísimas gracias por tus observaciones. Me halagas con tu muestra de atención tan detallada.

La cuestión es que Lisbeth sí sabía que era casado, ese es su gran pecado, más allá de una relación extramatrimonial.

Admito que me abrumé un poco con el límite de palabras. Justo tengo 750 después de haber recortado un par de párrafos más. Tenía un poco de desespero porque lo hice el último día, aunque lo venía pensando desde principio de mes.

En fin, agradezco todas tus sugerencias y correcciones. Las valoro de forma individual aunque no te responda sobre cada cuestión.

En un rato paso por tu relato.

V. Arenas

22/01/2019 a las 06:16

Hola, Cristian.
En general, tu relato me ha gustado. Me parece que escribes con soltura, y que la historia resulta interesante. Por otro lado, da la sensación de que lo has tenido que terminar de forma demasiado súbita; si la extensión pudiera ser de unas cuantas palabras más, seguro que habría acabado más redondo.
He leído los comentarios que te han hecho, y estoy de acuerdo con que el diálogo del inicio se te ha quedado un poco descolgado. Y sobre el diálogo del final, también me resulta un poco confuso lo que se dice, algo contradictorio, como ya te han comentado.
Creo que se te ha escapado del texto algún signo de puntuación:
– ‘Muchas gracias Alejandro.’, falta la coma entre el nombre y el resto.
– ‘Él estaba contento porque en su labor de ventas le representaba una ventaja ser de los primeros en conocer a los nuevos gestores de compras’; yo pondría dos puntos entre ‘ventaja: ser’.
A veces lo de los signos de puntuación es cuestión del estilo de cada uno.

Como te decía, me ha gustado, y creo que habría estado mucho mejor pudiendo escribir algunas palabras más. Creo que el final, descubriendo que Lisbeth se ha convertido en la amante de Alejandro, queda bien.

Espero leerte en otras ocasiones.
Y muchas gracias por comentar mi relato.

Un saludo.

María Jesús

22/01/2019 a las 21:42

Hola Cristian: Creo que has creado una trama bastante coherente. Me ha gustado la forma sencilla y fácil de seguir de la narración y como abordas los prejuicios morales de la protagonista. Luego, el final inesperado, es una manera muy buena de prepararnos para los quebraderos de cabeza y remordimientos morales de Lis cuando sepa que su amante es un hombre casado, cuando los lectores imaginemos la continuación de la historia.
Saludos desde el 107.

Josè maría

25/01/2019 a las 15:57

Hola Cristian:El principio de tu relato me ha resultado algo difícil de leer,cambiaría algunas palabras como adiestrada y entrenada,solo es mi opinion (no soy un experto) adiestrada por lo menos aqui en España es, enseñar a un animal o amaestrar. La segunda parte del relato me gusto mas que la primera .
un saludo ,mi relato es el 85

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