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Alma cándida - por Mª Jesús HernandoR.
Los dos niños estaban en el sofá junto al abuelo. Cada tarde, los tres esperaban juntos la llegada de los padres y, un día más, le habían pedido algo nuevo. Le hubiera gustado enseñarles los trucos del guiñote u otro juego de baraja pero eran todavía demasiado pequeños para algo tan serio. Así que les propuso que cada uno eligiera su animal preferido y entre los tres construirían un cuento.
− ¡Yo el burro! –dijo Ángel
− ¡Bah! yo el gato, es más listo –añadió Juan
− ¡Qué difícil!, niños –dijo el hombre rascándose la barba.
Cerró los ojos y al cabo de treinta segundos comenzó a decir
“Asno pisaba despacio, le dolían las pezuñas y no quería despertar a nadie. Su único anhelo era abandonar sin ruido la granja que le había visto nacer. No le importaba mucho lo que pudiera suceder. Cerca de la verja, entre las sombras, dos puntos brillantes taladraron la noche, pero siguió adelante. Estaba tan disgustado por todo lo que había ocurrido que deseaba mas que irse, huir”.
− ¿Qué había pasado? , más deprisa abu
“Las gallinas jóvenes no habían movido ni una pata cuando una mañana el granjero intentó arrancar de su nidal a la clueca para hacer un caldo sustancioso. Asno coceó ante él para asustarle y con sus rebuznos buscó el apoyo de los demás animales. Ninguno le ayudó. El gallo no había oído nada y los conejos –así dijeron luego− no habían podido salir de su jaula para ayudarle. A partir de ese momento, la cerdita Hamy, dueña y señora de la granja, le retiró el saludo porque temía perder sus tres raciones diarias de pienso, si continuaba siendo su amiga.
Semanas más tarde, el joven amo fue a la feria de la gran ciudad y compró un tractor inteligente, al que mandaba sin palos ni gritos, y a él le encerró en el establo. En el pesebre, apenas medio haz de forraje para todo el día y ni un grano de maíz, su manjar preferido. Cada día estaba más triste, pasaba el día tumbado en la paja sucia y dejaba intacta la comida”.
−Oh pobre burrito.
−No, no. Escuchad –continuo el abuelo
“La tarde de este día que os cuento oyó al granjero que a la mañana siguiente, lo entregaría a un tratante de ganado porque ya no servía para nada.
Asno nunca se había atrevido…, sin embargo, era todavía un burro joven. Tenía que escapar.
Cuando la granja se fue alejando, Asno suspiró aliviado. Era el momento de descansar pero…entonces…entre las sombras vio que algo se agitaba. Sintió un peso en su lomo y en su oreja un susurro.
− ¿Hola amigo, adónde vas?
Su crin se erizó, había reconocido la voz e intentó sacudirse al intruso que aferraba su espalda con las uñas para no caerse.
−Has salido huyendo como los cobardes.
−Tú eres un traidor –le dijo Asno− me dijiste que estabas en uno de tus viajes por los tejados cuando me enfrente al granjero y era mentira. ¡No sé por qué me has seguido!
−Porque, aunque estés enfadado conmigo, soy tu amigo. ¿Quién te crees que se las ha ingeniado para dejar las puertas abiertas esta noche?
Gato saltó a la cara y colgándose de sus orejas, le espetó
−Así que, olvídate de tu orgullo y sígueme alma cándida. Me necesitas”.
−Le vaya a engañar, abuelo
−Ya veremos, ya veremos.
“Asno agachó la cabeza y aunque con desconfianza, le siguió. Anduvieron durante un par de horas sin dejar de discutir, hasta que, a punto de despuntar el día, vislumbraron un resplandor a lo lejos.
−Mira –dijo Gato—ahí está la cueva de dragón.
Asno clavó las cuatro patas y se negó a continuar.
−No quiero saber nada de cuevas. Ya he estado mucho tiempo en la oscuridad y no me ha gustado. Así que, aquí te quedas, me largo.
−Pero…chico –le increpó Gato saltando sobre su espalda—que miedoso eres. Tú no tienes, ni siquiera, que entrar. Al herrero, le llaman dragón porque siempre anda entre fuego. Pero no tiene nada de fiero, al contrario, es un artista. Hace piezas muy delicadas y también sabrá ponerte unas buenas herraduras que es lo primero que tú necesitas.
El herrero recibió a Asno encantado. Su mula había muerto dos semanas antes y necesitaba un nuevo jumento. Asno se quedó allí contento porque, a partir de ese momento, nunca le faltarían zapatos nuevos y caminos para recorrer”.
Comentarios (5):
María Jesús
17/01/2019 a las 21:01
Hola María Jesús: Gracias por inaugurar los comentarios a mi texto. El tuyo me ha gustado mucho por su sencillez, el tono empleado y el final feliz del asno. Un buen trabajo.
Un saludo.
Elizabeth
18/01/2019 a las 19:23
Hola, me gustó mucho tu relato, además proyecta la ternura de quien escribe para niños. No se si tu lo harás, pero así lo sentí.
Un saludo!
Anémona
20/01/2019 a las 13:32
Hola, María Jesús.
Vaya sorpresa tu relato. Justo expones una situación común en mi trabajo, a través de una fábula preciosa. Me tengo sentido como esas gallinas o esos conejos que miran para otro lado cuando se comete una injusticia con un compañero (al que las jefecillas degollan para hacer un cladito).
A medida que iba leyendo, iba sintiendo un retortijón interior y pensando: Esto está despertando en mi sensaciones que conozco y ahora reconozco con vergüenza.
Ay! si pudiera ser burrito y no el cerdito que por miedo a perder sus raciones de comida le retira la palabra… Además, sé que el cerdito tambien terminará en la cazuela algún día.
Me alegro por el valiente jumento, (palabra nueva que aprendí al leer el relato).
Bueno, y en cuanto a la manera de exponer la historia, sencillamente me ha encantado la fórmula que has elegido del abuelo contando un cuento a sus nietos. Me sentí como una nieta más. Me ha parecido muy tierno, visual y con un final esperanzador.
Solo se te coló una “Y” en: “−Le vaya a engañar, abuelo”, supongo que sería: ” Le va a engañar, abuelo”.
A mi modo de ver has resuleto el reto de este més de forma original y con mucho arte.
Felicidades.
Mª Jesús Hernando
22/01/2019 a las 14:02
Hola a las tres y muchas gracias por vuestros comentarios tan buenos. Mª Jesús inauguraste tu también mis comentarios, así que gracias. Elizabeth no escribo para niños pero me gustaría poder hacerlo desde luego que sí. Anémona, por desgracia en el trabajo se dan muchas circunstancias que te vuelven del revés el estómago. En muchas ocasiones lo he sentido yo también. Solo te digo ánimo y a escribir que libera mucho. Nos seguimos leyendo, un abrazo.
María Esther
31/01/2019 a las 01:01
Felicitaciones María José, me ha gustado mucho tu cuento, adecuado para niños.
Está bien escrito y tiene final feliz que surge naturalmente, al tener la ingeniosa idea del gato, llevándolo al herrero.
Saludos y hasta pronto