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El mandatario - por Héctor RomeroR.
Todo el mundo era feliz hasta que la programación de radio y televisión se vio interrumpida por el anuncio de estado de sitio en cadena nacional; en las pantallas aparecía la imagen del mandatario de la nación un tanto desaliñada, con un bisoñé mal colocado, que hacia juego con las falsas condecoraciones agrupadas sin estilo sobre la solapa de su decolorada chaqueta.
Un leve carraspeo marcó el inicio de su prefabricado discurso
—Compatriotas, nuestra nación vive hoy un momento histórico y trascendental, a pesar de que hemos iniciado el camino por la ruta del desarrollo económico y social, fuerzas opositoras de resistencia refugiadas en la clandestinidad, han provocado brotes aislados de insurrección y violencia, los cuales son una clara evidencia del descontento que en ellos causan los logros de nuestro gobierno, por lo tanto en aras de garantizar la paz social y amparado en nuestra Constitución, por motivos de seguridad, se prohíbe la libre circulación de los ciudadanos de esta nación de seis de la tarde a seis de la mañana. Se otorgan facultades extraordinarias a las fuerzas de seguridad; Policía Nacional y Policía Militar, para que ejecuten las acciones de represión que sean necesarias.
Quedan suspendidas las garantías que brinda la Constitución de la República, al igual que quedan terminantemente prohibidas las reuniones o manifestaciones públicas, las cuales serán consideradas y juzgadas como muestras de asociación ilícita.
Hizo una breve pausa acompañada de un silencio generalizado, hasta el momento que agregó una sola palabra más.
—¡EJECUTESE!
Nadie comprendía el sentido y la relación del contenido del discurso con la realidad que se vivía en aquella pequeña nación.
Por unos momentos parecía que las radioemisoras habían quedado sin audio y que los canales televisivos habían congelado la imagen del gobernante con su mirada fija y centrada, de tal manera, que hacía que cada espectador sintiera que se dirigía exclusivamente a su persona.
Como una escena final en primer plano, las pantallas mostraban al viejo mandatario colocándose una Beretta entre sus labios, con dirección al cielo de su boca, mientras el dedo índice presionaba el gatillo.
Los televidentes contemplaban la escena estupefactos, mientras los radioescuchas entraban en un estado de confusión, pues seguido al ensordecedor sonido del disparo, se escuchaba el efecto pregrabado de una serie repetida de sonoros aplausos.
Comentarios (13):
Pulp
17/10/2018 a las 14:15
Hola Héctor!
No solo le has volado la cabeza al mandatario, sino que también me la has volado a mi! Me ha dejado de piedra el final, la verdad… muy logrado.
Un par de correcciones de puntuación:
– En el párrafo del discurso, cambiaría la coma por un punto y seguido después de “trascendental” así como también después de “gobierno”. Eso te aligerará las frases (son demasiado largas y tienes que echar la lectura atrás varias veces para leerlas correctamente).
Por otro lado, me he reído al acabar el relato, ya que —no se si intencionadamente o no— me ha parecido también un chiste que diga “ejecútese”, y se ejecute… Igual sólo me he reído yo, jeje…
En fin, que me ha gustado mucho, buen giro.
Saludos,
Servio Flores
18/10/2018 a las 00:04
¡Hola Héctor Romero!
El relato me ha gustado, lo he sentido muy listo en su elaboración, con mucho acierto al caricaturizar a la clase política que nos azota.
Los que vivimos en países donde las dictaduras y los golpes de estado siguen “in fashion” esa escena de las famosas cadenas nacionales nos resulta muy familiar y aborrecible.
Particularmente he disfrutado mucho la descripción del presidente y su show pre elaborado con aplausos y toda la parafernalia pregrabada… Lástima -en realidad no tanta-que nadie le explicó que el “Ejecútese” era en sentido legal y no de inmolarse… Qué le vamos a hacer. Seguramente su suicidio fue la más grande obra y hazaña en su vida.
Solo hay que corregir lo que dice Pulp, nada más.
Un relato muy inteligente, seguro tendrás muchos comentarios, o quizá no…
Saludos, seguí así.
Víctor Romero Mercado
18/10/2018 a las 01:47
Me gusta el sarcasmo en este nivel, excelente relato me causó gracia todo y el final es de aplaudir…
Giss
18/10/2018 a las 01:57
Me transportó, por un momento fui una televidente más, y el final…genial.
Felicidades Héctor Romero ❤
Carlyn
18/10/2018 a las 03:12
Hola Hector, excelente trabajo, y muy apegado a la realidad que no solo se vive en nuestro país, sino en muchos otros, tu escrito es una muestra de los rastros ideológicos creados para someter y no transformar positiva mente.
Saludes y éxitos.
Sophie
18/10/2018 a las 07:10
Hola, Hector.
Nada que añadir a los comentarios de los compañeros.
Un final inesperado. Te felicito.
Saludos
Lucy J.S
18/10/2018 a las 13:16
Hector, que relato tan impresionante!! Me llegó mucho por ser parte de un país que vivió mucho terrorismo de estado y lo que conllevó aquello. No me esperaba para nada el final, me ha dejado sin palabras. Sigue así, saludos!!
Menta
18/10/2018 a las 14:04
Buenos días Héctor: Tú relato me ha parecido muy logrado.
Me ha gustado la descripción de un farsante con tan solo las imágenes de desaliño y condecoraciones mal colocadas. Todos estos dictadores tienen mucho de actores teatrales, interpretan su papel y exigen los aplausos.
Tu actor ha elegido el papel de mártir y antes de que caiga el telón recibe su recompensa, los aplausos.
El final me ha sorprendido doblemente porque al leer que se colocaba una Beretta, pensé que Beretta era una famosa marca de puros habanos que yo no conocía; por lo que no me esperaba que se fuera a suicidar. Me ha gustado también mucho este final y el detalle de los aplausos grabados, es genial.
Enhorabuena. Un saludo, Menta
Elisa González
18/10/2018 a las 17:49
Buen día Héctor: Es un relato estupendo.
Veo mucha influencia de García Márquez, con su realismo mágico, pero con tu propio estilo y muy bien logrado. Como somos coterránoeos, créeme, me que funcionó mi memoria auditiva y escuché las canciones folclóricas que se escuchan en las cadenas nacionales a las que nuestros gobernantes nos someten.
A parte de la tilde, todo me parece bien. Sigue escribiendo es agradable leer tus escritos.
Saludos.
Osvaldo Vela
18/10/2018 a las 20:57
Hola Hector. una historia no muy lejana de los abatimientos que sufrimos en muchos países; bien presentada.
Después del silencio generalizado se escucha una orden !EJECUTESE! Seria la voz del mismo mandatario o seria alguien mas que daba la orden de que se auto ejecutara para parecer un suicidio. la imagen tan desarreglada del presidente sugiere una forma de burla de las fuerzas opositoras. un toque de queda se da usualmente para proteger al pueblo de fuerzas ajenas al gobierno.
un buen escrito abre la mente a muchos escenarios
Te felicito y nos leemos.
Galia
19/10/2018 a las 13:53
Buen día Héctor: tu relato me retrotrae a la narrativa de Gabriel García Márquez en el “Otoño del patriarca” o Miguel Ängel Asturias en “El señor presidente”, y me he refugiado en la literatura a drede para no aceptar que nosotros también hemos vivido ese tipo de dictaduras con personajes caricaturescos y que lamentablemente, en el mundo aún hay países en donde deben soportarlas, verbigracia, la pobre Venezuela.
El ejecútese pone más en evidencia la ignoracia y alienación del personaje.Muy bueno.
Nos seguimos leyendo.
Saludos.
Galia
beba
20/10/2018 a las 01:05
Hola, Héctor: Muchas gracias por tu visita y amable comentario.
Aplausos por la irreverente originalidad de tu relato. Muy logrado en orden a la corrección gramatical y a la trama narrativa.
Oscar Bados
01/11/2018 a las 02:13
Por todos los Dioses infinitos… logra la descabellante reacción inesperada… me metió en el momento, odie al personaje y lo ame al final, ante la decisión del suicidio… grande, bien logrado, me mente a quedado dando vueltas de emoción, aplausos.