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Liberación del pecado - por VespasianoR.+18
Web: http://lhlupianes.blogspot.com.es
Allá por el año 1955, Ana, una joven católica temerosa de Dios, mantenía un conflicto entre el escrúpulo de conciencia de incurrir en pecado carnal, que tanto le habían inculcado en la escuela de monjas, y la necesidad de desahogar la libido
Hacía tiempo que había descubierto su sexualidad mientras se lavaba las partes íntimas, cosa que le había proporcionado un placer desconocido.
Ella, se confesaba habitualmente con el cura Javier. Por eso, aquel sábado le sorprendió la presencia del párroco, en el confesionario. Le habían dicho que este era muy severo con las penitencias que imponía. No obstante decidió confesarse con él.
Era el párroco Don Ramón un hombre carismático, poseedor de una fuerte capacidad para la seducción; así como para ilusionar y manipular a sus seguidores. Protector de los pobres, a los que ayudaba promoviendo colectas de alimentos y ropas que después distribuía, ostentosamente, entre los más necesitados; se había ganado la confianza y el respeto del estamento clerical, que lo había encumbrado a puestos de relevancia dentro de la Diócesis.
Estos actos benéficos eran muy bien vistos por el obispo y por la propia burguesía de la ciudad que se ofrecía, haciendo donaciones, para colaborar y participar en dichos encuentros caritativos.
—¡Ave María Purísima!
—¡Sin pecado concebida!
—Padre, me acuso de haber realizado actos impuros.
—¿A qué actos impuros te refieres? ¿Acaso fornicaste con varón?
—¡No, no señor! ¡No me veo capaz de cometer semejante pecado! Pero no puedo evitar masturbarme diariamente pensando en yacer con un hombre. Después no puedo dormir arrepentida de haber ofendido a Dios Nuestro Señor.
—¡Hija mía! Te aconsejaría que vinieras con más frecuencia a la parroquia. Yo sería tu director espiritual; guiaría tus pasos para una verdadera unión con Jesucristo como medio de dominar tu sexualidad. La penitencia que te impongo es que te confieses siempre conmigo y que comulgues diariamente.
«Yo traigo la misión del Verbo Encarnado que vino al mundo para amar y entregarse; lo mismo que yo os amaré y me entregaré». Estas palabras premonitorias fueron pronunciadas por el presbítero, en más de una ocasión, desde el púlpito del templo.
Un buen día, el honorable y respetado sacerdote, conocedor por medio de la confesión, de la concupiscencia de la chica, le propuso:
—¡Deberías participar de los encuentros místicos que realizamos! Te vendrían muy bien para tu salud espiritual.
—Padre. ¿En qué consisten dichos encuentros?
—Un grupo de mujeres y yo nos reunimos en oración permanente ofreciendo nuestra virginidad a Jesucristo. Tenemos que amarlo con corazón de carne. No olvides que el Mesías habrá de renacer de la unión entre nosotros, los cristianos.
Aquella tarde otoñal Don Ramón recibió a la discípula en la penumbra de un improvisado santuario iluminado tan sólo por una mortecina luz rojiza. El aire perfumado de incienso y espliego invadió el cerebro de la chica El sacerdote despojó a la virgen del camisón, con el que había sido ataviada, y un lecho a modo de altar acogió a la joven inexperta; la tendió con solemnidad sacramental sobre el mullido colchón y la penetró lentamente. Un coro de beatas, mientras tanto, cantaba salmos eucarísticos en incomprensibles latines.
Era el día de Navidad. Los feligreses reunidos, para celebrar el nacimiento de Jesús, cantaban villancicos populares entre cada parte de la liturgia de la santa misa.
Todo el mundo era feliz hasta que, poco antes del ofertorio, la ceremonia se vio interrumpida por la irrupción de una joven en el altar mayor. Su voz sonó atronadora acallando los vibrantes acordes del órgano.
«¡Don Ramón, usted no tiene dignidad! ¡Usted es un malnacido! ¡Me ha engañado y me ha dejado preñada!»
Inmediatamente fue sacada a empujones del templo mientras gritaba posesa de ira: «Le he denunciado a la policía. Ya no habrá en esta ciudad, más silencio cómplice de la Iglesia, que oculte sus sórdidas orgías»
La justicia civil se inhibió del caso en virtud del concordato, firmado en el año 1953, entre el Estado Español y la Santa Sede. Aunque luego, por su gravedad, el conflicto se resolvió en Roma por la Sagrada Congregación del Santo Oficio.
Don Ramón fue cesado como párroco, desposeído de todos sus cargos y dignidades, e ingresado en una cárcel dedicada a religiosos.
En el primer aniversario de la muerte de Ana, mi madre, postrado ante la tumba; recordando su valentía para destapar estos actos heréticos y criminales cometidos durante el nacional catolicismo franquista, con todo mi agradecimiento y admiración, por haberme dado la vida, le dedico este cariñoso aplauso.
Comentarios (27):
R.J. Esperanza Pardo
17/10/2018 a las 11:00
Qué tal, Vespasiano?
Acuso, lo primero, recibo a tu amable comentario a mi “Poetisa” 😉 Mil gracias (tenía clavada esa espinita de no devolución!).
Buen texto con contundente contenido histórico y con un mensaje de denuncia. Resulta verdaderamente esperpéntica la situación que siga hoy en día encubriéndose. Confieso que me he reído cuando he leído, por ejemplo: “ofreciendo nuestra virginidad a Jesucristo ” o ” Tenemos que amarlo con corazón de carne”. Pensaba al principio que los tiros iban por otros derroteros: el santo varón con su honorable reputación y carisma se lleva artísticamente al huerto a todas las “inocentes” monjas. Pero al finalizar la lectura me he dado cuenta de que no es motivo de risa en absoluto, porque el abuso se comete siempre desde una posición superior de autoridad y engaño. También tiene su “miga” por llamar de alguna forma al Concordato de 1953 (lo he revisado en la Wikipedia).
Lo que me ha gustado mucho es la vuelta que das en el último párrafo donde descubres que el narrador no era un omnisciente sino un narrador en “falsa tercera persona” (como Márquez eligió para “Cien años de soledad”), lo que permite ciertos lujos ya que simula ser un omnisciente hablando en tercera persona, pero en realidad habla de lo que él sabe y siente. Buen trabajo, Vespassiano, me ha gustado mucho.
Algunas pocas comas quitaría, pero por lo demás se comprende todo en la primera lectura porque está bien escrito:
* “Ella, se confesaba habitualmente con el cura Javier”: “Ella se confesaba habitualmente con el cura, Javier”. Has has puesto una coma asesina!. Y Javier es un vocativo así que iría entre comas o en este caso precedido por una coma ya que sigue un punto.
* “conocedor por medio de la confesión, de la concupiscencia”: quitaría la coma después de “confesión”.
* ” camisón, con el que había sido ataviada, y un lecho”: quitaría la coma después de camisón.
* ” Ya no habrá en esta ciudad, más silencio cómplice de la Iglesia, que oculte”: quitaría las comas.
Un cordial saludo
guiomar de zahara
17/10/2018 a las 13:51
Me he quedado, casi, con la mente “en suspense” recordando una época que siempre he preferido olvidar. No por haber vivido esa situación, pero sí porque fui a un colegio de monjas y el cura que nos confesaba, parecía que para él, había un solo mandamiento: el sexto.
Triste y desafortunada época, que has descrito -como siempre- con claridad.
Un virtual abrazo.
el chaval
17/10/2018 a las 15:59
Hola Vespasiano. Describes un caso, de los muchos y muchos que la Iglesia Católica ha perpetrado -y continúa haciendo- des hace dos mil años. Tipos abyectos que se arropan entre si y se aprovechan de la buena fe, y que están dando pruebas en la actualidad.
Estupendo el final que concuerda con las denuncias que van saliendo, venciendo a la vergüenza y al miedo.
Es posible que sobre alguna coma,
Un cordial saludo .
Dante Tenet
17/10/2018 a las 17:54
Hola Vespasiano:
Relato que fluye y trama muy bien armada.
El final es algo acelerado, quizas por el limite de palabras, quizas porque la despedida de la relatora a su madre y la denuncia, en el mismo parrafo se apretaron un poco.
No obstante , un relato que merece ser leido.
Nos estamos leyendo
Osvaldo Vela
18/10/2018 a las 02:44
Hola Vespaciano, la lectura de tu trabajo se ha vuelto una necesidad para mí.
Cada vez me encuentro con una historia que enseña y que además está escrita con una claridad apabullante. Te felicito.
El tema en esta ocasión tiene que ver con algo que corroe las entrañas de la iglesia católica desde siempre: párrocos que utilizan con su figura eclesiastica y de aparente bondad para cometer aberrantes crímenes. Bien presentado.
Saludos.
Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)
18/10/2018 a las 04:37
Hola Vespasiano, tu manera de escribir y los temas con tintes históricos son bien abordados de tu parte. Te felicito por ello.
Me ha gustado la parte final de tu obra en donde el narrador se transforma en personaje activo de la historia narrada.
Hasta pronto y nos seguimos leyendo. Saludos.
Alma
18/10/2018 a las 15:56
Hola Vespasiano. Me gusta tu historia y también como la cuentas. Llena de realidades históricas por otra parte.
Mis felicitaciones y hasta pronto.
Saludos
IreneR
18/10/2018 a las 16:24
Buenas, Vespasiano.
Me ha gustado mucho tu relato. Una triste realidad que a día de hoy aún tenemos que vivir.
Estoy de acuerdo con todos los apuntes de R.J. Esperanza Pardo y no voy a repetirme en ello.
Aun así, me ha parecido un relato muy bien estructurado, fluye con naturalidad y se lee sin que nada lo ralentice.
Enhorabuena. Nos leemos.
Un saludo.
Bea
18/10/2018 a las 16:37
Hola Vespasiano:
Como siempre un placer leerte, aunque a veces el tema sea algo tan crudo como ésto y tan verdadero.
Has descrito cada hecho con una pulcritud pasmosa y, para mí, siempre digna de admirar.
Por otra parte me ha parecido que has sabio manejar y resolver el reto de este mes muy inteligentemente.
No puedo sino alabarte y felicitarte porque a lo parecer es un pedazo de trabajo.
Si te apeteciera pasarte estoy en el 22.
¡Felicidades, nos leemos!
Vespasiano
18/10/2018 a las 20:02
Agradecimientos:
A todos los/las que habéis pasado por mi relato.
Estoy de viaje y acompañando a un familiar enfermo por lo que ando un poco pillado de tiempo y no puedo extenderme como me gustaría agradeciendo puntualmente a cada uno de vosotros los amables comentarios y muy particularmente los que me apuntan mejoras en la redacción de la historia.
Devolveré la visita a todos los que habéis tenido la cortesía de leerme.
Felicidades para todos.
Karian V
19/10/2018 a las 01:11
Saludo Vespasiano:
Te felicito por este relato que denuncia una situación a nivel mundial. Lobos disfrazados de oveja. Me gusta lo facil que se lee y los detalles que vas ofreciendo para que fluya. Te felicito y mucho exito,
Charola
19/10/2018 a las 06:58
Hola, Vespasiano.
Una muy buena historia y en general bien escrita.
Felicitaciones. Me gustó ese cambio que haces al final. Un relato con narrador omnisciente en tercera persona que al final cambia a primera.
Además ese carácter de denuncia de tu relato está muy bien abordado.
Un placer leerte, como siempre.
Estoy en el # 106.
Laura
19/10/2018 a las 12:31
Hola Vespasiano.
No te preocupes por responder, estàs ocupado.
Pero igual nosotros te vamos a comentar.
Me encantò el texto, se veìa por donde venìa la mano, y que lamentablemente no sea un hecho meramente ficticio.
Lo ùnico que me ha saltado es: la ceremonia se vio interrumpida por la irrupción de una joven en el altar mayor. Si ya indicas que la ceremonia se vio interrumpida, no es necesario indicar la irrupciòn de la joven, simplemente dejaría:la ceremonia se vio interrumpida por una joven en el altar mayor (y puedes agregarle algùn adjetivo que describa a la joven, como enajenada, embarazada, despechada, furiosa, etc, etc, etc, o a la ceremonia, pero aquì nome salen en este momento, o nada de adjetivos). Por supuesto, es un simple aporte, tù decides su utilidad.
Mis saludos.
Carlos Alma
19/10/2018 a las 12:34
Hola Vespasiano,
Me ha gustado el tema de tu relato, el final y sobre todo tu clara y concisa narrativa.
Lo único que me ha hacho la lectura un poco confusa es la puntuación, no se si los signos correctos están en los lugares correctos… bueno,a mi es algo que también me cuesta y le tengo que dedicar bastante atención.
Enhorabuena y nos leemos. Yo estoy em el 24 por si te apetece.
Galia
20/10/2018 a las 00:11
Buenas tardes Vespasiano, muy fuerte tu relato, muestra una realidad que se multiplica a través de los años.Me agrada el cambio abrupto que haces del narrador en tercera persona al protagonismo de ese hijo que rinde tributo a su madre.
Espero que nuestros comentarios sirvan de acompañamiento al momento difícil que estás viviendo.
Mis saludos cordiales.
Galia
Labajos.
20/10/2018 a las 00:58
Hola Vespasiano:
Era tremendo el momento en que te enfrentabas al confesor. Yo, que pasé la infancia en terrible “pecado mortal”, siempre quedaba sorprendido por las preguntas del confesor, que incluso te abrían nuevos horizontes que no te atrevías a explorar.
Muchas gracias por retornarme a la crédula infancia. Lástima que innumerables víctimas tuviesen experiencias mucho más traumáticas que vivir una infancia pensando en que te vas a condenar, lo que no es “moco de pavo”.
Hasta pronto.
ANGEL CLIMENT
20/10/2018 a las 11:12
Hola Vespasiano: En primer lugar que se recupere tu familiar. Paso a hacerte la visita mensual. Siempre va bien leerte y tomas nota de tus cualidades para aprender. Me gustó mucho el relato, me hizo recordar tiempos de los que uno prefiere olvidarse.
GRacias por escribir, Nos leemos. Saludos
Avempace
20/10/2018 a las 22:08
¡Cómo me has hecho recordar la vez que confesé a una moza! Luego el cura pagó las consecuencias. Saludos
Leosinprisa
22/10/2018 a las 08:45
Hola Vespasiano, una historia densa y traumática que refleja la verdadera naturaleza de algunos individuos. En todos los estamentos, en todas las religiones, hay gente así, con ese estigma de la sexualidad que parece ser el mayor crimen del mundo, dejando de lado otros crímenes y pecados horribles que nada tienen que ver con la naturaleza de los seres vivos. O sí, pero hacen mucho más daño y dolor que el deseo natural de aparearse, y por tanto, son mucho más condenables.
Bien escrito y de amena lectura, te felicito. Ha sido un placer leerte. Un saludo.
Ulises Vidal
24/10/2018 a las 23:21
Hola Vespasiano
Muy bien lograda la ambientación en la España de los cincuenta.
Lo que más me ha gustado de tu relato es el uso del falso narrador omnisciente. Al final, sabemos que está hablando de un drama que conoce muy bien y que me ha resignado como autobiográfico.
¡Felicitaciones!
Nos seguimos leyendo.
Ulises Vidal
24/10/2018 a las 23:24
Perdón, una corrección por un error involuntario.Escribo desde mi celular.
Quise decir, “Que me ha resonado como autobiográfico.
Vespasiano
25/10/2018 a las 22:52
Agradecimientos:
Para Karian V.; charola; Laura; Carlos Alma; Galia; Labajos; Ángel Climent; Avempace; Leosinprisa; Ulises Vidal. Gracias a todos por leer y comentar tan positivamente mi historia y por supuesto a los que han encontrado alguna cosa mejorable desde el punto de vista formal. Estamos en un taller de literatura y tenemos que aprender de los consejos que nos dan los compañeros.
Pero quiero aprovechar ahora que dispongo de un poco de tiempo para explicar (no porque la historia no sea comprensible) el motivo de escribir sobre un hecho real y por si algún lector se haya preguntado sobre mi conocimiento de estos hechos y lo haya podido atribuir a una historia biográfica. De hecho lo fue para la valiente protagonista.
1º- El hecho que cuento es verídico.
2º- Actualmente es muy frecuente que aparezcan en los medios informativos casos de abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica y de malos tratos hacia las mujeres y menores en particular por parte de sus parejas o progenitores.
3º- El caso que cuento es para resaltar el valor que tuvo la protagonista de mi historia para denunciar esos hechos aberrantes en aquellos tiempos en un país fuertemente sometido al poder de la curia romana y sostenido por el gobierno golpista de tendencia fascista que gobernó este país durante cuarenta años.
4º-La historia la conozco, así como también tuve la oportunidad de conocer al párroco de esa iglesia donde fui bautizado y que frecuenté desde que era un niño.
5º-Cuando estaban sucediendo esos hechos (por supuesto desconocidos) yo tenía catorce años (nací en 1941).Y el escándalo saltó a la luz allá por los años sesenta.
6º-Esos encuentros heréticos se llevaron a cabo en el interior de una iglesia sin techo, medio derruida por un incendio, pero que tenía los muros y la fachada arreglados.
7º-La custodia de ese templo, otorgada por el obispo de la diócesis, pertenecía al párroco en cuestión. Quizá le fuera concedida por la proximidad de su parroquia a este templo abandonado.
8ª-He tratado en la redacción del texto, puntualizar que “las mujeres” que allí se reunían no eran “monjas”, apenas “seguidoras y embaucadas” por la labia del corrupto. Aquello funcionaba como una secta. Quizá el empleo de la palabra “novicia” haya inducido a Esperanza Pardo a pensar que fueran “futuras monjas”. Pero no encontré otra palabra apropiada para señalar que eran “mujeres seglares” que se estaban “iniciando” en esas prácticas heréticas sometiéndose a los placeres lascivos del cura.
9º- En cuanto al cambio de narrador lo hice a propósito para darle un toque de dramatismo y fuerza a la historia y también por encajar lo del “aplauso”; quien mejor que un hijo no le daría, no uno sino quinientos, aplausos a una mujer como aquella que dio a luz su hijo, a pesar de las circunstancias del engaño, pero que seguro lo engendraría y gestaría con amor.
Ya estoy devolviendo visita poco a poco a los que me habéis comentado.
Gracias nuevamente para todos y que seáis felices.
Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)
26/10/2018 a las 04:14
Hola Vespasiano, nuevamente por acá para agradecer tu visita y valioso comentario a mi texto. Todo un honor recibir tus observaciones sobre mi escrito.
Un abrazo.
María Esther
30/10/2018 a las 02:25
Hola Vespaciano, he leído tu relato, porque me gusta como escribes, y me he encontrado con una historia dramática que alude a tantas historias pasadas y presentes imposibles de enumerar.
Te felicito por la valentía de expresarlo al desnudo, quitando los paños de la hipocresía y la mentira.
Saludos, te seguiré leyendo.
ortzaize
30/10/2018 a las 08:17
hola vespasiano:
tu relato es terrible, y real estaba tan metido en el tema esperando el resultado que lo he leido rapido, creo que tengo que volver a leer, si es que quiero corregir algun defecto ortografico.
siendo yo de tu epoca, nunca me he tropezado directamente con ningun drama de este tipo, me doy cuenta que los sacerdotes en los pueblos,y en los colegios, etc han realizado cosas terribles.
saludos.
Clau Cruz
30/10/2018 a las 22:10
Hola. Vespasiano:
Tu trabajo me ha encantado, independientemente del tema que tocas, la narrativa es muy buena, se lee de un jalón hasta el final.
Tristemente hay cosas que no deberían suceder y menos dentro de la misma Iglesia Católica, sin embargo es verdaderamente plausible el valor y el coraje que tuvo Ana para denunciarlo, así como para sacar adelante a su hijo producto de un acontecimiento tan vil.
¡Felicidades!, ha sido un verdadero placer leerte.
Saludos.
Vespasiano
02/11/2018 a las 17:45
Nuevos agradecimientos:
Para Leonardo Ossa; María Esther; ortzaize; Clau Cruz por vuestros amables comentarios.
Ya he devuelto las visitas para todos los que me habéis leído.
Gracias a todos y que seáis felices.