Literautas - Tu escuela de escritura

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El acecho - por Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)R.

Allá en nuestro monasterio, todo el mundo era feliz hasta que el demonio decidió usar a las buenas personas del pueblo como un instrumento de acecho contra nosotros. Siempre habíamos sentido alegría por la voluntaria condición de claustro, las jornadas de silencio, la vida consagrada, oración y espiritualidad alcanzada.
La población, que de antaño tenía vocación pastoril, se fue tornando comercial, turística, llena de grandes almacenes, casinos, juergas, bullicio y cuanta jarana tiene el mundo.
Con la paciencia del trampero el casco urbano terminó devorando los alrededores del monasterio, para dejarlo inmerso entre salones de baile, casas de apuestas, estaciones de servicio y vías colmadas por el tráfico.
Comprendimos resignados que el rumor de esa otra humanidad hacía parte indivisa de nuestra existencia. Y ese barullo, percibido con martirio en los momentos de oración, se transformó por el favor de Dios en intensas jornadas de rezo. Pues, oír las carcajadas extramuros de los goces profanos o las cadenciosas melodías al amanecer, permitieron ahondar la meditación sobre lo banal y mundano, arrojando como consecuencia un mayor deseo de intensificar nuestras plegarias con fervor religioso, lo que muy seguramente disgustó al maligno.
Así las cosas, Satanás organizó un nuevo ardid con apariencia bondadosa. Primero fue un transeúnte cualquiera, quien comenzando el día nos gritó como al descuido mientras recorría el andén: “Son todos ustedes allí adentro unos santos” y desde aquel día se multiplicó exponencialmente el número de vociferantes repitiendo frases similares.
Aquello de “santos” nos fue causando malestar, nos distraía de las acostumbradas reflexiones, de las plegarias y nos fue mostrando cierta vanidad insoportable. En mis cavilaciones cotidianas retumbaba en mi cabeza La Escritura: “Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.”.
Siendo coherentes con esta sentencia no necesitábamos ninguno de nosotros terrenales reconocimientos públicos.
Atormentado por este señalamiento, escribí una carta a mis superiores explicando mi decisión para huir, abandonando así el monasterio en completo silencio a eso de la medianoche. Caminé cordillera arriba durante el amanecer, descansé un poco, comí saltamontes, bebí agua y ya al final de la tarde de ese nuevo día llegué a una casucha abandonada con tejas de zinc bajo vientos de lluvia y nubarrones de tormenta. Desde ahí, miré a lo lejos y me pregunté si venir solitario como un misántropo había sido una buena decisión. Guardé silencio y me pareció que las primeras gotas de lluvia sobre los restos del tejado metalico me daban la respuesta, una gota primero y después muchas otras me indicaron la aprobación celestial simulando con su estruendo de aguacero sobre el techo: muchísimos aplausos.

Comentarios (13):

Osvaldo Vela

17/10/2018 a las 18:15

Hola Leonardo, que gran regreso nos regalas. el personaje principal sale prácticamente de Sodoma o Gomorra sin nunca voltear atrás y, el regalo de Dios a esta acción, son aplausos usando las bondades de la naturaleza: una lluvia sobre el techo de tejas de zinc. vaya ingenio.

Me ha dado gusto tu regreso, pues se nota tu dedicación a la buena escritura. te felicito y Espero poderte leer cada mes.

Enhorabuena y saludos

Alma Rural

17/10/2018 a las 21:02

Hola Leonardo:

El mal intentando acabar con el bien es un tema muy adecuado para un relato. Te felicito por ello.

Con un lenguaje cuidado y con una longitud de las frases adecuada nos llevas a lo largo de tu texto con un ritmo que hace que la lectura del mismo sea muy agradable.

Introduces los elementos obligatorios del taller de este mes (Todo el mundo era feliz hasta que… Aplausos) de una manera tan sutil que no me percaté de ellos hasta que los busqué a propósito. ¡Genial!

Solo me queda felicitarte por tan buen relato, Leonardo.
Un saludo.

Minnie

17/10/2018 a las 23:10

Buen relato, pero lo sentí un poco lento, mucho de lo que he leído en las historias de iglesias y monasterios.
No me pareció suficiente el argumento para huir y abandonarlo todo. Me gusta como suena el final acompañado de esa lluvia. Saludos, nos seguimos leyendo.

De vuelto

18/10/2018 a las 04:55

Hola Leonardo.
La ambientación es agradable y la forma de exponerla nos pone en situación. Al contrario de otro comentario, el ritmo me parece muy acelerado en ocasiones. No sé si soy muy crítico pero no me suena bien: “Siendo coherentes con esta sentencia no necesitábamos ninguno de nosotros terrenales reconocimientos públicos”.

Mi texto es el #83

M.S.

18/10/2018 a las 17:39

Hola Leonardo,
Coincido con los compañeros. Es un buen relato pero abusas de frases excesivamente largas que hacen que la lectura se ralentice y pueda llegar a aburrir o perder el hilo de la historia. Prueba a combinar frases cortas con largas, verás el resultado.
Mi texto es el #77 por si te apetece leerlo.
Un saludo,
M.S.

beba

19/10/2018 a las 19:07

Hola, Osvaldo: Cuando leí tu comentario no pensé en buscarte en la lista. ¡Cosas de la 3° edad! ¡Qué alegría reencontrarte!
Siempre con tu temática sana y tu estilo pulcro.
Esta frase me calza justo: Comprendimos resignados que el rumor de esa otra humanidad hacía parte indivisa de nuestra existencia
Me encantó la historia: El monje fugitivo me hace acordar de Elías y el soplo sereno de Dios.Muchas gracias y un abrazo.

beba

19/10/2018 a las 19:08

PD: Estoy muy distraída, de verdad: LEONARDO, no Osvaldo.

Charola

20/10/2018 a las 06:43

Hola, Leonardo.
Qué alegría encontrarte otra vez en esta viña del Señor.
Tu relato me encantó. Me gustó esa cadencia con la que empieza y se vuelve contagiosa y comprensible, creo yo, con el tema.
El final con la lluvia cierra muy bien la huida. Por allí le faltó la tilde a metálico y me parece que en vez de dos puntos antes de los aplausos debió ser coma.
Felicitaciones.
Si quieres leer mi relato estoy en el #106.
Un abrazo.

Doralú

21/10/2018 a las 01:43

Hola Leonardo Ossa,

Es un texto que se lee de un tirón, y fàcil de entender. Me ha gustado mucho. Coincide con B.S en cuanto a la longitud de los parrafos
Un abrazo

Laura

23/10/2018 a las 11:29

Hola Leonardo.
Me ha gustado mucho tu texto, me han encantado muchas de tus expresiones relacionadas con el cambio en la vida de la comunidad.
Mis saludos.

Ofelia Gómez

23/10/2018 a las 22:26

Hola Leonardo Ossa

Me gustó leerte. Relatas muy bien la invasión de la civilización, y su comercio, a los lugares santos.

Pobre monje, que huyendo de la vanidad y sus consecuencias, termina solo y lejos de la protección de su monasterio.

Saludos.

Vespasiano

24/10/2018 a las 16:35

Estimado Leonardo:

Gracias por pasarte por mi relato y comentarlo tan generosamente.

Llego un poco tarde a leerte, pero lo hago con sumo gusto.

Tu historia me ha parecido muy bien escrita y me ha gustado.

Pero creo que me estoy haciendo un lector muy quisquilloso. Y como estamos en un “taller literario”, te apunto un comentario sobre algo que no me cuadra y que te expongo con el mayor respeto y sin ánimo de desmerecer tu historia.

Has escrito:
“Desde ahí, miré a lo lejos y me pregunté si venir solitario como un “misántropo” había sido una buena decisión. Guardé silencio y me pareció que las primeras gotas de lluvia sobre los restos del tejado metálico me daban la respuesta, una gota primero y después muchas otras me indicaron “la aprobación celestial” simulando con su estruendo de aguacero sobre el techo: muchísimos aplausos”.

No voy a discutir las decisiones de Dios, pero me parece un poco raro “la aprobación celestial” de la decisión del monje, cuando has empleado la palabra “misántropo”.

“Misantropía”

Del gr. μισανθρωπία misanthrōpía.

1. f. Aversión al género humano y al trato con otras personas.

Cuando es preceptivo según la doctrina de la Iglesia:
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado” (Juan 13:34).

Por eso enfocaría el hecho del abandono del monasterio, en el sentido de querer difundir el Evangelio en otras latitudes y no en el sentido de huir del mundanal ruido.

Espero que esta observación no te moleste, pues está hecha con la mejor intención de ayudar.

Leonardo Ossa (Medellín - Antioquia)

26/10/2018 a las 04:05

Hola a todos, muchísimas gracias por leer mi texto y comentarlo.
Para:
Minnie
Vespasiano y
todos los demás:
Mi relato intenta mostrar un Monje que por alguna circunstancia (quizás el encierro, el barullo exterior o todo junto) termina desquiciándose y huyendo. Pero… no solo huyendo, sino creyendo que ahora tiene la aprobación celestial.
Estoy muy agradecido con las observaciones que me hicieron, pues ellas me señalan los aspectos que deberé tener en cuenta al indicar una situación de un personaje. No basta con que yo lo visualice, deberé hacer uso de todas las palabras o frases que permitan al lector saber exactamente lo que yo he creado y quiero que vean los lectores claramente.
Vespasiano tu observación no me molesta para nada, por el contrario, es todo un honor saber que recibí tu visita para leer mi texto y aún más, que te tomaste un tiempo para comentarlo.
Muchas gracias. Un abrazo afectuoso para todos.

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