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Los girasoles - por CharolaR.
Web: https://mujerturquesa.wordpress.com/
Cuando Juan Zapata despertó, fue de inmediato a ver sus colmenas. Había tenido un mal sueño. Además, el día anterior había observado un comportamiento inusual en las abejas y temía que estuviesen enfermas. Estaba preocupado. Para él, estos insectos eran todo su mundo. Su esposa había muerto y su único hijo se fue a los Estados Unidos para hacer una maestría. Se refugió en el trabajo, tenía ciento sesenta colmenas, que había heredado de sus padres al casarse, ya que desde niño se había dedicado a la apicultura.
Salió al patio sin su habitual ropaje, estas estaban acostumbradas a él y él a ellas, pero se desconcertó al no escuchar el ensordecedor zumbido y que no lo recibiera la nubecilla voladora de siempre, solo unas cuantas pululaban alrededor. Miró a un lado y a otro, bajó la vista y vio el piso negro, casi por completo cubierto de abejas muertas. Su corazón se contrajo, sus ojos se abrieron desmesuradamente y gritó: Ramón, Sicilio ¿dónde están?
—Aquí, patrón. —Entraban recién a su jornada—. Queríamos decirle que…, ¡Dios mío!, ¿qué pasó aquí, don Juan?
—Eso digo yo. ¿Qué pasó?
Las últimas palabras las pronunció con angustia, no podía creer lo que veía. Las escasas abejas que volaban fueron cayendo a sus pies.
—¡Vayan a los apiarios!, vean cómo están las demás. Apresúrense. —Los mandó para que no vieran el torrente inminente que brotaba de sus ojos.
Ambos empleados fueron resbalándose, pues iban pisando las abejas muertas que se diluían bajo sus pies. Regresaron de inmediato.
—Jefe, hay apenas algunas que vuelan lento, pero terminan cayendo como todas, muertas. Parecen envenenadas.
—¿¡Envenenadas!?
Tomó su chaqueta y subió de prisa a la camioneta rumbo a la casa del vecino. Una cadena de árboles a un costado y a otro lo recibían, luego vio el campo extenso de girasoles, una marea amarilla relumbraba mientras que la mañana colgaba el sol en el cielo. Llegó a la casa del amigo.
Después de los saludos. Le contó lo que había sucedido por sus dominios y le preguntó con dureza y sinceridad:
—¿Acaso fumigaste?
—No. Pero escuché que Fermín, el vecino que vino hace poco a la comarca, lo hizo en el campo de chiles, pues quiso acabar con una plaga. Mi sobrino que trabaja allí me lo dijo.
—¿Sabes qué utilizaron?
—Me parece que fue lannate y malathion.
—Esos pesticidas están prohibidos. Voy a tener que denunciarlo.
Juan se fue como vino, zumbando la camioneta, pero esta vez rumbo al pueblo. Notó que la plaza estaba colmada de personas, habían otros apicultores, quienes también habían tenido la desgracia de perder sus abejas. En total trescientas colmenas de cuatro apicultores habían quedado inutilizadas causando la muerte del cien por ciento de sus abejas. Las pérdidas eran enormes pues la cosecha de miel estaba a punto de comenzar.
La guerra estaba declarada entre el dueño de las diez mil hectáreas de terreno destinadas al sembrío de chile habanero y los cuatro apicultores.
Mandaron a un juez de la capital. Dos semanas de lucha verbal entre abogados, pero a medida que avanzaba la querella, los apicultores veían perder su causa, don Fermín negó haber utilizado dichos pesticidas, el riego implacable del terreno había hecho desaparecer las pruebas. Al final el juez determinó que la muerte de insectos en Los Molinos no era delito.
Los apicultores increíblemente habían perdido la batalla. Entonces don José, dueño de las parcelas de girasoles hizo su ingreso a la sala, presto a poner una denuncia:
—Señor juez. Si dicen no haber utilizado los pesticidas nombrados, quiero que me acompañe y vea cómo mis plantas han estado muriendo desde la nefasta fumigación, los hombres regaron indiscriminadamente sus campos humedeciendo el suelo del campo vecino, los girasoles no aguantaron su peso y terminaron cayéndose.
El juez con los abogados de cada una de las partes involucradas fueron a la hacienda de don José. La plantación otrora amarilla y alegre ahora estaba convertida en un cementerio parduzco.
—Exijo una indemnización, pues no solo han matado a las plantas sino al destruirlas quebraron también mi negocio de aceite, harina y semillas.
Después de tres meses empezó la reconstrucción de todo lo perdido. El dueño de los chiles tuvo que vender la hacienda para pagar los daños ocasionados a los girasoles.
En el sótano de don José cinco personas brindaban por el triunfo. La muerte de los girasoles había redimido a los apicultores. Habían ganado la guerra muriendo.
Comentarios (28):
Nicolás
17/09/2018 a las 15:02
Que buena historia. Logró intrigarme bastante desde el segundo párrafo. Me gusta como logras hacer sentir al lector lo importante que eran las abejas para el protagonista. En cuanto a el desenlace, en mi opinión, (una opinión de un total novato) sentí que falto algo, una especie de descuido del cultivador de chiles que demostrará su culpabilidad, ya que, sentí que al igual que los apicultores, el propietario de los girasoles no tenia una prueba contundente que demostrara la culpabilidad del cultivador de chiles. Me gusta mucho la frase con la que termina tu relato y también me parece una historia que podría haber sido un poco mas extensa, mas que nada para profundizar en la solución del conflicto y también para describir las emociones del protagonista una vez que perdió su compañia mas importante. Pero tal vez ese fue tu propósito. Mostrar a los apicultores brindando por un “triunfo”, cegándolos así de la gran perdida que conllevo esa guerra.
Saludos!
Laura
17/09/2018 a las 20:40
Hola Charola.
Creo que nos vuelves a traer a tus tierras con tu relato.
Coincido con el comentario de Nicolás.
Considero que comienzas con una gran escena, imaginaba lo de la relaciòn del apicultor con las abejas.
El resto ya pasa a ser una sinopsis de una historia con el asunto del juicio y el festejo, aunque, ademàs de las pèrdidas econòmicas, considerarìa la pèrdida en biodiversidad, la contaminaciòn màs si se ha utilizado una sustancia prohibida.
De todos modos, el relato es muy bueno.
Hasta la pròxima propuesta.
Yoli L.
17/09/2018 a las 22:10
Hola Charola, me corresponde leerte, un gusto hacerlo.
La historia es interesante y el argumento coincido con los compañeros que me anteceden.
En cuanto a los mejorables:
– En lo personal agradezco cuando no esta escrito todo en bloque, a la vista se nota denso, siento te hubiese quedado mejor separar los párrafos, así incita mejor a la lectura.
– En el primer párrafo tienes 5 veces la palabra había (13 veces en todo el relato), podrías cambiar algunas sin que pierda fluidez.
– Segundo párrafo: estas-estaban, de seguro te sobra una.
Gracias por permitirme aprender con tu texto.
Si deseas devolverme la visita estoy en el #70 https://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-54/9755#comment-151024
¡Nos seguimos leyendo!
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)
Charola
17/09/2018 a las 23:00
-Gracias Nicolás por tu comentario. Siempre se sacrifica un poco cuando queremos que lo más importante esté contenido en las 750 palabras.
Pasaré por tu relato.
-Hola, Laura. Gracias por leer mi relato y tu comentario. Cada vez se usan sustancias prohibidas sin tener en cuenta, no solo la pérdida de otros animales, en este caso insectos, sino también que no se preocupan en los alimentos que consumimos. Buen punto!
-Hola, Yoli L. Muchas gracias por los mejorables. Tú sabes que a mí no me gusta la presentación en bloque. Resulta que cuando empezaba a separar los párrafos, no se qué tecla apreté que salí enviando el relato sin querer. Pensé incluso que había borrado parte de él. Felizmente no fue así. Traté de enviar otra vez y no me lo aceptaron.
Saludos. Voy por vuestros relatos.
IreneR
18/09/2018 a las 19:54
Buenas, Charola.
Me ha gustado bastante tu relato, aunque el final se me ha quedado un poco flojo. Lo presentas tan bien, y narras el nudo con tantas palabras, que al final no te queda espacio para un desenlace como se merecía, una lástima que estemos limitados.
Buen trabajo. Nos leemos.
Un saludo.
Gina
18/09/2018 a las 23:41
Hola charola!
Me ha gustado tu historia, como utilizaste lo de la guerra en otro contexto fuera del militar.
Coincido con los comentarios sobre el final, aunque me gusto mucho la frase con la que terminaste.
Felicidades
Daniel Escobar Celis
19/09/2018 a las 04:36
Este relato si que me ha encantado de principio a fin
Muy bueno y justo el giro final. Es bueno ver como no todos ven el contexto de la guerra en lo militar.
Saludos desde Venezuela. Como siempre espero seguir leyéndote 😀
Si me quieres leer, estoy en el 23
ortzaize
19/09/2018 a las 10:30
hola me ha tenido pendiente todo el tiempo, desarrollas muy bien la guerra de los apicultores y los demas campesinos que tienen otra vision y cuidan su siembra.
bueno me ha gustado
saludos
Luis Ponce
19/09/2018 a las 22:37
Hola Charola:
Esta es una de las guerras silenciosas que la humanidad libra todos los días. Como no están inmiscuidas ni las armas ni los uniformes, nadie se preocupa por reportarlas. Muere más gente en un día por el uso de insecticidas y medicamentos que por los bombardeos en el medio oriente.
La extensión del relato es un limitante, pero es parte del reto. Es más fácil escribir algo con 2000 palabras que con 750.
Como siempre nos has obsequiado con un tema fuera de lo común y muy bien escrito.
Felicitaciones. Nos leemos.
Osvaldo Vela
20/09/2018 a las 15:51
Saludos Charola, la guerra interminable de la modernidad agrícola en contra de la naturaleza y todo por lograr abastos plenos para los mercados y como premio mejores ganancias.
Te podría decir que lo que le da fuerza a tu texto es el amor que Juan Zapata tenia por sus abejas. y tu lo supiste mostrar con creces.
Yo me identifico plenamente con tu texto porque cubre el mismo amor del que yo escribí. las circunstancias diferentes pero el amor igual.
Te felicito por despertar conciencias.
Aqua
21/09/2018 a las 16:02
Hola, Charola.
En cuanto al contenido, tu relato es francamente especial. Me parece que has descrito muy bien esos parajes de campo y casi se pueden oler y apreciar sus colores.
En cuanto a la forma, como único pero, podrías hacer algunas frases algo más cortas. Así evitarías un poco de caos que se forma en algunas partes.
En general es un buen relato. Felicidades.
Charola
22/09/2018 a las 22:56
Gracias amigos por comentar mi texto. Poco a poco me pondré al día con vuestros relatos.
Saludos.
isan
23/09/2018 a las 22:38
¿Qué tal Charola?:
Tu relato no es una guerra convencional pero, a fin de cuentas, es una guerra de intereses, en este caso económicos. Has contado con buen estilo lo qué pasó aquel día nefando en que las abejas morían. Especialmente me ha gustado esta frase: “la mañana colgaba el sol en el cielo.”.
Has empezado mostrando lo importante que eran para José las abejas, desde niño se había dedicado a ello, pero al final del relato en la resolución judicial del conflicto, no se menciona para nada a las abejas. Parece que oportuno que se dijera algo ya que no solo por los girasoles se merece indemnización.
Alguna cosilla de forma que he visto:
“y subió de prisa a la camioneta” Me gusta más DEPRISA.
“…habían otros apicultores…” Debe ser HABÍA en singular. Cuando se usa este verbo haber de forma impersonal indicando la presencia de personas o cosas, se usa en tercera persona del singular.
“En el sótano de don José cinco personas brindaban por el triunfo.” Después de José pondría coma. Me pregunto por qué son cinco. ¿Tiene alguna significación especial que se me escapa? Le he dado varias vueltas a este número y por qué está ahí, hasta el punto de que he llegado a pensar que eran los culpables de la muerte de las abejas y era lo que celebraban. Parece que me he pasado.
Bueno, eso es todo. Hasta otra.
Charola
24/09/2018 a las 04:31
Hola, Isan.
Gracias por pasarte por mi relato y dejar tu comentario.
Pareciera que no se dice nada de las abejas, pero el juez determina que la muerte de “insectos” (incluye abejas) en Los Molinos no era delito. Es terrible, pero eso sucedió en Quintana Roo- México. Quedé perpleja con esa noticia, la que me motivó a realizar este cuento. Lo demás es ficción.
Te agradezco por corregirme ese “habían”. Se me pasó. Ya está corregido.
Y son cinco porque don José brinda también con los cuatro apicultores que lo perdieron todo. ¿Habrán ayudado estos últimos para hacer que ganara don José?
Nos seguimos leyendo. Un abrazo.
Conrad Crad
24/09/2018 a las 11:04
Hola Charola.
Me gustó tu relato, que habla de la tierra y de la sempiterna lucha entre los débiles y los poderosos. Encuentro que las abejas tienen unas posibilidades literarias infinitas. Creo también, que este corsé de las 750 palabras es una férrea limitación a la hora de poder desarrollar bien un texto. Coincido con muchos de los aportes de los compañeros. Buen trabajo. Nos leemos.
Isabel Caballero
25/09/2018 a las 20:30
¿Qué tal Charola? Muchas gracias por tu comentario a mis girasoles. Empiezo por decirte que los diálogos son perfectos, naturales, urgentes la mayor parte de ellos (dada la situación)
Hay una frase que me encanta, tremendamente visual con muy pocas palabras, nos das una idea de la catastrófica situación: “cuando los dos empleados se resbalaban por ir pisando las abejas muertas que se diluían bajo sus pies”
Lo que más araña es la serie de “había” como ya te apunto algún compañero.
Y claro que has hablado de una guerra, de una guerra pesticida, así que tu relato es también una denuncia ecológica en pro del medio ambiente, de esta tierra en la que todos vivimos, así que a todos nos afecta. Y los has denunciado sin alaridos, ni panfletos, ni fanfarrias… simplemente contando la situación y poniéndonos en la piel de los hombres de la hacienda.
Un cordial saludo Charola, hasta pronto compañera.
Menta
26/09/2018 a las 00:44
Buenas noches Charola: Me ha gustado mucho tu relato.
El tema y el argumento de tu guerra son muy originales.
Me ha gustado mucho la frase: “mientras que la mañana colgaba el sol en el cielo”
Sólo veo una cosa mejorable y es la siguiente: cuando Juan Zapata va a ver a su vecino, el que cultiva girasoles, no dices cómo se llama.
Creo que hacer una presentación sencilla del tipo: —José, ¿acaso fumigaste? Sería suficiente. Te lo digo porque cuando he leído tu relato, me he perdido y he tenido que buscar quién era José. Porque no le llamas por su nombre hasta el final (palabra 561).
Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Un saludo, Menta
Charola
26/09/2018 a las 01:13
A Conrad. Gracias por pasarte por mi relato y por tus palabras compañero.
A Isabel Caballero. Un cordial saludo por tu visita a mi relato y gracias por indicarme los mejorables. Esa serie de “había” ya la recorté.
Hola, Menta. ¿Puedes creer que no me dí cuenta de que no había puesto el nombre del cultivador de girasoles? Ja. ¡Tantas veces lo he leído! Gracias compañera.
Saludos a todos amigos y muchas gracias por vuestros comentarios.
M.L.Plaza
26/09/2018 a las 21:07
Hola Charola.
Gracias por pasarte por mi relato.
El tuyo me ha parecido muy interesante, muy original la mirada sobre las guerras no convencionales, las que sufren las personas diariamente.
Me ha encantado la historia del apicultor, que pensaba que era el protagonista del relato, pero que ha quedado totalmente diluido frente al hacendado de los girasoles, hasta acabar relegado al sótano. Yo me hubiera quedado con Juan Zapata hasta el final. Pero es tu historia.
Yo no soy experta, pero he visto algunas cosillas. Ya sabes que es una opinión meramente personal:
Donde pones:
…su habitual ropaje, estas estaban…Sustituiría estas por las abejas.
– el torrente inminente que brotaba de sus ojos. Creo que inminente no es la palabra adecuada porque ya está brotando.
– Después de causa punto y seguido.
– A este párrafo le daría la vuelta:” Dos semanas de lucha verbal entre abogados, pero a medida que avanzaba la querella, los apicultores veían perder su causa,”.
A medida que avanzaba la querella, tras dos semanas de lucha verbal entre abogados, los apicultores veían perder su causa.
– El juez con los abogados de cada una de las partes involucradas fueron, creo que el sujeto de la oración es el juez así que el verbo lo pondría en singular: fue.
Ya te digo, me ha encantado leer una historia tan original.
Saludos
Cesar henen
26/09/2018 a las 23:13
¡Que tal, Charola!
Nuevamente gracias por tu visita a mi relato.
Tu relato lo encuentro bien hecho en cuanto a la trama se refiere, no veo ningún problema con el final, me parece que ante cualquier tipo de situación de demanda se debe contemplar cualquier posibilidad que ayude a resolver dicha situación, y en tu relato, no por ser los girasoles los que ayudan a resolver el conflicto es razón para decir que dejaste de lado a las abejas.
Un gusto leerte y comentarte.
Charola
27/09/2018 a las 05:58
M.L.Plaza.
Mil gracias por tu visita a mi relato y por los mejorables, con los que estoy totalmente de acuerdo.
César Henen.
Muchas gracias por tus palabras. Lo último que me indicas me hizo pensar que debo agregar algo más sobre las abejas, que al final dejé de mencionarlas.
Saludos y hasta la próxima.
Vespasiano
27/09/2018 a las 21:31
Hola charola:
Gracias por haberte pasado por mi relato y comentarlo.
El tuyo me ha parecido genialmente escrito y nos has dado una extraordinaria perspectiva del mundo de las abejas. Por contra me hubiera gustado que le hubieras dedicado más protagonismo a los girasoles situándolos como actor principal del relato. Es decir, situar la ruina de los agricultores que fueron los que ganaron el pleito y de paso tocar el daño colateral que sufrieron las abejas y el desastre económico que supuso para el apicultor.
Por tanto también estoy de acuerdo con aquellos que te han reclamado el nombre del agricultor de los girasoles para situarlo en plano prominente en tu relato.
Me ha parecido muy bien enfocada la historia hacia una guerra ecológica por el uso de plaguicidas contaminantes.
Te felicito por tan buen relato y espero seguir leyéndote en sucesivos retos.
Norelkis
27/09/2018 a las 23:14
Hola, Charola.
No te voy a mentir, cuando terminé el relato me dije a mí misma: ¡ES UNA HISTORIA ADICTIVA!
Es mi top 20 en favoritos.
Al saber la vida de Juan Zapata sentí ternura por él, me gustó mucho el personaje. Tu estilo sencillo de escritura fue bastante hermoso, me gustó bastante.
Me compadecí de las abejas, la verdad no se lo merecían.
Estoy concursando, por si quieres pasarte a leer mi relato.
Nos vemos, sin duda visitaré tu blog 😀
marazul
29/09/2018 a las 19:05
Charola, amiga: una guerra diferente, pero lucha al fin y al cabo por defender los intereses. Conflictos que se dan a diario en los tribunales. Has escrito un relato muy verosímil con un lenguaje claro y directo.
Por otro lado el tema enlaza muy bien con el título obligado: los girasoles, que en este caso tienen que morir para que se descubra la verdad. Un bonito final, muy poético.
Encantada de leerte, charola.
Un abrazo
Charola
30/09/2018 a las 01:13
-A Vespasiano. Gracias por pasar por mi relato. Tus comentarios siempre son acertados y trato de mejorarlo bajo tu perpectiva.
-A Norelkis. Me encantó que te gustara mi historia. Gracias por tu comentario. Ya me pasé por tu relato. Nos seguimos leyendo.
-A Marazul. Un inmenso gracias por pasarte por mi relato y dar tu parecer. Me siento honrada de que te gustara. Un abrazo.
Dante
01/10/2018 a las 03:48
Hola Charola. Te dejé una nota de agradecimiento a tu comentario en mi relato. Por favor, si podés, pasá por allí. Gracias.
Como te señalo ahí, dentro de estos días comentaré tu relato.
Saludos
María Jesús
01/10/2018 a las 08:43
Hola Charola: Curiosa manera de enfocar el reto de Literautas de este mes. Tu relato me ha resultado una acertada crónica de un suceso que bien podía haber sido real. Me ha gustado como has utilizado la heroicidad de los girasoles. Se lee sin ningún tipo de dificultad y resulta ameno.
Un saludo.
Simón Martín
02/10/2018 a las 00:41
Hola Charola: buen tema, muy actual, muy removedor de conciencias. Me gusta cómo fluye el relato, sin molestias, sin aspavientos, con mucha facilidad, lo cual siempre se agradece.
Solo tengo una pequeña observación: el final me dejó un sabor a reivindicación material, economicista. Como que el objetivo de Juan era el de ser resarcido económicamente y nada más. Esto, por supuesto, es importante para poder volver a resucitar su hermoso campo de girasoles. Pero como que faltó algo de reivindicación ecológica. En todo caso, no pasa de ser una apreciación personal, subjetiva. Por lo demás, todo bien, ¡nos seguimos leyendo! Un abrazo. ¡Y sigue adelante!