Literautas - Tu escuela de escritura

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Los girasoles - por PaulaC_99R.

El chico se encontraba sentado en un escalón a la puerta de su casa con las rodillas encogidas y los brazos apoyados en estas, sujetándose la cabeza con las manos.
Un niño que pasaba por allí le vio, y al llamarle la atención el estado de derrotismo del joven, decidió acercarse.
– ¿Estás triste por la guerra?–Preguntó.
– Levantó la cabeza para mirar de donde procedía la voz, y vio al niño de pie frente a él-. Algo así –contestó.
–Yo también lo estoy –dijo mientras se sentaba a su lado–. A mis padres los han mandado a eso que llaman el otro lado de la ciudad y llevo ya muchos días sin verles. Los echo de menos.
–Miró hacia delante–. A la chica con la que estoy y su familia también los han mandado allí.
–Así que es por tu novia… –susurró­–­. ­Yo también tenía una en el colegio el año pasado. Pero me dejó.
–El joven sonrió por las palabras del niño–. Nosotros también estamos juntos desde el colegio. Queríamos irnos de viaje este año, pero cuando la guerra empezó y nos separaron… Se nos estropearon los planes.
– Yo soy pequeño. Solo tengo diez años, y no sé cómo ir a ese otro lado del que todos hablan. Pero tú ya eres mayor. ¿Qué te impide ir a buscar a esa chica?
–Es complicado…
–¿Por qué?
–¿No te lo han explicado?
El niño negó con la cabeza y él suspiró. No quería meter la pata y contarle algo que pudiera asustarle.
–Está bien –empezó mientras cogía un palo del suelo y despejaba algunas hojas con la suela del zapato-. Nosotros estamos aquí –dibujó dos muñecos en la arena y después hizo una línea continua y otros dos muñecos al otro lado–, y ellos aquí. Esta línea es imaginaria, pero aunque no la veamos tenemos que saber que está ahí, y no se puede atravesar.
–¿Si es imaginaria cómo sabemos hasta dónde podemos ir?
–En su lugar hay banderas. ¿Sabes cómo es la de nuestro país? –El niño asintió–. Bien, pues son banderas diferentes a esas. Si alguna vez las ves, da la vuelta inmediatamente, ¿entendido? –Asintió.
–¿Por eso no puedes ir?
–Sí, es por eso. No se puede cruzar esa línea.
–¿Y si encuentras otra forma de hacerlo? Hay muchos caminos. Recuerdo cuando mi abuelo me llevaba a su granja y montábamos a caballo toda la tarde. Íbamos de aquí para allá y no nos cansábamos nunca… -dijo con tristeza.
–El joven le miró con interés-. ¿Dónde está esa granja?
–A las afueras de la ciudad. Creo que basta con seguir el camino principal para llegar.
–¿Sigue habiendo caballos allí?
–Es probable.
–Se levantó–. Muchas gracias –le dijo–, puede que gracias a ti la encuentre.
–¿Si ves a mis padres puedes decirles que vengan a verme? –Sacó una foto del bolsillo y se la entregó–. Son estos de aquí.
–Lo haré –dijo cogiéndola. Después le revolvió el pelo–. Espero volver a verte.
–Seguro que sí –le dio la mano y la movió, provocando la risa del más mayor–. ¿Así se despiden los mayores no? ­­–Él asintió–. Puede que si hago cosas de mayores me convierta en uno antes y así pueda ir yo también a buscar a mis padres.
El chico sonrió con tristeza y después se alejó, despidiéndose del niño al que no sabría si volvería a ver alguna vez.

Como él había dicho, los caballos seguían allí. Cogió uno prestado al no encontrar a su abuelo allí para pedirle permiso y salió con él con la intención de atravesar la ciudad por otra parte y así evitar parte del control que la guerra había implantado.
A los quince minutos se encontró con un verde prado, y paró al ver algo que le llamó la atención. Bajó del caballo y cogió el girasol del suelo, ya que a ella le encantaban.
–Date la vuelta despacio –dijo alguien a su espalda.
Se giró y se encontró con un soldado.
–De rodillas en el suelo, ya.
Él se puso de rodillas y le miró mientras cargaba su arma. Entonces miró el girasol que tenía en la mano y se levantó.
–¡Te he dicho que de rodillas! –Gritó el soldado.
–Tranquilo –dijo acercando la mano a la pistola, con el girasol en ella. Después, lo metió en el cañón y volvió a ponerse de rodillas–. Ahora puedes hacerlo.
Y disparó.

Comentarios (6):

Antaviana

17/09/2018 a las 18:29

Ay Paula, qué triste final…
Me ha gustado tu relato, es tierno y duro a la vez. Hay que revisar el tema guiones de los diálogos y puntuación, pero es un texto fácil de seguir y que interesa terminar.
Nos leemos
Saludos!

ANGEL CLIMENT

18/09/2018 a las 11:51

Hola Paula: Buena historia, bien llevada, con triste final, me encanto, me entristeció y me emociona al mismo tiempo. Un realto en tu linea, de los que gusta leer.
Saludos – Nos leemos

Karian V

20/09/2018 a las 01:00

Saludos Paula:
La triste realidad de las guerras! Gracias por esta narración tan real. Felicitaciones.

Rakel

20/09/2018 a las 20:19

Hola Paula: Una bonita y triste historia. Te mantiene el interés de principio a fin. Felicidades por tu relato.

Ofelia Gómez

24/09/2018 a las 23:35

Hola Paula C_99
Las historias de guerra me pegan fuerte, y tú logras ese clima que nos lleva a comprender cuánta orfandad dejan tras de sí los conflictos armados.
Te comento que en el apartado de Técnicas de escritura puedes encontrar una guía para construir los diálogos. Es un tema que personalmente me resulta difícil pero todo es cuestión de perseverar.
El final es bien triste, me hubiera gustado que el joven terminara prisionero del “otro lado”, pero no podemos pedir que las guerras tengan lógica o compasión.
El renglón final “Y disparó” me resultó demasiado breve y algo confuso al no hacer mención al enemigo que dispara el arma.
Ha sido interesante leerte. Logras que veamos la escena e imaginemos cuánta destrucción rodea a los protagonistas.
Un abrazo

María Jesús

26/09/2018 a las 19:50

Hola Paula: Has hecho un relato muy bonito y muy triste,El final no me lo esperaba, pero era lo lógico tratándose de una guerra. Me ha gustado mucho.
Saludos desde el 9.

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