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Los girasoles - por YraidaR.
LOS GIRASOLES
Aquí, bichito. No hay ventanas ni afuera.
Julio Cortázar, carta a A. Pizarnik.
Cordelia quedó devastada por el dolor cuando se ahogó su pequeña hija. Desde ese momento, no quiso ver más el mar y procedió a clausurar las ventanas de la habitación. Sintiendo menguada la voluntad de movimiento, se acostó en el camastro acompañada de su gato. Desde allí se dedicó a pasar la vida oyendo, a lo lejos, el ir y venir de las olas. El minino dejó de ser el ágil cazador de antes; se volvió lento y olvidó sus antiguas destrezas para atrapar bichos. Todos los días a las tres de la tarde cumplía un curioso ritual sobre la alfombra, justo debajo de la mesita de madera apolillada. La misma donde su dueña había puesto la última fotografía de la niña a la orilla del mar, con un caracol en las manos y contemplando el cielo. Después de dar un giro y restregar el lomo en el tapete, emitía un maullido lastimero. Luego se acostaba sobre el mismo lado y en el mismo lugar de siempre. La repetición del contacto en un solo sitio produjo el desgaste de la alfombra, dando lugar a un grabado perfecto de su silueta lateral izquierda. Al dar las cuatro, sin ganas de merodear en busca de un ratón para la cena, volvía a la cama a la espera del suculento bocado de sardinas gordas. Su proveedora diaria era la madre del pescador, encargada de llevarle también la comida a su ama. La bondadosa mujer se ocupaba de regar, de vez en cuando, el jardincito de girasoles de la entrada.
Dos obstáculos superó la bondadosa mujer para cumplir con la misión auto impuesta: caminar largos trechos soportando los intensos dolores de una artritis crónica y llevarle la contraria al cascarrabias de su hijo, quien se negaba a «regalar parte de mi trabajo a una mujer holgazana y a un gato perezoso».Pero ella, con determinación, se le plantó al hijo para decirle: «El pobre gato vive el mismo duelo de Cordelia». «Como si los animales tuvieran sentimientos», farfulló el muchacho.
Un día, la madre del pescador, invadida por la enfermedad, no pudo moverse más y dejó de llevar los alimentos a la casa.
El moho hizo de las suyas: las paredes, antes ocres, adquirieron un color sin nombre y la fotografía de la niña se convirtió en una mancha de donde asomaban dos falanges sin manos. Los ratones se multiplicaron y despreocupados roían puertas y ventanas, ante la indiferencia de su perseguidor natural. El gato, imitando a su dueña, murió de inanición en la más absoluta quietud. Los girasoles del jardincito no voltearon más sus tallos y se quedaron estáticos mirando hacia el este.
Comentarios (8):
Gaia
18/09/2018 a las 00:09
Soy tu vecina del 89
Muy bonito e interesante tu cuento!
Los gatos siempre ponen la tilde
Auxi Morata Alegre
18/09/2018 a las 21:25
Hola Yraida!
Bueno pues me ha gustado mucho tu relato, me ha parecido melancólico y sensible, la forma en la que el gato, los girasoles y la madre del pescador confluyen con el duelo de Cordelia es todo un acierto.
Pero una duda pone que participaba en el reto, no he acabado de entender lo de que estuviera relacionado con la guerra, una guerra interna tal vez?
Soy tu vecina del 87 por si te quieres pasar.
Un beso! Nos leemos!
Pax
20/09/2018 a las 06:06
Hola Yraida:
Una historia muy triste pero muy bonita. Las tres vidas (madre, gato y girasoles) confluyen en un final común y me ha gustado mucho.
No veo la historia de la guerra.
Si quieres leer el mío es el 84
Saludos
Cruz Cano
20/09/2018 a las 10:58
Voy a empezar diciendo que tu prosa me ha atrapado desde el principio. Escribes muy bien y creo que has conseguido transmitir a la perfección la atmósfera de decadencia de la casa y sus habitantes. El último párrafo me encanta, no había mejor manera de acabarlo. Utilizar al gato, a los girasoles y aún diría que a la casa entera como reflejo de lo que le está pasando a su dueña por dentro es muy acertado. Para mí es una muestra del poder corrosivo de la tristeza.
No tengo ningún pero. Seguiré de cerca lo que vayas escribiendo 🙂
Laura
20/09/2018 a las 12:22
Hola Yraida.
Coincido con quienes me preceden, tienes un gran relato con un maravilloso final.
Mis felicitaciones.
Hasta la próxima propuesta.
Florencia M
22/09/2018 a las 10:09
Hola Yraida,
Muy bueno tu relato. Me gustó mucho. Le encuentro tintes de García Márquez.
Sugerencias:
-Repites “bondadosa mujer” de forma muy seguida. Pienso que el segundo puedes reemplazarlo por “esta mujer”.
-Para facilitar la lectura creo que sería más apropiado entrecomillar más adelante: …quien se negaba a regalarle parte de su trabajo a “una mujer holgazana y a un gato perezoso”.
Hasta la próxima!
M.L.Plaza
23/09/2018 a las 00:34
Hola Yraida.
Has escrito un relato muy interesante, aunque no veo la conexión con el reto propuesto.
Me han gustado tus personajes, especialmente el gato y su fidelidad extrema.
Solo me ha chirriado la frase:…el mismo duelo de Cordelia. Yo sustituiría de por que.
Ha sido un placer leerte.
Saludos
María Jesús
25/09/2018 a las 20:11
Hola Yraida: Tu relato es muy bueno, triste, nostálgico y enternecedor. Es uno de esos textos que te tocan el alma de lo bien escritos que están. Yo no le pongo pegas, eso le correspondería a los moderadores de Literautas, ya que ni has cumplido el reto ni los girasoles tienen el protagonismo necesario para dar título al relato.
Pero lo que es la historia en sí, me parece una pequeña maravilla.
Saludos desde el 9.