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Exceso de Equipaje - por Carlos AlmaR.+18

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—¡Perdone! ¡Oiga!
—¡Tengo prisa, tengo prisa! ¡No me puedo parar! —dijo la mujer del sombrero sin apenas mirar.

El desdén no le molestó pues sólo se fijó en una cosa: el fedora de ala ancha y de un azul tan intenso que la enamoró. Decidió entonces que un sombrero así sería el sello de identidad de la nueva Alicia.

Tras un año perdida en un laberinto de abogados, papeleos y peleas con su ex, finalmente habían llegado a un acuerdo, más por agotamiento que por convicción. La anulación de matrimonio se había convertido así en su pasaporte a la libertad. Emocionada por los nuevos horizontes que se abrían ante ella se había comprado un pasaje sólo de ida a Nepal.

“Sombreros y Tocados Hnas. Pico” anunciaba el antiguo rótulo de la fachada. Bajo este, la puerta por la que la mujer había desaparecido hacía apenas unos segundos. En el perchero de pie junto a la entrada colgaba el sombrero azul. Un tintineo de campanillas anunció la llegada de Alicia.

—¡Ya va! —se oyó una voz. Por detrás del mostrador apareció la mujer a la que había seguido hasta allí. Llevaba un vestido verde demasiado ceñido para su cuerpo orondo y su pelo, escaso, era rubio platino.

—Dime darling, ¿en que te puedo ayudar?, ¿estás perdida? —dijo acercándose con innecesaria coquetería.

—No, en realidad busco un sombrero….

Al oir esto, los ojos de la mujer se abrieron como platos.

-—- ¡Angustias! ¡Busca un sombrero!—gritó con exagerada emoción.

—¡Felicitas por dios! No grites que ya sabes que tengo jaqueca.

La que hablaba era una mujer menuda y seca que apareció por la misma puerta de detrás del mostrador. Vestía de marrón de pies a cabeza y su pelo, imposiblemente negro para su edad, estaba estirado hacia atrás en un moño perfecto.

—En casa de las hermanas Pico encontrará usted lo que busca — anunció Angustias sin entusiasmo—. El negocio no es lo que era, la gente ya no presta atención a la calidad de los complementos, nosotras…. —continuó su discurso en tono monocorde mientras, al fondo, Felicitas hacía equilibrios en una escalera intentando alcanzar una enorme caja de la estantería superior. Tanto los zapatos, rojos y de tacón, como el apretado vestido daban a la escena un toque circense que dibujó media sonrisa en la cara de Alicia.

— …por que ya sabes lo que dicen ¿no?

—“¡Cabecita loca no quiere toca!” — recitó al aire Felicitas acercándose con una enorme pamela. —A su hombre le encantará llevar del brazo a una dama con un estilo tan exquisito.

—No… es demasiado exagerado. Además no habrá ningún hombre que me lleve del brazo.

—¡Oh! Mis condolencias. Tengo un sombrero con velo muy idóneo para estos terribles momentos de luto y sobriedad. — dijo Angustias buscando entre las cajas.

—¡No! ¡Que dice! Me acabo de divorciar.

Angustias se paró en seco y a Felicitas se le borró la histriónica cara de felicidad. La miraron inquisitivamente, como a la espera de una explicación.

—Me voy de viaje yo sola, para desconectar. De hecho quería preguntarle por su sombrero — dijo dirigiéndose a Felicitas mientras señalaba a la percha junto a la entrada— es perfecto, me preguntaba si me lo vendería…

—¿Divorciada? ¿Sola de viaje? —Sonaban horrorizadas —. Es una de esas…
—Una cabecita loca…
—No quiere toca…
—Cabecita loca no quiere toca, cabecita loca no quiere toca —comenzaron a canturrear las dos hermanas .

«Viejas chifladas» pensó Alicia. Se dió media vuelta dispuesta a salir de allí pero, con inesperada agilidad, la hermana gorda se plantó entre ella y la puerta.

—¡No nos gustan las libertinas como tú! —le chilló a la cara.
—¡Quita gorda! —exclamó Alicia empujándola a un lado.

Se asustó al verla caer a peso muerto pero cuando la otra se avalanzó hacia ella con el moño despeinado abrió la puerta y salió corriendo, no sin antes agarrar el sombrero azul. Las campanillas tintineaban desordenadas mientras la percha, desestabilizada, iba a parar al suelo haciendo que la vieja cayera de bruces antes de alcanzarla.

—¡Ladrona! ¡Deténganla!
—¡Asesina! ¡Asesina!

«Por lo menos siguen con vida» pensó aliviada. Pero no se iba a detener. Al fin y al cabo había robado. Y en apariencia había agredido a dos ancianas indefensas. Alicia corría y corría, no iba a dejar de correr. Tenía el sombrero perfecto y un pasaje de ida porque no podía volver.

Comentarios (8):

Amadeo

17/08/2018 a las 23:12

Carlos:
Buen cuento. De lectura ágil. Sencillo y gracioso. Muchos “modismos” españoles: lo supongo por los nombres de los personajes, bien descriptos. .
Encontré algunas cacofonías y gerundios que molestan

Estoy en el 101 por si quieres leerlo y comentar
Saludos
Amadeo, Argentina

Laura

19/08/2018 a las 12:29

Hola Carlos.
Me ha encantado tu relato, pleno de modismos. Me imagino a las hermanas con su sorpresa ante el divorcio. No me ha quedado en claro lo de la coqueterìa con que saluda la primera. Tal vez algo como zalamera, porque al verlas tan molestas con el divorcio no creo que lo haya hecho para intentar alguna relaciòn con Alicia, muy cerca al paìs de las maravillas.
Por lo demàs, nada que señalar. Muy àgil el tratamiento del diàlogo. Felicitaciones.
Hasta la pròxima propuesta

Galia

19/08/2018 a las 21:21

Buenas tardes Carlos, me gustó mucho tu relato, parece una comedia de enredos y es tan español, algo que se disfruta mucho en estas latitudes (Argentina). La adquirida libertad la llevó a transgredir y a veces hace falta hacerlo para sentir verdaderamente recuperada la libertad.
Te deja con una sonrisa cuando finalizas su lectura.
Saludos.
Galia

Carlos Alma

20/08/2018 a las 08:55

Muchas gracias por vuestros comentarios, por los positivos y especialmente por los negativos que a mi se me habían pasado por alto.

Laura, “zalamera”, ¡que gran palabra! Un saludo

Norelkis

22/08/2018 a las 00:33

No podía faltar a comentarte 🙂

No sé si fui yo, pero por unos momentos me confundía entre Alicia y Felicitas. Espero que Alicia haya escapado de ese manicomio, y la agresión de las dos ancianas me hizo pensar en los prejuicios existentes en esa sociedad.
Muy buena idea, pensar en una chica independiente que está atorada de prejuicios (Perdona la repetición) en su sociedad. ¡Con razón ella quería irse!

Ismael Tomas Perez

22/08/2018 a las 15:55

Hola Carlos
Me ha gustado mucho tu relato, lo veo interesante y me hace pensar en la tienda antigua, en el viejo negocio familiar, esta vez dirigido por dos hermanas fuera de lo común.
La verdad es que no tengo nada que objetar, quizá el titulo no lo veo muy acorde a la historia.
Felicidades

Obdulia MolinaJara

23/08/2018 a las 03:42

Hola soy obdulia, me agrada tu relato, sencillo y de lectura rápida, atrapa la historia y grata de leer, el final es como un climax, después de forcejear con dos damas bastante raras, sacadas de un cuento y de la realidad a la vez, porque he conocidso personajes similares, que parecen sacados de una pesadilla….

Teresa Mateo Arenas

24/08/2018 a las 14:55

Interesante bodevil, me ha gustado la historia con sus matices y y sus prejuicios de una sociedad que siempre intenta juzgar a los demás.
Un abrazo, nos leemos.

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