Literautas - Tu escuela de escritura

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Tranquilo agosto - por José RamónR.

Ahí le tienen, agentes. En el mismo sitio en el que se quedó plantado esta mañana. Entró a los pocos minutos de abrir la tienda y sin decir ni buenos días, se quedó ahí, tal como lo ven. Desde entonces no se ha movido, ni ha dicho palabra alguna.

El hombre, vestido con unos tejanos y una camisa de cuadros estaba en pie, con los brazos colgando sin tensión a ambos lados del cuerpo, con los ojos abiertos y mirando fijamente a uno de los sombreros de la vitrina que hay justo enfrente del mostrador.

¿Y dice que no conoce de nada a este hombre? – preguntaron los policías. – ¿no recuerda haberlo visto en la tienda como cliente? ¿No lo ha visto cerca de su casa? ¿Quizá en el colegio de los niños?. Haga un esfuerzo.

Ya le he dicho que no. Conozco a todos mis clientes, y si este señor hubiera entrado alguna vez en la tienda, lo reconocería. No solo recuerdo a todos mis clientes, sino también, qué han comprado, y este señor no ha comprado nunca nada aquí.

La policía zarandeó con cuidado al individuo, pero todo fué en vano, una fuerza invisible parecía mantenerlo en pie frente a la vitrina en la que se exhibían diferentes modelos de canotier, como si estuviera atraído por un potente imán, con la mirada perdida en el horizonte. Los agentes habían revisado concienzudamente al hombre, en busca de algún documento que le identificase, pero no hallaron nada, ni documento de identidad, ni pasaporte, ni tarjetas de crédito, ni siquiera un monedero. Nada de nada.

No vamos a tener más remedio que dejarlo aquí – dijeron los agentes – como ya ha podido comprobar, no se le puede mover del sitio. Van a tener que venir los de la científica a tomarle huellas, a ver si así podemos identificarlo. Esperen aquí. Quizá tengan que responder a más preguntas.
Pero… – trató de protestar el sombrerero – cerramos en unos minutos. Estamos en horario de verano y no abrimos por la tarde.

Alguien debería quedarse, por si vuelve en sí. Nosotros ya no tenemos nada que hacer aquí.
y si… – el sombrerero trataba de ganar tiempo a la espera de que ocurriese algo – ¿y si le da un ataque o le pasa algo? ¿Y si se despierta y se pone violento y nos ataca?
El dueño de la tienda, un hombre de unos sesenta y pocos años y el poco pelo que formaba una corona alrededor de la calva alborotado, miró a los agentes con ojos suplicantes a través de sus lentes.

Vamos a llamar a los sanitarios, a ver si pueden averiguar qué le pasa, si se le puede mover o si pueden despertarlo. Mi compañero se quedará con ustedes hasta que lleguen.
¡De eso nada! – gritó el otro agente – Nos quedamos los dos o no se queda nadie – dijo apresuradamente el policía. – Es más, de aquí no debería salir nadie. A ver si esto va a ser un virus o algo contagioso y lo extendemos por toda la ciudad.

El primer agente se había quedado petrificado ante la reacción de su compañero. Llevaban años juntos y siempre había sido más bien retraído, al menos en presencia de otras personas. Nunca había mostrado señales de nerviosismo en el desempeño de su trabajo, y mucho menos de pánico.

El sombrerero desapareció por la puerta contigua al mostrador, pasando con cuidado por detrás del hombre paralizado, y se adentró en el laberinto de la trastienda. A los pocos segundos, apareció con una vieja silla que usaba como escalera para alcanzar los artículos que se guardaban en los altillos de las estanterías.
Tome – le dijo al policía nervioso acercándole la silla – Siéntese y tranquilícese un poco. Voy a buscar un vaso de agua.

El sombrerero volvió a desaparecer en la trastienda, regresando poco después con un vaso de agua fresca que ofreció al agente.

No creo que se trate de nada contagioso – dijo el sombrerero para romper el incómodo silencio – Creo que debería dejar marchar a los dependientes. Ya saben, estamos en horario de verano y las horas extra me van a costar un ojo de la cara.
Ahora que lo menciona – terció el agente que había estado más tranquilo durante todo el tiempo – Es casi hora de comer. Si no vamos a movernos de aquí, habrá que pensar en pedir comida a algún sitio.

Los dependientes se miraron con gesto de decepción. Al parecer nadie iba a salir de la tienda hasta que alguien cualificado diera su autorización.

Comentarios (15):

Anaisa

18/08/2018 a las 08:36

Me ha encantado tu relato. Se lee con mucha fluidez y engancha desde el comienzo. Te deja con ganas de seguir leyendo y saber qué pasa. Creo que podrías escribir una novela corta. Me parece muy original.Te felicito.

Anaisa

18/08/2018 a las 08:38

Sólo olvidé señalarte una pequeña errata: “fue” no lleva tilde. Insisto, muy interesante.

Emanuel V

18/08/2018 a las 17:50

Me gustó la trama, deja con la intriga tu relato
Saludos, mi relato es el #43

Leosinprisa

20/08/2018 a las 06:27

Hola José Ramón

Un curioso relato donde dejas en el aire lo que puede pasar a continuación. Creo que has manejado muy bien la intriga y uno se siente inclinado a querer saber las razones de tan extraña escena.

Lo absurdo, en este caso, da origen a una interesante trama que bien podría acabar en un conflicto filosófico, que en el inicio de cualquier asunto extraordinario que superase los límites de la razón. Bien planteada y muy entretenida.

Ha sido un placer leerte. Un saludo.

Piquillin

20/08/2018 a las 18:51

Hola José Ramón: Muy interesante la trama de tu relato. Muy original, llama mucho la atención la introducción, y te invita a seguir leyendo. Creo que en cuanto al formato, para cuento falta el cierre, el desenlace, no se sabe que pasó y porque está así ese hombre. En cuanto a la redacción, no están bien escritos los diálogos. En el blog hay varias entradas interesantes de como escribir los diálogos.
Felicitaciones, excelente propuesta.

De vuelto

21/08/2018 a las 07:58

Estuve enganchado desde el primer párrafo. La idea y su desarrollo son buenas, los personajes interesantes y la situación es original. Pero no tiene desenlace. No es ni siquiera difuso. Me gustaría saber en qué termina.

Mi relato es el #45

Jose Ramón Campoamor

21/08/2018 a las 08:44

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Anaisa. Este relato se escribió para el ejercicio, en el que quería, además practicar el dialogoy el suspense, ya que tengo un proyecto en la cabeza en la que el suspense juega un papel importante, pero aquí no se tira nada y este relato pasa al archivo del que luego tiraré mano para buscar ideas con las que completar otras historias.

Emmnanuel V. Esa era parte del ejercicio, tratar de crear atmósfera de suspense, trengo que practicar eso.

Leosinprisa, me alegra haber conseguido parte del objetivo. En la actualidad, no existe desenlace. Necestaría al menos 750 palabras más para montar un desenlace coherente con lo que hay liado en el relato. Quizá un buen ejercicio sea dar un desenlace digno a este relato.

Piquillín, gracias por tu crítica. Necesito mejorar mucho los dialogos, ya que agilizan mucho un relato, y facilitan lalectura, dando dinamismo, y yo soy muy de textos “mazacote”. Sigo intentandolo.

De Vuelto. Lo bueno de estas cosas, es que hasta que se escriba su desenlace, el desenlace puede ser el que quieras. Como ya he dicho antes quizá un buen ejercicio será retomar el relato y darle un desenlace, que a buen seguro no va a contentar a todos, pero hay que ser valientes.

Gracias a todos por ayudarme a mejorar. Os leo y os escribo en vuestros textos.

Ana Roda

21/08/2018 a las 13:43

Hola José Ramón.
Tu relato consigue muchas de las cosas que pretendemos cuando escribimos textos cortos: enganchar, entretener y hacer pensar.
La falta de desenlace nos obliga a pensar posibles causas de la actitud de ese hombre y de la resolución de la situación.
Yo he encontrado los diálogos ágiles y creíbles.
Me ha gustado mucho.

Norelkis

22/08/2018 a las 00:26

¡Qué bueno!

Me leí el relato y he notado ciertos errores ortográficos, en primer lugar creí que la narración era en primera persona, cuando se trataba de que el sombrerero estaba hablando. Cuando el otro agente grita asustado pensando que es una enfermedad lo que tiene el hombre, faltó el guión (En mi caso uso sangría) al final fue cuando me di cuenta de los pequeños matices graciosos que tenía el fic.

Pobres hombres, almorzarán tarde.

Yoli L.

22/08/2018 a las 00:52

Hola José Ramón

Me corresponde leerte y aquí estoy con agrado. Asimismo agradecerte tu visita al mío #22

Tu relato es entretenido. En cuanto a mejorables, algunos que veo ya te los han mencionado los compañeros.

Si tienes problema para poner el guión largo de los diálogos, te dejo el siguiente enlace que te puede ayudar https://www.literautas.com/es/blog/post-4003/recursos-para-escritores-el-guion-largo-y-las-comillas/

Los incisos van entre guiones largos que no se separan de la primera ni de la última palabra, es igual como cuando ves paréntesis en algunas historias, no se dejan espacios. La siguiente frase tiene que quedarte así: “Tome —le dijo al policía nervioso acercándole la silla— Siéntese y…”

¡Nos seguimos leyendo!
(¯`•¸•´¯)YOLI(¯`•¸•´¯)

María Jesús

22/08/2018 a las 11:27

Hola José Ramón: Tu historia es un poco inverosímil pero no deja de tener su aquel. Veo en el texto un poco de caos en los diálogos, aunque esta circunstancia no entorpece el entendimiento del texto que se lee con fluidez. En definitiva que la idea es muy buena, solo hace falta pulir un poco.
Un saludo.

Laura

23/08/2018 a las 22:09

Hola José Ramòn.
Tu historia es interesante. Nos dejas a todos con las ganas de saber qué sigue. Y el final con relaciòn a la comida me pareciò muy bueno.
Creo que te sobra la oraciòn donde el sombrerero va a buscar agua a la trastienda. No aporta nada a lo que tienes hasta ese momento ni después, y te da dos oraciones que innecesariamente comienzan de igual modo. Si deseas indicar que puso algo en el agua, simplemente con omitir indicarlo y hacer el ofrecimiento del agua quedaría logrado el efecto buscado.
Saludos.
Hasta la pròxima propuesta.

MARIA RENE DONGO

24/08/2018 a las 17:36

Estimado Jose Ramon Campoamor;
Me encanto tu escrito, tan ágil y fresco. Te agradezco muchísimo cada una de tus indicaciones. Espero seguir escribiendo y déjame comentarte que soy una persona de 80 años que recién en esta edad estoy pudiendo realizar algunos sueños: Escribir y Pintar.
Un fuerte abrazo y hasta cualquier momento.

Carlos J. Noreña

26/08/2018 a las 04:23

Hola José Ramón. Repito con Ana Roda: Tu relato consigue muchas de las cosas que pretendemos cuando escribimos textos cortos: enganchar, entretener y hacer pensar.
Respecto al reclamado desenlace, ¿qué pecado es que un cuento, o una novela, o una película, termine sin facilitarnos esa resolución que esperábamos y nos ponga a pensar?
Quizá facilite un poco la lectura poner los guiones largos en los diálogos. Eso ordena. Pero el flujo de las ideas está tan bien presentado, la intervención de los personajes tan bien separada, que uno no se pierde. Además, en casi todos los casos está el explicativo. P. ej. “trató de protestar el sombrerero”, “dijo apresuradamente el policía”.
Veo unos leves errores de ortografía y puntuación que no me voy a poner a listar.
Felicitaciones: hechizas al lector y eso es lo más importante.

Jose Ramón Campoamor

28/08/2018 a las 11:49

Ana Roda. Gracias. Me anima mucho a seguir practicando los diálogos. Estoy de acuerdo con todos vosotros, los guiones largos facilitan la lectura, pero os debo confesar que no se donde están. Supongo que se podrá cambiar el tipo de teclado.

Norelkis. Me alegra que hayas pillado el toque sarcástico del relato. Es otra de las cosas que quiero practicar. Creo que es muy complicado escribir con un ligero toque de sarcasmo, pero que no llegue a cansar.

Yoli L. Gracias por tus consejos. Releeré el artículo sobre diálogos, porque siempre se nos queda algo en el tintero

María Jesús, me encantan las historias inverosímiles y en ocasiones absurdas. En este caso, no tenía un argumento claro y empecé a escribir una escena en una sombrerería en la que ya estaba todo empezado. Mi intención era practicar algunas cosas como los diálogos y el toque humorístico. Me alegro de que te haya gustado. Gracias

Laura. Tienes razón. la trastienda me daba pie para introducir la palabra laberinto, pero la segunda vez, cuando va a por agua podría haberlo ahorrado. Realmente pretendía resaltar que al segundo policía se le veía muy agobiado y que en ese momento, con el otro señor inmovil frente a la vitrina, los dependientes esperando marcharse a casa y todo el lío, es el policía el que toma el protagonismo de la escena. Gracias por tu comentario.

Maria Rene Dongo. Nunca es tarde para hacer lo que realmente nos gusta. Solo te pido que difrutes mucho, tanto de las letras, como de los colores, y de paso, que nos hagas disfrutar a los demás. Esto es un camino que nunca termina, asi que lo que debemos hacer ews disfrutar cada paso y cada persona que nos encontramos en él.

Carlos J. Noreña. Gracias ppor tu comentario. Tienes razón ¿Que pasa si dejamos en el aire la resolución de una historia? La verdad es que como todo el mundo, me quedo un poco decepcionado cuando el autor no me da un final. la verdad es que la historia no va sobre un señor al que le pasa algo que desconocemos, sino de unas personas que quieren volver a su casa y se van a quedar en el trabajo por una situación absurda. Van a tener que rehacer sus planes para esa tarde y post poner cosas que querían hacer, porque un señor ha entrado en la tienda y no hacía nada. ¡Que rabia! Va sobre cómo dejamos de ser personas sociales cuando nuestros intereses particulares o nuestra comodidad se puede ver comprometida. así que en ese sentido, el relato si que tiene final. Se quedan por la tarde en el trabajo. Gracias por tus comentarios y recomendaciones. Revisaré la ortografía

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