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The more you live, the more you love - por Pato Menudencio
Web: https://menudencio.wordpress.com/
El cuarto estaba vacío, sin embargo, Susana estaba sentada frente a él, mirándolo de la misma forma que lo hacía cuando estaba viva.
Ricardo no sabía qué decir. Treinta años ya habían pasado y su recuerdo aún laceraba las fibras más profundas de su alma. Sus cabellos canos y su rostro macilento quedaron a consecuencia de esos años de voluntaria penitencia. La culpa sin motivos, lo había convertido en sólo un residuo de lo que alguna vez fue, o, mejor dicho, de lo que alguna vez fueron.
Ella lo miraba en silencio, sin reproches, con un aire de tristeza al ver al hombre que había amado en vida destruido por años de duelo y autoflagelación. Tenía el pelo corto, extrañamente lleno de vida, distando bastante de la última etapa de su quimioterapia y, sobre todo, distando de lo que alguna vez fue su marido.
Ricardo, reuniendo cada partícula de valor que aún podía correr por aquellas venas, trató de romper el silencio en el que estaba sumido.
―Su, Susana―, dijo vacilando―, ¿Por qué regresaste después de tantos…?
―Sabes que eso no se puede―, dijo ella en un tono cálido, como si todos los sentimientos guardados en esos diez años de matrimonio se liberarán en esa voz.
―Entonces… ¿A qué viniste? ¿Por fin vienes a buscarme?
―Amor, sabes que así no funciona, uno se va cuando toca nada más. Nada de destino ni mucho menos. Como ves tenías razón, el cigarro que tanto me gustaba fumar en el balcón me hizo mal como tu decías.
― ¡Llévame por favor! No sabes lo terrible que es quedarse después de todo…
―Te lo dije mi amor―, Susana cerró los ojos como preparándose para algo importante―, esto no funciona así. Si querías irte bastó con saltar desde el balcón hace muchos años, o cualquier otra cosa valía. No te quisiste matar porque te faltaran ganas. No quisiste morir por la culpa, pero ambos sabemos que no fuiste culpable de nada.
―No es eso Susana…
―Se que en el fondo te querías castigar porque dentro de todo lo que hiciste por mí, muy en el fondo sabías que nada cambiaría ese final. Recuerda, aunque hubieses sido más vehemente, yo habría seguido fumando, si no hubiese tenido ese tumor ahora sería una vieja pasada a pucho hinchándote todo el día.
―No digas eso― Ricardo al fin sonrío.
―Te autoimpusiste este castigo y al final no te ha traído nada bueno. Pudiste rehacer tu vida. ¿Te acuerdas de Marcela? Ella estuvo mucho tiempo atraída hacia ti, siempre iba al departamento a visitarme y sabía que mientras nos contaba sus desventuras con los pasteles que tenía de novios, en el fondo deseaba algún día tener a alguien como tú. Ella fue buena, cuando me enfermé me visitó todos los días al igual que tú; y se que nunca se te insinuó porque era mi amiga y porque te veía sufriendo.
Cuando morí debiste buscarla, en secreto se lo comenté. Y sé lo culpable que te pusiste cuando se acostaron seis meses después que morí. Ese día me fueron a dejar flores, lloraron y luego ambos se acostaron después de brindar en mi honor. No puedes sentirte culpable por ello, ambos fueron leales a mi memoria, sólo les bastaba ser felices, bueno, se que ella ahora lo es con su marido, pero ese pudiste ser tú y lo sabes.
―No me recrimines…
―En todos estos años la auto recriminación fue tuya, no me culpes de nada. Saboteaste cada oportunidad, cada salvavidas que la vida te lanzó lo rechazaste en calidad de mártir, ¿y de qué ha servido? ¿Te ha traído alguna clase de recompensa?
Ricardo no era capaz de articular algo coherente. Sabía que su esposa tenía razón, tantos años victimizándose, sometiéndose de forma voluntaria a una muerte en vida que lo iba gastando lentamente hasta quizás un día desaparecer con el mismo anonimato en que había vivido. Tal vez no era tarde para él, a lo mejor aún quedaban esperanzas. Perdió la oportunidad de ser feliz con Marcela, la mejor amiga de Susana, pero algo podía hacer para mejorar lo poco que quedaba.
Subió su mirada hasta encontrarse con los ojos de su esposa.
―Ricardo―dijo Susana como si estuviera a punto de revelar las verdades más trascendentales de la vida misma―, ¿Estás consciente que toda esta conversación es mentira? ¿Sabes que sólo soy un producto de tu subconsciente y que cuando cierres tus ojos desapareceré?
―Lo sé mi amor…
Nuevamente todo volvió a estar en silencio…
Comentarios (8):
Servio Flores
17/07/2018 a las 19:52
¡Hola Pato!
Me ha gustado muchísimo su relato.
Está muy bien escrito, tiene el suficiente suspense para llevar al lector hasta la última línea.
Me ha parecido de lo más interesante la conversación y eso le da un desarrollo muy bien logrado, exquisito.
Imaginé el final un poco diferente, pero ese que tiene me ha gustado y también ha sido muy bien hecho.
Al título, solo le faltó la música 😉
¡Felicidades, muy bueno!
Si gusta puede leer y comentar mi micro, estoy en el #1, solo son unas cuantas palabras.
IreneR
17/07/2018 a las 20:10
Buenas, Pato Menudencio.
Me ha gustado ese diálogo entre los personajes, ha sido muy interesante.
Aunque hay algunas cosas que quizá tendrías que revisar, como la puntuación de los diálogos, pues hay algunos errores.
Esta frase me ha parecido extraña: “Tenía el pelo corto, extrañamente lleno de vida, distando bastante de la última etapa de su quimioterapia y, sobre todo, distando de lo que alguna vez fue su marido.” Entiendo que hablas del pelo, que parece muy sano a pesar de la quimioterapia, pero luego añades, “distando de lo que alguna vez fue su marido”, a mi eso me suena como que su marido era un muermo en vida, una persona muerta mientras vivía. No sé si está bien escrito y la que lo está entendiendo mal soy yo… o…
Aun así me ha gustado.
¡Un saludo!
Leandro
18/07/2018 a las 14:39
Hola Pato, me ha gustado mucho tu relato. El realismo que tiene la conversación a pesar que era todo producto de la imaginación. Me parece bien logrado. Lo interpreto como una manera del personaje para ahuyentar sus propios fantasmas. Felicitaciones y saludos.
M.L.Plaza
19/07/2018 a las 01:58
Hola Pato.
Una autocrítica muy interesante la que hace tu protagonista sobre su vida malgastada. Me parece un poco triste que tenga que recurrir a su esposa para contarse las verdades de su existencia.
Me ha encantado leer tu relato.
Saludos
Lunaclara
19/07/2018 a las 12:46
Pato, escribes muy bien, pero no dejo de ver que la esposa habla mucho para ser un producto de la imaginación, ja, ja, ja…
Noto tambien cierto aire negativo. No sé cómo explicarlo. Al final, seguramente, el pobre desdichado acabe suicidándose…
De todas formas, siempre es un placer leerte.
Un abrazo!
Alonso García-Risso
20/07/2018 a las 23:07
Hola Pato: El título que has escogido para tu historia es probocante y entraña una proposición poderosa que llama a reflexión. Eso está bien logrado.
Por otro lado la historia tiene sus méritos propios y no está alejada de la realidad, con la salvedad de que no se dice o comenta; pero ahí está y nadie está libre de ella.
Buen trabajo, bien logrado en tu estilo.
Hasta la próxima.
beba
21/07/2018 a las 03:05
Hola, Pato: Gracias por tu visita y comentario.
Tu historia está muy bien escrita, y tiene un ritmo sereno, como de conversación casi… ¿diadáctica?Como la maestra vieja, con el adolescente díscolo.Muy firme; como te comentó Lunaclara, podría elegir suicidarse. Original el argumento.
Nats
23/07/2018 a las 05:42
Hermoso relato que deja entrever que el amor verdadero nunca dejará de ser. La escritura me llevó a un momento de reflexión interesante. Nos seguimos leyendo! Te invito a que te pases por el 37 si te animas. Saludos desde Colombia