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Curiosidad maliciosa - por LeosinprisaR.
—¿Qué podría haber en su interior? —preguntó furioso al guardia que habían cogido, arrastrado y maltratado, hasta lo que consideraron una zona segura.
El hombre balbuceó, incapaz de articular palabra. Creía tener un par de dientes rotos y notaba el sabor metálico de la sangre en la boca. Un nuevo golpe casi provoca su desmayo.
—No hablará sobre la habitación. Es un perro fiel a Mandrágora —dijo uno de los asaltantes.
Mandrágora, el famoso mago guardián del puerto de Piedrasgada. El hombre que había impedido al codicioso príncipe Haslim tener un pleno dominio de las costas, desde la ensenada del Cabo Azul al istmo de Rumias.
La ciudad, independiente y prospera, siempre había sido el objeto de muchos conquistadores que fracasaron ante sus puertas. El mago, fiel custodio del secreto de su poder, arrasaba ejércitos, descubría maquinaciones y sofocaba cualquier rebelión que pretendiera poner bajo un yugo extranjero a la misteriosa ciudad.
Nadie sabía de donde había venido, ni su verdadera identidad. Nadie sabía nada de él, salvo que sus habitantes le profesaban una auténtica devoción, pues no era un tirano, ni utilizaba su vasto poder contra las gentes de la ciudad, salvo para ayudarles en sus tareas cotidianas y hacer su vida más fácil. No existía territorio donde un líder tuviera tamaña consideración, hasta el punto de dar su vida por él si era necesario.
El cuchillo rasgó el cuello del guardia, quien agonizante cayó al suelo para morir ante la mirada indiferente de sus torturadores. El príncipe limpió su arma en las ropas del muerto, mientras sus acompañantes magos se afanaban en burlar las defensas mágicas del siguiente bastión. La ciudad estaba a punto de caer, pues Haslim había pactado con fuerzas tenebrosas y solicitado su ayuda para rendir a Piedrasgada.
Sabían, y esto no era ningún secreto, Mandrágora disponía de una habitación donde descansaba. Una habitación donde nadie había entrado jamás. Un secreto que contenía la clave para una victoria total. El príncipe ansiaba conocerlo.
Una vez desprovisto de su poder el custodio de la ciudad, la arrasaría, convirtiéndola en polvo y a sus ocupantes en esclavos, desde los tiernos infantes hasta los ancianos. Les haría sufrir por negarse a caer bajo su yugo y enseñaría cual era el verdadero poder del mundo: la violencia del más fuerte.
—El círculo se está cerrando —habló un mensajero, dejando constancia del cerco a que sometían al último baluarte de la ciudad, la propia torre del mago.
El imponente edificio se alzaba esplendido sobre los demás. En su cúspide, una hoguera iluminaba los cielos y guiaba en la distancia, cual faro en la costa, a cualquier navegante que se dirigiera a ese puerto seguro. Los poderes oscuros a quien Haslim servía querían que la apagara para siempre, como único pago por sus servicios.
El príncipe asaltó la torre. Al destello de los conjuros, relámpagos y fuegos mágicos, fueron acabando con toda resistencia. De Mandrágora no había rastro, el muy cobarde no estaba dispuesto a luchar y se refugiaba cual conejo en su madriguera.
Fueron subiendo por unas escaleras que se les antojaron interminables. En ellas, los habitantes defendían cada escalón con valentía. Una valentía que de nada servía ante la determinación de los atacantes, decididos a llegar hasta el final. Cuando esta cedió por fin, llegaron hasta un largo pasillo y al final del mismo, se encontraba Mandrágora.
Era un joven, de mirada inocente y gesto apacible. No dijo nada mientras el príncipe se acercó hasta él para rodearlo curioso.
—¿Y tú eres el famoso mago? Un chiquillo que me ha negado la gloría hasta ahora —dijo con desdén al muchacho.
—Vuelve a tu casa príncipe. Abandona esta ciudad que nunca será tuya y olvídala —habló Mandrágora con una voz dulce—. O no tendrás nada.
—¿Me amenazas? Tú ciudad es mía.
—No puedes tenerlo todo. Incluso para ti, príncipe Haslim, es demasiado.
—Nada es demasiado —dijo triunfal y clavó su cuchillo en la carne del mago. Este se desplomó al suelo, como si fuera un muñeco, con su sangre cubriendo las hermosas baldosas. Observando por un momento aquel cadáver le escupió con desagrado, dirigiéndose a la puerta que había custodiado con tanto celo durante siglos.
La abrió, traspasando su umbral. Allí tan solo había oscuridad, el cuarto estaba vacío. Sintió que perdía el pie y empezó a caer. Mientras caía para siempre, rio enloquecido con desesperación. Las estrellas brillaban a su alrededor, el fuego con que daba luz el faro, conteniendo el más vasto infinito: la inmensidad del universo.
Comentarios (12):
Laura
17/07/2018 a las 20:55
Hola Leosinprisa.
Gran relato, gran escena. Nada que señalar, me llevò la trama.
Saludos.
Hasta la pròxima propuesta.
IreneR
18/07/2018 a las 06:09
Buenas, Leosinprisa.
Un relato muy curioso. Me encanta cómo has narrado los detalles de ese mundo del que no tenemos ni idea con una naturalidad perfecta, cómo si lo supiésemos todo sobre ellos.
Me ha hecho mucha gracia la expresión del final de “perdía el pie”, y aunque ha sido una escena un poco confusa, me ha gustado ese final. ¿El hombre cae en el agujero que es el fuego de la torre, que a su vez es el infinito?
¡Un saludo!
Romina Eleonora Mc Cormack
18/07/2018 a las 16:21
Buenas.
Muy buen relato. Buena creación de un mundo paralelo y maravilloso. Una especie de mago de oz pequeño.
Felicitaciones.
Otilia
18/07/2018 a las 16:41
Hola Leosinprisa,
Tu relato de fantasía y magia engancha. Bien.
En cuanto a mejorables, solo he visto en esta frase: Sabían, y esto no era ningún secreto, “que”… Después en el párrafo utilizas de nuevo “secreto” parece un poco ilógico.
Nos leemos. Saludos.
JUANA MEDINA
18/07/2018 a las 17:30
Bravo, Leosinprisa!
Excelente relato. Salvo ese “que¨” señalado por Otilia, y que quizás se te olvidó, está impecable.
mandrágora me hizo pensar en un Robin Hood de mundos paralelos y misteriosos, donde las cosas se resuelven por vía espiritual.Un conflicto entre el bien y el mal, donde cada uno lucha en su terreno.
Francamente encantada de volver a leerte.
Un abrazo
Piquillin
19/07/2018 a las 19:18
Hola Leosinprisa:
Me gustó mucho tu relato fantástico. Es de muy fácil lectura. No tengo nada para acotar en cuanto a la redacción.
Estoy en el número nº22
Doralú
20/07/2018 a las 03:18
¡Hola Leosinprisa!
Un placer volver a leer uno de tus magníficos relatos. Me ha gustado mucho por su dinamismo y su trama.
Presento para tu consideración varios detalles sin importancia:
– Prospero va con acento: próspero
– en la frase “nadie sabía de dónde…” Ese donde es de desconocimiento, por lo tanto lleva acento
– en la frase “rio enloquecido…” Ese rio es del pasado del verbo reír, y debe colocarse acento: rió.
Un abrazo
Gail
20/07/2018 a las 20:20
Hola leosinprisa.
Tu relato me ha encantado, es ágil y atrapa al instante.
Fue un placer leerte nuevamente. Saludos 🙂
María Jesús
25/07/2018 a las 20:20
Gran relato de ambición desmedida y sus nefastas consecuencias. Muy trepidante.
Saludos.
beba
26/07/2018 a las 22:45
Hola, Leosinprisa: Excelente tu relato, pleno de fantasía y dinamismo. No te señalo nada porque ya lo hicieron todos los otros lectores. Gracias por tu visita y amable comentario.
Rita
27/07/2018 a las 13:01
Hola, Leosinprisa 🙂
Me ha encantado tu relato. Tienes un manejo de la palabra muy ameno.
El título está muy bien, acorde con el texto. Aunque también veo mucha avaricia. Me gusta la moraleja del relato.
El reto muy bien cumplido.
Y el final me ha gustado mucho. El avaricioso y curioso príncipe ha conseguido lo que quería; lo que le ha costado el vacío infinito. Me parece una muy buena metáfora de aquel que, cuanto más quiere y tiene, más vacío se siente.
Sólo una cosa que me ha chirriado es que el príncipe se moleste en matar a nadie (sobre todo, a un guardia desconocido), llevando consigo a sus esbirros que pueden hacerlo por él. Con el aire de superioridad que emana de él, no lo veo molestándose en ello.
Con un repaso, habrías tenido un texto redondo, en todos los sentidos, ya que he visto algunas tildes faltantes y de más, y alguna repetición de palabras. Repasa también el uso de la coma.
Espero haberte ayudado. Y de verdad que me ha encantado. Tu relato y tu estilo.
Si te apetece pasarte por mi trabajo, soy el número 45.
Un saludo y nos leemos!
K. Marce
28/08/2018 a las 23:11
Saludos, Losinprisa
No participe en el mes de agosto, y como sabes por razones de salud, me iba quedando rezagada con mis lecturas a quienes me visitaron en julio. Antes que acabe el mes, deseo concluir.
Para los relatos de julio, los he leído con un lector electrónico, ya que me hace escuchar aquello que el ojo decide ignorar.
Este relato me lo ha hecho fácil, ya que está muy bien escrito. Ya te han comentado las mejoras, espero que si lo publicas en tu blog, las tomes en cuenta. Te marco algunas que no te han señalado:
** se alzaba esplendido –> espléndido
** —Vuelve a tu casa príncipe. –> —Vuelve a tu casa, príncipe. (El vocativo se separa con coma)
** el muy cobarde no estaba dispuesto a luchar y se refugiaba cual conejo en su madriguera.
–> El príncipe Haslim, pensaba que el muy cobarde no estaba dispuesto a luchar y se refugiaba cual conejo en su madriguera.
Cuando usamos el narrador omnisciente, este solo relata los hechos tal como ocurren, sin emoción, sin juzgar. Si utilizas expresiones como esas, se puede ver la mano del autor. Evítalo. Todo lo que contenga emociones, juicios, debilidades, etc, se le deben atribuir a los personajes, así la integridad del narrador omnisciente no es trastocada.
La historia arranca y tiene un cierre, por lo que no da a más interpretaciones.No la veo como una escena en si misma, sino un relato corto, conciso y concluso. Lástima, porque no pareciera tener un próximo capítulo, ya que ha sido un relato bastante interesante. Lo he disfrutado.
Espero que lo expresado te sea de utilidad, ¡nos leemos!