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Cuarto vacío y menguante - por Helena SaurasR.
Web: http://rodoreda.wordpress.com
—¿Hay alguien ahí?
El cuarto estaba vacío. Podía lamer su ausencia como cada tarde. El paso del tiempo había erosionado también sus huellas, ni un triste perfume rondaba a su alrededor, como si en años no lo hubiese habitado nadie. Solo había una amplia telaraña en el techo y olía a polvo repleto de ácaros.
Un vahído la asaltó y le hizo golpearse la cabeza contra el suelo.
Y soñó, tendida sobre las baldosas frías, como solo sueñan algunas mariposas antes de morir, resignadas, camino a la Muerte. Quietas, esperando su hora sin revelarse. Sumisas y sometidas.
Se despertó sobresaltada, con esa angustia propia de una madre que padece, que intuye, que conoce el desenlace con antelación.
Pensar que le había podido pasar algo. Era su vida, la que había sentido en sus entrañas, y había sido tan breve… ¡Qué efímera! Vivir para contarlo. Ella, que no tenía ningún derecho ya, por haber sobrevivido a todo aquel dolor.
Miró a su alrededor, se tocó la panza en un acto reflejo. El cuarto continuaba vacío de ilusiones: era su propio cuarto. Y no se acostumbraba a vivir con ese vacío interior, que le quitaba la sed durante la mayor parte del día.
—¿Hay alguien ahí? —Su voz rebotó de incomprensión por aquellas cuatro paredes manchadas de moho.
Se incorporó. Ahora se encontraba sola y mareada, pero se puso en pie. Por sus muslos bajaba algo de sangre. «Otra menstruación para la colección», pensó decaída.
Por mucho que preguntara, nadie le respondería. Y aquel cuarto menguaba desde hoy un poco más, porque le quedaba un óvulo menos en su lucha (imposible) contra el paso del tiempo y su obsesión por ser madre…
Comentarios (6):
Laura
17/07/2018 a las 20:44
Hola Helena.
Gran título, y gran tema.
Hay una parte que por la forma en que lo has escrito, es màs poesìa que prosa:
“Y soñó,
tendida sobre las baldosas frías,
como solo sueñan algunas mariposas antes de morir,
resignadas
camino a la Muerte.
Quietas,
esperando su hora sin revelarse.
Sumisas y sometidas.”
Pero es algo muy personal.
Felicitaciones, y saludos. Hasta la pròxima propuesta.
Leosinprisa
18/07/2018 a las 07:46
Hola Helena,
Hermosa historia, bien contada y que se deja leer con la fluidez justa, llevándote cada palabra de la mano hasta el final. Aunque pueda parecer una historia triste, también lo es de esperanza, pues el futuro es desconocido y lo que hoy no es, mañana puede. Y en ese poder se basa la existencia humana.
La vida da muchas sorpresas. Tu personaje da una gran sensación de desemparo y al mismo tiempo, anhelante ante lo desconocido. Es un relato corto pero intenso, justo en la medida que ofrece. Mi enhorabuena por expresar tantos sentimientos en tan corto espacio.
Ha sido un placer leerte. Un saludo.
Romina Eleonora Mc Cormack
18/07/2018 a las 16:25
Cuánta tristeza! Muy emotivo.
Otilia
18/07/2018 a las 16:50
Hola Helena Sauras,
Has escrito un relato muy poético.
Me ha chocado “ni un triste perfume” y luego escribes “olía a polvo”.
También que has escrito muerte con mayúscula.
Nos leemos. Saludos.
IreneR
18/07/2018 a las 20:21
Buenas, Helena.
Qué relato más triste. Me ha hecho sentir también la frustración y angustia de la protagonista.
¡Un saludo!
cesar henen
21/07/2018 a las 02:08
¡Hola, Helena!
Sin duda el relato que nos traes nos muestra a una mujer con claros síntomas de post-aborto, pero, que por circunstancias de la vida no se logro, quedando todos los recuerdos, anhelos y frustraciones en ese cuarto vacio, quizás un tanto con la obsesión de poder ser madre al mantener ese cuarto sin limpiarlo y con la esperanza de oír los llantos del bebé.