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El poeta - por Luna PaniaguaR.
Web: https://lunapaniagua.wordpress.com/
Ese catorce de febrero Carlitos llegó el primero a clase. Dejó un sobre rosa en la mesa de la profesora y se sentó en su pupitre, en la tercera fila. Se dio cuenta de que lo había puesto al revés y se levantó a toda prisa para darle la vuelta y que quedara hacia arriba lo que había escrito: «Para la señorita Elo». Regresó a su pupitre justo cuando sus compañeros comenzaban a entrar.
Le sudaban las manos, le latía muy fuerte el corazón y no podía dejar de mover las piernas. Parecía que se hacía pis, pero en realidad no tenía ganas. Cuando la señorita Elo entró se le tensó la espalda y sintió que le quemaban las mejillas. Sonrió y siguió su andar desde la puerta hasta la mesa. Le encantaba esa bata de colores chillones que siempre llevaba, y su pelo rubio, el más bonito de todas las profesoras. Cuando explicaba no podía dejar de escuchar esa voz tan dulce. Le gustaba hasta cuando se enfadaba con él y le regañaba porque no se acordaba de la lección.
A sus siete años, Carlitos estaba enamorado por primera vez.
Le dolía tanto la cabeza cuando la vio coger el sobre que creía que le iba a estallar. La señorita pasó la vista por la clase y le sonrió cuando sus miradas se cruzaron. Carlitos agrandó la sonrisa y apretó los dientes. No se movió cuando les mandó sacar el libro de Sociales y leer la lección diez. Se quedó mirando cómo ella se sentaba, abría el sobre, desdoblaba el papel y leía. Repitió mentalmente las letras que le había escrito:
Querida señorita Elo
eres mi profe preferida
la mejor que he tenido en mi vida
¡qué bonito es tu pelo!
me gustan mucho tus clases
quiero pedirte un favor
que conmigo te cases
cuando sea mayor.
Carlitos se sintió más feliz que nunca cuando vio que la señorita le guiñaba un ojo, se guardaba el papel con su poesía en el bolsillo de arriba de la bata, y se daba una palmadita donde les había enseñado que estaba el corazón.
Cuarenta años después, a Elo le tiemblan las rugosas manos mientras abre el paquete que le acaba de entregar un mensajero. Saca un libro de su interior: Antología poética, de Carlos Vélez. Lo abre. Una sonrisa ilumina su rostro surcado por arrugas y se le empañan los ojos al leer, una vez más, la frase con la que ese autor dedica todos sus poemarios: Para la señorita Elo.
Comentarios (11):
Ane
16/02/2018 a las 15:21
Hola Luna, una historia preciosa. Como lo serán me atrevo a decir todas las de este mes al menos por llevar como reto el protagonismo de un niño y el título exigido . Y es lo que me ha pasado con el tuyo en cuanto has descrito al comienzo su edad, 7 años. Un amor inocente, platónico diria yo.
Por ponerle un pero, cuando hablas de él 40 años después lo presentas hablando de sus manos rugosas, no sé, esa descripción la veo más indicada para quien presenta una edad mas avanzada, a no ser qué sea por un motivo especial. Pero no es mas que una apreciación.
Saludos.
Luna Paniagua
17/02/2018 a las 15:53
`Hola, Ane, muchas gracias por pasarte y comentar. Como dices, es raro que una historia con un niño de protagonista no sea entrañable.
No he debido de explicarlo bien, la persona 40 años después es la profesora, por eso es mayor. De hecho al principio puse 30 y lo cambié para que tuviera más edad.
Un saludito 🙂
Luis Ponce
18/02/2018 a las 01:07
Hola Luna:
Las vidas se marcan desde la niñez con afectos que duran toda la vida. Son numerosas las profesoras que sin saberlo han sido los primeros amores de sus alumnos. Es la primera manera de diferenciar los sentimientos al compararlo con el amor a la madre.
Me ha gustado mucho.
Saludos.
Otilia
18/02/2018 a las 10:45
Hola Luna Paniagua:
Gracias por leer y por tu comentario tan amable.
Me ha gustado tu historia por la ternura del niño, pero sobre todo por el final. Ese alumno que no olvidó a su maestra.
En cuanto a la forma no sé si la poesía de Carlitos tendría que ir entre comillas.
Buen trabajo. Saludos.
dopidop
18/02/2018 a las 12:36
Buenas Luna,
Muy bonito relato, bien escrito y muy fácil y agradable de leer. El aura de la inocencia infantil de Carlitos deja muy buena sensación. Me encanta cuando se da cuenta que ha puesto el papel al revés y vuelve corriendo a ponerlo bien. El toque de que nos hayas dejado leer el poema del niño es genial. La verdad es que no había leído nada tuyo, pero te aseguro que repetiré. Me ha gustado mucho.
Gracias por compartir tu texto y espero poder seguir leyéndote.
Un saludo
Luna Paniagua
18/02/2018 a las 22:31
¡Muchas gracias a todos por vuestros comentarios!
Luis, tienes razón, algunos profesores marcan para siempre. Ya de adulta me encontré con mi profesora de parvulitos y la reconocí. De otros mucho más recientes no recuerdo ni el nombre.
Otilia, la verdad es que puse la poesía en cursiva, pero en el formulario no se puede y tienes razón, quedaría mejor con comillas.
Dopidop, me alegra mucho que te haya gustado. A ver con qué nos sorprenden de Literautas de aquí en adelante, pero si te gusta lo que escribo, te invito encantada a mi blog.
Abrazos a los tres,
Luna
M.L.Plaza
20/02/2018 a las 01:35
Hola Luna.
Me ha encantado esa forma tan delicada de mostrarnos la influencia que una persona ejerce en otra, hasta el punto de que cuarenta años más tarde siga siendo la destinataria de los versos. Supongo que con los años el amor se ha transformado en lealtad,y me parece muy bien.
Me ha gustado mucho leer tu relato.
Saludos
Luna Paniagua
21/02/2018 a las 14:33
Hola, M.L.Plaza, gracias por tu comentario. Algunos profesores se convierten en figura de referencia y es imposible no conservar ese cariño hacia ellos.
Ahora te devuelvo la visita 🙂
Saludos,
Luna
kikin87
22/02/2018 a las 07:30
Hola Luna,
Todos hemos sido un poco Carlitos alguna vez, y eso crea empatía con el lector. El relato esta bien escrito y es tan fácil como agradable de leer.
Felicidades,
Kik
Luna Paniagua
22/02/2018 a las 16:58
Muchas gracias, kikin87, estoy de acuerdo, de una u otra manera, todos lo hemos sido. Yo recuerdo hacer dibujos a una profesora 🙂
Saludos,
Luna
Pilar
28/02/2018 a las 11:50
Hola Luna
Breve, sencillo, sin rodeos ni aderezos, directo al corazón… muy emotivo el final de ese amor para toda la vida.
Felicidades!
Pilar, 92